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Amigdalitis en perros y gatos

PorCaroline C. Tonozzi, DVM, DACVECC
Revisado/Modificado feb 2022

Etiología de la amigdalitis en perros y gatos

La amigdalitis es poco frecuente en perros y gatos. En el perro raramente se da como enfermedad primaria, pero cuando aparece se observa más frecuentemente en las razas pequeñas. Suele ser secundaria a trastornos nasales, orales o faríngeos (p. ej., paladar hendido); vómitos o regurgitaciones crónicos (p. ej., de megaesófago); o tos crónica (p. ej., con bronquitis). La amigdalitis crónica se puede observar en perros braquicéfalos, asociada con el alargamiento del velo palatino y con la mucosa faríngea redundante. Se cree que la amigdalitis crónica en perros jóvenes representa la maduración de mecanismos faríngeos de defensa.

Los microorganismos cultivados con más frecuencia a partir de las amígdalas enfermas son Escherichia coli, Staphylococcus aureus y estreptococos hemolíticos. Las fibras de plantas u otros cuerpos extraños que se alojan en las fosas amigdalinas pueden causar una inflamación unilateral localizada o un absceso periamigdalino. Otros agentes físicos y químicos pueden provocar irritación de la orofaringe y de una o ambas amígdalas. La amigdalitis puede también acompañar a masas tonsilares neoplásicas debidas a traumatismos físicos o a una infección bacteriana secundaria.

Hallazgos clínicos y diagnóstico de la amigdalitis en perros y gatos

  • Hallazgos clínicos

  • Exclusión de otros diagnósticos o afecciones subyacentes.

La tonsilitis no siempre se acompaña de signos clínicos obvios. La fiebre y el malestar son poco comunes, a menos que sean consecuencia de una infección sistémica. Las náuseas, seguidas de arcadas o de una tos corta y suave, pueden causar la expulsión de pequeñas cantidades de mucosidades. En la amigdalitis grave se observa falta de apetito, apatía, salivación y disfagia.

El agrandamiento de las amígdalas puede variar desde una protrusión que apenas sobresale de las criptas hasta una masa de tamaño suficiente para causar disfagia o estridor inspiratorio. Un exudado séptico y supurativo puede rodear la amígdala, que puede estar enrojecida con pequeños focos o placas necróticas. La amigdalitis suele ser un signo de enfermedad inflamatoria generalizada o regional; por lo tanto, debe diagnosticarse la amigdalitis primaria solamente después de haber descartado las enfermedades subyacentes. En las amígdalas caninas es común el carcinoma de células escamosas, el melanoma maligno y el linfosarcoma, que deben distinguirse de la amigdalitis. El linfosarcoma amigdalino suele causar un agrandamiento bilateral simétrico, mientras que la neoplasia no linfoide suele ser unilateral.

Tratamiento de la amigdalitis en perros y gatos

  • Antibióticos

  • Cuidados de apoyo

En el caso de la amigdalitis bacteriana, está indicada la administración sistémica rápida de antibióticos. La penicilina a menudo es eficaz, pero en los casos refractarios puede ser necesario hacer un cultivo y un antibiograma. Es adecuado administrar analgésicos suaves para la irritación faríngea grave, y se recomienda una dieta blanda y de buen sabor durante unos días hasta que la disfagia se resuelva. En los animales que no pueden ingerir alimentos por vía oral, se necesita la administración parenteral de líquidos.

La amigdalectomía rara vez es necesaria para la amigdalitis primaria crónica, pero proporciona un alivio permanente. Otras indicaciones para la amigdalectomía incluyen la neoplasia amigdalina y el agrandamiento amigdalino que interfiere con el paso del aire (p. ej., en las razas braquicéfalas).

Para más información

  • Consulte también la información para propietarios sobre la amigdalitis en perros y gatos.