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Cobayas

PorJennifer Frohlich, VMD, DACLAM
Revisado/Modificado feb 2021

Las cobayas, como las chinchillas, son roedores histricognatos. Pertenecen a la familia Cavidae, que contiene 14 especies de animales comúnmente conocidos como cávidos y liebres patagónicas (o maras). Los cávidos se caracterizan por cuatro dedos en cada pata delantera y tres en cada trasera.

Los cobayas tienen una constitución rechoncha, cabeza grande, patas cortas y orejas cortas y sin pelo. La longitud de la cabeza y el cuerpo es de 200-400 mm, no hay cola externa y el peso es de 500-1500 g.

En América del Sur, los cávidos silvestres habitan áreas rocosas, sabanas, bordes de bosques y pantanos desde Colombia y Venezuela hacia el sur hasta Brasil y el norte de Argentina. Viven en grupos de hasta 10 individuos y habitan en madrigueras que ellos u otros animales cavan. Son más activos por la noche, cuando buscan diversos elementos vegetales. La domesticación de las cobayas comenzó al menos en el año 900 a. C. y puede haber comenzado ya en el 5000 a. C.

Biología

La American Cavy Breeders Association reconoce 13 razas que divide en grupos o variedades. La raza más común es el cuyo americano, que originalmente se conocía como cuyo inglés. Las cobayas Self son un grupo de animales de color homogéneo (p. ej., negro, crema, rojo, lila, beige, azafrán y chocolate). Las no Self son un grupo formado por las razas con pelo, las razas marcadas y las razas agutíes. Las cobayas con pelo incluyen las variedades Abisinia, Rex, Longhaired (Peruanos, Sedosos, Shelties, Coronets y Texels), Crested, Teddy y Satin. La raza Abisinia de pelo corto y duro puede tener un aspecto poco saludable porque su pelaje está dispuesto en espirales o rosetas, lo que le da un aspecto desordenado y erizado. El pelaje normal de una cobaya se compone de una capa de pelo inferior y pelos protectores que sobresalen. La raza Rex tiene pelos de protección cortos que no aparecen por encima del nivel de la capa interna, las razas Satin tienen una fibra de pelo anormal que produce brillo, y las razas Teddy tienen un tallo de pelo retorcido o doblado que hace que el pelaje permanezca erguido sobre todo el cuerpo. El grupo de marcadas contiene las variedades Dálmata, carey y del Himalaya. El término "variedad" describe un color (p. ej., gris acero, carey) que todavía no es una raza reconocida.

Las cobayas tienen entre 7 y 11 patrones de sonido distintos, o llamadas. Aunque diversos investigadores han dado nombres diferentes a cada sonido único, existe un acuerdo general sobre al menos siete sonidos.

Los linfocitos son los leucocitos predominantes en las cobayas y oscilan entre el 45 y el 80 % del recuento leucocitario. Muchos linfocitos pequeños son similares en tamaño a los eritrocitos. Los linfocitos grandes contienen cuerpos de Kurloff, grandes cuerpos de inclusión de mucopolisacáridos intracitoplasmáticos. Los cuerpos de Kurloff se observan en condiciones normales en cobayas y son dependientes de los estrógenos. Las hembras gestantes pueden tener un 2-5 % de linfocitos con cuerpos de Kurloff en su sangre periférica; están presentes en gran número en las hembras adultas y su número fluctúa con la etapa del ciclo estral. Hay pocos cuerpos de Kurloff en los machos adultos y rara vez se observan en los recién nacidos.

Al igual que las chinchillas, las cobayas comparten características fisiológicas reproductivas inusuales de los roedores histricomorfos. Las hembras de cobayas tienen una gestación de 68 días (rango de 59-72 días) y una duración media del ciclo estral de 17 días (rango de 13-25 días). La membrana de cierre vaginal está abierta durante el estro y el parto, pero se sella durante el anestro y la gestación. Las cobayas tienen un promedio de 4 crías por camada, con un rango de 1-13. Las crías (de ambas especies) nacen precoces, lo que significa que nacen completamente cubiertas de pelo, con los ojos abiertos y en general bien desarrolladas. Las cobayas jóvenes suelen amamantarse durante 21 días, aunque pueden sobrevivir solo con alimentos sólidos después de 5 días. Las cobayas tienen solo un par de pezones inguinales.

Las cobayas macho tienen espículas pronunciadas en el glande. Las cobayas macho jóvenes alcanzan la pubertad a los ~2–3 meses de edad y las hembras a los 2 meses. Las cobayas viven 6-8 años.

Mantenimiento

Como especie, las cobayas son sumamente adaptables a una gran variedad de climas, aunque individualmente son muy sensibles a las variaciones locales de temperatura y humedad. Las cobayas son animales nerviosos y pueden negarse a beber o comer durante un tiempo después de cualquier cambio significativo en su ubicación, alimentación o cría. El efecto de los cambios ambientales en las cobayas es mínimo o inexistente cuando dos animales se mantienen juntos. Si una cobaya enferma debe permanecer hospitalizada, el ingreso del animal enfermo junto con un compañero reduce el estrés.

Las cobayas viven en unidades familiares centradas en un macho alfa. Los machos mayores, y especialmente los extraños, se pelearán. Sin embargo, no tendrán problemas de dominancia dos machos criados juntos desde una edad temprana o un grupo de hembras no reproductoras. Los problemas sociales disminuyen con la castración y la ovariohisterectomía, pero el comportamiento aprendido en los machos adultos después de la castración puede volverlos antisociales.

Las cobayas necesitan una fuente constante de agua que debe cambiarse diariamente. Cuando beben, ensucian con comida sus tazones de agua o bebederos de tetina. No beben de tetina sin entrenamiento, defecan indiscriminadamente y son propensas a sentarse y ensuciar sus comederos y áreas para dormir. Las cobayas son neofóbicas, es decir, tienen miedo a las cosas nuevas, especialmente con respecto a la comida y el agua. Cualquier cambio en el aspecto, sabor, textura, etc., puede hacer que las cobayas se alejen del alimento o el agua. Las cobayas desarrollan preferencias alimentarias temprano en la vida y pueden no reconocer nuevos alimentos como comida si se introducen más tarde. Esta es la razón por la que es importante exponer a las cobayas jóvenes a una variedad de alimentos, especialmente de vegetales, al principio de su vida.

Las cobayas producen dos tipos de heces: uno rico en nitrógeno destinado a la cecotrofia y otro pobre en nitrógeno eliminado en forma de gránulos fecales. Cuando la comida está siempre disponible, ~40 % de las heces se vuelven a ingerir, y el 90 % de esta coprofagia se produce durante la noche. Sin embargo, cuando la comida es limitada, las cobayas ingieren heces durante las partes del día en que no hay comida disponible.

Exploración física

Las cobayas son fáciles de sujetar y retener. Aunque no muerden, las cobayas muy jóvenes pueden pellizcar. Las cobayas sanas se sienten "torpes" y se mantienen alerta. La fatiga, la falta de interés por el entorno y el peso corporal disminuido son a menudo signos generales de enfermedad. Las cobayas enfermas pueden mostrar signos de pérdida de peso, postura encorvada, marcha anormal, abdomen hundido, pelaje desaliñado o dificultad respiratoria. Pueden estar letárgicas o no responder a los estímulos. Las afecciones respiratorias y GI son las más comúnmente halladas; por consiguiente, pueden existir descargas oculares o nasales o diarrea. Las patas deben explorarse en busca de úlceras o uñas rotas. Los dientes pueden en ocasiones presentar sobrecrecimiento y deben revisarse. Sin embargo, la boca es pequeña y la exploración de la cavidad oral es difícil. Un espéculo nasal unido al mango de un otoscopio es una herramienta valiosa para el examen de las muelas en una cobaya despierta. Los oídos y los ojos deben examinarse en busca de exudados o inflamación, y se ha de examinar el área submandibular en busca de abultamientos.

La venopunción puede ser difícil en las cobayas debido a la falta de venas periféricas claramente accesibles. La vena safena lateral y la vena cefálica son útiles para extraer pequeñas cantidades de sangre. Para grandes cantidades de sangre, se puede utilizar la vena cava craneal, mientras la cobaya se mantiene bajo anestesia. Esta técnica requiere práctica porque, si se realiza incorrectamente, existe el riesgo de muerte asociada con hemorragia intratorácica, pericárdica o pulmonar.

Enfermedades infecciosas

Infecciones bacterianas en cobayas

Streptococcus equi subsp zooepidemicus (previamente S zooepidemicus) puede portarse en la nasofaringe como una infección latente. Las abrasiones de la cavidad oral (p. ej., maloclusión molar) permiten el transporte de bacterias a los nódulos linfáticos de la cabeza y el cuello, causando linfadenitis supurativa. Clínicamente, las cobayas presentan grandes tumefacciones unilaterales en el cuello. El animal afectado a menudo tiene buena condición corporal y no muestra otros signos de enfermedad. El diagnóstico diferencial siempre debe incluir la leucemia. El tratamiento comprende la extirpación quirúrgica de los nódulos linfáticos afectados y el tratamiento con antibióticos sistémicos. Siempre se debe recomendar el cultivo bacteriano y el antibiógrama. Los estreptococos suelen ser sensibles al cloranfenicol (50 mg/kg, PO, dos veces al día), y este antibiótico es "seguro" para administrar sistémicamente a las cobayas. Los antibióticos "seguros" alternativos son la azitromicina (15-30 mg/kg/día, PO; se debe suspender si hay heces blandas) y las fluoroquinolonas; sin embargo, ahora se observan con frecuencia resistencias bacterianas a estos antibióticos.

Streptococcus pneumoniae puede portarse en las fosas nasales como una infección inaparente. Los factores predisponentes para el desarrollo de una neumonía bacteriana son los cambios en la temperatura ambiental, la humedad o la ventilación. Esto siempre ocurre en invierno en las cobayas que se mantienen al aire libre. Los jóvenes, los ancianos y las gestantes son los más sensibles. Los signos clínicos de la neumonía son disnea, respiración sibilante, estornudos, secreción nasal y tos. La cobaya afectada se deprime y deja de comer. Las infecciones por S pneumoniae casi siempre se asocian con infección del oído medio e inclinación de la cabeza. En las radiografías se puede observar un aumento de la radiodensidad de la ampolla timpánica afectada. Debido a la limitada sensibilidad antimicrobiana, el tratamiento recomendado es el cloranfenicol (50 mg/kg, PO, dos veces al día). Un diagnóstico diferencial importante para la neumonía es la infección por Bordetella bronchiseptica.

Los conejos pueden albergar B bronchiseptica en sus vías respiratorias sin desarrollar enfermedad. Sin embargo, este microorganismo es un patógeno agresivo en las cobayas, causando neumonía, conjuntivitis, otitis media, abortos y mortinatos. Los signos clínicos incluyen anorexia, inapetencia, secreción nasal y ocular, disnea y, a menudo, muerte súbita (esto también podría ocurrir con infecciones por S pneumoniae y S equi zooepidemicus). Los conejos y las cobayas no se deben alojar en el mismo recinto como mascotas. El tratamiento es con ciprofloxacino (10-20 mg/kg, PO, dos veces al día). B bronchiseptica posee una betalactamasa y es resistente a muchas penicilinas y cefalosporinas y principalmente resistente a la trimetoprima-sulfametoxazol. La mayoría de las cepas son sensibles a la doxiciclina (2,5-5 mg/kg, PO, dos veces al día) y las fluoroquinolonas (marbofloxacino, 4 mg/kg/día, PO; ciprofloxacino, 10-20 mg/kg, PO, dos veces al día; enrofloxacino, 5-10 mg/kg, PO, dos veces al día durante 14 días).

Las infecciones por Salmonella fueron históricamente comunes en las cobayas de las colonias para investigación. Con los estándares actuales de manejo, control de roedores y alimentación de buena calidad, la enfermedad rara vez se produce. Es más probable que se observe cuando las cobayas se mantienen al aire libre y los roedores silvestres tienen acceso a su alimento. La enfermedad se observa con mayor frecuencia en animales jóvenes o estresados. La infección puede ser subclínica y la diarrea raras veces está presente. Los signos clínicos incluyen conjuntivitis, fiebre, letargo, anorexia, pelaje áspero, hepatoesplenomegalia palpable, linfadenitis cervical y abortos en las hembras gestantes. La mortalidad es a menudo elevada en los brotes epizoóticos. Si los animales se recuperan, los microorganismos pueden excretarse intermitentemente. El diagnóstico se consigue aislando el microorganismo a partir de la sangre, secreciones oculares, nódulos linfáticos o bazo. Debido a consideraciones zoonóticas y a un posible estado de portador, el tratamiento no está recomendado.

La pododermatitis crónica (especialmente de las patas delanteras) es una afección común que se suele observar en cobayas obesas alojadas sobre suelos de rejilla o abrasivos. También es un factor predisponente un saneamiento deficiente. Los pies están hinchados y sin pelo, con úlceras y costras de 1-3 cm de diámetro en la superficie plantar. Staphylococcus aureus es el agente causal habitual, y probablemente penetra en el pie a través de una herida cutánea. Los filos y la paja de los lechos también pueden causar pinchazos en los pies. La inflamación puede progresar a osteoartritis y/o osteomielitis y amiloidosis sistémica secundaria a infección estafilocócica crónica. El tratamiento quirúrgico a menudo no tiene éxito, porque rara vez hay un absceso para extirpar o drenar, sino más bien una celulitis difusa que infiltra el tejido circundante. El tratamiento consiste en alojar a la cobaya afectada sobre una cama limpia, seca y blanda, la administración tópica o parenteral de antibióticos y vendajes en las patas según sea necesario. Desafortunadamente, la afección puede no responder al tratamiento.

La conjuntivitis por clamidia es una de las causas más comunes de conjuntivitis infecciosa en cobayas. Está causada por Chlamydia caviae, una bacteria intracelular obligada. La enfermedad clínica suele observarse en animales jóvenes de 4-8 semanas de edad. También pueden aparecer rinitis, enfermedades del tracto respiratorio inferior y abortos. Las infecciones bacterianas concomitantes pueden contribuir a los signos respiratorios. C caviae puede diseminarse rápidamente a través de una colonia de reproductores o de investigación. El microorganismo infecta principalmente el epitelio mucoso de la conjuntiva y, con menor frecuencia, el tracto genital de las cobayas. Puede producirse una infección asintomática, pero la enfermedad clínica suele dar lugar a una conjuntivitis inflamatoria leve con una descarga leve de color blanco amarillento, hiperemia conjuntival, quemosis e incluso conjuntivitis grave con exudado ocular profuso y purulento. La observación de cuerpos de inclusión intracitoplasmáticos en células epiteliales conjuntivales teñidas con Giemsa a menudo confirma el diagnóstico. El método más sensible y fiable de diagnóstico de la clamidiosis es la prueba de PCR. La terapia anticlamidial con doxiciclina (5 mg/kg, PO, dos veces al día durante 10 días) es el tratamiento de elección y suele producir una recuperación completa. Las cobayas desarrollan una inmunidad de corta duración frente a C caviae y, después de un corto periodo, pueden ser sensibles a la reinfección.

Infecciones virales en cobayas

Los adenovirus son específicos de especie en las cobayas y pueden causar una neumonía respiratoria primaria. Se cree que el estado de portador asintomático es común, pero la prevalencia es desconocida. La enfermedad clínica, aunque rara, puede desencadenarse por el estrés o la anestesia inhalatoria y se observa más frecuentemente en animales inmunocomprometidos, jóvenes o viejos. La morbilidad es baja, pero los animales suelen morir súbitamente sin signos clínicos.

Otras infecciones virales naturales de las cobayas, como el citomegalovirus y la parainfluenza, rara vez causan enfermedad clínica detectable. Los estudios serológicos indican que las cobayas desarrollarán anticuerpos contra los virus patógenos de rata y ratón, pero no desarrollarán la enfermedad.

Infecciones parasitarias en cobayas

La sarna, causada por el ácaro sarcóptido Trixacarus caviae, es frecuente en cobayas. Los signos clínicos son impactantes: prurito intenso, alopecia generalizada e hiperqueratosis. T caviae se transmite a través del contacto directo de animal a animal de la madre a los destetados durante la alimentación, y a través del contacto con el material de la jaula infestado, como la cama. Los ácaros pueden ser capaces de existir subclínicamente, volverse activos con factores estresantes (como el transporte o la gestación), inmunosupresión u otras enfermedades subyacentes. En los animales afectados que presentan cambios hematológicos como heterofilia, monocitosis, eosinofilia y basofilia, el rascado vigoroso puede desencadenar convulsiones. Las convulsiones se controlan con diazepam (1-2 mg/kg, IM) según necesidad. El diagnóstico clínico presuntivo debe confirmarse con varios raspados de piel, que suelen revelar una infestación por T caviae. El tratamiento consiste en la administración de ivermectina (0,4-0,5 mg/kg, SC, repetida 2-3 veces a intervalos de 7-10 días) o el tratamiento dérmico tópico con selamectina (15 mg/kg para <800 g de peso corporal; 30 mg/kg para >800 g de peso corporal). La cobaya también debe recibir un lavado de todo el cuerpo con fipronil repetido dos veces a intervalos de 7-10 días. El fipronil no debe usarse cuando hay heridas abiertas en la piel.

Otras enfermedades ectoparasitarias son poco frecuentes en las cobayas. La infestación por los ácaros del pelo Chirodiscoides caviae puede dar como resultado prurito y alopecia en toda la parte posterior del tronco del cuerpo, mientras que la piel subyacente permanece poco afectada. Los casos subclínicos pueden ser asintomáticos. El tratamiento es con selamectina (15 mg/kg para <800 g de peso corporal, 30 mg/kg para >800 g de peso corporal) administrada dos veces a intervalos de 2 semanas.

La infestación por piojos tanto Gyropus ovalis como Gliricola porcelli suele ser asintomática, pero en los casos graves puede producir prurito, alopecia y superficies de piel escamosas alrededor del cuello y las orejas. Los piojos pueden observarse directamente sobre el eje del pelo con una lupa. Una sola aplicación de 0,05 mL de una solución tópica que contenga un 10 % de imidacloprid y un 1 % de moxidectina es un tratamiento eficaz para las infestaciones de piojos en cobayas. La prevención tiene como objetivo la mejora de las condiciones de higiene en el entorno del animal.

Infecciones fúngicas en cobayas

La dermatofitosis es frecuente en las cobayas y la infección natural siempre se asocia con Trichophyton mentagrophytes var mentagrophytes. Las lesiones suelen comenzar como pelos rotos y alopecia circular y escamosa que se produce inicialmente en la punta de la nariz, que se extiende a las áreas periocular, frente y pabellón auricular. En los casos graves, la zona dorsal sacrolumbar también se ve afectada, pero las extremidades y el vientre suelen estar intactas. El prurito suele ser mínimo o ausente. Algunos animales tienen más lesiones inflamatorias caracterizadas por eritema, pápulas foliculares, pústulas, costras, prurito y cicatrices ocasionales. La temperatura y la humedad elevadas pueden contribuir a una infección más grave.

T mentagrophytes puede aislarse de la piel y el pelaje hasta en un 15 % de las cobayas clínicamente normales. En las cobayas se pueden hacer pruebas para detectar dermatofitos usando un cepillo de dientes nuevo para peinar todas las partes del pelaje e imprimir las cerdas en el medio de cultivo para dermatofitos (DTM) en varios lugares. En un animal sano, la dermatofitosis suele ser una enfermedad autolimitante, con resolución completa después del desarrollo de una respuesta inmunitaria mediada por células. En los animales inmunocompetentes, esto suele tardar 100 días. No obstante, se recomienda el tratamiento porque acelerará la resolución de las lesiones causadas por los dermatofitos, minimizando así el curso temporal de la infección y el potencial de diseminación a otros animales o personas. Siempre que sea posible, es deseable curar la infección en el animal de compañía y, al mismo tiempo, descontaminar el entorno. El control ambiental se debe realizar cada 14 días con soluciones de enilconazol (0,2 %) o lejía concentrada (1:10).

El tratamiento se basa en la terapia sistémica con o sin tratamiento tópico. Los tratamientos tópicos no deben usarse solos, porque pueden predisponer a los individuos a una infección subclínica crónica. Por el contrario, se prefiere el lavado con champú, la inmersión o el enjuague con agentes antimicóticos tópicos junto con el tratamiento sistémico. Para la terapia tópica, se puede utilizar enilconazol (0,2 % a una dilución de 1:70) o champú de miconazol (con o sin clorhexidina), una o dos veces por semana. El enilconazol está autorizado para su uso como desinfectante ambiental y se usa de manera extraoficial en el tratamiento de la dermatofitosis. El tratamiento sistémico consiste en itraconazol (10 mg/kg/día, PO) o terbinafina (30-40 mg/kg/día, PO) durante 4-8 semanas. Las lesiones pueden resolverse en 2-3 semanas, pero el tratamiento antifúngico debe continuarse hasta que dos cultivos DTM sean negativos, con un intervalo de 2 semanas entre cultivos. A menudo, las infecciones cutáneas por dermatofitos requieren 2-3 meses de tratamiento.

Trastornos metabólicos y nutricionales

Las cobayas de todas las edades requieren una fuente dietética de vitamina C. La estabilidad de la vitamina C en las dietas varía con la composición de estas, la temperatura de almacenamiento y la humedad. El contenido de vitamina C en el alimento se reduce por la humedad, el calor y la luz. En las dietas suplementadas, aproximadamente la mitad de la vitamina C inicial puede oxidarse y perderse 90 días después de que la dieta se haya mezclado y almacenado a temperaturas >22 °C. El agua en un recipiente abierto puede perder hasta el 50 % de su contenido de vitamina C en 24 h. Las soluciones acuosas de vitamina C se deterioran más rápidamente en metal, agua dura o calor y son más estables en soluciones neutras a alcalinas.

Los signos clínicos de la hipovitaminosis C incluyen diarrea, alopecia y dolor (de las articulaciones); los animales están delgados y descuidados. No siempre se observan petequias en las membranas mucosas, aunque puede haber hematuria. Las cobayas mostrarán signos de deficiencia de vitamina C en 2 semanas si no se les proporciona. Se observa hipercolesterolemia sérica (>60 mg/dL) e hipertrigliceridemia (>30 mg/dL) en cobayas con deficiencia de vitamina C después de un ayuno nocturno. Las cobayas necesitan ~10 mg de vitamina C/kg de peso corporal al día para el mantenimiento y 30 mg de vitamina C/kg de peso corporal al día durante la gestación. Las verduras ricas en vitamina C son los pimientos rojos o verdes, los tomates, las espinacas y los espárragos.

La calcificación metastásica se produce con mayor frecuencia en cobayas >1 año de edad. Clínicamente, los animales presentan rigidez muscular y retraso del crecimiento. La mineralización puede limitarse a los tejidos blandos alrededor de los codos y las costillas. El depósito de minerales también puede estar más extendido y afectar a los pulmones, el corazón, la aorta, el hígado, los riñones, el útero y la esclerótica. Se han implicado factores dietéticos como una dieta baja en magnesio y alta en fósforo y una ingesta elevada de calcio y/o vitamina D. La alimentación con dietas comerciales de alta calidad para cobayas ha reducido la incidencia observada en las colonias de laboratorio.

Hay otros dos síndromes similares en cobayas que afectan a los músculos esqueléticos (distrofia muscular) o al miocardio y a los músculos esqueléticos (degeneración muscular y mineralización). Estas dos afecciones están asociadas con una deficiencia de vitamina E/selenio. En los músculos principales de las extremidades posteriores puede observarse un hallazgo incidental de mineralización multifocal de las fibras musculares individuales. Los animales afectados suelen ser asintomáticos.

La diabetes mellitus espontánea es frecuente en las cobayas. Las manifestaciones clínicas son leves o variables. Las cobayas muestran polidipsia y pérdida de peso manteniendo un buen apetito. La hematología y el análisis de orina muestran glucosuria, hiperglucemia y niveles elevados de triglicéridos séricos; no se observan cetonemia ni cetonuria. No se requiere insulina exógena para su supervivencia.

Trastornos reproductivos e iatrogénicos

A menudo hay múltiples quistes presentes en los ovarios de las hembras >1 año de edad. Los quistes contienen líquido seroso transparente y pueden alcanzar 2-4 cm de diámetro. Los quistes pueden ser unilaterales o bilaterales. Clínicamente, los quistes ováricos se asocian con un rendimiento reproductivo reducido, hiperplasia quística endometrial, mucometra, endometritis y alopecia. Se deben realizar radiografías y ecografías, especialmente si se palpa una masa abdominal. El diagnóstico de la enfermedad mediante radiografía simple es difícil debido a la opacidad similar de los quistes ováricos y las neoplasias abdominales. La ecografía abdominal permite la diferenciación obteniendo imágenes de la estructura interna del quiste ovárico. El tratamiento consiste en la laparotomía y extirpación quirúrgica del ovario y del quiste. Los diagnósticos diferenciales incluyen tumores esplénicos, uterinos y ováricos.

Aunque los signos clínicos son similares, hay dos formas reconocidas de toxemia de la gestación: la forma metabólica/de ayuno y la forma tóxica. Ambas se dan al final del embarazo. Las hembras afectadas muestran depresión, acidosis, cetosis, proteinuria, cetonuria y un pH de la orina reducido (de ~9 a 5-6).

La toxemia metabólica de la gestación se produce en hembras obesas, especialmente en las hembras en su primera o segunda gestación. La enfermedad está causada por una reducción en la ingesta de carbohidratos y la movilización de grasas como fuente de energía. Los cambios en la rutina de alimentación y el estrés pueden precipitar la crisis. Clínicamente, la hembra deja de comer e inicialmente está deprimida, luego entra en coma y suele morir en 5-6 días. El tratamiento rara vez tiene éxito en los casos avanzados. El tratamiento agresivo es necesario e implica la administración de una solución de glucosa al 5 %, ya sea IV o SC y/o propilenglicol por vía oral, suplementos nutricionales y cesárea. Las hembras al final de la gestación pueden recibir agua en la que se haya disuelto una pequeña cantidad de glucosa como medida preventiva.

La forma circulatoria o preeclampsia de la toxemia del embarazo se debe a isquemia uteroplacentaria. El útero grávido comprime la aorta, dando lugar a una reducción significativa del flujo sanguíneo a los vasos uterinos. Le siguen necrosis placentaria, hemorragia, cetosis y muerte. Si se sospecha, se requiere una cesárea de urgencia y/o una ovariohisterectomía para salvar la vida de la cobaya.

Las cobayas tienen una alta mortalidad perinatal. La distocia y los mortinatos están relacionados con fetos grandes, cetosis subclínica y fusión de la sínfisis del pubis. Si las hembras se reproducen por primera vez después de los 6 meses de edad, la sínfisis del pubis a menudo se fusiona y no se separa durante el parto. Se observan a menudo muchos mortinatos en hembras primíparas. La gestación dura 59-72 días (promedio de 63 días). Si una hembra se esfuerza continuamente durante >20 minutos o no aparecen crías después de 2 horas de esfuerzo intermitente, puede estar produciéndose distocia. Es necesario un examen cuidadoso del cuello uterino para valorar cuánta separación se ha producido de la sínfisis del pubis. Debe existir al menos el ancho del dedo índice para permitir el paso del feto. Si se ha producido una separación adecuada, se puede administrar oxitocina (1-2 unidades, IM). Si el feto está atascado o el parto no comienza dentro de los 15 min posteriores a la administración de la oxitocina, es necesario realizar una cesárea. El útero debe abrirse cerca de la bifurcación de los cuernos. La cobaya tiene un útero bicorne con un cuello uterino.

Neoplasias

Los tumores espontáneos son relativamente infrecuentes en las cobayas y suelen observarse en animales >3 años de edad. El tricofoliculoma, un tumor benigno del epitelio del folículo piloso, es el tumor cutáneo más común de las cobayas. El tumor se presenta como una masa ovalada de crecimiento lento que varía en diámetro de 0,5-7 cm y se localiza predominantemente en el subcutis de la región dorsal lumbar o sacra, o en el área femoral lateral y torácica lateral. La incidencia en los machos es el doble que en las hembras. La edad media de los animales afectados es 3 años. Los quistes epidermoides que surgen de los folículos pilosos a menudo se asocian con estos tumores o pueden surgir de forma independiente. Los tumores ulcerados y los quistes rotos liberan material caseoso. El tratamiento de los tricofoliculomas y los quistes epidermoides es la extirpación quirúrgica.

Los tumores del aparato reproductor representan el 25 % de los tumores espontáneos en cobayas. La mayoría son tumores ováricos y uterinos, aunque el adenocarcinoma mamario se observa tanto en cobayas machos como en hembras. La prevalencia de tumores mamarios en los machos es mayor que en otras especies.

Otros trastornos

Toxicidad antibiótica en cobayas

No se puede exagerar la sensibilidad letal de las cobayas a los tratamientos antibióticos. Los antibióticos que causan enterotoxemia son la penicilina, la ampicilina, la amoxicilina, la bacitracina, la eritromicina, la espiramicina, la estreptomicina, la lincomicina, la clindamicina, la vancomicina y la tetraciclina. Los antibióticos tópicos también han causado enterotoxemia mortal. Las siguientes dosis terapéuticas de antibióticos se han usado clínicamente en cobayas ( ver la Tabla: Dosis de antibióticos para su uso en cobayas).

La trimetoprima-sulfametoxazol, el cloranfenicol y el enrofloxacino son seguros para su uso en cobayas. Deben evitarse los antibióticos de espectro reducido con actividad antibacteriana frente a bacterias grampositivas; la causa de la muerte es una disminución de la microbiota bacteriana grampositiva y un aumento de la microbiota gramnegativa, con bacteriemia/septicemia relacionada. Paradójicamente, también se ha asociado un sobrecrecimiento de clostridios (Clostridium difficile). C difficile es un microorganismo patógeno, por lo general no recuperable del contenido intestinal.

Tabla
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El tratamiento de la intoxicación por antibióticos es principalmente de soporte. Hay que suspender inmediatamente los antibióticos, administrar fluidoterapia (IV o intraósea) y suministrar analgésicos para evitar las molestias abdominales. Deben administrarse dietas ricas en fibra con jeringa para prevenir el íleo. La colestiramina (1 g en 10 mL de agua, 3 veces al día, durante 5-10 días), una resina de intercambio iónico, se ha utilizado experimentalmente para unirse a las toxinas clostridiales en la enterotoxemia inducida por clindamicina. Si la enterotoxemia es grave, la enfermedad pone en peligro la vida y el pronóstico es reservado.

Urolitiasis en cobayas

La urolitiasis es un problema común en las cobayas mayores, especialmente en las hembras, debido a la proximidad del orificio uretral al ano y al alto riesgo de infección con contaminantes fecales como E coli. Sin embargo, se puede observar en cobayas de ambos sexos y de todas las edades. Los signos clínicos incluyen disuria, vocalización al intentar orinar y, ocasionalmente, hematuria. El diagnóstico se realiza por radiología abdominal. Los cálculos son radiopacos y suelen estar compuestos de carbonato de calcio o fosfato de calcio; los cálculos también pueden estar compuestos de oxalato de calcio. Si el problema no se trata, pueden desarrollarse urolitiasis obstructiva, hidrouréter, hidronefrosis y una posible septicemia simultánea.

Además del sexo y la edad, la dieta puede estar relacionada con la urolitiasis. Los alimentos ricos en calcio, por ejemplo, el heno de alfalfa, pueden dar lugar a una alta proporción de calcio:fósforo en la dieta. El ascorbato urinario, si está presente en una concentración elevada, incrementa la formación de cálculos en cobayas que reciben dietas ricas en calcio u oxalato. Esto puede ser beneficioso y perjudicial, es decir, es necesario proporcionar una cantidad suficiente de vitamina C para prevenir el escorbuto pero no aumentar la formación de cálculos.

La extirpación quirúrgica de los urolitos es el tratamiento estándar. Sin embargo, a menudo se complica por reacciones inflamatorias graves al material de sutura. De forma profiláctica, se puede administrar citrato potásico/ácido cítrico para inhibir la formación de cristales en la orina. El citrato no se administra por su efecto acidificante de la orina como en perros y gatos, sino por su capacidad para unir el calcio al citrato de calcio soluble en agua.

Enfermedad dental en cobayas

El alargamiento coronal de los molares es la enfermedad dental más común de las cobayas y suele estar causada por una nutrición inadecuada (falta de heno u otras fuentes de fibra bruta para desgastar las coronas). Debido a la estructura característica y curvada de sus molares y al plano oclusal oblicuo asociado, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad dental en cobayas es más difícil que en los conejos. Las cobayas con enfermedad dental presentan signos clínicos inespecíficos, desde inapetencia leve hasta anorexia, dificultad para masticar o tragar, actividad reducida, pérdida de peso y ptialismo. El diagnóstico de la enfermedad dental depende de un examen oral completo, que puede ser necesario realizar bajo sedación/anestesia. Las imágenes, ya sea con radiografías o TC, también pueden ser necesarias para diagnosticar completamente la extensión de la enfermedad dental.

El tratamiento primario de la elongación y la maloclusión de los molares en cobayas es reducir la longitud de la corona, realizado bajo anestesia general. Esto puede requerir el uso extensivo de una fresa eléctrica y también puede incluir la eliminación de puntos maxilares en la superficie bucal ( ver Maloclusión dental). A veces, también puede ser necesaria la extracción de los molares gravemente enfermos y sueltos. El sobrecrecimiento mandibular puede volverse tan grave como para causar atrapamiento de la lengua, lo que impide la deglución normal. Para los casos graves o crónicos, puede ser beneficioso o necesario corregir la maloclusión gradualmente, con múltiples procedimientos realizados cada 3-4 semanas hasta conseguir superficies oclusales normales. El tratamiento de la enfermedad dental siempre debe incluir la modificación de la dieta, ya que las dietas blandas bajas en fibra bruta suelen ser la causa desencadenante. La alimentación suplementaria con jeringa con Critical Care® siempre debería añadirse hasta que el paciente pueda comer lo suficiente por sí solo para mantener la condición corporal. También se recomiendan los analgésicos, especialmente en los casos graves en los que se requiere una perforación extensa o en animales con úlceras bucales en los puntos maxilares.

Alopecia en cobayas

La alopecia se desarrolla hasta cierto punto en todas las cobayas al final de la gestación (60-70 días) y durante la lactancia. Es el resultado de la reducción del anabolismo de la piel materna asociado con el crecimiento fetal. La pérdida de pelo suele comenzar en el dorso y progresa bilateralmente en los flancos y el abdomen ventral. Las cobayas lactantes pueden empeorar la afección al arrancarles el pelo a sus madres. La alopecia se resuelve lentamente después del parto o cuando la hembra deja de amamantar.

El debilitamiento del pelo es común en los animales jóvenes al destete. Se asocia con un periodo de transición en el que se desarrollan los pelos de protección ásperos del pelaje adulto y se pierde el pelaje neonatal. El mordisqueo de orejas y el pelo se observa en cobayas alojadas en grupo que desarrollan una jerarquía social. A menudo, los animales más jóvenes de rango inferior desarrollan pérdida de pelo por la masticación del pelaje por miembros mayores dominantes. La pérdida de pelo se caracteriza por un patrón irregular, casi escalonado. El tratamiento implica la separación del animal o animales agresivos.

Las cobayas alojadas solitarias y que se aburren pueden morder su propio pelo. En estos casos, las áreas que el animal no puede alcanzar, como la cabeza, el cuello y los hombros anteriores, no se ven afectadas. Cambiar el entorno de la cobaya, añadiendo enriquecimiento, y proporcionar grandes cantidades de heno fresco a menudo evita el aburrimiento y detiene este vicio.

La alopecia bilateral simétrica puede observarse en hembras mayores con quistes ováricos. Otros diagnósticos diferenciales de la alopecia son las infecciones por ácaros y la dermatofitosis.

Las glándulas sebáceas son abundantes a lo largo de la superficie dorsal de las cobayas y alrededor del orificio anal. La región perianal contiene una gran acumulación de glándulas sebáceas. Las glándulas sebáceas dependen de la testosterona y, en los machos adultos, se produce una acumulación excesiva de secreciones sebáceas en la piel alrededor de la base de la columna vertebral y en los pliegues de la región perianal y genital. En las áreas cubiertas de pelo, el pelo se vuelve grueso, enmarañado y grasoso. Estos pliegues pueden limpiarse periódicamente con alcohol quirúrgico o un gel limpiador de manos para evitar infecciones y olores desagradables.

Riesgos zoonóticos

Las cobayas de compañía portadoras de dermatofitos son un riesgo zoonótico para sus propietarios, especialmente los niños, que a menudo son los únicos miembros afectados de un hogar. Las cobayas jóvenes y la reciente adquisición de una cobaya nueva son factores de riesgo para la dermatofitosis humana. Cuando se trata la tiña en cobayas, también se debe recomendar a los propietarios un tratamiento ambiental, con especial atención a las camas y la ropa de las personas en contacto con animales infectados o portadores. El material contagioso puede persistir en la ropa y la cama del propietario y es una razón común para la recidiva de una mascota después de una respuesta inicial.

Para más información

  • Consulte también la información para propietarios sobre las cobayas.