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Ácaros nasales caninos

PorCaroline C. Tonozzi, DVM, DACVECC
Última revisión/modificación feb 2022

El ácaro nasal canino es un parásito de las vías nasales y de los senos paranasales de los perros, con los correspondientes signos clínicos de estornudos, secreción nasal y epistaxis.

Los ácaros nasales caninos, también conocidos como Pneumonyssoides caninum o Pneumonyssus caninum, se han descrito mundialmente, incluidos EE. UU., Canadá, Japón, Australia, Sudáfrica, Francia, España, Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca e Irán.

Etiología y epidemiología de los ácaros nasales caninos

El ácaro nasal canino se ha descrito con mayor frecuencia en perros y también en un zorro plateado. No parece tener predilección por raza, edad o sexo, aunque un informe sugirió que los perros mayores de 3 años eran los que se veían afectados con más frecuencia, y que los perros de raza grande tenían una mayor incidencia que los de raza pequeña.

Los ácaros viven en las vías nasales y en los senos paranasales. El ciclo biológico completo de P caninum no se conoce ni se comprende. Se cree que la transmisión es por contacto directo e indirecto entre perros. No hay evidencias que sugieran que P caninum presente riesgo zoonótico.

Hallazgos clínicos de los ácaros nasales caninos

Los signos clínicos más frecuentes asociados con la infestación nasal por ácaros son:

  • Estornudos.

  • Secreción nasal.

  • Epistaxis.

  • Estridor.

  • Sacudidas de la cabeza.

  • prurito facial

Diagnóstico de los ácaros nasales caninos

  • Signos clínicos.

  • Diagnóstico por imagen (p. ej., TC)

  • Rinoscopia/endoscopia y lavado nasal

Los diagnósticos diferenciales basados en los signos clínicos incluyen:

  • rinitis

  • neoplasia nasal

  • enfermedad dental

  • fístula oronasal

  • cuerpo extraño nasal

Para descartar una enfermedad sistémica concomitante, se deben realizar un hemograma completo, un perfil bioquímico y un análisis de orina (si está indicado). Si hay epistaxis, debe considerarse la medición del tiempo de protrombina, del tiempo de tromboplastina parcial y del tiempo de sangrado de la mucosa oral, además del recuento de plaquetas.

Las modalidades de diagnóstico por imagen como la TC proporcionan imágenes excelentes de la cavidad nasal y de los senos paranasales. Deberían realizarse otros procedimientos diagnósticos más invasivos, como la rinoscopia, la nasofaringoscopia retrógrada, el lavado nasal y la biopsia después del diagnóstico por imagen, ya que los cambios iatrogénicos pueden ser difíciles de diferenciar de la enfermedad primaria.

La rinoscopia y el lavado nasal son las pruebas diagnósticas de mayor utilidad. Los tubos flexibles para rinoscopias permiten la observación de las coanas nasales. Esta zona se visualiza mejor mediante una parte flexible en U en el rinoscopio (vista en retroflexión) y avanzando desde la cavidad oral hasta que se pueda emplazar por debajo del paladar blando. Si el endoscopista aplica una suave tracción al entrar en la nasofaringe, puede observar las coanas nasales o la región caudal de los conductos nasales. Se ha descrito el llenado de las cámaras nasales con gas anestésico u oxígeno para estimular la migración de los ácaros hacia la nasofaringe y el endoscopio.

El lavado nasal puede ayudar a identificar P caninum. Se suele realizar con el perro bajo anestesia general con intubación endotraqueal. Se tapona la orofaringe con una gasa y se lavan las fosas nasales con solución salina mediante un catéter de Foley o una jeringa acoplada para recoger el líquido por la orofaringe. El lavado retrógrado se realiza colocando un catéter modificado por detrás del paladar blando, ocluyendo la nasofaringe y lavando con solución salina. Esto permite la recogida del líquido por los orificios nasales externos. En ambos casos, el líquido debe evaluarse usando una lupa para buscar los ácaros.

El diagnóstico definitivo de acariasis nasal se realiza mediante endoscopia o por lavado nasal si se identifican los ácaros. No obstante, esto no determina si la enfermedad es primaria o secundaria.

Tratamiento de los ácaros nasales caninos

  • Terapia empírica

  • Ivermectina o milbemicina oxima (no es un uso aprobado).

Actualmente no hay fármacos aprobados para el tratamiento de P caninum; no obstante, se sugiere el uso de ivermectina (200-400 mcg/kg, SC o PO) y de milbemicina (1 mg/kg, PO, 3 veces en intervalos de 10 días) y selamectina (tópica). Todavía no se ha determinado el tratamiento óptimo. El tratamiento resulta efectivo en >85 % de los casos y el pronóstico es excelente. No obstante, el tratamiento puede no eliminar completamente los signos clínicos, especialmente si la infección se sospecha pero no se ha demostrado. En estos casos, es probable que los signos resulten de una enfermedad concomitante de las vías aéreas superiores. El tratamiento se basa en un diagnóstico definitivo, pero el tratamiento empírico también se realiza con un elevado índice de sospecha.

Puntos clave sobre los ácaros nasales caninos

  • Los ácaros nasales pueden ser difíciles de diagnosticar sin endoscopia u otros medios de visualización directa.

  • Actualmente no hay fármacos aprobados para tratar los ácaros nasales.

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