Los papilomas son crecimientos benignos causados por el virus del papiloma canino ( ver Papilomas). La mucosa oral y las comisuras del labio se ven afectadas con mayor frecuencia, pero los crecimientos (normalmente múltiples pero a veces únicos) pueden afectar al paladar y a la orofaringe. Los papilomas son más frecuentes en los perros jóvenes y aparecen súbitamente, con un crecimiento y una difusión rápidos. Los signos aparecen cuando los crecimientos interfieren con la prensión, masticación o deglución. En ocasiones, si los crecimientos son numerosos, el perro puede morderlos al masticar, lo que hace que sangren y se infecten. Pueden remitir espontáneamente en unas semanas o meses, y por lo general no es necesaria su extirpación. Si es necesario, la lesión exofítica puede ser eliminada con electrocirugía o radiocirugía o mediante una resección aguda. La extirpación quirúrgica de uno o más de los papilomas suele iniciar la regresión. Se debe considerar el uso de vacunas comerciales o autógenas en los casos muy graves en los que el perro no puede tragar o respirar normalmente. El carácter autolimitante de la enfermedad dificulta la evaluación de cualquier tratamiento. La papilomatosis oral grave se puede observar en perros inmunocomprometidos con linfoma.
Otras lesiones verrugosas son proliferaciones exofíticas benignas del epitelio escamoso. Son clínicamente indistinguibles de los papilomas inducidos por virus, pero suelen ser de crecimiento lento y solitarios. Más comúnmente permanecen benignos, y la exéresis quirúrgica es curativa.