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Infección por Rhodococcus en animales

Revisado/Modificado oct 2021

La infección por Rhodococcus causa enfermedad piogranulomatosa, por lo general neumonía supurativa, linfadenitis y abscesos en otros órganos, y afecta tanto a animales como a humanos. Está causada por Rhodococcus equi (anteriormente Corynebacterium equi), una bacteria oportunista y ubicua transmitida por el suelo. Se encuentra en todo el mundo y es un patógeno de gran importancia para las actividades de reproducción equina.

Etiología de la infección por Rhodococcus en animales

Rhodococcus spp pertenece a la clase Actinobacteria, taxonómicamente relacionada con el género Mycobacterium, Corynebacterium, Actinomyces y Nocardia. Las actinobacterias son patógenos asociados con diversas enfermedades en animales y seres humanos.

Se conocen más de 40 especies de rodococos; sin embargo, R equi es la principal causa de infecciones en humanos y animales. R equi es una bacteria grampositiva intracelular facultativa, inmóvil, no formadora de esporas, parcialmente acidorresistente. En la tinción de Gram, las bacterias aparecen como cocos u organismos en forma de bastón (pleomórficos).

Estos actinomicetos aerobios crecen en medios no enriquecidos como el agar nutritivo y el agar sangre de oveja. Cuando se cultivan aeróbicamente en agar sangre incubado a 30-37 °C, crecen colonias lisas, no hemolíticas, mucoides, de grandes a coalescentes, de color blanco grisáceo a rosa salmón de aproximadamente 2 mm de diámetro 48-72 horas después de la inoculación. Se han utilizado medios selectivos de NANAT (ácido nalidíxico, novobiocina, cicloheximida y telurito de potasio) y CAZ-NB (ceftazidima, novobiocina y ciclohexamida) para aislar el patógeno de las heces, el suelo u otras muestras contaminadas.

La capacidad de R equi para producir infecciones está relacionado con diferentes factores de virulencia, incluyendo el polisacárido capsular, una estructura de la pared celular rica en lípidos que contiene ácido micólico y enzimas extracelulares (fosfolipasa C y colesterol oxidasa). Sin embargo, el principal factor de virulencia que contribuye es su capacidad para multiplicarse dentro de los fagocitos, especialmente en presencia de plásmidos asociados a virulencia (NAV). Estos grandes plásmidos llevan la isla de patogenicidad vap. Hasta la fecha, se reconocen tres tipos de plásmidos de virulencia adaptados al hospedador (pVAP, según la nueva nomenclatura unificada) de R equi: pVAPA (anteriormente VapA, virulento), pVAPB (anteriormente VapB, intermediamente virulento) y pVAPN recientemente identificado ("N" para A o B). pVAPA (gen vapA) parece ser el plásmido más importante; sin embargo, el papel de otros miembros de la familia multigénica y sus proteínas secretadas no se comprende completamente. La presencia de NAV es un determinante fundamental de la infectividad de R equi; sin embargo, una sola propiedad puede no ser suficiente para desarrollar patogenicidad. Probablemente también estén implicados otros factores de virulencia, y el mecanismo específico de interacción entre las proteínas NAV y el patógeno del hospedador no se ha dilucidado completamente. Las cepas que carecen de estos tres genes asociados con la virulencia (vapA, vapB, vapN), las denominadas cepas sin plásmido, se consideran no virulentas. El estado óptimo para la regulación génica y la expresión del patógeno es un mecanismo complejo, influenciado por la disponibilidad de ciertos elementos (p. ej., hierro, magnesio) y factores ambientales (p. ej., temperatura, pH), que podrían explicar las discrepancias en la prevalencia de la enfermedad en diferentes áreas geográficas del mundo.

Epidemiología de la infección por Rhodococcus en animales

R equi se distribuye mundialmente y la enfermedad tiene un impacto económico importante en las actividades de reproducción equina. El microorganismo se encuentra comúnmente en la superficie del suelo, en las heces de los potros y otros herbívoros y en las granjas. El suelo se considera el principal reservorio del patógeno, que utiliza principalmente heces de herbívoros como sustrato de crecimiento; se elimina en las heces de una amplia variedad de especies animales, especialmente potros, cerdos y otros herbívoros. Las infecciones por R equi en potros se consideran asociadas al suelo. Especialmente en los potros, el microorganismo tiene la capacidad de multiplicarse activamente en el tracto intestinal cuando los potros tienen ~3 meses de edad, y puede aislarse de las heces de caballos adultos. El patógeno puede sobrevivir en el suelo durante más de 12 meses y puede multiplicarse en un amplio rango de temperaturas (15-40 °C). R equi se ha aislado de una gran variedad de especies domésticas y silvestres, incluyendo caballos, cerdos, vacas, ovejas, cabras, perros, gatos, pecaríes, búfalos, camélidos, aves y algunos animales silvestres; aunque los caballos, cerdos y rumiantes muestran cierto tropismo (selección impulsada por el hospedador) del organismo.

La inhalación de partículas de polvo del suelo es probablemente la principal vía de infección para las infecciones pulmonares de los animales domésticos y los seres humanos. La infección por ingestión de agua o alimentos contaminados son vías menos frecuentes de infección por R equi en animales, excepto en cerdos, jabalíes y pecaríes, en los que la infección oral es aparentemente la vía principal.

Los potros que desarrollan neumonía transmiten R equi por aerosoles, y estos pacientes también pueden deglutir esputo, lo que causa colitis ulcerosa y linfadenitis mesentérica. La introducción percutánea traumática de microorganismos, por contaminación directa de heridas o penetración de membranas mucosas, o secundaria a arañazos en peleas de gatos, es la vía de infección más común en animales de compañía. La presencia de una enfermedad sistémica subyacente, incluida la inmunosupresión debida a una enfermedad vírica, debe investigarse en perros (morbillivirus canino, anteriormente virus del moquillo canino) y gatos (virus de la leucemia felina, virus de la inmunodeficiencia felina) con enfermedad rodocócica clínica.

En potros, los signos clínicos de la infección por R equi se produce principalmente entre las 2 semanas y los 6 meses de edad, aunque los signos de enfermedad pulmonar suelen alcanzar su punto máximo en los potros de 1-3 meses de edad. La enfermedad en los caballos parece ser más prevalente en presencia de ciertos factores de riesgo, como un gran número de potros y yeguas, una población equina transitoria, una alta densidad de potros, el nacimiento de potros de yeguas que expulsan grandes cantidades del microorganismo en las heces y la transferencia inadecuada de anticuerpos maternos procedentes del calostro. El mal manejo de los animales, el alojamiento inadecuado, el efecto estacional sobre el parto y las condiciones ambientales (temperatura, sequedad, polvo, viento, pH del suelo, salinidad y concentraciones de algunos elementos) también se han descrito como aspectos predisponentes.

Los estudios epidemiológicos moleculares basados en el perfil de virulencia plasmídica de aislados de R equi de animales y humanos han revelado un tropismo y una distribución geográfica relativamente característicos en todo el mundo. La mayoría de las variantes de pVAPA (las denominadas de tipo equino) son albergadas por cepas que causan una neumonía piogranulomatosa y una colitis ulcerosa que amenaza la vida en potros de Europa, América del Norte y del Sur, África y Japón. Curiosamente, una distribución geográfica similar de las variantes de pVAPB (tipo porcino) (anteriormente tipos VapB) es evidente para los aislados recuperados de humanos con infecciones pulmonares y para la linfadenitis y los nódulos linfáticos aparentemente normales de cerdos, jabalíes y pecaríes, con predominio de las variantes 5 en Europa, 1 y 2 en Asia y 8 en América del Sur (particularmente Brasil). El pVAPN (tipo bovino), el tercer tipo que se ha reconocido recientemente, se ha recuperado predominantemente en aislados de nódulos linfáticos de ganado vacuno y pulmones de humanos post mortem, especialmente en pacientes que viven con el VIH/SIDA, particularmente aislados de Europa y América. En ocasiones, los tipos pVAPA y pVAPN se han aislado de otras especies animales, como perros, gatos y cabras. R equi sin plásmidos o no virulento se encuentra en entornos de producción animal, así como en muestras de suelo o arena recogidas de parques o patios humanos, y aunque no hay signos clínicos evidentes en animales domésticos, se han descrito cepas no virulentas en personas que viven con el VIH/SIDA.

Patogenia de la infección por Rhodococcus en animales

R equi es un patógeno oportunista. El resultado de la exposición a R equi está fuertemente influenciada por la virulencia y la dosis infectiva del patógeno, así como por la edad y el estado inmunitario del hospedador. Prácticamente todos los potros están expuestos a R equi poco después del nacimiento, aunque la mayoría no desarrolla signos clínicos. Se estima que hasta el 90 % de los potros están infectados por una forma subclínica en las yeguadas de cría donde la enfermedad es endémica. Los caballos adultos a menudo son resistentes a la infección o presentan signos clínicos que se resuelven espontáneamente porque son capaces de desarrollar una respuesta inmunitaria eficaz frente al patógeno.

R equi invade al animal a través de las vías respiratorias o digestivas, y ocasionalmente a través de la piel, causando infecciones locales o diseminadas. Puede transmitirse a través de los vasos hemolinfáticos, alcanzando diferentes tejidos y órganos, causando reacciones piógenas en el hígado, bazo, riñón, huesos, cerebro, nódulos linfáticos y ocasionalmente en otros órganos.

La patogenicidad de R equi se atribuye a su capacidad para invadir, sobrevivir y multiplicarse dentro de los neutrófilos, especialmente los macrófagos. Es capaz de evadir el sistema inmunitario del hospedador, probablemente evitando la fusión fagosoma-lisosoma (que evita la acidificación y oxidación) o, vía VAP, que bloquea la maduración de los fagocitos. La multiplicación intracelular incontrolada de R equi en las células fagocitarias provoca la muerte de los macrófagos por necrosis y liberación de una cascada de factores proinflamatorios que finalmente produce abscesos y destrucción tisular.

Aparte de la presencia de VAP, otros factores que contribuyen a la patogenia y virulencia de R equi incluyen interacciones con el hierro, las enzimas fosfolipasa C y colesterol oxidasa (los denominados factores equi) y la presencia de cápsula y ácido micólico en la pared celular bacteriana. En las especies no equinas, las afecciones inmunosupresoras del hospedador pueden permitir que las cepas sin plásmido persistan dentro de los fagocitos.

La inmunidad humoral pasiva transferida a los potros por la ingestión de calostro contribuye al control de la enfermedad. Los potros infectados naturalmente muestran una concentración aumentada de isotipos IgG de inmunoglobulina (Ig) (principalmente subisotipos IgGa, IgGb e IgGT), relacionados con la fijación del complemento y opsonización de R equi. No obstante, la respuesta humoral no confiere una protección completa frente a las infecciones por R equi. La evidencia consistente apoya el papel esencial de la respuesta inmunitaria mediada por células en la eliminación de las infecciones por R equi, basadas principalmente en la secreción de varias citocinas y citotoxicidad directa, incluyendo la acción de los linfocitos T CD4+ (colaboradores) y CD8+ (citotóxicos), células natural killer, interferón-gamma (un activador de macrófagos) y la producción de algunas interleucinas (p. ej., IL-4, IL-5, IL-13).

Hallazgos clínicos de la infección por Rhodococcus en animales

La bronconeumonía supurativa y la colitis ulcerosa en los potros, la linfadenitis en el ganado vacuno y porcino y los abscesos cutáneos u orgánicos son los hallazgos clínicos más consistentes de la infección por Rhodococcus en los animales domésticos. Las infecciones por Rhodococcus son frecuentes en potros y cerdos, pero raras o infrecuentes en pequeños rumiantes, animales de compañía, aves y especies silvestres.

Caballos

La bronconeumonía con notable formación de abscesos es el hallazgo principal en potros con infección por Rhodococcus. Los caballos suelen estar afectados entre las 2 semanas y los 6 meses de edad; sin embargo, la mayoría de los signos clínicos se observan entre los 1-3 meses de edad, posiblemente debido a la disminución, a las ~6 semanas de edad, de la inmunidad pasiva adquirida a través del calostro. En las yeguadas donde la enfermedad es endémica, se estima que entre el 5 y el 40 % de los potros infectados pueden desarrollar signos clínicos, con una tasa de mortalidad de hasta el 30 %. No obstante, los potros >6 meses pueden no mostrar signos clínicos. ( See also page Neumonía por Rhodococcus equi en potros.)

Inicialmente, los potros afectados desarrollan signos clínicos inespecíficos, por ejemplo, fiebre leve, aumento de la frecuencia respiratoria, inapetencia y letargo, lo cual puede no ser evidente a menos que se permita a los potros hacer ejercicio. El empeoramiento de la enfermedad se caracteriza por signos más obvios de dificultad respiratoria, que incluyen tos y un fuerte esfuerzo inspiratorio que se manifiesta por movimientos abdominales y aleteo de las fosas nasales, así como taquicardia y taquipnea. En la auscultación torácica se pueden oír sibilancias inspiratorias y espiratorias y crepitaciones, predominantemente en la región craneoventral. La disminución de los ruidos de las vías aéreas sugiere consolidación pulmonar, formación de abscesos, lesiones cavitarias y derrame pleural. Las membranas mucosas pueden estar pálidas y la cianosis está presente en los casos graves. La pérdida de peso y la secreción nasal de serosa a mucopurulenta son síntomas clínicos inconsistentes. Se suele producir un inicio insidioso en los potros debido a la capacidad inicial para compensar las lesiones respiratorias, lo que dificulta el diagnóstico precoz.

La diarrea, la colitis ulcerosa, el cólico, la pérdida de peso, la linfadenitis mesentérica, los abscesos abdominales, la tiflitis y la peritonitis son los hallazgos principales en los potros afectados por la forma abdominal de la enfermedad rodocócica. Los potros rara vez desarrollan lesiones intestinales sin signos pulmonares concomitantes; sin embargo, se han encontrado signos intestinales en ~20 % de los potros con infección pulmonar rodocócica.

La polisinovitis inmunomediada, causada por el depósito de complejos inmunitarios en las articulaciones, afecta al 20-30 % de los potros. Aunque cualquier articulación puede estar afectada, las articulaciones tibiotarsiana y femororrotuliana/femorotibiana (rodilla) son las más afectadas. La cojera no suele ser aparente o se limita a una marcha rígida en los potros afectados. El examen de los aspirados de líquido sinovial revela una pleocitosis mononuclear no séptica, sin aislamiento de R equi. La artritis séptica de los potros es otra artropatía provocada por R equi. A diferencia de la polisinovitis inmunomediada, la lesión séptica suele causar síntomas graves de cojera. En estos casos, los aspirados de líquido sinovial revelan inflamación y suelen permitir el aislamiento microbiológico del microorganismo causante.

Una variedad de signos extrapulmonares de la infección por R equi se produce en caballos, incluyendo celulitis y abscesos cutáneos, ulceración, abscesos intraabdominales, linfangitis, linfadenomegalia periférica y visceral, pleuritis, peritonitis, hepatitis y encefalopatía hepática. Se estima que hasta el 50 % de las infecciones por R equi inducidas causan al menos un signo extrapulmonar. Los signos oculares, como hipopión y uveítis, pueden observarse en ~10 % de los casos. La osteomielitis que causa ataxia, decúbito y parálisis de las extremidades es infrecuente. Rara vez R equi se asocia con abortos, placentitis e infertilidad en yeguas, y se ha aislado esporádicamente en el semen equino. También se han descrito anemia hemolítica inmunomediada y trombocitopenia inmunomediada.

Los síntomas clínicos en caballos adultos son raros. La enfermedad probablemente afecta a caballos adultos inmunodeprimidos o animales coinfectados con agentes inmunosupresores, comúnmente infectados por cepas que albergan el tipo pVAPA. Los signos clínicos predominantes en los caballos adultos son similares a los de los potros, incluyendo bronconeumonía supurativa, linfadenitis, enteritis, pleuritis, osteomielitis y la forma cutánea.

Porcinos y especies similares

Las infecciones por R equi pueden afectar a cerdos, pecaríes, jabalíes silvestres, cerdos asilvestrados y especies similares y, en este grupo de animales, se limitan principalmente al tracto linfático. La linfadenitis cervical piogranulomatosa suele ser evidente, aunque pueden estar afectados los nódulos linfáticos mesentéricos, los traqueobronquiales y otros. R equi también se ha aislado de nódulos linfáticos aparentemente normales. En ocasiones se ha descrito neumonía. Las lesiones macroscópicas debidas a las infecciones por R equi que se encuentran en los nódulos linfáticos examinados rutinariamente en el momento del sacrificio se asemejan a las causadas por infecciones por micobacterias, una causa importante de linfadenitis porcina. ( See also page Tuberculosis en los cerdos.)

Animales de compañía

La enfermedad rodocócica en gatos y perros es infrecuente, aunque se ha descrito que es más común en gatos. Se han descrito síntomas clínicos cutáneos y sistémicos. La vía de infección más común en pequeños animales es la introducción percutánea traumática del patógeno a través de la contaminación de heridas o por arañazos en peleas de gatos. La mayoría de los gatos afectados presentan lesiones cutáneas en una extremidad, junto con tumefacción localizada, úlceras y fístulas o múltiples tractos sinusales con drenaje purulento. Las lesiones suelen ser dolorosas, aunque los signos sistémicos están ausentes. Los nódulos linfáticos regionales pueden estar agrandados con secreción purulenta. Se ha descrito la forma sistémica o diseminada de la infección por R equi con infecciones pulmonares, hepatitis y osteomielitis. El piotórax suele ser secundario a la diseminación del microorganismo desde los nódulos linfáticos mediastínicos y estos pacientes se presentan con fiebre, anorexia, disnea y pérdida de peso. Estas infecciones se acompañan de distensión abdominal con líquido palpable, esplenomegalia, hepatomegalia y linfadenomegalia mesentérica.

Rumiantes

Se ha descrito linfadenitis (mesentérica, submaxilar y mediastínica), neumonía, piometra, linfangitis ulcerativa y ocasionalmente mastitis se en bovinos y búfalos infectados por R equi. La neumonía y los abscesos orgánicos son los hallazgos clínicos más frecuentes en cabras. Se han descrito abortos esporádicos y abscesos de órganos en pequeños rumiantes.

Diagnóstico de la infección por Rhodococcus en animales

  • Examen clínico y datos epidemiológicos

  • Evaluación bioquímica hematológica y sérica

  • Diagnóstico bacteriológico

  • Diagnóstico por imagen

  • Pruebas serológicas.

  • Técnicas de diagnóstico molecular

  • Hallazgos histopatológicos

Se han propuesto exploraciones clínicas periódicas, recuentos leucocitarios, niveles de fibrinógeno sérico, cultivo microbiológico, diagnóstico por imagen y pruebas serológicas y moleculares como medidas para el diagnóstico precoz, especialmente debido al comportamiento insidioso de las infecciones inducidas por R equi en potros.

La exploración física semanal, con énfasis en la auscultación torácica y la evaluación de la temperatura rectal, es una buena práctica clínica para prevenir la enfermedad en las granjas. La monitorización al menos mensual de los recuentos leucocitarios (>13 000 células/mcL) y las concentraciones séricas de fibrinógeno (>400 mg/dL), además de la evaluación de la radiografía torácica y la ecografía, son procedimientos valiosos para el diagnóstico precoz. No obstante, la eficacia de las pruebas serológicas convencionales para identificar infecciones en caballos individuales afectados es escasa o controvertida.

Los datos clínicos y epidemiológicos son importantes para el diagnóstico precoz, aunque el aislamiento microbiológico de R equi es necesario para un diagnóstico concluyente. El exudado del lavado traqueobronquial, el líquido sinovial y peritoneal, la piel, los órganos y los abscesos son las muestras clínicas principales. El exudado del lavado traqueobronquial es la principal muestra clínica para cultivo microbiológico en potros. No obstante, R equi puede estar presente en las vías respiratorias superiores de los potros sanos; por tanto, la presencia de R equi en la región nasal no es indicativo de infección pulmonar. Además, los hisopos nasales de los potros no se recomiendan para el diagnóstico utilizando medios de cultivo no selectivos debido a la contaminación con microbiota local. El hemocultivo es una muestra clínica que se usa con menos frecuencia para el diagnóstico, aunque los potros con hemocultivo positivo tienen menos probabilidades de sobrevivir porque estos cultivos indican la transmisión de la bacteria.

Las muestras de líquido traqueobronquial, hisopos de lesiones cutáneas, muestras de órganos y muestras de abscesos pueden teñirse para obtener un diagnóstico presuntivo. La presencia de microorganismos grampositivos intracelulares pleomórficos apoya un diagnóstico preliminar, aunque se justifica una evaluación cuidadosa porque algunas muestras clínicas pueden tener un número muy bajo de bacterias.

R equi se aísla naturalmente de las heces en la mayoría de los potros, así como en los animales de producción, especialmente en los rumiantes y los cerdos. El patógeno también se ha aislado de las heces de gatos sanos que viven en una granja. El material potencialmente contaminado incluye heces, tierra y arena de parques y patios, que requieren un cultivo microbiológico en medios selectivos.

La leucocitosis neutrofílica, la hiperfibrinogenemia y la hiperglobulinemia son los hallazgos hematológicos más característicos en potros con infección rodocócica. El amiloide A sérico y el fibrinógeno plasmático se han propuesto como biomarcadores inflamatorios para el diagnóstico porque las concentraciones de estas proteínas de fase aguda están elevadas en los potros infectados por R equi. Los derrames abdominales y torácicos son exudados hallados en animales con infección por Rhodoccocus y revelan un aumento de neutrófilos, recuento de linfocitos y concentración de proteínas.

La radiografía torácica, abdominal y articular se ha utilizado en el abordaje diagnóstico por imagen. La neumonía inicial se caracteriza por la consolidación y un patrón broncointersticial difuso de leve a moderado, que revela nódulos pequeños y posiblemente masas cavitarias, que pueden ser múltiples y grandes en los casos graves. En ocasiones se observa linfadenomegalia mediastínica. La ecografía torácica a menudo revela la consolidación pulmonar y puede ser útil para identificar la enfermedad en los potros antes de que aparezcan signos clínicos notables. La tomografía computarizada, la resonancia magnética y la gammagrafía son otros métodos de imagen en ocasiones.

Se ha propuesto el uso de pruebas serológicas (p. ej., inmunodifusión en gel de agar, inmunodifusión radial, inhibición sinérgica de la hemólisis y diferentes pruebas ELISA) en casos individuales y en estudios seroepidemiológicos, especialmente en caballos. Sin embargo, existe una gran variación en los títulos (punto de corte) y en la realización de las pruebas serológicas, probablemente debido a las diferencias en la preparación del antígeno, la interferencia de los anticuerpos maternos y la exposición continua a R equi en el medio ambiente. Además, las pruebas serológicas no han logrado diferenciar entre potros sanos y enfermos y, por lo tanto, no son adecuadas para el diagnóstico individual.

Se han usado muchas técnicas moleculares para detectar el patógeno o NAV; por ejemplo, la prueba de PCR convencional, múltiple y en tiempo real, la electroforesis en gel de campo pulsado del ADN, la desorción/ionización láser asociada a la matriz, la espectrometría de masas de tiempo de vuelo (MALDI-TOF MS), secuenciación del genoma, tipificación de secuencias multilocus (MLST) e hibridación ADN-ADN. La detección de ADN específico de R equi por PCR se considera un medio rápido, adecuado y fiable para confirmar el diagnóstico en potros. La prueba de PCR, particularmente la técnica en tiempo real, necesita menos microorganismos (10-100 UFC/mL) para producir reacciones positivas. Sin embargo, dado que R equi se puede encontrar en las vías respiratorias superiores de los potros sin signos clínicos pulmonares, la prueba de PCR puede ser positiva en animales sanos. Por tanto, deben considerarse los aspectos clínicos y epidemiológicos, las pruebas hematológicas, los hallazgos de imagen, el cultivo microbiológico o las pruebas moleculares en combinación para confirmar el diagnóstico.

Lesiones

La neumonía, los abscesos supurativos con áreas necróticas y la linfadenitis regional son las principales lesiones macroscópicas de la rodococosis evidentes en la necropsia. Las lesiones pulmonares suelen incluir múltiples nódulos duros, atelectasia, congestión y lesiones miliares (aisladas o múltiples) y cavitarias. La enteritis multifocal, la tiflitis, la linfadenitis mesentérica y la reacción de las placas de Peyer se producen en la forma entérica de la enfermedad. La diseminación abdominal se caracteriza por peritonitis y abscesos viscerales. La artritis séptica, el hipopión y la osteomielitis vertebral se asocian en gran medida con diseminación hematógena. El aborto, la placentitis y la infección fetal son infrecuentes. La polisinovitis inmunomediada por R equi produce un aumento del volumen de líquido sinovial en los potros afectados, pero con conservación de la estructura interna de la cápsula frente a la artritis séptica que se caracteriza por la destrucción de la cápsula articular.

Histológicamente, las lesiones se caracterizan como piogranulomatosas con focos de necrosis. Son evidentes numerosos microorganismos grampositivos pleomórficos fagocitados por macrófagos, un número variable de células gigantes multinucleadas y neutrófilos. También se encuentra un infiltrado moderado de células plasmáticas y linfocitos.

Los patógenos primarios que deben diferenciarse de R equi como agentes causales de enfermedades pulmonares en potros son Salmonella spp, Streptococcus equi y Streptococcus zooepidemicus, el virus de la influenza, el herpesvirus y fases migratorias de Parascaris equorum. Los principales diagnósticos diferenciales de las infecciones entéricas por R equi se consideran Salmonella spp y Clostridium spp, así como Escherichia coli, Strongyloides westeri, rotavirus y coronavirus. La artritis séptica debida a R equi debe diferenciarse especialmente de la causada por Salmonella spp y Streptococcus equi. La linfadenitis porcina causada por micobacterias debe diferenciarse de R equi debido al aspecto similar de los nódulos linfáticos en el sacrificio.

Tratamiento de la infección por Rhodococcus en animales

  • Evaluación del patrón de susceptibilidad in vitro, seguida de tratamiento antimicrobiano

  • Cuidados de apoyo

El tratamiento implica una terapia antimicrobiana apropiada, drenaje quirúrgico, desbridamiento y cuidados de apoyo. Sin embargo, las infecciones naturales por R equi suelen ser refractarias al tratamiento, probablemente debido a la localización intracelular del patógeno, al desarrollo de lesiones piogranulomatosas y a la infección por múltiples cepas a la vez. Además, el patrón de sensibilidad antimicrobiana in vitro de las cepas puede variar geográficamente, lo que, además de las diferencias en la sensibilidad del hospedador al patógeno, puede explicar por qué el éxito de cualquier tratamiento varía entre especies animales.

Los perfiles de sensibildiad antimicrobiana in vitro de las cepas de R equi recuperadas de infecciones en animales y humanos suelen revelar sensibilidad a las rifamicinas (rifampina), macrólidos (eritromicina, azitromicina, claritromicina), aminoglucósidos (gentamicina, neomicina), lincosamidas (lincomicina), sulfamidas (sulfadiacina o sulfapeneol), aunque los fármacos liposolubles se consideran de primera elección porque alcanzan niveles terapéuticos en el tejido pulmonar y dentro de los fagocitos, especialmente en los macrófagos alveolares.

Desde la década de 1980, el protocolo antimicrobiano convencional para la infección por R equi en potros se ha basado en la combinación de rifampina (5 mg/kg, PO, cada 12 horas, o 10 mg/kg cada 24 horas) y eritromicina (25 mg/kg, PO, cada 8 horas; o 37,5 mg/kg, PO, cada 12 horas). Estos fármacos tienen un efecto sinérgico que disminuye las tasas de resistencia bacteriana. Más recientemente, dos macrólidos de nueva generación, la claritromicina (7,5 mg/kg, PO, cada 12 horas) y la azitromicina (10 mg/kg al día, PO, durante 5-7 días y luego 1 vez cada 2 días), se han propuesto como alternativas para tratar a los potros debido a su biodisponibilidad, estabilidad y capacidad para penetrar en las células y el tracto pulmonar en concentraciones más altas que la eritromicina. La combinación rifampicina-claritromicina ha demostrado ser más eficaz que rifampicina-azitromicina o rifampicina-eritromicina. La azitromicina se ha utilizado como alternativa a la eritromicina en potros con signos clínicos adversos después del uso prolongado de eritromicina, especialmente diarrea. Otros fármacos, como la trimetoprima-sulfamida, la gamitromicina, la doxiciclina, el cloranfenicol y el maltolato de galio, se han utilizado para tratar animales productores de alimentos con éxito ocasional.

La recomendación habitual es el tratamiento a largo plazo (de 3-12 semanas de duración), según la especie animal, los tejidos afectados y la gravedad de los signos clínicos. El tratamiento puede prolongarse en casos complicados, como los potros con osteomielitis, artritis séptica y lesiones pulmonares cavitarias; sin embargo, después de un tratamiento antimicrobiano prolongado, algunos animales pueden desarrollar colitis asociada a los antimicrobianos. Las cepas de R equi resistentes a los macrólidos y a la rifampicina son aparentemente poco frecuentes; sin embargo, esto ha sido un problema emergente y puede ser cada vez más probable con el uso de estos fármacos como monoterapia o con el tratamiento antimicrobiano masivo de infecciones subclínicas en potros que muestran lesiones compatibles con rodococosis pulmonar. El tratamiento debe continuarse hasta que los potros afectados sean clínicamente normales y otros parámetros utilizados para el diagnóstico (concentración de fibrinógeno, recuento leucocitario, diagnóstico por imagen) también hayan vuelto a la normalidad.

En pequeños animales se ha descrito el tratamiento combinado con rifampicina (10 mg/kg cada 24 horas, PO) y claritromicina (7,5-12,5 mg/kg, PO, cada 12 horas) durante 2-6 semanas. Se ha descrito que la combinación de lincomicina (20 mg/kg, PO, cada 12 horas, durante 7-10 días) y gentamicina (5-8 mg/kg por día, SC, IM o IV, durante 5 días) es eficaz en algunos gatos; sin embargo, puede ser necesario un tratamiento antimicrobiano de mayor duración o un segundo ciclo. La eritromicina (15 mg/kg, PO, cada 12 horas, durante 14 días) puede combinarse con rifampicina u otros fármacos en el tratamiento de perros y gatos. La premafloxacina, una quinolona de amplio espectro, ha demostrado tener eficacia in vitro frente a aislados de R equi.

El desbridamiento quirúrgico y el drenaje de abscesos están indicados en algunos pacientes con lesiones cutáneas. Se recomienda una hidratación y nutrición adecuadas como parte de los cuidados de apoyo. Los AINE pueden usarse para controlar la fiebre y para tratar la artritis u otras manifestaciones inflamatorias.

A pesar del tratamiento antimicrobiano apropiado y los cuidados de apoyo, los animales con dificultad respiratoria, taquicardia, anomalías graves en las imágenes torácicas y osteomielitis tienen un pronóstico desfavorable. Un mal pronóstico también se ha asociado con potros que tienen signos pulmonares y extrapulmonares concomitantes (p. ej., abscesos intraabdominales, derrame pleural, hepatitis, nefritis).

Control y prevención de la infección por Rhodococcus en animales

Se recomiendan procedimientos de control para optimizar la resistencia de los potros a infecciones inducidas por R equi. Es crucial asegurar una adecuada transferencia de inmunoglobulinas de calostro en potros de 1 día de vida. Se han propuesto varias medidas para prevenir y controlar enfermedades, especialmente en potros, por ejemplo, la disminución de la exposición ambiental a R equi, el uso de pruebas de detección para la identificación precoz de los animales afectados, la profilaxis antimicrobiana y el uso de inmunización pasiva (plasma hiperinmune, inmunoglobulinas purificadas) y activa (vacunación).

La exposición de los animales domésticos a R equi en el medio ambiente, especialmente los potros, se sugiere como el principal factor de riesgo de transmisión. Un elevado número de yeguas y potros en granjas endémicas que da lugar a una mayor tasa de excreción fecal de R equi parecen ser factores de riesgo predominantes para la enfermedad equina. Por tanto, se ha recomendado disminuir el número de yeguas y potros, así como la densidad de potros, en granjas endémicas.

La eliminación del exceso de heces de los potreros, establos y pastos podría disminuir la proliferación de R equi y, en consecuencia, los riesgos de infección. No obstante, las altas concentraciones de patógenos R equi se puede encontrar en las heces de los potros clínicamente afectados, porque los potros suelen deglutir el esputo, que contiene estas cepas virulentas, y luego eliminan las bacterias en las heces. Por tanto, los potros con signos clínicos deben ser aislados y sus heces deben ser extraídas inmediatamente como medida para controlar la enfermedad localmente.

La implicación directa del polvo como principal factor de riesgo de transmisión de rodococosis en animales de producción y caballos es controvertida. No obstante, el riego de potreros y establos, además de cultivar hierba en ambientes de potros que son excesivamente polvorientos, puede considerarse para disminuir la aerosolización.

En las yeguadas de cría endémicas, la exploración física regular (incluida la auscultación torácica), la medición de los parámetros hematológicos (recuento de leucocitos, amiloide A sérico y niveles plasmáticos de fibrinógeno) y los procedimientos de diagnóstico por imagen (radiografía de tórax y ecografía) pueden permitir el diagnóstico precoz y el aislamiento de los potros infectados, permitiendo un control adecuado y un tratamiento eficaz.

La administración de plasma hiperinmune es una medida profiláctica alternativa para proporcionar inmunización pasiva de caballos frente a R equi. Se basa en la acción protectora de los componentes plasmáticos (inmunoglobulina, interferón, factores del complemento, citocinas y fibronectina). El plasma hiperinmune reduce la gravedad de los signos clínicos en los potros; sin embargo, no tiene un efecto curativo ni acorta el curso de la enfermedad. Los protocolos de administración varían; sin embargo, el plasma hiperinmune es más eficaz cuando se administra antes de la exposición a R equi. Más comúnmente, se administra al menos 1 L de plasma hiperinmune (o 20 mL/kg), IV, a los potros de 1-60 días de edad. La dosis inicial para los potros se administra de forma variable a los 1-7 días de edad, aunque se han observado mejores resultados si el plasma se administra no más tarde del segundo día de vida. Sin embargo, dado que el nivel de protección proporcionado por el plasma hiperinmune puede disminuir semanas después de la primera dosis, cuando los potros todavía son sensibles a la infección, a menudo se necesita una segunda dosis a las 2-4 semanas de edad. No obstante, dado que los potros están expuestos a la infección temprana (primeros días de vida), la primera dosis es probablemente la más eficaz para la protección. Además, dado que la afección endémica de la enfermedad aparentemente no está determinada por un aislado de R equi específico de yeguada, y dado que los potros pueden infectarse por múltiples cepas simultáneamente, el plasma hiperinmune que se produce a través de la inmunización de caballos en una granja determinada puede usarse en otra yeguada de cría. La gravedad clínica de la neumonía en los potros se ha reducido mediante la inyección de inmunoglobulinas purificadas obtenidas de caballos inmunizados con VAP específicos.

Tratar a todos los potros mediante la administración profiláctica de antimicrobianos durante las primeras semanas de vida, cuando los animales son más sensibles a infecciones inducidas por R equi, es otro abordaje documentado para el control y la prevención. La azitromicina, administrada en las dos primeras semanas de vida, se ha visto favorecida en este abordaje preventivo debido a su disponibilidad oral, su larga semivida y su capacidad para alcanzar concentraciones adecuadas en las células fagocitarias y el tracto pulmonar. Sin embargo, el uso excesivo de azitromicina podría aumentar la presión selectiva hacia los aislados resistentes a los macrólidos, un problema mundial emergente.

Se han propuesto diferentes vacunas para inducir la inmunidad activa en yeguas y potros. La vacunación de yeguas frente a R equi no proporciona una protección adecuada a los potros contra la neumonía o las infecciones extrapulmonares causadas por la transferencia de inmunoglobulinas a través del calostro en las primeras horas de vida, aunque los niveles de anticuerpos específicos pueden estar apreciablemente elevados en el calostro.

La mayoría de los potros expuestos de forma natural a cepas virulentas de R equi desarrollan una respuesta inmunitaria protectora y prolongada. Dado que la inmunidad mediada por células es fundamental para conferir protección frente a infecciones por R equi en los potros, la inmunización activa de los animales jóvenes es probablemente crucial para una protección adecuada. No obstante, la escasa respuesta neonatal o la relativa inmadurez inmunitaria, la interferencia en los anticuerpos maternos y la localización intracelular de R equi limitan la acción de las vacunas convencionales en los potros en condiciones de campo.

Las vacunas muertas han demostrado una falta de capacidad para inducir una respuesta inmunitaria celular frente a R equi. La infección por cepas de R equi que carecen de genes vapA y vapB no inducen protección en los potros, lo que indica que las cepas virulentas son esenciales para la eficacia de las vacunas. Se han propuesto estudios en condiciones experimentales y de campo usando inmunización oral con Salmonella enterica serovariedad Typhimurium portadora del antígeno pVAPA, una vacuna de ADN que contiene el gen vapA, una vacuna intrabronquial con una cepa atenuada de R equi y una vacuna mutante por deleción. Además, se están realizando esfuerzos para desarrollar vacunas prometedoras que utilicen transposones y vacunas recombinantes y de ADN que contengan antígenos VAP. No obstante, hasta la fecha, las vacunas disponibles frente a las infecciones por R equi han demostrado una eficacia inadecuada en la prevención y el control de la enfermedad cuando se aplican a potros o yeguas.

Riesgo zoonótico de la infección por Rhodococcus en animales

La rodococosis humana es una enfermedad oportunista, relacionada con la ocupación. Además, parece ser de naturaleza zoonótica porque, en contraste con cierto tropismo del hospedador de plásmidos de virulencia para algunas especies animales, los tres tipos de pVAP se han detectado en humanos, lo que sugiere que los animales son una fuente de infección en humanos.

Tradicionalmente, el contacto con la tierra o el estiércol, o la inhalación de aerosoles contaminados por el ambiente animal de producción, han sido las principales vías de transmisión de R equi de animales a humanos. Como alternativa, las infecciones en el humanos pueden producirse por contaminación a través de traumatismos transcutáneos, ingestión o heridas o membranas mucosas. Las pruebas recientes apoyan que el consumo de carne de cerdo poco cocinada o productos bovinos contaminados por R equi tipos pVAPB o pVAPN, respectivamente, pueden representar una ruta probable de infección en humanos debido a la contaminación de la carne con contenido en nódulos linfáticos o heces durante el sacrificio. No obstante, también se han descrito signos clínicos en pacientes inmunodeprimidos infectados por R equi.

En humanos se han registrado ocasionalmente signos clínicos extrapulmonares, aunque en los últimos años R equi ha surgido como un patógeno pulmonar en individuos inmunodeprimidos o afectados por afecciones subyacentes, particularmente pacientes trasplantados que reciben terapia inmunosupresora y personas que viven con el VIH/SIDA, con o sin antecedentes de contacto con animales de producción o su entorno. Además, los animales de compañía infectados con lesiones supurantes pueden representar un riesgo para los propietarios inmunodeprimidos. Por tanto, en general, para prevenir la rodococosis, las personas inmunocomprometidas o debilitadas deben evitar el contacto con animales de compañía enfermos, animales de producción o su entorno, así como el consumo de productos porcinos y bovinos poco cocidos.

Puntos clave

  • R equi ha surgido como un patógeno zoonótico supuestamente transmitido por los alimentos, de naturaleza oportunista, asociado con infecciones clínicas piogranulomatosas en animales y humanos.

  • Se distinguen tres tipos de plásmidos de virulencia adaptados al hospedador (pVAPA, pVAPB y pVAPN), con infecciones de origen equino, porcino y bovino o caprino, respectivamente. Los humanos se infectan por los tres tipos de VAP.

  • La neumonía supurativa, la linfadenitis, los abscesos en los órganos y las lesiones cutáneas o subcutáneas son los principales signos clínicos en caballos, animales de producción y perros y gatos.

  • Los antimicrobianos liposolubles son la primera elección en el tratamiento porque alcanzan niveles terapéuticos dentro de los fagocitos infectados.