El hidropericardio es un enfermedad infecciosa, no contagiosa producida por una rickettsia de rumiantes que se transmite por garrapatas. La enfermedad se da únicamente en áreas infestadas por las garrapatas del género Amblyomma. Estas incluyen regiones de África al sur del Sáhara y las islas de las Comoras, Zanzíbar, Madagascar, Santo Tomé, Reunión y Mauricio. El hidropericardio se introdujo en el Caribe, y tanto la enfermedad como su vector (A variegatum) son endémicos en las islas de Guadalupe y Antigua. A variegatum, pero no la rickettsia, se ha extendido desde entonces a otras islas a pesar de los intentos de erradicación. La posible difusión al continente amenaza a la industria de la ganadería de regiones desde el norte de América del Sur hasta América Central y el sur de EE. UU. En las áreas endémicas de hidropericardio en el sur de África se estima que la mortalidad debida a la enfermedad es más del doble que la debida a la hemoglobinuria bacilar (enfermedad de agua roja, ver Hemoglobinuria bacilar en animales) y la anaplasmosis ( ver Anaplasmosis en rumiantes) juntas. El ganado vacuno, ovino, caprino y algunas especies de antílopes son sensibles al hidropericardio. En áreas endémicas, algunos animales y tortugas pueden desarrollar una infección subclínica y actúan como reservorios. Las razas autóctonas africanas de ganado vacuno (Bos indicus), especialmente aquellas con una mayor selección natural, parecen ser más resistentes al hidropericardio clínico que las razas de B taurus.
Etiología y transmisión:
El microorganismo causal es un parásito intracelular obligado, que previamente se conocía como Cowdria ruminantium. La evidencia molecular ha llevado a la reclasificación de varios microorganismos en el orden Rickettsiales, y ahora se clasifica como Ehrlichia ruminantium. En condiciones naturales, E ruminantium se transmite por las garrapatas del género Amblyomma. Estas garrapatas de tres hospedadores se infectan durante las fases de larva o de ninfa y transmiten la infección durante una de las etapas subsiguientes (transmisión transestadial). La progenie de la garrapata hembra infectada es con frecuencia no infectiva (es decir, no hay transmisión transovárica epidemiológicamente significativa). Esto, y el hecho de que las garrapatas se alimenten indiscriminadamente, probablemente influye en la baja tasa de infección en las poblaciones de garrapatas.
E ruminantium puede propagarse de forma experimental mediante pases seriados, ya sea por inoculación de sangre infectiva o por una infección por las fases de ninfa o adulto de un vector de garrapata en animales sensibles. El microorganismo también puede propagarse en medio de cultivo, más bien en células endoteliales, pero también en cultivos primarios de neutrófilos y en líneas celulares de macrófagos. A temperatura ambiente, el material infectado pierde su poder infectivo a las pocas horas, pero el microorganismo, junto con los crioprotectores adecuados, pueden mantenerse viables en nitrógeno líquido durante años.
La inmunidad al hidropericardio parece estar principalmente, si no exclusivamente, mediada por células, porque las células del bazo de un donante inmune inoculadas en receptores sensibles protegen, mientras que el suero de un donante inmune no protege a los receptores cuando se estimulan. No existe protección cruzada, o esta es solamente parcial, entre diferentes poblaciones (cepas) de E ruminantium. La mayoría de estas cepas son infecciosas, pero no pueden transmitirse de forma seriada a los ratones; sin embargo, algunas son patogénicas en ratones infectados por vía IV.
Patogenia:
No se ha dilucidado la patogenia del hidropericardio; sin embargo, la garrapata probablemente infecta al hospedador a través de microorganismos en la saliva o regurgitación del contenido intestinal mientras se alimenta. La replicación de los organismos de E ruminantium presentes en la garrapata probablemente tiene lugar en el epitelio intestinal donde se amplifica de manera significativa. Una vez en el hospedador, los microorganismos pueden replicarse primero dentro de los nódulos linfáticos regionales con la posterior diseminación a través del torrente sanguíneo para invadir las células endoteliales de los vasos sanguíneos en otras partes del cuerpo. En los rumiantes domésticos, parece haber una predilección por las células endoteliales del cerebro. Los organismos se pueden encontrar a menudo en colonias (con frecuencia pero erróneamente denominadas mórulas) dentro del citoplasma de las células endoteliales. Las colonias pueden variar en tamaño, al igual que los organismos que residen en ellas. Por lo general, los microorganismos de pequeño tamaño se encuentran en colonias más grandes y viceversa. Los organismos más pequeños se suelen conocer como cuerpos elementales y representan el estadio infeccioso, los organismos más grandes como cuerpos reticulados y el estadio proliferativo, y los intermedios como cuerpos intermedios.
Durante las etapas febriles, y durante un breve periodo de tiempo posterior, la sangre de los animales infectados es infectiva para los animales sensibles subinoculados. El desarrollo de lesiones y signos clínicos se asocia con lesiones funcionales del endotelio vascular, que originan un aumento de la permeabilidad vascular sin la aparición de daños reconocibles a nivel histopatológico o incluso a nivel ultraestructural. La efusión simultánea de líquido en los tejidos y líquidos corporales precipita un disminución de la presión arterial y una insuficiencia circulatoria general. Las lesiones observadas en los casos hiperagudos y agudos comprenden hidrotórax, hidropericardio, edema y congestión de los pulmones y el cerebro, esplenomegalia, petequias y equimosis en superficies mucosas y serosas y, a veces, hemorragia del tracto GI, en particular en el abomaso. Los derrames, típicamente de color pajizo, son ricos en proteínas de gran peso molecular, incluido el fibrinógeno; por lo tanto, este líquido se coagula fácilmente al exponerse al aire. La cantidad de derrame que se observa, especialmente en las cavidades corporales, no es necesariamente proporcional a la concentración de colonias parasitarias detectadas en las células endoteliales.
Hallazgos clínicos:
Cortesía del Dr. A.S. Shakespeare.
Los signos clínicos son drásticos en las formas hiperaguda y aguda. En los casos hiperagudos, los animales pueden caer muertos a las pocas horas de desarrollar fiebre, a veces sin ningún signo clínico aparente; otros muestran una dificultad respiratoria exagerada y/o convulsiones paroxísticas. En la forma aguda, los animales a menudo muestran anorexia y depresión junto con membranas mucosas congestionadas y friables. La dificultad respiratoria se desarrolla lentamente junto con signos nerviosos como hiperestesia, marcha forzada con hiperextensión de patas, parpadeo exagerado y movimientos de masticación. En la fase terminal, se observa postración con episodios de opistótonos; "pedaleo", "sacudidas" o rigidez de las extremidades; y convulsiones. Ocasionalmente se observa diarrea. En los casos subagudos, los signos son menos notables y no siempre existe afectación del SNC.
Diagnóstico:
En los casos clínicos, el hidropericardio se debe diferenciar de una amplia gama de enfermedades infecciosas y no infecciosas, especialmente de intoxicaciones por plantas, que se manifiestan con signos del SNC. En los casos clínicos agudos en zonas endémicas, los signos clínicos por sí solos pueden sugerir la etiología, pero para establecer el diagnóstico definitivo es necesaria la demostración de colonias del microorganismo en el citoplasma de las células endoteliales capilares. De forma tradicional esto se realiza con frotis "aplastados" a partir de la sustancia gris del cerebro o del cerebelo teñidos mediante la tinción tipo Romanowsky. La tinción de Giemsa de baja concentración desarrollada durante 30 min proporciona la mejor diferenciación de color y consistencia entre lotes. Los organismos de muestras autolisadas pierden su capacidad de tinción, lo que dificulta el diagnóstico.
Para el "frotis de cerebro aplastado" se macera un trozo de sustancia gris (~3 × 3 mm) entre dos portaobjetos de microscopio; el material ablandado se esparce entonces como una mancha de sangre empujándolo en lugar de tirar de él. Una ligera elevación del portaobjetos de alrededor de 5-10 mm crea varias crestas gruesas a través de este, desde las que los capilares se disponen rectos y paralelos a las secciones delgadas de la extensión para una exploración más fácil. Las células endoteliales de todos los capilares en un frotis deben examinarse cuidadosamente para detectar la presencia de colonias de color púrpura oscuro formadas por grupos de organismos individuales (gránulos) de E ruminantium. El tamaño de los gránulos puede variar entre animales o frotis del mismo animal, o incluso entre colonias en el mismo frotis, pero suele ser uniforme dentro de una colonia en particular.
Cortesía del Dr. A.S. Shakespeare.
Utilizando métodos de tinción de inmunoperoxidasa, puede establecerse un diagnóstico definitivo en cualquier muestra de tejidos fijados con formaldehído, incluso en el caso de cadáveres autolisados. El color de contraste hace que la búsqueda y la identificación de las colonias riquettsiales sean mucho más rápidas, aunque la subestructura de las colonias debería identificarse antes de que el diagnóstico se confirme. Debido a la naturaleza de la prueba, pueden surgir falsos positivos con algunos organismos estrechamente relacionados. Chlamydia pecorum puede condundirse en los frotis de cerebro aplastado con E ruminantium, pero la histopatología o la técnica de inmunoperoxidasa permiten la diferenciación. El serodiagnóstico de animales previamente expuestos a la enfermedad, es decir, recuperados de las formas subclínica o clínica de la infección, todavía es problemático. Actualmente se utilizan varias pruebas, incluidas algunas pruebas de detección de anticuerpos mediante técnicas de inmunofluorescencia indirecta y ELISA. Todas las pruebas serológicas, incluido el ELISA, que utiliza antígenos recombinantes, presentan multitud de reacciones cruzadas con sueros de animales infectados con uno de varios organismos de Ehrlichia o Anaplasma (falsos positivos), así como por el hecho de que los terneros inmunes expuestos en repetidas ocasiones pueden seronegativizarse (falsos negativos). Se pueden utilizar sondas de ADN, disponibles en instituciones de investigación, junto con la tecnología de la PCR. Se recurre sistemáticamente a una combinación de una sonda pCS20 y sondas de ARN ribosomal 16S de varias poblaciones almacenadas para examinar las muestras de animales cuando se requieren permisos para el movimiento de animales de zonas endémicas a zonas no endémicas. La PCR en tiempo real también se ha utilizado.
Tratamiento, control y prevención:
La oxitetraciclina (10 mg/kg/día, IM) o la doxiciclina (2 mg/kg/día) suelen lograr la curación si se administran de forma temprana en el curso de la infección por hidropericardio. Por lo general, se requiere una dosis mayor de oxitetraciclina (20 mg/kg) si el tratamiento se instaura en una fase tardía durante el transcurso de la reacción febril o cuando los signos clínicos son evidentes. En esos casos, el primer tratamiento debe administrarse preferentemente de manera lenta por vía IV. Se ha de administrar un mínimo de tres dosis diarias independientemente de la temperatura; si la fiebre persiste, el tratamiento con oxitetraciclina debe continuarse durante un cuarto y quinto día. Si la fiebre todavía no cesa, una sulfamida potenciada (15 mg/kg/día, IM) ha tenido éxito. Se deben observar los periodos de supresión adecuados en leche y en carne después del tratamiento con doxiciclina, oxitetraciclinas de corta o larga acción y sulfamidas de acuerdo con las normativas locales.
Los corticoesteroides se utilizan como terapia de apoyo (prednisolona, 1 mg/kg, IM); no obstante, se cuestiona su grado de eficacia y la justificación de su uso.
El diazepam puede ser necesario para controlar las convulsiones.
Los animales afectados deben mantenerse tranquilos en un área fresca con camas suaves y estar totalmente tranquilos; cualquier estimulación puede provocar un episodio convulsivo y la posterior muerte.
La vacunación puede ayudar a controlar el hidropericardio; sin embargo, no es fácil de administrar ni controlar y proporciona una protección cruzada variable o nula frente a las diversas poblaciones de E ruminantium. Como método de inmunización, el "método de infección y tratamiento" todavía está en uso en el sur de África, donde la sangre de oveja infectada que contiene organismos completamente virulentos de la cepa Ball 3 se utiliza para la infección, seguida de la monitorización de la temperatura rectal y el tratamiento antibiótico después de que la fiebre se desarrolle. En determinadas circunstancias, la infección "controlada" se sigue de un "tratamiento en bloque" preventivo sin registro de temperatura (el ganado vacuno en el día 14 [las razas sensibles de B taurus] o en el día 16 [las razas más resistentes de B indicus], las ovejas y las cabras de Angora en el día 11, y las cabras cruzadas o de raza Boer en el día 12). Los terneros jóvenes (<4 semanas de edad), los corderos y los cabritos (<1 semana de edad) tienen una resistencia innata al hidropericardio relacionada con la edad, por lo que si ven expuestos a infecciones naturales o inducidas dentro de este periodo de tiempo, la mayoría se recupera espontáneamente y desarrolla una inmunidad razonable.
El control de la infestación por garrapatas es una medida profiláctica útil en algunos casos, pero puede ser difícil y cara de realizar en otros. No obstante, una reducción excesiva en la población de garrapatas interfiere con el mantenimiento de una inmunidad adecuada mediante el enfrentamiento regular en condiciones de campo en áreas endémicas y puede ocasionar periódicamente grandes pérdidas.
La quimioprofilaxis implica una serie de inyecciones de oxitetraciclina para proteger a los animales propensos a contraer hidropericardio cuando se introducen en áreas endémicas, mientras que también les permite desarrollar una inmunidad natural.