Los tumores de las glándulas ceruminosas se tratarán en Tumores del canal auditivo.
Lesiones papilomatosas benignas no asociadas a virus
Para una discusión sobre los papilomas (verrugas virales), las neoplasias de piel inducidas por virus más comunes, ver Papilomas. Las lesiones benignas proliferativas que no se asocian con infección por virus del papiloma pueden mostrar una morfología macroscópica similar a la de los papilomas.
Los hamartomas epidérmicos (nevos) son proliferaciones raras identificadas solamente en perros, en su mayoría jóvenes. La enfermedad puede ser hereditaria en el Cocker Spaniel. Macroscópicamente, los nevos epidérmicos aparecen como pápulas y placas pigmentadas, hiperqueratósicas y vagamente papiladas que ocasionalmente se disponen en un patrón lineal. Algunas fomas se asocian con pústulas y células acantolíticas. Son benignos; sin embargo, su apariencia es desagradable y la hiperqueratosis es propensa a sufrir infecciones bacterianas secundarias. Las lesiones localizadas pueden extirparse; los perros con lesiones múltiples o lesiones demasiado grandes como para extirparse quirúrgicamente pueden responder a la isotretinoína o al etretinato. La hiperqueratosis puede controlarse temporalmente usando champús queratolíticos tópicos y emolientes.
Los papilomas congénitos de los potros son defectos raros y probablemente congénitos, y no son el resultado de una infección por virus del papiloma. Se encuentran en cualquier parte del cuerpo, pero más frecuentemente en la cabeza. Los caballos Pura Sangre Ingleses pueden estar predispuestos. Las lesiones, que están presentes en el momento del nacimiento, tienen a menudo varios centímetros de diámetro, son lampiñas, pedunculadas y exofíticas, con una superficie papilada similar a una coliflor. Son benignas y su escisión es curativa.
Los disqueratomas verrugosos caninos son neoplasias benignas raras, de procedencia incierta, pero que presentan características histológicas de neoplasias foliculares o apocrinas (o ambas). Macroscópicamente presentan aspecto de pápulas o nódulos verrugosos con un centro umbilicado queratósico. La extirpación es curativa.
Tumores y carcinomas de células basales
Los tumores de células basales representan un grupo heterogéneo de neoplasias cutáneas epiteliales reconocidas con frecuencia en gatos. Son menos habituales en perros, ocasionales en caballos y ovejas, y rara vez afectan a otros animales domésticos. Estas neoplasias están compuestas por una proliferación de pequeñas células basófilas que muestran una morfología reminiscente de las células progenitoras de la epidermis y los anejos. Cuando estos tumores se han examinado más profundamente, se han descubierto signos de diferenciación (foliculares, sebáceos, etc.), lo cual ha proporcionado una justificación para hacer una reclasificación. Por ejemplo, en los perros, lo que en el pasado se llamaba tumor de células basales ahora se describe como tricoblastoma, un tumor con origen en el bulbo piloso (lugar del folículo donde se produce el tallo piloso).
Algunos esquemas de reclasificación han sugerido que se restrinja el uso del término tumor de células basales a una neoplasia benigna de los gatos (cuya procedencia aún tiene que definirse). Debido a que esta terminología se está adoptando lentamente, en esta sección se utilizará la terminología tradicional. Por tanto, una proliferación benigna de células basales se denominará tumor de células basales; una proliferación maligna será un carcinoma de células basales. En los animales domésticos, la mayoría de los tumores de células basales son benignos y se originan en la dermis de media a profunda, lo que indica una probable derivación anexial. Estas características distinguen los tumores de células basales de los animales de los de las personas, ya que en estas son localmente invasivos (son verdaderos carcinomas) y con origen en la epidermis. Además, el daño solar es una causa común de neoplasias derivadas de las células basales en las personas, pero su papel en la inducción de tumores de células basales en otros animales es desconocido.
Los tumores caninos de células basales suelen desarrollarse en perros de mediana edad o mayores y, sobre todo, en razas predispuestas, como el Grifón de Muestra de pelo duro, el Kerry Blue Terrier y el Wheaten Terrier. Estos tumores se encuentran con más frecuencia en la cabeza (especialmente en las orejas), la nuca y las extremidades delanteras. Los Gatos Domésticos de pelo largo, los Himalayos y los Persas presentan mayor predisposición. Los tumores de células basales en los gatos pueden desarrollarse en casi cualquier localización corporal. Tanto en perros como en gatos, estos tumores por lo general aparecen como nódulos firmes, solitarios, encapsulados, con frecuencia alopécicos o ulcerados y que pueden ser pedunculados; varían en tamaño desde <1 cm hasta >10 cm de diámetro. En los gatos, con más frecuencia que en los perros, estos tumores suelen estar densamente pigmentados y pueden ser difíciles de distinguir de los melanocitomas dérmicos. Las variantes quísticas también son más frecuentes en los gatos. Aunque los tumores de células basales son benignos, son neoplasias expansivas y pueden estar asociadas a una extensa ulceración e inflamación secundaria. La escisión completa es curativa.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Los carcinomas de células basales se reconocen con más frecuencia en gatos mayores que en perros. Los gatos de raza Persa presentan predisposición. Con frecuencia aparecen como placas ulceradas en la cabeza, las extremidades o la nuca. Al contrario que los tumores benignos de células basales, estos carcinomas suelen tener una continuidad con la epidermis, son localmente invasivos y pueden ser multicéntricos. Aunque en las secciones histológicas pueden identificarse indicios de invasión vascular, rara vez se producen metástasis locales o sistémicas. Por consiguiente, la escisión quirúrgica es el tratamiento de elección.
En los perros, la mayoría de los carcinomas de células basales tienen signos histológicos de cornificación, una característica que comparten con los carcinomas de células escamosas. Por ello, se les suele llamar carcinomas de células basoescamosas. Estos tumores suelen reconocerse en perros mayores. Los San Bernardos, los Scottish Terriers y los Cazadores de Alces Noruegos son las razas con mayor riesgo. Al contrario que los tumores de células basales caninos, los carcinomas de células basoescamosas no tienen a desarrollarse en la cabeza y pueden encontrarse en casi cualquier parte del cuerpo, donde tienen una continuidad con la epidermis y aparecen como nódulos o placas exoendofíticos. Estos tumores son localmente invasivos, pero raramente metastatizan. La extirpación quirúrgica es el tratamiento de elección.
Epiteliomas cornificantes intracutáneos
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Los epiteliomas intracutáneos cornificantes son neoplasias benignas de los perros y, posiblemente, de los gatos. Al igual que en los queratoacantomas humanos, estas lesiones probablemente surgen del folículo piloso y no de la epidermis interfolicular. Pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, y la región dorsal del tronco, la cola y las extremidades son las áreas más comunes afectadas en los perros de mediana edad. Los Cazadores de Alces Noruegos, los Pastores Belgas, los Lhasa Apsos y los Collies Barbudos tienen mayor predisposición de desarrollar estos tumores. Los Cazadores de Alces Noruegos y los Lhasa Apsos presentan mayor riesgo de desarrollar lesiones generalizadas.
La presentación más característica es una pápula o nódulo con un poro central cornificado que puede sobresalir por encima de la superficie epidérmica, que le da la apariencia de un cuerno; sin embargo, muchos de estos tumores nunca tienen continuidad con la epidermis y pueden aparecer únicamente como quistes cornificados. Estos tumores son benignos y el tratamiento es opcional, siempre que se haya establecido un diagnóstico definitivo y que no se presenten ulcerados o infectados. La rotura de la pared tumoral libera queratina a los tejidos circundantes, lo que provoca una respuesta inflamatoria piogranulomatosa y granulomatosa. La escisión es curativa; sin embargo, los perros son propensos a desarrollar tumores adicionales con el tiempo. En los animales con una presentación generalizada de la enfermedad, los retinoides orales (p. ej., isotretinoína o etretinato) pueden proporcionar un beneficio terapéutico.
Carcinomas de células escamosas
Los carcinomas de células escamosas se han reconocido en todos los animales domésticos. Se cree que surgen de la epidermis o del epitelio de las regiones superficiales (infundibulares) de la vaina de la raíz externa del folículo piloso. Aunque la mayoría surgen sin causa previa, en muchas especies, especialmente en la cara y las puntas de las orejas de los gatos blancos y en la piel ventral no pigmentada de los perros, la exposición prolongada a la luz solar en áreas del cuerpo con poco pelo y mínimamente pigmentadas es un factor predisponente importante. Los hábitos de aseo de los gatos también los exponen a las partículas cancerígenas del humo del cigarrillo y de los collares antipulgas. Además se ha descrito una forma única de carcinoma de células escamosas en gatos asociado con la infección por el virus del papiloma.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
En los perros, los carcinomas de células escamosas son los carcinomas cutáneos diagnosticados con mayor frecuencia. Se reconocen dos formas: la cutánea y la subungueal.
Los carcinomas de células escamosas son tumores de perros de avanzada edad, y los Perros de San Humberto, los Basset Hounds y los Caniches estándar son los que mayor riesgo tienen. Las lesiones suelen aparecer en la cabeza, la parte distal de las extremidades, el abdomen ventral y el perineo. La mayoría de los carcinomas de células escamosas aparecen como placas y nódulos firmes, elevados y frecuentemente ulcerados; a veces pueden ser extremadamente exofíticos y tener una superficie similar a una verruga. La etiología de la mayoría de estos tumores no está definida; sin embargo, algunos están inducidos por una lesión solar prolongada. Se suelen desarrollar en la piel abdominal ventral, prepucial, escrotal e inguinal en razas de pelo corto y de piel blanca, como Dálmatas, Bull Terriers, Pit Bulls y Beagles. Las lesiones se desarrollan en la región ventral porque la piel sin pelo tiene una protección mínima frente a la radiación ultravioleta. Muchos animales se acuestan en decúbito ventral y, además, la radiación solar puede reflejarse desde el suelo. Antes de que se desarrolle un carcinoma, los animales presentan zonas focales de liquenificación, hiperqueratosis y eritema conocidos como queratosis solar (dermatosis solar, queratosis actínica, queratosis senil).
Los carcinomas de células escamosas subungueales se encuentran con mayor frecuencia en el Schnauzer estándar, el Gordon Setter, el Pastor de Brie, el Kerry Blue Terrier, el Caniche estándar y el Scottish Terrier. Todas suelen ser razas de pelo oscuro. El pelaje oscuro se ha asociado con el desarrollo de carcinomas de células escamosas subungueales que surgen del epitelio del lecho ungueal e invaden el hueso medular y cortical de la tercera falange (F3). Pueden surgir en múltiples dedos, a menudo aparecen en diferentes extremidades y pueden metastatizar vía linfática a los nódulos linfáticos regionales y pulmones hasta en el 13 % de los casos. Las hembras presentan una incidencia ligeramente mayor, y tanto las extremidades anteriores como las posteriores están igualmente predispuestas a desarrollar tumores.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
En los gatos, los carcinomas cutáneos de células escamosas se desarrollan con mayor frecuencia en asociación con lesión solar crónica. Por consiguiente, suelen desarrollarse en las orejas, las protuberancias frontales, los párpados, el hocico y los labios de los gatos que tienen la piel blanca en esas regiones. No extiste predilección de raza ni de sexo. Como en los perros, la queratosis solar o el carcinoma in situ (primer estadio superficial) a menudo preceden al desarrollo de un tumor maligno. Se han identificado como factores de riesgo en gatos con carcinoma oral de células escamosas ciertos carcinógenos asociados al pelaje, como la exposición al humo del tabaco y a los collares antiparasitarios. Las lesiones no causadas por la exposición solar pueden desarrollarse en los dedos y se presume que son metastásicas a partir de carcinomas primarios de células escamosas del pulmón. Las formas subungueales primarias son raras en los gatos.
Los carcinomas de células escamosas cutáneos son las neoplasias malignas más comunes de los caballos. Se suelen desarrollar en caballos adultos o mayores con pelaje blanco o parcialmente blanco; las razas en riesgo incluyen Appaloosa, Belga, American Paint y Pinto. Aunque pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, estos tumores crecen con más frecuencia en las zonas no pigmentadas con poco pelo cercanas a las membranas mucosas. Así, las regiones periorbitales, los labios, la nariz, el ano y los genitales externos (especialmente la vaina peniana) son las zonas con más probabilidades de verse afectadas.
Cortesía del Dr. Sameeh M. Abutarbush.
En el ganado vacuno, los carcinomas de células escamosas son más frecuentes en razas con capa blanca y piel poco pigmentada (especialmente las vacas Holstein y Ayrshire) y, al igual que en los caballos, se desarrollan alrededor de las zonas de unión mucocutánea, particularmente en las regiones periocular y vulvar. En la India son frecuentes los carcinomas de células escamosas del núcleo del cuerno en los bueyes de avanzada edad. La causa más común es la lesión actínica. Las queratosis solares a menudo preceden al desarrollo de un tumor invasivo; los factores genéticos, la inmunodeficiencia y los virus también pueden influir.
En las ovejas, los carcinomas de células escamosas tienen importancia económica en algunas partes del mundo. En un estudio realizado en Australia, los carcinomas de células escamosas afectaron a más de un tercio de los animales antes del sacrificio. La raza merina es la que presenta mayor riesgo, y las hembras más que los machos. Los sitios más comunes son la piel con poco pelo de las orejas, los labios y el hocico, así como los labios vulvares después de haberse externalizado mediante la operación de Mules para evitar la miasis por moscas. Los tumores en estas regiones se desarrollan junto con la lesión solar, que aumenta cuando los animales ingieren plantas fotosensibilizantes. Los tumores de las orejas también se desarrollan con más frecuencia después de un procedimiento como el marcado en las orejas. Los carcinomas de células escamosas pueden desarrollarse a partir de quistes foliculares en sitios normalmente no expuestos a la luz solar.
En las cabras, los tumores de células escamosas se desarrollan con mayor frecuencia en las hembras, en las que aparecen en las regiones perineal y vulvar y en la piel de los pezones y ubres. Tanto los machos como las hembras pueden desarrollar tumores inducidos por el sol en las orejas. Aunque la raza de mayor riesgo es la Angora, las cabras de raza Saanen desarrollan a veces carcinomas de células escamosas en la ubre, en asociación con papilomas. Se considera que el papel que desempeñan los virus del papiloma en la progresión del tumor contribuye a ello.
Los carcinomas de células escamosas son sumamente raros en los cerdos.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
La mayoría de los carcinomas de células escamosas son lesiones solitarias; sin embargo, pueden desarrollarse múltiples tumores junto con la lesión solar en el modelo de "cancerización de campo". Aparecen como lesiones endofíticas o exoendofíticas, las primeras como masas dérmicas elevadas e irregulares con una superficie ulcerada y las últimas como masas dérmicas irregulares elevadas cubiertas por una epidermis papilada. Los gatos presentan inicialmente una pequeña costra facial que no cicatriza. Las lesiones a menudo persisten durante meses antes de que aparezcan defectos en las puntas de las orejas, la nariz y los párpados. Los carcinomas subungueales de células escamosas de los perros cursan con cojera o malformación de la uña, una infección que se asemeja a la osteomielitis crónica o la pérdida de la uña del dedo afectado. En el ganado vacuno con afección de los cuernos, el primer signo clínico es un crecimiento distorsionado.
Los carcinomas escamosos suelen ser invasivos en los tejidos blandos y óseos adyacentes. Con poca frecuencia remiten espontáneamente en los bóvidos. En los pequeños animales, la supervivencia a largo plazo y la posibilidad de metástasis están correlacionadas con la diferenciación histológica. Los tumores bien diferenciados progresan lentamente o permanecen localizados. Los tumores indiferenciados tienen más probabilidades de metastatizar o de recidivar en las 20 semanas posteriores a la escisión. En general, el fallo en el tratamiento se debe al diagnóstico tardío o a una falta de control de la enfermedad local más que a la presencia de metástasis.
En los perros y en los gatos, la resección quirúrgica, como la resección de las lesiones o la amputación del dedo o del pabellón auricular afectados, es el tratamiento de elección, y se recomiendan márgenes de al menos 2 cm. Una revisión de 117 masas de dedos en perros encontró que el 25 % de las lesiones eran carcinomas de células escamosas y el 66 % lesiones subungueales. El 95 % de estos perros tuvieron una tasa de supervivencia de 1 año tras la amputación; sin embargo, si la lesión se originó en otras partes del dedo, la tasa de supervivencia a 1 año fue del 60 %. La escisión puede combinarse con radiación o quimioterapia.
Los carcinomas de células escamosas felinos son más radiosensibles que los caninos. Aun así, la tasa de supervivencia a 1 año es <10 % para las neoplasias invasivas. La terapia de electroporación, criocirugía e hipertermia pueden ser muy útiles como terapia local, especialmente en lesiones tempranas (carcinoma in situ), pero no se han realizado estudios controlados para determinar su efectividad. La quimioterapia intralesional con 5-fluorouracilo (solo perros), cisplatino (solo perros) o carboplatino junto con retinoides y terapia fotodinámica se ha utilizado con éxito variable.
La nosectomía puede resolver las lesiones nasales superficiales. En gatos, la inyección intratumoral en el carcinoma de células escamosas nasales, mediante el uso de carboplatino en una emulsión con aceite de semilla de sésamo, tuvo una respuesta general en al menos el 70 % de los casos, con una tasa de supervivencia libre de progresión de 1 año de ~50 %. En perros con múltiples queratosis actínicas ventrales, el dinitroclorbenceno tópico o el 5-fluorouracilo (5 %) pueden ser beneficiosos. En perros con queratosis ventrales actínicas múltiples, la administración tópica de dinitroclorobencenos o 5-fluorouracilo (al 5 %) puede ser beneficiosa. Los gatos no deben recibir tratamiento con 5-fluorouracilo. El uso de antineoplásicos inmunomoduladores tópicos como la crema de imiquimod aplicada tópicamente sobre las lesiones dos veces al día durante 2 semanas crea una reacción inflamatoria local en el punto de aplicación y, a menudo, resuelve las lesiones. El imiquimod estimula el receptor tipo toll 7 y las células dendríticas, modificando las respuestas inmunitarias para destruir las células del carcinoma diana. La respuesta puede mejorarse mediante la aplicación de 6 julios de terapia con láser frío a las lesiones cada 2 semanas hasta la regresión.
Limitar la exposición a la radiación ultravioleta ayuda a prevenir los carcinomas de células escamosas inducidos por luz solar en perros y gatos. Esto se puede lograr mediante el uso de pantallas UV en las ventanas, protector solar y manteniendo a los animales de compañía en el interior durante las horas de máxima luz solar (entre las 10 de la mañana y las 2 de la tarde). Los tatuajes y el protector solar se utilizan con éxito variable.
En los caballos, el tratamiento de elección de los carcinomas escamosos es la radioterapia mediante la braquiterapia de superficie o intersticial. Otras opciones consisten en implantes de 90Sr o 192Ir, escisiones quirúrgicas amplias (especialmente para neoplasias del tercer párpado, el pene y el prepucio) y criocirugía. La inmunoterapia, bien con una vacuna autógena hecha a partir de tejido tumoral del propio paciente suspendido en adyuvante de Freund, o bien con inmunomodulación no específica utilizando Corynebacterium parvum, ha tenido algún éxito en el tratamiento de los carcinomas de células escamosas oculares o del centro del cuerno en el ganado vacuno.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
El carcinoma felino de células escamosas multicéntrico in situ (enfermedad de Bowen) es una enfermedad de gatos de edad avanzada (>10 años de edad) que puede estar asociada con inmunosupresión. No hay ninguna predilección definida por raza o sexo. Clínicamente, las lesiones aparecen como múltiples placas y pápulas discretas, eritematosas e hiperqueratósicas, de color negro o marrón. Las lesiones no son pruríticas y la ulceración no es frecuente. Su desarrollo está asociado a la presencia de un virus del papiloma. El término in situ se refiere a la proliferación maligna de células epidérmicas y foliculares de la capa externa que no invaden la dermis subyacente. Lamentablemente, las lesiones pueden evolucionar con el tiempo a carcinomas invasivos. La metástasis es infrecuente. Estas lesiones normalmente se desarrollan en gatos sistémicamente enfermos o inmunodeprimidos y se cree que están inducidas por virus. No han sido susceptibles de terapia; sin embargo, la crioterapia o electroporación de lesiones locales y el imiquimod tópico, como se ha descrito anteriormente, pueden aumentar el tiempo de progresión.
Quistes cutáneos queratinizados
La mayoría de los quistes cutáneos queratinizados son malformaciones del folículo piloso. Son comunes en perros; ocasionales en gatos, caballos, cabras y ovejas; y raros en bovinos y cerdos. El tratamiento de elección es la extirpación. La compresión de estas lesiones está contraindicada, ya que con frecuencia provoca una respuesta inflamatoria grave de cuerpo extraño debido a la liberación de queratina en los tejidos circundantes.
Los quistes foliculares infundibulares(quistes epidermoides, quistes de inclusión epidérmica, mal llamados quistes sebáceos) son los más comunes. Son una dilatación quística de la porción superior de la vaina externa del folículo piloso (el infundíbulo) revestida por una capa de células epiteliales cornificantes estratificadas indistinguibles de la epidermis. Estos quistes varían en tamaño de 2 mm a >5 cm (las lesiones de <5 mm de diámetro a menudo se denominan milias). En la oveja de raza Merina, estos quistes a menudo son múltiples y pueden progresar a carcinomas de células escamosas. Como en todos los quistes foliculares, normalmente son lesiones solitarias de papulares a nodulares que se mueven libremente. Suelen ser parcialmente compresibles a la palpación y a veces presentan una abertura pequeña a través de la epidermis, de la cual se puede extraer el contenido quístico. Al corte muestran un contenido de material gris, pardo o amarillento, granular y similar al queso, que es queratina luminal.
Los quistes catágenos del istmo (quiste triquilemal, quiste pilar, epitelioma cornificado intracutáneo) son quistes foliculares que tienen el patrón de queratinización en la porción inferior de la vaina radicular externa. Se han identificado en perros y en raras ocasiones en gatos.
Los quistes de la matriz son quistes foliculares en los que la pared se asemeja al epitelio del bulbo piloso (la porción de la matriz del folículo piloso) y la vaina radicular interna. Se encuentran predominantemente en perros y gatos. Muchos evolucionan a pilomatricomas.
Los quistes híbridos son quistes foliculares que presentan una combinación de las características de quistes de inclusión epidérmica triquilémicos y de quistes de matriz, y que se encuentran principalmente en perros y gatos. Muchos progresan a tricoepiteliomas.
Los quistes dermoides son malformaciones congénitas encontradas con más frecuencia en la línea media dorsal de la cabeza o a lo largo de la columna vertebral. Se identifican más comúnmente en las razas caninas Boxer, Kerry Blue Terrier y Crestado Rodesiano, en caballos Pura Sangre Inglés y, posiblemente, en ovejas Suffolk. Suelen ser quistes múltiples y difieren de otros quistes foliculares en que al corte presentan tallos pilosos completamente formados. Son probablemente los únicos quistes de inclusión epidérmica verdaderos, porque son los que mejor representan una invaginación embrional de la epidermis con anejos asociados. Estos anejos son responsables de los tallos de los pelos existentes dentro de la luz de los quistes.
Los queratomas son lesiones quísticas de la pezuña o, con menor frecuencia, del talón, en los animales de pezuñas simples o hendidas. Con frecuencia se producen de forma secundaria a una lesión traumática. Aunque normalmente son asintomáticos, en ocasiones inducen cojera y deformación de la pared de la pezuña o la suela y pueden estar asociados con lisis distal de las falanges. Los queratomas rara vez tienen >5 cm de diámetro y contienen una queratina laminada de color blanco parduzco, que frecuentemente presenta un centro necrótico asociado a una inflamación secundaria. Cuando la cojera está presente, la extirpación quirúrgica y el raspado del hueso subyacente, si está afectado, es el tratamiento de elección.
Los poros dilatados de Winer son neoplasias raras del folículo piloso observados solo en gatos de edad avanzada. Los machos pueden tener mayor predisposición. Estas lesiones se desarrollan con mayor frecuencia en la cabeza. Clínicamente, aparecen como lesiones solitarias en forma de cúpula con la apariencia de un comedón gigante. La queratina compacta puede sobresalir a través de la superficie (por encima de ella), dándoles la apariencia de un cuerno cutáneo. Estas lesiones son benignas y la extirpación completa es curativa.
Tumores de los folículos pilosos
El folículo piloso es una estructura compleja compuesta de ocho capas epiteliales diferentes. Los tumores de los folículos pilosos presentan una complejidad similar y es necesario seguir estudiándolos para caracterizarlos más a fondo. Son más comunes en los perros, menos frecuentes en los gatos y raros en otros animales domésticos.
Los trichilemomas son neoplasias raras y benignas de los folículos pilosos de los perros, que se encuentran con mayor frecuencia en la cabeza. Los Caniches pueden tener mayor predisposición. Estos tumores derivan de la porción más baja de la vaina radicular externa y con frecuencia presentan áreas de transición a tumores de células basales. Tienen poco en común con el tricolemoma en las personas, ya que este representa una verruga antigua. Aparecen como masas firmes y ovoides de 1-7 cm de diámetro, que están encapsuladas, pero que se expanden con el tiempo. La extirpación es curativa.
Los tricofoliculomas son tumores foliculares de los perros sumamente raros que están compuestos por la parte inferior y las regiones ístmicas de múltiples folículos abortivos que extruyen su contenido luminal al infundíbulo del quiste anormalmente dilatado. Se han reconocido muy pocos, por lo que no es posible determinar la predilección por edad, raza o sexo. Algunos autores consideran que son más hamartomas que verdaderas neoplasias. Estos tumores son benignos y la escisión quirúrgica es curativa.
Los tricoepiteliomas son neoplasias quísticas de los folículos pilosos de los perros y, con menor frecuencia, de los gatos, en los que están representados todos los elementos del folículo piloso (infundíbulo, istmo y las porciones inferiores) y los patrones de cornificación que producen. Predominan el epitelio y la cornificación de las porciones infundibulares e ístmicas. Se reconocen formas benignas y malignas.
En los perros, estas lesiones pueden observarse a cualquier edad, pero se encuentran con mayor frecuencia al final de la mediana edad. Muchas razas presentan mayor predisposición, como el Basset Hound, Bull Mastiff, Setter Irlandés, Caniche estándar, Springer Spaniel Inglés y Golden Retriever. No existe predilección sexual. Los tumores pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, pero en los perros son más frecuentes en el tronco y en la cabeza, y en los gatos, en la cola y las extremidades. A la palpación, las formas benignas se presentan como nódulos quísticos encapsulados (de 1-5 cm de diámetro) en la dermis y la grasa subcutánea. La expansión de los quistes o el autotraumatismo pueden inducir una ulceración asociada con la extrusión de la queratina luminal, que aparece como un material condensado, amarillo, granular y de aspecto de "queso". La escisión es curativa; sin embargo, los animales que desarrollan uno de estos tumores están predispuestos a desarrollar más lesiones en otras regiones. Esto es especialmente frecuente en el Basset Hound y en el Springer Spaniel Inglés.
Los tricoepiteliomas malignos son mucho menos comunes que los benignos y se diferencian por su capacidad invasiva local, su continuidad con la epidermis y su asociación con inflamación extensa, necrosis y fibrosis. La metástasis es poco común. La extirpación quirúrgica amplia es el tratamiento de elección y con frecuencia es curativa en tumores invasivos, pero con bajo potencial metastásico.
Los pilomatricomas (tumor de la raíz del pelo, epitelioma calcificado de Malherbe) son neoplasias quísticas del folículo piloso que se ven casi exclusivamente en perros. A diferencia de los tricoepiteliomas, en los que están representados todos los elementos del folículo, en los pilomatricomas solo están presentes las células de la región matricial de la parte inferior del folículo piloso y los patrones de cornificación que producen (el tallo del pelo y la vaina radicular interna). Se reconocen formas benignas y malignas. Los tumores benignos son más comunes en el tronco de los perros de mediana edad. El Kerry Blue Terrier, el Wheaten Terrier, el Boyero de Flandes, el Bichon Frisé y el Caniche estándar se encuentran entre las razas de mayor riesgo. A simple vista, estos tumores son indistinguibles de los tricoepiteliomas, pero su contenido quístico suele ser arenoso debido a la mineralización. El tratamiento de elección es la extirpación. Como ocurre en los tricoepiteliomas, cuando se desarrolla una lesión de este tipo, aparecen con frecuencia otras adicionales.
Los pilomatricomas malignos (tumores malignos de la matriz del pelo, carcinoma matricial) son raros y se han identificado con mayor frecuencia en los perros. Son tumores que afectan a perros de edad avanzada y macroscópicamente se caracterizan como tumores variables quísticos, solitarios o multinodulares, que con frecuencia están firmemente adheridos a los tejidos blandos subyacentes. Debido a que son invasivos, son difíciles de extirpar y la recidiva es frecuente después de su escisión quirúrgica. Presentan a menudo metástasis en los nódulos linfáticos drenantes y en los órganos internos, especialmente los pulmones. Se recomienda la cirugía agresiva. Se desconoce si responden a radioterapia o quimioterapia.
Tumores cutáneos de las glándulas apocrinas
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Las glándulas sudoríparas son de dos tipos: apocrinas y ecrinas. Las glándulas apocrinas son glándulas tubulares con una porción secretora enrollada y un conducto largo y recto que desemboca en el infundíbulo folicular. En los animales domésticos, todos los folículos pilosos presentan glándulas apocrinas. Las glándulas apocrinas de perros y gatos también se encuentran en los sacos anales, y las glándulas apocrinas modificadas, conocidas como glándulas ceruminosas, se localizan en el meato auditivo externo. En la mayoría de los mamíferos, las glándulas apocrinas producen un compuesto oleoso y odorífero que causa atracción sexual, define los territorios y es una señal de advertencia. En los caballos y el ganado vacuno, estas glándulas desempeñan un papel termorregulador, ya que producen sudor.
Los tumores y las malformaciones de las glándulas apocrinas son más comunes en los perros y los gatos. Se han caracterizado tres enfermedades de las glándulas apocrinas de la piel con pelo.
La hiperplasia quística de la glándula apocrina (quiste de la glándula apocrina, hiperplasia quística de las glándulas apocrinas, cistomatosis apocrina) se describe mejor como hamartoma. Existen dos formas: una forma quística en la que se desarrollan uno o más quistes en la mitad superior de la dermis, con una escasa asociación con los folículos pilosos, y una forma más difusa caracterizada por glándulas apocrinas quísticamente dilatadas asociadas con múltiples folículos pilosos en piel no traumatizada. Ambas se encuentran en los perros de mediana o avanzada edad y, con menor frecuencia, en los gatos. La cabeza y la nuca son los sitios más comunes en los que se desarrollan estas lesiones. En ambas especies, las lesiones aparecen como quistes dérmicos fluctuantes o como bullas translúcidas. La escisión completa es curativa; sin embargo, puede ser difícil en la forma más difusa.
Los adenomas de las glándulas apocrinas se diagnostican casi exclusivamente en perros y gatos, y raramente en caballos. Se reconocen dos tipos en función de si su apariencia histológica recuerda principalmente a la porción secretora o a la porción ductal de la glándula apocrina. Los adenomas apocrinos se asemejan a la región secretora de las glándulas apocrinas. Se producen en perros y gatos de avanzada edad. Las razas de perro mayormente afectadas son el Montaña de los Pirineos, el Chow Chow y el Alaskan Malamute. La cabeza, el cuello y las extremidades son las zonas donde suelen desarrollarse. En los gatos, es más probable que se observen adenomas apocrinos en los machos. No existe predisposición racial. La gran mayoría de los adenomas apocrinos se dan en la cabeza, especialmente en el pabellón auricular.
En los caballos no se conoce ninguna relación con la edad, el sexo o la raza. Las orejas y la vulva son las regiones con mayor probabilidad para desarrollar estos tumores.
En todas las especies, estos tumores aparecen como quistes firmes y fluctuantes, de apenas >4 cm de diámetro. Contienen cantidades variables de un líquido de color claro o parduzco. En los gatos, el líquido luminal puede presentar una pigmentación oscura y los quistes apocrinos se pueden confundir clínicamente con melanocitomas, especialmente cuando aparecen en la cara interna de las orejas. Los adenomas apocrinos del conducto son menos frecuentes. Se encuentran en perros y gatos de avanzada edad y parece que derivan o que muestran una diferenciación hacia los conductos apocrinos. En los perros, estos tumores se reconocen sobre todo en el Peekapoo, el Bobtail y el Springer Spaniel Inglés. Con frecuencia son más pequeños, más firmes y menos quísticos que los adenomas apocrinos. Debido a que con frecuencia están formados por una gran población de células basales y a que los indicios de una diferenciación ductal pueden ser sumamente sutiles, con frecuencia estos tumores se diagnostican histológicamente como tumores de células basales. Los adenomas apocrinos y los adenomas apocrinos del conducto son benignos y la escisión quirúrgica completa es curativa.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Los adenocarcinomas de las glándulas apocrinas de la piel con pelo son raros en todos los animales domésticos, pero se identifican con mayor frecuencia en perros y gatos de avanzada edad. Entre los perros, los Treeing Walker Coonhounds, los Cazadores de Alces Noruegos, los perros Pastores Alemanes y sus cruces presentan mayor predisposición; en los gatos, el Siamés parece tener predisposición. En ambas especies, este tumor suele emerger en las regiones axilares e inguinales, lugares que permiten confundirlos fácilmente, tanto clínica como histológicamente, con adenocarcinomas del conducto de las glándulas mamarias. Los adenocarcinomas de glándulas apocrinas suelen ser más grandes que los adenomas y tienen una apariencia clínica que varía de nódulos dérmicos fibróticos a placas ulceradas. Son localmente invasivos y metastatizan con frecuencia a los nódulos linfáticos de drenaje. Con menor frecuencia se puede producir metástasis a la piel y a los pulmones. El tratamiento de elección es la extirpación quirúrgica completa. Se conoce poco sobre la respuesta a la quimioterapia complementaria.
Tumores de las glándulas apocrinas originados en el saco anal
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Los tumores de las glándulas apocrinas originados en el saco anal se han identificado de forma definitiva en perros y de forma anecdótica en gatos. Los perros de avanzada edad de las razas Cocker Spaniel Inglés, Springer Spaniel Inglés, Teckel, Alaskan Malamute, Pastor Alemán y sus cruces presentan mayor riesgo. A diferencia de los tumores de las glándulas hepatoides, estos tumores de las glándulas apocrinas no tienen predilección sexual. Aparecen con mayor frecuencia como masas nodulares profundas y firmes, cercanas al saco anal. Cuando estas lesiones crecen, pueden comprimir el recto e inducir estreñimiento.
Algunos de estos tumores se asocian a hipercalcemia humoral de malignidad, que causa anorexia, pérdida de peso, poliuria y polidipsia, y mineralización del tejido renal con concentraciones elevadas de BUN y creatinina. Estos tumores suelen ser altamente infiltrativos en el canal pélvico y frecuentemente (90 %) metastatizan a los nódulos linfáticos sublumbares o a órganos internos distantes (40 %). La extirpación quirúrgica amplia, incluidos los nódulos linfáticos afectados, es el tratamiento de elección. Incluso si el tumor no se puede resecar totalmente, la reducción del volumen puede ser útil en perros con pseudohiperparatiroidismo, porque la hipercalcemia paraneoplásica está relacionada con la producción de proteína relacionada con la hormona paratiroidea (PTHrP) a partir del volumen total del tumor. La quimioterapia intracavitaria con 5-fluorouracilo mezclado con el suero del propio animal puede ayudar al control local. La radioterapia, la quimioterapia intralesional o la quimioterapia sistémica pueden aumentar el intervalo libre entre tumores. La quimioterapia coadyuvante, junto con los inhibidores de la tirosina cinasa, la quimioterapia metronómica, la inmunoterapia y la radioterapia, también pueden retrasar la progresión, pero se ha descrito que pocos perros viven >1 año después de que se haya reconocido el tumor.
Tumores de las glándulas ecrinas
Las glándulas ecrinas son glándulas sudoríparas en espiral y de forma tubular, presentes en las almohadillas plantares de los carnívoros, la ranilla de los ungulados, el carpo de los cerdos y la región nasolabial de los rumiantes. Los tumores derivados de estas glándulas son sumamente raros y se han identificado solo en las almohadillas de perros y gatos. La mayoría son malignos e invasivos. Se ha descrito que estos tumores tienen un alto potencial de metastatizar a los nódulos linfáticos.
Tumores de las glándulas sebáceas
Los tumores y las afecciones de tipo tumoral de las glándulas sebáceas son comunes en los perros, poco frecuentes en los gatos y raros en otros animales domésticos. Se han descrito cuatro categorías de proliferaciones benignas de glándulas sebáceas a partir de las características morfológicas más que de las conductuales. En las personas, en las que se usa un esquema de clasificación similar, se ha propuesto que los tumores benignos de las glándulas sebáceas se llamen sebaceomas.
Los hamartomas de glándulas sebáceas son lesiones solitarias descritas únicamente en perros. Estas lesiones se distinguen de las hiperplasias y adenomas de las glándulas sebáceas porque son lineales o circunscritas, de varios centímetros de longitud o diámetro y se suelen identificar poco después del nacimiento.
Las hiperplasias de las glándulas sebáceas (hiperplasias sebáceas seniles) representan un cambio senil en los perros y los gatos. En los perros, el Manchester Terrier, el Wheaten Terrier y el Welsh Terrier son los que corren mayor riesgo. En los gatos no hay predilección por una raza, pero las hembras desarrollan estas lesiones con mayor frecuencia que los machos. En ambas especies, la piel de la cabeza y del abdomen se ve afectada con mayor frecuencia. Las hiperplasias sebáceas suelen aparecer como masas papiladas que rara vez tienen >1 cm de diámetro, a menudo con una superficie queratósica brillante.
Los adenomas de las glándulas sebáceas se observan en todos los animales domésticos, pero son tan comunes en perros y gatos mayores que pueden considerarse principalmente una neoplasia de pequeños animales. El Coonhound, el Cocker Spaniel Inglés, el Cocker Spaniel, el Husky, el Samoyedo y el Alaskan Malamute son las razas caninas con mayor probabilidad de desarrollar estos tumores; los Persas son la raza felina más predispuesta. En los perros, estos tumores con frecuencia no son clínicamente distinguibles de las hiperplasias sebáceas, pero tienden a ser más grandes (normalmente >1 cm). A menudo son múltiples y pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo, pero comúnmente se encuentran en la cabeza. Los adenomas de las glándulas sebáceas pueden estar cubiertos por costras de células serosas y muestran una inflamación pleocelular con piodermia superficial.
Los epiteliomas de las glándulas sebáceas son una variante de los adenomas sebáceos que se distinguen por la presencia de lóbulos compuestos principalmente de células basales progenitoras, en lugar de sebocitos maduros. Debido a que con frecuencia presentan lóbulos irregulares que se extienden en la dermis profunda, ocasionalmente pueden confundirse con carcinomas sebáceos. Estos tumores aparecen en perros de mayor edad y raramente en gatos. Se presentan como nódulos ulcerados que pueden tener varios centímetros de diámetro. A veces muestran una superficie epidérmica papilada y pigmentada.
Los adenocarcinomas de glándulas sebáceas son raros en los animales domésticos. Se reconocen casi exclusivamente en perros y gatos, por lo general de mediana o avanzada edad. Las razas de perro Cavalier King Charles Spaniel, Cocker Spaniel, Scottish Terrier, Cairn Terrier y West Highland White Terrier presentan mayor predisposición. Los perros machos y las gatas pueden presentar mayor predisposición. Estas lesiones se ulceran con frecuencia y pueden ser imposibles de distinguir de los epiteliomas sebáceos u otros carcinomas cutáneos. Son localmente infiltrantes y pueden metastatizar a los nódulos linfáticos regionales en las etapas tardías de la enfermedad.
Una vez establecido el diagnóstico, el tratamiento para los tumores benignos de glándulas sebáceas es opcional, a menos que estén secundariamente inflamados e infectados. Para los adenocarcinomas malignos, la escisión es el tratamiento de elección, pero la extirpación completa puede ser difícil debido a la naturaleza infiltrativa de este tumor; es posible que se necesite electroporación o radioterapia complementaria. Incluso los crecimientos benignos de las glándulas sebáceas recidivan si se dejan restos en el campo quirúrgico. Además, los animales que desarrollan una hiperplasia de las glándulas sebáceas o adenoma con frecuencia desarrollan nuevas lesiones en otros lugares con el transcurso del tiempo. No se ha establecido ningún protocolo quimioterapéutico para estas lesiones. Los retinoides orales pueden prevenir la recidiva de la hiperplasia sebácea; sin embargo, su uso sigue estando poco definido y se recomienda encarecidamente la consulta con un oncólogo o un dermatólogo veterinario.
Tumores de las glándulas hepatoides
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Los tumores de glándulas hepatoides son neoplasias comunes que surgen de las glándulas sebáceas modificadas, que son más abundantes en los tejidos cutáneos que rodean el ano, pero también pueden estar presentes a lo largo de la línea medial ventral entre el perineo y la base del cráneo, la zona dorsal y ventral de la cola y en la piel de las regiones lumbar y sacra. Debido a que los andrógenos estimulan el desarrollo de las glándulas hepatoides, la incidencia de lesiones proliferativas de estas glándulas en perros machos sexualmente enteros es tres veces mayor que en las hembras.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Los tumores benignos de las glándulas hepatoides se dividen en hiperplasias y adenomas de las glándulas hepatoides; sin embargo, al igual que en los tumores benignos de las glándulas sebáceas, existe un proceso continuo desde la hiperplasia hasta el adenoma. Aquí se considerarán como una sola entidad.
Los adenomas de las glándulas hepatoides son más comunes en los perros de avanzada edad. Los Huskies Siberianos, los Samoyedos, los Pequineses y los Cocker Spaniels son las razas afectadas con mayor frecuencia. Los tumores pueden aparecer en cualquier sitio donde estén presentes las glándulas hepatoides; sin embargo, el 90 % se encuentra en la región perianal. Macroscópicamente aparecen como uno o múltiples nódulos intradérmicos (más común) de 0,5-10 cm de diámetro. Las lesiones más grandes suelen ulcerarse y, con frecuencia, puede extruirse material hemorrágico y proteico mediante presión local. Los tumores grandes pueden comprimir el canal anal y dificultar la defecación. Hasta el 95 % de los perros machos responden completamente a la castración; en los que no lo hacen, se debe evaluar el eje hipofisario-adrenal y, si no se detecta ninguna anomalía, se ha de revaluar al perro para detectar la presencia de un adenocarcinoma de glándula hepatoide de bajo grado.
La extirpación o la cirugía de ablación con láserpuede usarse concomitantemente para retirar tumores muy grandes o ulcerados que estén secundariamente infectados. La cirugía es el tratamiento de elección para las hembras con adenomas de glándulas hepatoides, pero puede ser necesario repetirla debido a que la recidiva es común.
La radioterapia también es una opción y ha logrado una tasa de curación de 2 años del 69 % en los casos de tumores benignos. La criocirugía o la electroporación son alternativas terapéuticas adicionales; sin embargo, debido a la complicación de la incontinencia fecal, estas técnicas solo deben usarse cuando los tumores no son susceptibles de intervención quirúrgica. El dietilestilbestrol se ha utilizado como una alternativa a la castración, pero debido a los efectos adversos graves (anemia aplásica e hiperplasia prostática quística) debe usarse con extrema precaución. Los antiandrógenos pueden desempeñar un papel como alternativa a la castración.
Los adenocarcinomas de las glándulas hepatoides son neoplasias caninas poco frecuentes, que suelen aparecer como lesiones nodulares que afectan a la región perianal. Estos tumores se encuentran con una frecuencia diez veces superior en machos que en hembras. Los Huskies Siberianos, los Alaskan Malamutes y los Bulldogs son las razas con mayor probabilidad de desarrollar este tumor.
La evaluación histológica es el mejor medio de diagnóstico; sin embargo, existe un debate acerca de cómo distinguir los tumores malignos de bajo grado de los adenomas hepatoides, porque las formas bien diferenciadas pueden confundirse con los adenomas, y las formas anaplásicas con los adenocarcinomas de las glándulas apocrinas derivados del saco anal. Estos tumores tienen potencial metastásico y con frecuencia se extienden a los nódulos linfáticos regionales.
El tratamiento comprende la extirpación quirúrgica amplia, incluso de los nódulos linfáticos afectados, y, posiblemente, radioterapia posterior. Estos tumores no suelen responder a la castración ni a la terapia con estrógenos; sin embargo, algunos estudios muestran que el uso de masitinib, toceranib y otros inhibidores de la tirosina cinasa pueden superar la quimiorresistencia, inhibir la proliferación de células tumorales y prevenir la aparición de metástasis. Estos hallazgos pueden aumentar el beneficio de combinar agentes dirigidos con varias formas de quimioterapia, como el piroxicam oral y la capecitabina, o con quimioterapia metronómica para prevenir o tratar la recidiva local y la enfermedad metastásica. El pronóstico general es reservado.
Tumores neuroendocrinos cutáneos primarios
En medicina veterinaria, el diagnóstico de los tumores derivados de las células de Merkel (células táctiles, neurosecretoras de derivación epitelial presentes en la capa de células basales de la epidermis) se halla en desuso y la mayoría de los patólogos considera este tumor como un plasmocitoma extramedular. Los tumores de las células de Merkel muy probablemente se desarrollan en los animales, pero no se reconocen como tales.
Papilomas
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Cortesía del Dr. Alice Villalobos.
Los virus del papiloma son pequeños, formados por una cadena doble de ADN que pertenecen a la familia Papovaviridae. Algunos mamíferos presentan varios tipos de distintos virus del papiloma: las personas tienen >20; el ganado vacuno, 6; los perros, 3; y los conejos, 2. Los diferentes virus del papiloma con frecuencia tienen una considerable especificidad de especie, de lugar y de tejido. El virus se transmite por contacto directo, mediante los fómites y posiblemente por insectos. Los papilomas se han descrito en todos los animales domésticos, aves y peces. Los papilomas múltiples (papilomatosis) de la piel o de las superficies mucosas se suelen observar en animales jóvenes y suelen estar causados por virus. La papilomatosis es más común en el ganado vacuno, los caballos y los perros. Los papilomas simples son más frecuentes en los animales de más edad; sin embargo, pueden no estar siempre causados por una infección viral.
Cuando las lesiones son múltiples, pueden ser tan características que confirman el diagnóstico; sin embargo, hay muchos imitadores de verrugas, y un diagnóstico definitivo requiere la identificación del virus o sus efectos citopáticos en células individuales, un cambio conocido como atipia coilocítica o coilocitosis.
En el ganado vacuno, las verrugas se encuentran normalmente en la cabeza, cuello y hombros y, a veces, en el lomo y abdomen. La extensión y la duración de las lesiones dependen del tipo de virus, del área afectada y del grado de sensibilidad del hospedador. Las verrugas aparecen ~2 meses después de la exposición y pueden durar ≥1 año. La papilomatosis se convierte en un problema del rebaño cuando un gran grupo de ganado joven sensible se infecta. La inmunidad se suele desarrollar 3-4 semanas después de la infección inicial, pero la papilomatosis ocasionalmente reaparece, probablemente debido a la pérdida de inmunidad
Aunque la mayoría de las verrugas aparecen como proliferaciones epidérmicas que tienen una superficie queratósica que asemeja una coliflor (verruca vulgaris), algunos virus del papiloma bovinos (papiloma bovino de tipo 1 y 2) involucran a los fibroblastos dérmicos y a los queratinocitos, y aparecen como un nódulo papilomatoso con una superficie verrugosa. Estos fibropapilomas pueden afectar a las regiones venéreas, donde pueden producir dolor, desfiguración, infección del pene en toros jóvenes y distocia cuando afectan a la mucosa vaginal de las vaquillas.
Una forma de papilomatosis cutánea persistente con menor número de papilomas puede producirse en rebaños de ganado de avanzada edad. Se ha demostrado un virus del papiloma bovino en tumores de la vejiga asociados con la ingestión de helecho arborescente y en papilomas del tracto GI superior del ganado vacuno en Escocia. Se cree que el virus del papiloma actúa como un cocarcinógeno. Cuando el virus del papiloma bovino de tipo 1 o 2 se inyecta en la piel del caballo, se desarrolla un tumor dérmico similar a un sarcoide equino.
Cortesía del Dr. Thomas Lane.
En caballos se desarrollan pequeños papilomas dispersos en la nariz, los labios, los párpados, las extremidades posteriores, el pene, la vulva, las glándulas mamarias y en la superficie interna de las orejas, con frecuencia secundarios a abrasiones leves. Pueden ser un problema de rebaño, especialmente cuando los potros se mantienen juntos, pero desaparece en pocos meses cuando el sistema inmunitario del potro madura. Cuando se desarrollan en caballos de avanzada edad, con frecuencia persisten durante >1 año. También se piensa que las denominadas placas aurales son una forma plana de papiloma (verruga plana). Los papilomas equinos son desfigurantes, pero benignos. Deben distinguirse del sarcoide equino verrugoso.
En los perros se han descrito tres presentaciones clínicas de la infección por virus del papiloma. La primera es la papilomatosis canina de las membranas mucosas, que afecta principalmente a los perros jóvenes. Se caracteriza por la presencia de múltiples verrugas en las mucosas de los labios hasta, ocasionalmente, el esófago, y también puede afectar a las mucosas conjuntivales y a la piel pilosa adyacente. Cuando la cavidad oral está gravemente afectada, la masticación y la deglución pueden verse afectadas. Se ha establecido claramente una etiología viral para estas lesiones. Se ha demostrado que el tratamiento con azitromicina acelera la regresión en perros.
La segunda presentación clínica de la infección por el virus del papiloma canino son los papilomas cutáneos, que son indistinguibles de las verrugas que se desarrollan sobre las membranas mucosas o alrededor de estas. Sin embargo, es más frecuente que sean solitarias y se desarrollen en perros mayores. Los perros de las razas Cocker Spaniel y Kerry Blue Terrier pueden estar predispuestos. No se ha establecido una etiología viral definitiva y las lesiones pueden confundirse con colgajos cutáneos. También se ha descrito un síndrome caracterizado por papilomatosis de una o más almohadillas. Clínicamente, las lesiones aparecen como múltiples cuernos de queratina elevados. Se ha sugerido una etiología viral, pero no se ha demostrado. La crioterapia es útil.
La tercera presentación clínica de la infección por el virus del papiloma canino son los papilomas cutáneos invertidos, que tienen más en común clínicamente con los epiteliomas cornificantes intracutáneos. En esta enfermedad de perros jóvenes y adultos, las lesiones se desarrollan con más frecuencia en el abdomen ventral, donde aparecen como nódulos papilomatosos elevados con un centro queratósico. En los perros, aunque con poca frecuencia, los papilomas virales pueden progresar a carcinomas invasivos de células escamosas.
En los gatos, la infección por virus del papiloma aparece con más frecuencia como un carcinoma de células escamosas multicéntrico. Las lesiones verrugosas típicas asociadas con la infección por virus del papiloma en la mayoría de las especies no están presentes. Los papilomas pueden afectar a la piel de las cabras y se ha documentado que la infección de los pezones induce una transformación maligna En las ovejas, los papilomas son raros y aparecen con mayor frecuencia como fibropapilomas. En los cerdos son muy raros y cuando están presentes se identifican como lesiones solitarias o múltiples en la cara o los genitales. (Véase también papilomatosis en los conejos.)
En el venado de cola blanca, el de cola negra, el ciervo mulo, los antílopes, el alce y el caribú, se produce un fibroma cutáneo. Está causado por un virus del papiloma que se asemeja al papilomavirus bovino y se ha encontrado solamente en el epitelio que cubre los tumores.
La papilomatosis infecciosa es una enfermedad autolimitante, aunque la duración de las verrugas varía considerablemente. Se ha propuesto el uso de distintos tratamientos sin que se haya llegado a un acuerdo sobre su eficacia. Se recomienda la extirpación quirúrgica si las verrugas son problemáticas. Sin embargo, como la intervención quirúrgica en la etapa inicial de crecimiento de una verruga puede causar recidiva y estimular el crecimiento, las verrugas deben extirparse cuando llegan casi a su tamaño máximo o cuando se encuentran en regresión. Los animales afectados pueden separarse de los sensibles aunque, debido al periodo prolongado de incubación, muchos ya podrán haberse expuesto a la infección antes de haberse identificado el problema.
Las vacunas tienen valor como preventivas, pero son poco útiles para tratar al ganado una vez que se han presentado las lesiones. Debido a que los virus de las verrugas son en su mayoría específicos de especies, no tiene sentido usar una vacuna derivada de una especie en otra. Un inmunomodulador de linfocitos T intralesional (LTCI), que estimula los niveles de linfocitos T y de IL-2 endógena, puede beneficiar a los animales que desarrollan verrugas múltiples o persistentes. Además de la azitromicina, la crema de imiquimod tópica también puede ayudar al sistema inmunitario a resolver estas verrugas en los perros.
Cuando la enfermedad se convierte en un problema de rebaño, puede controlarse con la vacunación profiláctica usando una suspensión de tejido de verruga molido en el que los virus se han destruido con formol. Las vacunas autógenas parecen ser más eficaces que las disponibles comercialmente. Puede ser necesario comenzar la vacunación en terneros desde las 4-6 semanas de edad con una dosis de ~0,4 mL administrada por vía intradérmica en dos sitios. La vacunación se repite 4-6 semanas después y cuando el animal cumple 1 año de edad. La inmunidad se desarrolla a las pocas semanas, pero no se relaciona con el mecanismo que está implicado en la regresión espontánea. Si el animal ha estado expuesto al virus antes de la vacunación, la inmunidad puede desarrollarse demasiado tarde para evitar las verrugas. Un programa de vacunación se ha de mantener vigente durante ~3-6 meses antes de que su valor preventivo sea evidente. La vacunación debe continuarse durante ≥1 año después de que desaparezca la última verruga, porque las instalaciones aún pueden estar contaminadas. Los pesebres, los yugos y otros materiales inertes pueden desinfectarse fumigando con formaldehído.