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Prolapso vaginal y cervical en ganado vacuno y ovino

PorJennifer N. Roberts, DVM, DACT
Última revisión/modificación mar 2021

La eversión y el prolapso de la vagina, con o sin prolapso del cuello uterino, se producen con mayor frecuencia en ganado vacuno y ovino (vacas y ovejas) y suele darse en animales maduros en el último trimestre de gestación. Una forma de prolapso vaginal se produce también en perras.

Los factores predisponentes incluyen el incremento de la presión intraabdominal asociado al útero grávido, la grasa intraabdominal y la distensión del rumen, además de la relajación y el debilitamiento de la cintura pélvica y de las estructuras de los tejidos blandos asociados del canal pélvico y del perineo mediadas por el incremento de las concentraciones circulantes de estrógenos y relaxina durante el final de la gestación. El aumento de la presión intraabdominal en animales acostados puede contribuir a la eversión del tejido vaginal. El corte de colas de los corderos puede dañar las estructuras que sostienen la pelvis (p. ej., el músculo coccígeo) y predisponer al prolapso vaginal si la cola se corta en exceso. Por tanto, la cola debe extirparse a nivel del pliegue cutáneo ventral, dejando intactas dos o tres vértebras coccígeas.

El prolapso comienza como un pliegue similar a una invaginación intestinal del suelo vaginal, justo craneal a la unión vestibulovaginal. El malestar causado por esta eversión, junto con la irritación y la inflamación de la mucosa expuesta, provocan una distensión y un prolapso más extenso. Finalmente, toda la vagina puede prolapsarse, con el cuello uterino visible en la parte más caudal del tejido prolapsado. La vejiga urinaria o las asas del intestino pueden estar dentro de la vagina prolapsada. A medida que la vejiga entra en la vagina prolapsada se puede ocluir la uretra. La vejiga se llena y aumenta de tamaño, lo que dificulta la corrección del prolapso vaginal, a menos que se drene primero la vejiga. Incluso se puede producir la rotura de la vejiga con consecuencias potencialmente mortales.

El prolapso vaginal se puede clasificar como:

  • Grado I: prolapso intermitente; a menudo visible solo cuando se tumba, los tejidos vaginales pueden parecer normales.

  • Grado II: prolapso agudo continuo de tejido vaginal

  • Grado III: prolapso agudo continuo de vagina, vejiga y cérvix

  • Grado IV: prolapso crónico de grado II o III con traumatismo, infección o necrosis resultante.

Aunque es más frecuente en los animales adultos al final de la gestación, el prolapso vaginal puede producirse en ovejas y novillas jóvenes no gestantes, especialmente en animales obesos. Los factores predisponentes incluyen el pastoreo de plantas estrogénicas (especialmente Trifolium subterraneum) o la administración exógena de componentes estrogénicos (por lo general en forma de implantes promotores del crecimiento). El prolapso cervicovaginal es más frecuente en los animales estabulados que en los criados en pastoreo, lo cual sugiere que la falta de ejercicio puede ser un factor coadyuvante. El prolapso vaginal también puede ser un problema en vacas sometidas a una superovulación repetida para la recuperación de embriones, debido a la exposición repetida a concentraciones suprafisiológicas de estrógenos.

Es probable la existencia de un componente genético en la patogenia del prolapso cervicovaginal, dado que existe una predisposición racial tanto en las vacas (Brahman, cruces de Brahman, Hereford) como en las ovejas (Kerry Hill, Romney Marsh). En cerdas, el prolapso vaginal se asocia con frecuencia a la actividad estrogénica de las micotoxinas.

Tratamiento del prolapso vaginal y cervical en ganado vacuno y ovino

Para el reposicionamiento de la vagina prolapsada, en primer lugar se debe realizar una anestesia epidural. Se lavan los tejidos afectados y se vacía la vejiga si es necesario. Por lo general, esto se puede conseguir mediante la elevación del tejido prolapsado para permitir que la uretra quede recta; en ocasiones puede ser necesario una punción con aguja a través de la pared vaginal. Se lubrica bien la vagina y se reposiciona y mantiene en su posición hasta que se siente que vuelve a estar atemperada.

La retención se consigue mediante la inserción de una sutura de Buhner, una sutura en forma de circunferencia colocada alrededor del vestíbulo para proporcionar soporte en el punto en que se produjo la eversión inicial de la pared vaginal. Esta sutura en bolsa de tabaco debe ajustarse para permitir una abertura suficiente en la comisura ventral para orinar (~3-4 cm o 2-3 dedos de ancho). La sutura de Buhner o las variaciones que incluyen una sutura de punto colchonero horizontal o un patrón de cordones de zapato han reemplazado en gran medida a los métodos que se basaban en la colocación de un dispositivo de retención dentro de la vagina (que tienden a causar incomodidad y tensión adicional).

La sutura de Buhner modificada, que incluye puntos colchoneros horizontales, tiene la ventaja de permanecer en su lugar incluso cuando los tejidos vestibulovaginales tienen poca fuerza de sujeción. La sutura tradicional de Buhner puede ser propensa a desgarrar los tejidos de la pared vaginal dorsal o lateral. La sutura de Buhner y sus modificaciones intentan replicar el soporte proporcionado normalmente por los músculos constrictores del vestíbulo debilitado en pacientes con prolapso. Los animales con suturas de Buhner deben vigilarse estrechamente para detectar signos de parto, de modo que las suturas puedan retirarse antes del parto para evitar una laceración extensa de la vagina y la vulva.

La fijación permanente de la vagina puede lograrse mediante la técnica del botón de Johnson, para la que se colocan suturas desde la vagina, a través del ligamento sacroespinotuberal y los músculos glúteos, y luego se anclan en la vagina y en la piel con discos grandes y planos. Esto también se puede lograr anclando el cuello uterino al tendón prepúbico o al músculo iliopsoas. La fijación mediante la técnica del botón de Johnson permite que el parto se desarrolle sin impedimentos por la vaginopexia. Aunque el orificio cervical puede estar edematoso e inflamado, el prolapso cervicovaginal rara vez interrumpe la gestación y no predispone específicamente a distocia ni a prolapso uterino posparto, el cual tiene una etiología diferente.

El prolapso vaginal en la oveja puede producirse simultáneamente en muchas hembras, como problema de explotación, de ahí que la cirugía no sea práctica. En estos casos, puede ser útil el empleo de dispositivos de retención vaginales disponibles comercialmente. Las ovejas pueden parir sin problemas con estos dispositivos colocados. Se han descrito técnicas de fijación permanentes (cervicopexia o vaginopexia) en las que el cuello uterino o la pared de la vagina se anclan a otras estructuras pélvicas. Estos procedimientos pueden ser útiles en animales individuales con prolapso crónico o recidivante, pero la mayoría de los casos se resuelven mediante una sutura de Buhner colocada de forma apropiada.

Pueden surgir complicaciones si el prolapso vaginal no se trata rápidamente; estas incluyen peritonitis y rotura de la pared vaginal. Esto último puede conducir a la evisceración del animal afectado, requiriendo una eutanasia humanitaria. En el ganado vacuno y ovino, el prolapso vaginal tiene un componente hereditario y, por tanto, es probable que recidive en gestaciones posteriores. Debido a la probabilidad de recidiva, las hembras con prolapso vaginal deben ser eliminadas de la explotación.