Actinomicetos de mamíferos marinos
La nocardiosis se describe con frecuencia en mamíferos marinos debilitados. Se han descrito varias especies de Nocardia en muchas especies de mamíferos marinos cautivos y silvestres.
La enfermedad puede manifestarse de numerosas formas, incluyendo la formación de abscesos cutáneos y subcutáneos o la enfermedad piogranulomatosa en varios órganos o de forma sistémica.
El diagnóstico puede ser difícil y a menudo se establece después de la muerte por enfermedad sistémica, aunque la evaluación citológica o histológica puede mostrar microorganismos filamentosos ramificados acidorresistentes.
El tratamiento también es complicado y el resultado exitoso probablemente depende de las características de la infección y del diagnóstico precoz. Las infecciones por Actinomyces o Arcanobacterium spp también se han diagnosticado en muchas especies de mamíferos marinos. Arcanobacterium phocae ha estado implicada en afecciones de leones marinos de California, delfines comunes, focas grises, focas comunes, elefantes marinos del norte y nutrias marinas. Se ha aislado Arcanobacterium animalium de la marsopa común. La mayoría de los casos se diagnostican después de la muerte, pero la infección puede estar infradeclarada.
Brucelosis de mamíferos marinos
Desde la década de 1990 se han encontrado cepas previamente desconocidas de Brucella en pinnípedos y cetáceos de muchos países, tanto en cautividad como en libertad. Se han establecido dos especies: Brucella ceti en cetáceos y Brucella pinnipedialis en focas. Parece que tiene preferencia de hospedadores. La distribución de las lesiones y los signos clínicos también parecen diferir entre los hospedadores.
En los cetáceos, los hallazgos patológicos asociados a B ceti incluyen placentitis, orquitis, aborto, mastitis, neumonía, lesiones subcutáneas, osteomielitis, artritis, meningoencefalitis, meningitis y necrosis hepática y esplénica. Los pinnípedos presentan menos cambios patológicos asociados con Brucella en comparación, aunque B pinnipedialis se ha asociado con varios órganos y procesos patológicos. La transmisión puede ser horizontal y vertical, y se han aislado especies de Brucella a partir del verme pulmonar que pueden sobrevivir en los peces; la ingestión también puede ser un modo importante de transmisión. También se ha descrito Brucella ceti en una herida traumática que no cicatriza en una nutria marina.
Las bacterias poseen los mismos antígenos de superficie que se suelen usar para el diagnóstico en el ganado. El diagnóstico se establece por lo general mediante cultivo, prueba de PCR o análisis inmunohistoquímico.
La prevalencia de la brucelosis en mamíferos marinos no se conoce, pero los casos parecen estar muy extendidos dado que los estudios serológicos han documentado una exposición casi mundial. El papel que desempeñan los factores medioambientales en la aparición de esta enfermedad no se conoce.
El tratamiento depende de la localización y extensión de la infección. La resolución puede ser muy difícil y suele necesitar un tratamiento antimicrobiano a largo plazo dirigido a este patógeno intracelular; puede desarrollarse resistencia a los antimicrobianos.
Existe alguna evidencia de la posibilidad de infecciones zoonóticas, y se han producido algunos casos de infecciones humanas en aquellos que han estado en contacto con tejidos de mamíferos marinos. En un caso, el microorganismo cultivado de la sangre de una técnico de laboratorio coincidía con una cepa del mamífero marino con la que estaba trabajando. Hubo otros tres casos de personas, sin contacto previo con mamíferos marinos, que se contagiaron con estas cepas de Brucella por la ingestión de marisco o pescado crudo y por manipular cebos de pescado crudo.
Miositis clostridial de mamíferos marinos
En cautividad, se ha diagnosticado miositis grave por la infección por Clostridium spp en orcas, calderones, delfines mulares, leones marinos de California y manatíes. Probablemente todos los mamíferos marinos sean sensibles.
La enfermedad se caracteriza por inflamación aguda, necrosis muscular y acumulaciones de gas en los tejidos afectados, junto con una leucocitosis grave. También se puede encontrar en el tracto gastrointestinal y causar enterotoxemia. Si no se trata, puede ser mortal.
El diagnóstico se basa en la detección de bacilos grampositivos en los aspirados de las lesiones y se confirma mediante un cultivo anaerobio y la identificación del microorganismo. Algunas enterotoxinas también se pueden detectar en las heces.
El tratamiento incluye terapia antimicrobiana sistémica y local y drenaje quirúrgico de las áreas con abscesos. Aunque se utilizan bacterinas inactivadas comerciales de Clostridium, su eficacia en los mamíferos no se ha estudiado.
Se ha descrito botulismo en leones marinos de California cautivos durante un brote endémico de esta enfermedad en aves acuáticas. Los animales afectados dejaron de comer y parecían incapaces de deglutir varios días antes de morir.
Erisipela (enfermedad de la piel del diamante) de los mamíferos marinos
Cortesía del Dr. James McBain.
La erisipela puede ser una enfermedad infecciosa grave de cetáceos y pinnípedos en cautividad, aunque se ha detectado en marsopas, delfines mulares y focas comunes silvestres. Erysipelothrix rhusiopathiae, que causa erisipela en los cerdos y otras especies domésticas, es un contaminante común que persiste en la capa mucosa de los peces. La forma sistémica de la enfermedad en mamíferos marinos puede ser hiperaguda o aguda. Los animales afectados mueren súbitamente, ya sea sin pródromos o con aparición repentina de letargo, inapetencia o fiebre. La forma cutánea, que causa lesiones dérmicas romboidales muy características, es una forma más crónica de la enfermedad. Los animales con esta forma suelen recuperarse si se administra un tratamiento antibiótico a tiempo.
La necropsia de los casos hiperagudos no suele revelar lesiones discernibles macroscópicas, excepto petequias multifocales. El diagnóstico se basa en el cultivo del microorganismo a partir de la sangre, el bazo o las cavidades corporales. Se ha detectado artritis en los animales que murieron con la forma crónica.
El tratamiento de las formas hiperaguda y aguda raras veces se ha intentado, ya que la ausencia de pródromos enmascara el diagnóstico. Los animales con la forma dermatológica suelen recuperarse con la administración de penicilinas, tetraciclinas o cloranfenicol y con cuidados sintomáticos.
El control de esta enfermedad se relaciona principalmente con el suministro de pescado de alta calidad almacenado y manipulado correctamente. La vacunación es una medida controvertida y puede ser problemática. No existe una vacuna específica para mamíferos marinos, pero la vacunación con vacunas comerciales porcinas se ha realizado durante muchos años, especialmente en cetáceos. Los viales de bacterina con erisipelas inactivadas se deben cultivar para detectar microorganismos supervivientes antes de su uso en mamíferos marinos. Se debe evitar el uso de bacterinas vivas modificadas en la vacunación inicial. Se puede producir una anafilaxia mortal en la revacunación, aunque esto es menos común con las vacunas porcinas más modernas. Por esta razón, algunos programas de vacunación se han reducido a la administración de una sola dosis, a pesar de que los títulos de anticuerpos desciendan hasta niveles por debajo de los presuntamente eficaces.
Si se ha de revacunar a los cetáceos, se deben realizar pruebas de sensibilidad inyectando una pequeña cantidad de bacterina en la submucosa de la superficie inferior de la lengua. Los animales hipersensibles desarrollan inflamación y enrojecimiento en el punto de inoculación dentro de los 30 min posteriores. Debido a que la vacuna es muy irritante, no se deben administrar más de 3-5 mL en el mismo punto, incluso en los mamíferos que no son sensibles. Se debe usar una aguja suficientemente larga (≥5 cm y más larga en los cetáceos más grandes) para asegurarse de que la vacuna se deposita en el músculo y no entre el músculo y la grasa o, de lo contrario, se puede producir un absceso estéril. La bacterina se debe administrar en la musculatura dorsal anterior y lateral a la aleta dorsal. La administración posterior a la aleta dorsal tiene como resultado una reacción tisular grave, que inmoviliza al animal durante varios días debido a la implicación de músculos fundamentales para la locomoción. Se desconoce el intervalo óptimo entre vacunas necesario para mantener altos títulos de anticuerpos; sin embargo, con frecuencia se administra una dosis de recuerdo después de 6 meses y una revacunación anual.
Leptospirosis de mamíferos marinos
La leptospirosis está muy extendida y se ha diagnosticado en pinnípedos y osos polares.
En los pinnípedos, la enfermedad se caracteriza por letargo, deshidratación, anorexia, signos de dolor abdominal, desgana para moverse, polidipsia, pirexia, vómitos e ictericia. También puede haber ulceración de los tejidos mucosos y de los bordes de las aletas, gastroenteritis y enfermedad pulmonar. También puede causar abortos y muertes neonatales en leones marinos de California y en osos marinos árticos. Las lesiones incluyen nefritis intersticial difusa grave, con acumulación densa de espiroquetas en los túbulos renales. La vesícula biliar puede contener bilis negra espesa, pero la hepatitis puede no ser evidente macroscópicamente. Histológicamente se ha observado hiperplasia de las células de Kupffer, eritrofagocitosis y hemosiderosis.
Se observan cambios en los análisis de sangre indicativos de enfermedad renal, incluyendo concentraciones elevadas de creatinina sérica, BUN, fósforo y sodio, así como una marcada leucocitosis. La microscopía de campo oscuro y el cultivo bacteriológico a menudo no dan resultados diagnósticos positivos. Aunque la prueba de PCR es cada vez más útil, las pruebas serológicas siguen siendo la técnica diagnóstica más rápida y ampliamente utilizada. Se han identificado anticuerpos de varias serovariedades de Leptospira (incluyendo L Canicola, L Icterohaemorrhagiae, L Autumnalis y L Pomona) en multitud de especies, incluyendo a la nutria marina y al manatí. Leptospira interrogans serovariedad Pomona se asocia con epizootias cíclicas en leones marinos de California en libertad, y da lugar a una elevada morbilidad y mortalidad. Los casos pueden darse durante todo el año, pero alcanzan su punto máximo a finales del verano y el otoño, con la mayoría de los casos en machos jóvenes y subadultos.
El tratamiento en los pinnípedos es similar al de los perros y principalmente implica cuidados de apoyo, particularmente fluidoterapia parenteral, que por lo general puede administrarse por vía subcutánea. El control en cautividad requiere un análisis serológico de los animales nuevos durante la cuarentena. Los animales en cautividad se pueden vacunar en áreas endémicas y se deben instituir medidas para controlar las poblaciones de roedores.
La leptospirosis es zoonótica, por lo que se deben tomar las precauciones apropiadas.
Estreptotricosis (pseudoviruela de los delfines, dermatofilosis cutánea) de mamíferos marinos
La estreptotricosis es una infección subcutánea bacteriana causada por Dermatophilus congolensis, descrita en pinnípedos y osos polares. Se debe distinguir de la viruela de las focas. Se han registrado lesiones simultáneas de estreptotricosis y viruela en los leones marinos. La estreptotricosis cutánea puede causar dermatitis pruriginosa grave en los osos polares, que suele manifestarse en forma de nódulos claramente delineados distribuidos por todo el cuerpo y suele evolucionar hacia la muerte.
El diagnóstico se basa en la identificación del microorganismo por biopsia o cultivo.
El tratamiento prolongado con dosis elevadas de antibióticos sistémicos puede ser satisfactorio.
Se ha descrito a Sporothrix schenckii como causante de una micosis subcutánea en el delfín del Pacífico de lados blancos (Laegenorhynchus obliquidens).
Micobacteriosis de mamíferos marinos
Los mamíferos marinos son sensibles a diferentes micobacterias. Parece que la enfermedad es endémica en otariidos silvestres de las costas de Australia. En principio, se consideró que estaba causada por Mycobacterium bovis. Sin embargo, las técnicas moleculares permitieron agrupar las micobacterias aisladas de los pinnípedos silvestres del hemisferio sur en un grupo único asignado a su propia especie en el complejo M tuberculosis. Se cree que los leones marinos subantárticos (Arctocephalus tropicalis) son el reservorio común en la transmisión de M pinnipedii a otras especies de pinnípedos, ya que cohabitan con otras especies afectadas como el león marino australiano (Neophoca cinerea) y el lobo marino de Nueva Zelanda (Arctocephalus forsteri). Sin embargo, la micobacteriosis ha sido una enfermedad de animales en cautividad. Los pinnípedos, cetáceos y sirenios han desarrollado la enfermedad por M bovis, M smegmatis, M chitae, M fortuitum, M chelonae y M marinum. Se han observado formas cutáneas y sistémicas. Existen evidencias consistentes de que la inmunodepresión puede estar implicada en el desarrollo de las infecciones por micobacterias atípicas.
Se pueden realizar pruebas intradérmicas con concentraciones elevadas de tuberculinas de derivado proteico purificado bovino o aviar para analizar a los animales expuestos. Sin embargo, su utilidad es controvertida porque se producen anergias. En los pinnípedos, las inyecciones en la membrana de las aletas traseras se deben leer en 48 y 72 h. Se han identificado anticuerpos en focas por medio de ELISA, pero esto requiere una evaluación adicional antes de que pueda considerarse una prueba de cribado. El diagnóstico se establece por el cultivo y la identificación del microorganismo en biopsias de la lesiones, lavados traqueales o heces.
El tratamiento es controvertido dada la naturaleza de la enfermedad y el potencial de infección zoonótica y entre especies, pero la mayoría de los aislados de M pinnipedii son sensibles a la isoniacida, la rifampicina, la estreptomicina, el etambutol y la pirazinamida.
La micobacteriosis en los mamíferos marinos es una enfermedad emergente y de posible importancia en salud pública. ( ver Tuberculosis en varios animales.)
Micoplasmosis de mamíferos marinos
Mycoplasma spp se han aislado de los dientes, heridas y vías respiratorias de los pinnípedos. Históricamente se han asociado con enfermedades respiratorias, pero se pueden encontrar en animales sanos. Con frecuencia se cultivan a partir de animales infectados simultáneamente por virus respiratorios y son el agente etiológico del dedo de foca, una zoonosis común que se transmite de los pinnípedos a los humanos mediante heridas por mordedura.
Enfermedades bacterianas diversas de mamíferos marinos
Los mamíferos marinos probablemente son sensibles a todas las bacterias patógenas. Pasteurella multocida ha causado brotes graves de enteritis hemorrágica con letargo y malestar abdominal, que conducen a la muerte aguda en delfines y pinnípedos. También se ha descrito que causa neumonía en pinnípedos, al igual que Klebsiella spp. En los delfines, Mannheimia haemolytica ha estado implicada en traqueítis hemorrágicas, que responden al tratamiento con cloranfenicol.
Plesiomonas shigelloides ha sido responsable de gastroenteritis en focas comunes. Burkholderia pseudomallei ha causado graves brotes mortales de enfermedad (melioidosis) en varios mamíferos marinos en cautividad en toda Asia y en el Pacífico Sur y se manifiesta clínicamente de una manera similar a la de los animales terrestres con una alta morbilidad y mortalidad. Salmonella spp ha causado gastroenteritis mortal en manatíes, belugas y pinnípedos y a menudo se aíslan del tracto GI de los mamíferos marinos. La septicemia estafilocócica ha causado la muerte de un delfín con osteomielitis de la columna vertebral (espondilitis piogénica). Otro caso de osteomielitis intradiscal, debida a Staphylococcus aureus, se trató con éxito con un ciclo prolongado de cefazolina sódica y cefalexina; S aureus también ha causado una neumonía mortal en una orca y se aísla con frecuencia de cetáceos y pinnípedos con neumonía bacteriana. Vibrio spp infectan las heridas de cicatrización lenta de los cetáceos manejados en recintos de mar abierto, y el aumento de la actividad antropogénica junto con el estrés crónico pueden estar causando infecciones más frecuentes en especies cercanas a la costa, como las nutrias marinas.