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Trastornos del estómago e intestinos en los perros

PorStanley I. Rubin, DVM, MS, DACVIM
Última revisión/modificación may 2018

Las enfermedades que afectan al estómago y a los intestinos son frecuentes en los perros. Incluyen enfermedades infecciosas, como enfermedades bacterianas, víricas y parasitarias, y trastornos no infecciosos, como tumores, hinchazón y obstrucción.

Parvovirus canino

La infección por el parvovirus canino es una enfermedad vírica potencialmente mortal que afecta con mayor frecuencia a cachorros o perros adultos no vacunados. El propio virus es resistente a varios desinfectantes comunes y puede sobrevivir durante varios meses o posiblemente años en zonas contaminadas. Los Rottweilers, los Pit Bull Terrier Americanos, los Doberman Pinschers, los Springer Spaniel Ingleses y los Pastores Alemanes corren un mayor riesgo de contraer la enfermedad, pero puede afectar a cualquier raza. Con el tratamiento apropiado, el 68-92 % de los perros afectados sobrevivirán al virus.

El virus se transmite por contacto directo con los perros infectados o sus heces. La transmisión indirecta, como por objetos contaminados por las heces, también es una fuente importante de infección. El virus está presente en las heces hasta 3 semanas después de la infección. Los perros recuperados pueden hacer de portadores.

Después de entrar en el organismo a través de la boca o la nariz, el virus se replica y se disemina al torrente sanguíneo. Ataca a las células que se dividen rápidamente en todo el organismo, especialmente las de la médula ósea, el tejido productor de células sanguíneas y el revestimiento del intestino delgado. La producción del virus en el revestimiento intestinal causa lesiones graves y diarrea sanguinolenta. Las bacterias intestinales normales pueden entrar en el tejido dañado y en el torrente sanguíneo, empeorando la enfermedad. Los perros afectados también pueden tener un número reducido de glóbulos blancos, que suelen proteger al organismo de las infecciones. Esto permite que se produzcan más daños por el virus e infecciones bacterianas secundarias. En los cachorros jóvenes, la infección también puede afectar al corazón en raras ocasiones, dando lugar a signos de insuficiencia cardiaca sin signos digestivos, como la diarrea.

Los perros infectados pueden no mostrar signos de enfermedad. La enfermedad clínica puede desencadenarse por el estrés, como una alimentación o alojamiento inadecuados, y los signos pueden empeorar por otras infecciones del aparato digestivo. El contacto prolongado con un perro que está eliminando grandes cantidades del virus aumenta la probabilidad de infectarse. Un perro infectado puede ser contagioso antes de la aparición de los signos.

Los signos clínicos de la infección se suelen desarrollar en 5-7 días, pero pueden variar de 2 a 4 días. Los signos iniciales pueden ser inespecíficos (p. ej., apatía, pérdida de apetito, fiebre) con progresión a vómitos y diarrea sanguinolenta en 1 a 2 días. El dolor abdominal puede ser un signo de que los intestinos se han bloqueado, lo que requiere tratamiento de urgencia. Los animales gravemente afectados pueden estar en shock. Por otro lado, la infección inaparente también es común. La mayoría de los perros se recupera a los pocos días con un tratamiento de soporte adecuado; otros pueden morir a las pocas horas de la aparición de los signos.

El diagnóstico se basa en la anamnesis y los signos del perro y se confirma con un análisis fecal o de sangre positivo. Las pruebas también pueden detectar la cepa más nueva del virus conocida como CPV-2c. La prueba fecal, que detecta la proteína vírica, puede ser negativa a pesar de la infección si se realiza demasiado pronto en el curso de la enfermedad. Por lo tanto, su veterinario puede tener que repetir la prueba si el historial y los signos apoyan la probable presencia del virus.

Tratamiento y control

No existe un tratamiento específico que elimine el virus. La mayoría de los perros se recupera con los cuidados de apoyo adecuados, que se centran en la reposición de los líquidos y electrolitos perdidos. Las soluciones orales de electrolitos (utilizadas para reponer el sodio y el potasio que se pierde a través de los intestinos) pueden utilizarse en perros ligeramente deshidratados sin antecedentes de vómitos. Los perros más gravemente afectados necesitarán fluidos intravenosos. La mayoría de los perros que sobreviven a los primeros 3-4 días de la enfermedad se recuperan, por lo general en 1 semana. Los vómitos persistentes se pueden controlar con medicamentos recetados. Se pueden añadir antibióticos en los casos en los que es probable que haya una infección bacteriana secundaria.

Siga las instrucciones de su veterinario sobre la dieta de su mascota. Anteriormente se pensaba que había que retirar la comida y el agua hasta que los vómitos hubieran remitido. Sin embargo, ahora se sabe que proporcionar nutrición antes se asocia con una mejoría precoz, aumento de peso y una mejor función intestinal. Por lo tanto, los veterinarios pueden colocar una sonda de alimentación en los perros que no comen solos. Una vez que los vómitos han cesado durante 12-24 horas, pueden introducirse lentamente cantidades pequeñas y frecuentes de una dieta blanda (como el requesón y el arroz o una dieta de prescripción). Si los signos reaparecen después de la alimentación, contacte con su veterinario para obtener instrucciones. Si se tolera la comida, la dieta blanda suele continuar durante 1-2 semanas, tras las cuales se puede reintroducir gradualmente la dieta habitual del perro.

Para limitar la contaminación ambiental y la diseminación a otros animales sensibles, los perros con infección por parvovirus confirmada o sospechada deben manejarse con estrictas rutinas de aislamiento (alojamiento separado, batas y guantes protectores para los cuidadores, limpieza frecuente y a fondo del área, etc.). Las zonas contaminadas deben limpiarse a fondo para eliminar la suciedad visible, las heces y otras materias orgánicas. La lejía doméstica (diluida a 1 parte de lejía por 30 de agua) o los productos comerciales etiquetados para su uso contra el parvovirus pueden inactivar el virus si se aplican en la zona después de la limpieza. Se pueden utilizar las mismas soluciones en los pediluvios para desinfectar el calzado doméstico. Se recomienda desinfectar las manos, la ropa y los recipientes para la comida y el agua y los juguetes del perro.

La vacunación es fundamental para prevenir la infección por el parvovirus canino. La vacunación de los cachorros debe comenzar a las 6-8, a las 10-12 y a las 14-16 semanas de edad, seguida de una revacunación 1 año después y luego cada 3 años. Siga las recomendaciones de vacunación frente al parvovirus de su veterinario para proteger a su mascota. Además, los cachorros deben estar aislados de los perros adultos que regresan de exposiciones o concursos.

Como se ha mencionado anteriormente, el parvovirus puede permanecer viable en el medio ambiente durante un año o más. En una perrera, refugio u hospital veterinario se deben limpiar, desinfectar y secar las jaulas y el equipamiento dos veces antes de volver a usarse. Se pueden aplicar los mismos conceptos a una situación doméstica. La eliminación de la materia orgánica contaminada es importante en las zonas exteriores en las que la desinfección completa no es práctica. Los desinfectantes se pueden aplicar al aire libre con mangueras de rociado, pero serán menos eficaces que cuando se aplican a superficies interiores limpias. En un entorno doméstico solo se debe permitir la entrada de cachorros o perros adultos completamente vacunados a un hogar con un perro al que se le haya diagnosticado recientemente la infección por parvovirus.

Inflamación del intestino grueso (colitis)

El intestino grueso (también llamado colon) ayuda a mantener el equilibrio de líquidos y electrolitos (sales) y a absorber nutrientes; también almacena temporalmente las heces y proporciona un entorno para las bacterias intestinales normales. Cuando el colon está dañado por inflamación, parásitos u otras causas, se suele producir diarrea.

La inflamación del colon (llamada colitis) puede ser de corta o larga duración. En la mayoría de los casos se desconoce la causa; se sospechan causas bacterianas, parasitarias, traumáticas, relacionadas con los riñones y alérgicas. La inflamación puede ser resultado de un defecto de la función del sistema inmunitario del colon. También se ha implicado una reacción exagerada a factores dietéticos o bacterianos dentro del intestino, la predisposición genética o los resultados de enfermedades infecciosas o parasitarias previas.

Los animales con inflamación del colon pueden hacer esfuerzos para defecar y pueden expulsar heces cargadas de moco, que a veces contienen sangre. Las heces suelen tener poco volumen y una consistencia más líquida, con mayor frecuencia. Los perros a menudo tienen accidentes debido a una mayor urgencia. Los perros afectados también pueden tener dolor al defecar. La pérdida de peso y los vómitos son raros y mucho menos frecuentes que en los perros con enfermedades del intestino delgado. Los signos pueden aparecer y desaparecer pero tienden a empeorar con el tiempo.

Si es posible, la causa de la inflamación se debe identificar y eliminar. Su veterinario realizará una exploración física, seguida de las pruebas apropiadas (que pueden incluir tomar muestras de sangre, orina y heces, radiografías o ecografías abdominales, endoscopia o biopsia, según sea necesario). El tratamiento se basa en la causa de la inflamación.

Siga las recomendaciones dietéticas de su veterinario. Es posible que se le pida que retire la comida durante 1 o 2 días para que "descanse" el aparato digestivo del animal. Una vez que se reanuda la alimentación, se puede añadir fibra soluble a la dieta. Con el tiempo, la dosis de fibra puede reducirse o eliminarse y sustituirse por un alimento estándar para perros sin que vuelva a producirse la diarrea. Cuando se reanude la alimentación por primera vez, se le puede aconsejar que proporcione alimentos con un tipo de proteína que su perro no haya comido anteriormente, como pato, cordero, canguro o venado. Este cambio es para reducir la posibilidad de que su mascota tenga una reacción alérgica a las proteínas alimentarias. Hay algunos otros tipos de dietas que los veterinarios pueden recomendar para la colitis de larga duración.

La suplementación de la dieta con fibra mejora la diarrea en muchos animales. Sin embargo, la adición de fibra por sí sola no suele resolver los signos de la diarrea del intestino grueso en los perros. Para ayudar a que la inflamación se resuelva más rápidamente, su veterinario puede añadir antiinflamatorios al cambio de dieta. En los perros que no responden inicialmente se puede utilizar una medicación antiinflamatoria alternativa o adicional. Algunos animales necesitan el uso adicional a corto plazo de medicamentos antidiarreicos hasta que se controle la inflamación, pero no use estos medicamentos a menos que se lo recomiende un veterinario. También se pueden recomendar medicamentos antiparasitarios.

Es probable que la colitis a largo plazo mejore inicialmente, pero los signos reaparecen con frecuencia. La mayoría de los perros con enfermedad inflamatoria intestinal no se pueden curar y necesitarán algún tipo de tratamiento a largo plazo. Muchas de las causas hereditarias de la colitis a largo plazo tienen un mal pronóstico. Por favor, ver Trastornos congénitos y hereditarios del aparato digestivo de los perros para más información.

¿Cómo puede la fibra ayudar con la diarrea?

La fibra dietética reduce el agua libre en las heces, prolonga el tiempo de permanencia de los alimentos en los intestinos (aumentando la oportunidad de que los alimentos absorban agua), absorbe venenos, aumenta el volumen fecal, estira el músculo liso del colon y mejora la capacidad de contracción de los intestinos.

Estreñimiento

El estreñimiento se refiere a la eliminación difícil o infrecuente de las heces, que suelen estar secas y duras. Es un problema frecuente en perros. En la mayoría de los casos el problema se corrige fácilmente; sin embargo, en los animales más enfermos, la afección puede ser grave. Cuanto más tiempo permanezcan las heces en el colon, más secas, duras y difíciles de expulsar se vuelven. La obstipación es el estreñimiento que resiste al tratamiento, en el que el animal es incapaz de defecar con éxito.

El estreñimiento de larga duración puede deberse a una obstrucción en el interior de los intestinos, a una constricción desde fuera de los intestinos o a problemas neuromusculares del propio colon. La obstrucción es más frecuente y se debe a la incapacidad del perro para expulsar materia poco digerible y a menudo dura (como pelo o huesos) que se ha mezclado con la materia fecal. La falta de consumo de agua o la resistencia a defecar de forma regular debido a situaciones ambientales como estrés o dolor que se producen durante la defecación contribuyen a la formación de heces duras y secas. En otros casos, los tumores pueden bloquear el paso de las heces. La constricción puede estar causada por la compresión del colon o del recto por un hueso pélvico estrecho (p. ej., si una pelvis rota se cura de forma incorrecta), un agrandamiento de la próstata o de los nódulos linfáticos, o un cáncer. El estreñimiento también puede deberse a problemas neuromusculares, que pueden estar causados por hipotiroidismo, disautonomía, enfermedad de la médula espinal, disfunción de los nervios pélvicos o anomalías electrolíticas. Algunos fármacos pueden causar estreñimiento como efecto secundario.

Los signos de estreñimiento incluyen el esfuerzo para defecar y el paso de heces duras y secas. Si el paso de las heces está obstaculizado por un aumento de tamaño de la próstata o de los nódulos linfáticos, las heces pueden ser finas o en forma de cinta. Las heces suelen ser fétidas. Algunos animales están bastante enfermos y también presentan letargo, depresión, pérdida de apetito, vómitos y molestias abdominales. Su veterinario puede confirmar la presencia de materia fecal retenida palpando el abdomen y realizando un examen rectal. Las radiografías abdominales pueden ayudar a establecer la causa de la retención fecal e indicar si las heces contienen materias extrañas, como huesos. Asegúrese de informar a su veterinario sobre cualquier tendencia que tenga su mascota a comer huesos, basura u otras materias duras. Pueden ser necesarias otras pruebas en casos de estreñimiento u obstipación a largo plazo.

Los perros afectados deben recibir mucha agua. El estreñimiento leve a menudo se puede tratar cambiando a una dieta rica en fibra, evitando que el perro coma huesos u otros objetos, proporcionando acceso fácil al agua y usando laxantes apropiados (por lo general solo durante un periodo corto de tiempo). Si se prescriben laxantes, serán los adecuados para su mascota. Los laxantes formulados para humanos pueden ser muy peligrosos para los animales, especialmente para los gatos. En los casos más graves de estreñimiento, un veterinario puede eliminar las heces retenidas mediante enemas o extracción manual mientras su mascota está bajo anestesia general. La eliminación completa de todas las heces puede requerir 2 o 3 intentos durante varios días. Para prevenir las recidivas, los veterinarios suelen recomendar una dieta rica en fibra, fácil acceso al agua y oportunidades frecuentes para defecar. Los animales con estreñimiento de larga duración que no responden a los cambios en la dieta y a los medicamentos pueden necesitar cirugía.

Dilatación y vólvulo gástrico

La dilatación y vólvulo gástrico, o DVG es una urgencia que pone en peligro la vida. Está causada por la torsión del estómago a lo largo de su eje y la acumulación de gas con o sin líquido en el estómago.

La DVG suele afectar principalmente a perros grandes, de tórax profundo. El estrés puede desencadenar un episodio agudo de hinchazón. Otros factores de riesgo son un tamaño corporal delgado, un comportamiento agresivo o temeroso, comer una vez al día, alimentación seca y comer rápidamente. La incidencia aumenta con la edad. Los Doberman Pinschers, los Pastores Alemanes, los Caniches estándar, los Gran Daneses, los San Bernardos, los Setter Irlandeses, los Weimaraners, los Bassett Hounds y los Setter Gordon son los más afectados. Los perros que tienen un padre, un hermano o una descendencia con la afección también tienen un mayor riesgo.

Los perros con DVG suelen haber ingerido una comida copiosa, seguida de ejercicio e intentos repetidos e infructuosos de vomitar. Los signos de DVG pueden incluir inquietud, malestar aparente, respiración rápida, dolor y dilatación abdominal, arcadas repetidas no productivas y babeo excesivo. Su veterinario puede notar un pulso rápido y débil, membranas mucosas pálidas y otros signos de shock. También puede desarrollarse una frecuencia cardiaca irregular. Los veterinarios suelen usan radiografías para diagnosticar la rotación del estómago, pero otras técnicas de imagen pueden ser útiles.

El éxito depende de un diagnóstico y tratamiento rápidos por parte de un veterinario. Los primeros objetivos del tratamiento son estabilizar al animal y descomprimir el estómago. El perro puede necesitar fluidos intravenosos para contrarrestar el shock. La presión dentro del estómago se aliviará tan pronto como sea posible. Esto se puede hacer pasando una sonda a través de la boca hasta el estómago. Una vez que la sonda ha entrado en el estómago, el gas escapa fácilmente. El exceso de líquido y de comida se pueden retirar por gravedad y succión. Una vez descomprimido el estómago, el veterinario puede lavarlo con agua templada o suero fisiológico para eliminar cualquier resto. Si no se puede introducir una sonda en el estómago, el exceso de gases puede aliviarse introduciendo una aguja grande y hueca y un catéter directamente en el estómago a través de la piel.

A continuación, se realiza una cirugía para evaluar el estado del estómago y el bazo, eliminar cualquier tejido muerto, recolocar el estómago en su ubicación normal y fijar el estómago a la pared abdominal en un intento de disminuir la probabilidad de que vuelva a torsionarse. El algunos casos se extrae el bazo. La comida se suele retirar durante las primeras 48 horas después de la cirugía. Se pueden prescribir fármacos para controlar el dolor y los vómitos, si es necesario.

Las complicaciones de la cirugía incluyen ritmos cardiacos anómalos (arritmias), infecciones sanguíneas, inflamación grave del revestimiento del abdomen (peritonitis) y un trastorno de la coagulación grave llamado coagulación intravascular diseminada. Aproximadamente un 25-30 % de los perros mueren debido a la DVG. Busque atención veterinaria inmediatamente si su perro muestra signos de DVG; hacerlo puede aumentar sus posibilidades de supervivencia.

Si su perro tiene tendencia a desarrollar DVG, su veterinario puede recomendarle que le dé comidas más pequeñas con mayor frecuencia a lo largo del día, en vez de pocas comidas grandes. Debe evitarse el ejercicio excesivo, especialmente después de comer, para disminuir la probabilidad de DVG, y debe evitarse el consumo de grandes volúmenes de agua después del ejercicio para limitar la distensión del estómago. Además, su veterinario puede recomendar un procedimiento quirúrgico para ayudar a prevenir la DVG.

Inflamación del estómago (gastritis)

La gastritis es un vómito súbito o de larga duración causado por una inflamación del estómago. Puede estar causada por la ingesta de algo que irrite o lesione el revestimiento del estómago, infecciones, parásitos, enfermedades del organismo, fármacos o venenos. En los casos de gastritis aguda, los vómitos son súbitos y el material vomitado puede contener muestras de lo que comió la mascota (p. ej., hierba). También puede haber bilis, espuma, sangre fresca o sangre digerida con aspecto de posos de café. Un perro puede señalar el dolor abdominal mostrando una posición de "rezo", con los cuartos traseros levantados y el pecho y las extremidades anteriores pegadas al suelo; esta posición parece proporcionar cierto alivio. La sed excesiva suele ir seguida de vómitos inmediatos en los perros con gastritis repentina. También puede observarse diarrea. Los vómitos de corta duración u ocasionales no suelen estar asociados a otras anomalías; sin embargo, los vómitos de larga duración pueden estar asociados a debilidad, letargo, pérdida de peso, deshidratación y desequilibrio electrolítico (sales) y trastornos ácido-base. La gastritis linfoplasmocitaria, la gastritis eosinofílica, la gastritis atrófica crónica y la gastropatía hipertrófica crónica son trastornos que causan gastritis a largo plazo.

El diagnóstico suele hacerse evaluando el historial del perro, una exploración física y la respuesta al tratamiento. Pueden ser necesarios análisis de sangre, orina y heces, así como radiografías y/o una ecografía abdominal. La visualización del estómago con un endoscopio largo y flexible (endoscopia) y la evaluación de muestras de tejido pueden ser necesarias en los perros que tienen gastritis de larga duración.

El tratamiento y el control son los mismos que para los vómitos. El pronóstico depende de la causa de los vómitos y de la capacidad para detenerlos o controlarlos. La gastritis de corta duración suele responder bien al ayuno y a evitar el consumo de lo que haya desencadenado la afección. El pronóstico para la gastritis a largo plazo es variable. La investigación está en curso en esta área y los ensayos de varias dietas y medicamentos pueden proporcionar nuevos tratamientos en los próximos años.

Cánceres del aparato digestivo

El cáncer del aparato digestivo es poco frecuente, ya que los tumores de estómago representan menos del 1 % y los tumores intestinales menos del 10 % de todos los cánceres en pequeños animales. La edad media de los perros con cáncer del tracto digestivo es de 6-9 años. El adenocarcinoma y el linfoma se observan con más frecuencia. Los Pastores Belgas tienen un mayor riesgo de cáncer de estómago. Los tumores colorrectales son más prevalentes en Boxers, Pastores Alemanes, Caniches, Gran Daneses y Spaniels. No se han identificado causas específicas para la mayoría de los tipos de tumores gastrointestinales. Los tumores en el aparato digestivo de los perros tienden a ser malignos, lo que significa que es probable que sean agresivos y se diseminen a otras partes del organismo.

Los signos de un posible tumor varían en función de su localización y extensión y de las consecuencias asociadas. Los signos más frecuentes son vómitos (a veces con sangre), diarrea (también con sangre), falta de apetito, pérdida de peso y letargo. El estreñimiento y el esfuerzo al defecar son más probables con los cánceres de colon o de recto. El dolor abdominal y la acumulación de líquido en el abdomen pueden sugerir que se ha producido una infección abdominal asociada con la rotura de un intestino afectado. Los perros con cáncer gastrointestinal también pueden tener signos de anemia, como encías pálidas.

Un tumor puede ser detectado por un veterinario al palpar el abdomen y confirmarse por radiografías de contraste (que usan un colorante especializado que aparece en la radiografía) o por ecografía abdominal. También se puede encontrar sangrado de un tumor durante un examen rectal. Pueden tomarse muestras de biopsia durante la cirugía abdominal o, posiblemente, la endoscopia. El examen microscópico de la biopsia por un patólogo puede confirmar el diagnóstico.

La extirpación quirúrgica suele ser el tratamiento de elección. El linfoma dentro del tracto digestivo se suele tratar con quimioterapia. Su veterinario también intentará determinar el grado de diseminación del cáncer. El pronóstico puede variar de excelente a malo, según el tipo específico de tumor, si se ha diseminado a otros órganos, el número de tumores presentes y si se puede extirpar todo el cáncer. El pronóstico de los tumores malignos suele ser malo, con una supervivencia media de menos de 6 meses.

Obstrucción gastrointestinal

Para que un animal absorba los nutrientes de su comida, la comida debe pasar del estómago a los intestinos. El movimiento de los alimentos fuera del estómago se puede restringir o detener debido a tumores, cuerpos extraños, pólipos, úlceras y crecimiento excesivo del revestimiento del estómago.

La obstrucción intestinal puede ser parcial o completa y puede estar causada por cuerpos extraños, por el repliegue "telescópico" del intestino (llamado intususcepción), por la hinchazón, por la incarceración (como la constricción de una hernia), por ciertas infecciones y por tumores.

Obstrucción gastrointestinal, perro

Los signos de obstrucción del intestino delgado varían según su causa, localización, duración y si causa una obstrucción parcial o completa del contenido intestinal. Los signos suelen incluir letargo, pérdida de apetito y vómitos. También puede producirse diarrea, pérdida de peso, dolor abdominal, dilatación abdominal, fiebre o temperatura corporal por debajo de lo normal, deshidratación y shock. El perro puede ser incapaz de dejar de vomitar, lo que puede tener consecuencias que amenazan la vida. Los intestinos se distienden primero por la acumulación de gas. A esto le sigue la pérdida de aporte sanguíneo a los intestinos. Sin tratamiento, la muerte por shock causado por la pérdida de líquido puede producirse en un corto periodo de tiempo.

La obstrucción que se produce cerca del comienzo de los intestinos (el más cercano al estómago) tiende a causar vómitos más graves y más frecuentes.

La intususcepción (repliegue telescópico de los intestinos) puede causar vómitos, dolor abdominal y diarrea con poca sangre. Las intususcepciones son más comunes en perros jóvenes.

En la incarceración intestinal, un asa intestinal se atasca a través de un punto débil en la pared del cuerpo (hernia), causando que se hinche y atrape el alimento digerido en su interior. El perro presentará típicamente dolor abdominal que evoluciona rápidamente a shock. Esto se produce porque la incarceración del intestino afectado da lugar a la proliferación de bacterias dentro del asa intestinal estancada y a la muerte de los tejidos, lo que provoca un shock.

Los perros jóvenes de razas grandes son más propensos a tener una obstrucción causada por ingerir un cuerpo extraño. Muchos perros con un historial de comer objetos inapropiados continúan con esa práctica incluso después de haber experimentado molestias en el pasado. Cuando lleve a su perro para que lo examinen, asegúrese de informar al veterinario de los hábitos alimenticios de su mascota y de cualquier acceso a cuerdas o hilos, telas, agujas de coser u objetos similares. Si faltan objetos, como juguetes, en su casa, esta información puede ser importante y debe comunicarse al veterinario. Tragarse de objetos extraños largos y delgados, como cuerdas o hilos, es mucho más común en gatos que en perros, pero cuando ocurre, estos objetos pueden causar más daño que otros tipos de material extraño.

El examen del abdomen puede proporcionar al veterinario indicios de dolor, peritonitis, agrandamiento de órganos, asas intestinales engrosadas o gases. Un examen rectal puede proporcionar indicios de ingestión de objetos no alimenticios o de sangre. Las radiografías abdominales pueden mostrar cuerpos extraños, masas, obstrucción, líquido abdominal o hinchazón. Las radiografías de contraste o la ecografía son útiles para diagnosticar la intususcepción y algunos cuerpos extraños. El examen endoscópico emplea una cámara diminuta al final de un tubo flexible. Este procedimiento es útil para identificar cuerpos extraños o tumores en el estómago. Si se encuentra una obstrucción, el veterinario puede utilizar el endoscopio para ayudar a extraer el objeto. Si el objeto no se puede extraer de esta manera, puede ser necesaria la cirugía. Los veterinarios pueden tomar varias series de radiografías durante horas o días para ver si los cuerpos extraños pequeños y lisos pueden pasar a través del tracto intestinal sin cirugía. Sin embargo, la cirugía suele ser necesaria para aliviar la causa de las obstrucciones gastrointestinales.

Los animales con signos generales de enfermedad, como debilidad y deshidratación, se benefician de los fluidos intravenosos. Los perros con una obstrucción causada por comer un cuerpo extraño tienden a evolucionar bien si se diagnostican y tratan rápidamente. Los animales con complicaciones graves (como infecciones abdominales o recuentos bajos de proteínas) tienen mayor riesgo de fracaso quirúrgico. Las intususcepciones que se encuentran cerca del estómago están asociadas con un alto riesgo de muerte.

Úlceras gastrointestinales

Las úlceras gastrointestinales pueden estar causadas por varios factores, incluyendo fármacos, tumores, infecciones y enfermedades generalizadas. Los ácidos y las enzimas digestivas que se encuentran en el estómago descomponen los alimentos; el revestimiento del estómago debe proteger al resto del estómago de estos procesos potencialmente dañinos. Las úlceras de estómago se producen como resultado de la rotura de la barrera normal del revestimiento del estómago y se agravan por un incremento del ácido clorhídrico o la pepsina (una enzima digestiva). Los trastornos que provocan una mayor producción de ácido o que dañan el revestimiento del estómago aceleran la formación de úlceras.

Causas frecuentes de úlceras gastrointestinales en los perros

  • Fármacos: antiinflamatorios no esteroideos (como aspirina, fenilbutazona, ibuprofeno, meloxicam, carprofeno, flunixino meglumina y firocoxib) y corticoesteroides.

  • Cáncer: linfoma, adenocarcinoma, leiomioma, leiomiosarcoma, gastrinoma y mastocitoma.

  • Enfermedad de otros órganos o sistemas; enfermedad renal o hepática, shock, función disminuida de la glándula adrenal, septicemia, lesión espinal y pancreatitis.

  • Otras causas: obstrucción de la salida del estómago, enfermedad inflamatoria intestinal, inflamación crónica del estómago, estrés, ejercicio extremo.

Los animales con úlceras de estómago pueden no presentar signos. En otros casos pueden tener un historial que incluya vómitos, a veces con sangre fresca o digerida, y molestias abdominales. Pueden observarse heces oscuras teñidas de sangre y encías pálidas que sugieren anemia. Los perros también pueden tener un apetito disminuido. Algunos signos pueden indicar la causa de la úlcera (p. ej., signos relacionados con la insuficiencia renal).

En los perros que tienen antecedentes de vómitos, malestar abdominal, pérdida de apetito o pérdida de peso inexplicable, hay varias pruebas que su veterinario podría realizar en un intento de diagnosticar la causa. Estas pueden incluir un hemograma completo, un perfil bioquímico, un análisis de orina y una valoración de parásitos. También pueden ser necesarios otros análisis de sangre. Se pueden utilizar ecografías o radiografías abdominales para descartar otras afecciones. En los casos en los que la causa no está clara o en aquellos con una enfermedad gastrointestinal aparente se suele recomendar una endoscopia y una biopsia.

El objetivo del tratamiento de las úlceras es determinar la causa de estas y, a continuación, eliminarlas o controlarlas. Es fundamental proporcionar cuidados de apoyo. La medicación dirigida a la propia úlcera reduce la acidez gástrica, evita una mayor destrucción del revestimiento del estómago y favorece la curación de la úlcera. En general, el tratamiento se prolonga de 6 a 8 semanas. El manejo dietético incluye el uso de dietas blandas (a menudo dieta de prescripción o pollo y arroz). Los antibióticos pueden estar indicados para algunos perros.

Lo ideal es que la cicatrización de la úlcera se controle con endoscopia, aunque los costes y la tolerancia del animal al procedimiento pueden limitar su uso. Si las úlceras no responden al tratamiento médico adecuado se hace necesaria una biopsia del estómago y del intestino delgado. Se pueden necesitar varias biopsias porque las lesiones evidentes pueden no ser aparentes o estar localizadas esporádicamente en todo el intestino.

El pronóstico para perros con úlceras gastrointestinales es bueno. Sin embargo, el pronóstico es malo para los que tienen úlceras asociadas a una insuficiencia renal o hepática y para los animales con cáncer, como el carcinoma de estómago y el gastrinoma. Si la úlcera se extiende a través del estómago o la pared intestinal, los alimentos y los líquidos digestivos pueden escapar hacia el abdomen. Hasta el 70 % de estos perros pueden morir a causa de esta grave complicación.

Gastroenteritis hemorrágica

La gastroenteritis hemorrágica se caracteriza por la aparición repentina de vómitos y diarrea hemorrágica en perros previamente sanos. La causa es desconocida, pero puede implicar una respuesta anormal a las bacterias. Pueden resultar afectados perros de cualquier sexo o edad. Los perros jóvenes, de razas enanas y miniatura, parecen estar predispuestos a esta afección. Los Yorkshire Terriers, los Pinschers miniatura, los Caniches miniatura, los Bichones Malteses y los Schnauzers miniatura pueden verse afectados con más frecuencia que otras razas.

La enfermedad se suele observar en perros jóvenes (5 años de media) y se caracteriza por la aparición repentina de vómitos y diarrea con sangre, pérdida de apetito, dolor abdominal y depresión. La enfermedad no es contagiosa y puede producirse sin cambios obvios en la dieta, el entorno o la rutina diaria. Los vómitos y la diarrea intensos pueden provocar un shock causado por la deshidratación. La afección se diagnostica en función de los análisis de sangre y la presencia de signos en razas predispuestas. Los veterinarios también pueden recomendar un cultivo de las heces. Pueden ser necesarias otras pruebas para descartar otras afecciones que pueden causar signos similares.

La mayoría de los perros responden al tratamiento veterinario de apoyo, incluyendo el tratamiento con fluidos y antibióticos. Los perros pueden desarrollar shock a menos que se les proporcione un soporte de fluidos. Siga las recomendaciones de su veterinario sobre alimentos y agua. Las complicaciones graves son poco frecuentes, y la mayoría de los perros se recuperan de la gastroenteritis hemorrágica.

Enfermedad inflamatoria intestinal

La enfermedad inflamatoria intestinal es en realidad un grupo de enfermedades digestivas que se reconocen por ciertos signos persistentes (véase más adelante) y por la presencia de inflamación sin una causa conocida. Las distintas formas de la enfermedad se clasifican por su localización y el tipo de células involucradas.

Se desconoce la causa de la enfermedad inflamatoria intestinal. Aunque las alergias alimentarias son una causa poco probable en la mayoría de los casos, pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad en ciertas formas (como causar inflamación a través de reacciones alérgicas excesivas a los alimentos, bacterias o parásitos dentro del intestino). La inflamación daña la barrera mucosa que protege el revestimiento intestinal, haciéndolo aún más sensible a los antígenos. La inflamación persistente produce engrosamiento y otros cambios en el revestimiento del intestino.

La enfermedad inflamatoria intestinal parece afectar a perros de todas las edades, sexos y razas, aunque puede ser más frecuente en los Pastores Alemanes, los Yorkshire Terriers y los Cocker Spaniels. Algunas formas son más comunes en ciertas razas, como el Soft Coated Wheaten Terrier, el Basenji, el Lundehund Noruego y el Boxer. La edad media de aparición de los signos de la enfermedad es de 6 años en los perros, pero puede aparecer en perros de menos de 2 años. Los signos suelen estar presentes durante periodos prolongados y a veces aparecen y desaparecen. Pueden producirse vómitos, diarrea, cambios en el apetito y pérdida de peso. A menudo se observan vómitos, heces oscuras y dolor abdominal con las úlceras y la erosión del estómago y la parte superior del intestino delgado. Si la afección causa una pérdida excesiva de proteínas en las heces (enteropatía perdedora de proteínas), los signos incluyen pérdida de peso, vómitos, diarrea, abdomen hinchado y retención de líquidos. Los signos de diarrea del intestino grueso son frecuentes, como la pérdida de apetito y la diarrea acuosa.

La enfermedad inflamatoria intestinal puede ser difícil de diagnosticar porque muchos de sus signos se encuentran también en otras enfermedades. Los veterinarios a menudo usan pruebas de sangre, orina y heces para descartar otras enfermedades e identificar complicaciones, como niveles bajos de proteína o electrolitos. Una ecografía abdominal puede ayudar a identificar secciones anormales del tracto digestivo. Los cambios intestinales causados por la enfermedad se pueden observar usando un endoscopio en algunos casos. Las biopsias de tejido obtenidas con un endoscopio o cirugía son necesarias para el diagnóstico de la enfermedad inflamatoria intestinal.

Los objetivos del tratamiento son reducir la diarrea y los vómitos, fomentar el aumento de peso y disminuir la inflamación intestinal. Si se puede identificar una causa (como la dieta o parásitos), esta se debe eliminar. La modificación de la dieta, sin otro tratamiento, puede ser eficaz en algunos casos. En otros casos, los cambios en la dieta pueden mejorar el tratamiento médico, permitiendo reducir o suspender la dosis del fármaco una vez que los signos mejoren. Los glucocorticoides, fármacos que son antiinflamatorios y suprimen el sistema inmunitario, se encuentran entre los fármacos más utilizados en el tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal. También se pueden recomendar antiparasitarios, ciertos antibióticos, suplementos vitamínicos u otros antiinflamatorios.

Su veterinario puede recomendarle una dieta hipoalergénica o de eliminación. Esto significa proporcionar a su mascota una nueva fuente de proteínas y otros cambios. La dieta recomendada puede ser casera, como una dieta de cordero y arroz o venado y arroz, o comercial. Las dietas comerciales con estos ingredientes suelen estar disponibles en las clínicas veterinarias más que en los establecimientos comerciales. La nueva dieta debe ser la única fuente de alimento durante un periodo mínimo (a menudo 4-6 semanas), y no se deben dar golosinas de ningún tipo a menos que lo apruebe el veterinario. Los perros con diarrea de intestino grueso pueden beneficiarse de dietas ricas en fibra insoluble. Sin embargo, la suplementación de fibra dietética por sí sola rara vez es eficaz en casos graves. Su veterinario le recetará una dieta que se adapte a su mascota, a su dieta previa y a la gravedad de la enfermedad.

La respuesta al tratamiento varía entre animales y el pronóstico es incierto. La calidad de vida del perro puede ser mala. Los animales con bajos niveles de proteína, cambios marcados en las biopsias de tejido o tejido cicatricial en el tracto digestivo tienden a evolucionar peor que aquellos sin estos cambios. Las recidivas de los signos son frecuentes y a menudo se desencadenan por cambios en la dieta.

Malabsorción

La malabsorción es la absorción deficiente de un nutriente que procede de la interferencia en su digestión, absorción o ambas. La interferencia en la digestión de los alimentos en los perros suelen deberse a la falta de determinadas enzimas del páncreas, lo que se denomina insuficiencia pancreática exocrina, mientras que la mayoría de los casos de fallo de absorción están causados por una enfermedad del intestino delgado.

Los signos de malabsorción se deben principalmente a la falta de absorción de nutrientes y a su pérdida en las heces. Los signos suelen incluir diarrea prolongada, pérdida de peso y alteración del apetito (pérdida de apetito o ingesta excesiva). Sin embargo, la diarrea puede estar ausente incluso cuando la enfermedad es grave. La pérdida de peso puede ser considerable a pesar de tener buen apetito, y a veces se caracteriza por la ingestión de heces u objetos no alimenticios. Los perros con malabsorción por lo general parecen sanos en otros aspectos, a menos que haya inflamación grave o cáncer. Los signos no específicos incluyen deshidratación, anemia, sangre oscura en las heces o retención de líquidos. Un veterinario puede detectar asas intestinales engrosadas o nódulos linfáticos abdominales aumentados de tamaño.

El diagnóstico de la malabsorción puede ser complejo, ya que la diarrea a largo plazo y la pérdida de peso son signos comunes en varias enfermedades, incluyendo la malabsorción. Un diagnóstico exacto puede requerir más de una visita. Es necesario realizar un examen exhaustivo de los perros con signos de malabsorción para determinar si estos están causados por una enfermedad generalizada o metabólica subyacente. Ciertas pruebas pueden ayudar a determinar si los signos se deben a una afección como la enfermedad inflamatoria intestinal (véase anteriormente), enfermedad hepática o parásitos. Los antecedentes del perro son especialmente importantes porque pueden sugerir una alergia alimentaria específica, el consumo de productos no alimenticios u otra sensibilidad. La pérdida de peso puede indicar malabsorción o una enfermedad perdedora de proteínas, pero también puede deberse a la pérdida de apetito, a los vómitos o a una enfermedad no digestiva. Hay ciertas características que ayudan a diferenciar la diarrea del intestino delgado de la diarrea del intestino grueso. La sospecha de enfermedad del intestino grueso en perros puede evaluarse más a fondo mediante una biopsia del revestimiento intestinal. Sin embargo, si los signos van acompañados de pérdida de peso o de grandes volúmenes de heces, es probable que el intestino delgado también esté afectado. Las pruebas iniciales suelen incluir pruebas de sangre, orina y heces, radiografías y una ecografía abdominal. También pueden ser necesarios análisis de sangre especializados y biopsias de tejidos.

El tratamiento de la malabsorción implica cambio de dieta, manejo de las complicaciones y tratamiento de la causa, si se puede identificar. Si la malabsorción está causada por insuficiencia pancreática exocrina, el tratamiento consiste en alimentar con una dieta especial baja en fibra que contenga niveles moderados de grasa o grasa altamente digerible, carbohidratos muy digeribles y proteínas de alta calidad. También es necesaria la suplementación con extracto pancreático para proporcionar las enzimas faltantes. Si la respuesta del perro al tratamiento sustitutivo pancreático es mala, se puede sospechar un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado. En este caso, se puede tratar al perro con antibióticos orales durante aproximadamente 1 mes para reducir el sobrecrecimiento bacteriano. El tratamiento eficaz de la enfermedad del intestino delgado depende de la naturaleza del trastorno, pero cuando no se puede hacer un diagnóstico específico se pueden administrar tratamientos a modo de prueba.

La modificación de la dieta es un aspecto importante del manejo de la enfermedad del intestino delgado. Su veterinario le puede recomendar que alimente a su mascota con una dieta de exclusión consistente en una única fuente de proteínas (a la que su perro no haya estado expuesto previamente) como prueba cuando se sospeche una sensibilidad alimentaria. Es muy importante que proporcione la dieta especial y la medicación prescrita para su mascota exactamente como se le haya indicado. A menudo, los propietarios se ven tentados a proporcionar un "premio especial" que no está en la dieta, aunque se les haya indicado que no lo hagan. No seguir la dieta prescrita puede retrasar el diagnóstico y retrasar el tratamiento que su mascota necesita. Los propietarios pueden recompensar a sus mascotas durante este tiempo con caricias, una manta nueva o un juguete adecuado, o alguna otra recompensa que no sea comida. A menudo, la mejor recompensa para la mascota son periodos prolongados de atención.

El pronóstico es bueno para los perros con malabsorción si hay una causa simple. Por ejemplo, el 85 % de los perros con insuficiencia pancreática exocrina responderán bien al tratamiento con enzimas pancreáticas. El pronóstico es peor para los perros con enfermedad grave del intestino delgado, cáncer, retención de líquidos causada por bajos niveles de proteína, pérdida grave de peso, bajos niveles sanguíneos de vitamina B12 o falta de apetito.

Para más información

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