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Enfermedad del gusano del corazón en perros, gatos y hurones

(Dirofilariosis, dirofilariasis)

PorClarke E. Atkins, DVM, DACVIM
Revisado/Modificado ago 2020 | Modificado may 2023

La dirofilariosis, producida por Dirofilaria immitis, afecta principalmente a las arterias pulmonares, y produce inflamación, disfunción vascular e hipertensión pulmonar. En segundo lugar, esto da lugar a una sobrecarga de la presión cardiaca derecha e insuficiencia pulmonar progresiva. Los problemas terciarios incluyen migración aberrante de las dirofilarias, síndrome de la vena cava, coagulopatías (CID) e insuficiencia cardiaca. La mayoría de los perros infestados están afectados de forma subclínica, pero los signos clínicos más comunes son pérdida de peso, intolerancia al ejercicio, tos y dificultad para respirar. La prevención, con lactonas macrocíclicas, es crucial. La eliminación de una infestación por dirofilarias suele necesitar melarsomina, un compuesto de arsénico orgánico, administrado por vía IM en tres inyecciones. El uso crónico de ciertas lactonas macrocíclicas con doxiciclina también ha sido eficaz cuando la melarsomina no puede usarse o no está disponible.

Especies comúnmente afectadas:

  • Perros

  • Coyotes

La dirofilariosis es una infestación causada por una filaria, Dirofilaria immitis. Al menos 70 especies de mosquitos sirven de hospedadores intermediarios: Aedes, Anopheles y Culex son los géneros que actúan con mayor frecuencia como vectores.

La infestación patente puede manifestarse en numerosas especies animales, tanto silvestres como de compañía. Los reservorios en la fauna silvestres incluyen los lobos, los coyotes, los zorros, las focas grises de California, los leones marinos y los mapaches. En los animales de compañía, la dirofilariosis se diagnostica principalmente en perros y con menor frecuencia, en gatos y hurones.

Se han descrito comúnmente casos de dirofilariosis en la mayoría de los países con clima templado, semitropical o tropical incluidos los EE. UU., Canadá, Australia, América Latina y el sur de Europa.

En los animales de compañía, el riesgo de infestación es más elevado en perros y gatos de exterior. Aunque cualquier perro o gato, de interior o de exterior, se puede infestar, la mayoría de infestaciones se diagnostican en perros de exterior de tamaño mediano a grande, de 3-8 años de edad en áreas endémicas.

Los dípteros infestados pueden transmitir las dirofilarias a las personas, pero hasta la fecha no existen registros de que estas infestaciones lleguen a ser manifiestas. La maduración de las larvas con capacidad de infestar puede progresar hasta que llegan a los pulmones, se encapsulan y mueren. Las larvas muertas provocan reacciones granulomatosas denominadas "lesiones en pila de moneda", que son visibles con radiografías torácicas y pueden asemejarse al aspecto radiográfico del cáncer de pulmón.

Las tasas de infestación por Dirofilaria en otros animales de compañía como los hurones y los gatos son menores, pero tienden a ser paralelas a las de los perros de la misma región geográfica. No se ha detectado una preferencia por determinadas edades en hurones o gatos, pero sí se ha descrito una mayor sensibilidad de los gatos machos con respecto a las hembras. Pueden infestarse hurones y gatos, tanto de interior como de exterior. En los gatos, otras infecciones como las causadas por el virus de la leucemia felina o el virus de la inmunodeficiencia felina no son factores predisponentes.

Ciclo biológico

Las especies vectores de mosquitos adquieren las microfilarias (fase larval neonatal) cuando se alimentan en un hospedador infectado. Una vez ingeridas por el mosquito, las microfilarias se desarrollan a la primera fase larvaria (L1). Entonces mudan hasta la segunda fase larvaria (L2) y la tercera etapa capaz de infestar dentro del mosquito (L3) se da en ~1-4 semanas en función de la temperatura ambiental. Esta fase de desarrollo requiere un menor tiempo (10-14 días) cuando la temperatura ambiental media es >27 °C y la humedad relativa es del 80 %.

Cuando maduran, las larvas capaces de infestar migran hasta el labio del mosquito. Cuando el díptero se alimenta, las larvas capaces de infestar emergen a través de la punta del labio junto con una pequeña cantidad de hemolinfa sobre la piel del hospedador. Las larvas migran al interior de la herida provocada por la picadura, comenzando así la fase intramamífera de su ciclo biológico. Un díptero Aedes típico puede sobrevivir al desarrollo completo de <10 larvas por díptero.

En cánidos y otros hospedadores sensibles, las larvas capaces de infestar (L3) mudan a la cuarta fase (L4) en 3-12 días. Tras permanecer en el tejido subcutáneo, el abdomen y el tórax durante ~2 meses, las L4 realizan su muda final entre los días 50-70 a adultos jóvenes, llegando al corazón y las arterias pulmonares a los ~70-120 días después de la infestación inicial.

Con solo 2,5-4 cm de longitud a su llegada, las dirofilarias crecen rápidamente en la vasculatura pulmonar hasta convertirse en adultos (los machos tienen ~15 cm de longitud, las hembras ~25 cm). Cuando las dirofilarias jóvenes llegan por primera vez a los pulmones, el flujo sanguíneo las obliga a entrar en las arterias pulmonares pequeñas más distales de los lóbulos pulmonares caudales. A medida que los parásitos crecen, ocupan arterias pulmonares cada vez más grandes, moviéndose ocasionalmente hacia el ventrículo derecho e incluso hacia la aurícula cuando la carga de dirofilarias es alta. Las hembras grávidas producen microfilarias tan solo a los 6 meses después de la infestación, pero suele ser a los 7-9 meses después de la infestación.

Las microfilarias son detectables en la mayoría de los cánidos infestados (~80 %) que no reciben profilaxis con macrólidos, pero solo ocasionalmente en aquellos perros que reciben tratamiento preventivo después de haber sido infestados. El número de microfilarias circulantes no se correlaciona con la carga de dirofilarias hembras adultas. Las dirofilarias adultas viven típicamente de 3 a 5 años, mientras que las microfilarias pueden sobrevivir hasta 2 años en un perro.

La mayoría de los perros son muy sensibles a la infestación por Dirofilaria, y la mayor parte (media del 56 %) de las larvas infestantes administradas experimentalmente (L3) se convierten en adultos. Los hurones y los gatos son hospedadores sensibles, pero la tasa de éxito de la infestación es baja (una media del 6 % en los gatos y del 40 % en los hurones).

En los gatos, la carga de adultos es a menudo de solo una a tres dirofilarias. La muerte temprana de las dirofilarias juveniles al llegar a la vasculatura pulmonar parece ser en gran parte responsable del síndrome de la enfermedad respiratoria asociada a la dirofilariosis (HARD, en inglés) en los gatos. La HARD no requiere la maduración de las dirofilarias, pero se debe a la respuesta del organismo a las dirofilarias moribundas/muertas inmaduras. Cuando se produce la maduración, la supervivencia de las dirofilarias adultas en los gatos no suele superar los 2-3 años. En todos los animales susceptibles de infestarse, puede producirse una migración larvaria aberrante, que da lugar a lesiones parasitarias en el SNC, ojo, escroto, cavidad peritoneal y el sistema arterial sistémico y en las zonas viscerales y subcutáneas.

Patogenia

La gravedad de los cambios patológicos cardiopulmonares en perros está determinada por los siguientes factores:

  • Número de dirofilarias y salud

  • Respuesta inmune del hospedador

  • Duración de la infección

  • Nivel de actividad del hospedador

Las dirofilarias adultas vivas producen traumatismo mecánico directo, y otros factores (p. ej., antígenos y excreciones) producen irritación y estimulación del sistema inmunitario del hospedador. Esto daña la capa íntima de los vasos, endarteritis proliferativa, engrosamiento perivascular con células inflamatorias, incluyendo la infiltración de un alto número de eosinófilos.

Las dirofilarias vivas parecen tener un efecto inmunosupresor; sin embargo, la presencia de dirofilarias muertas conlleva reacciones vasculares más graves y la posterior enfermedad pulmonar, incluso en áreas del pulmón que no contactan con dirofilarias muertas.

Las infestaciones a largo plazo, debidas a irritación directa, muerte de las dirofilarias y respuesta inmunitaria, provocan lesiones crónicas y la consiguiente cicatrización.

Los perros activos tienden a desarrollar hipertensión pulmonar más a menudo que los perros inactivos para una misma carga parasitaria de dirofilarias. Los esfuerzos frecuentes incrementan los cambios patológicos arteriales pulmonares y aumentan la resistencia arterial pulmonar (con la hipertensión pulmonar resultante), por lo que pueden precipitar signos clínicos manifiestos, incluida la insuficiencia cardiaca congestiva (ICC).

Las altas cargas de dirofilarias suelen ser consecuencia de infestaciones adquiridas a partir de numerosas exposiciones a mosquitos. Un alto nivel de exposición en perros jóvenes de climas templados que no hayan tenido contacto previo con dirofilarias puede dar lugar a infestaciones graves, que posiblemente causen un síndrome de la vena cava un año después.

Por lo general, debido al tamaño de las dirofilarias y a las más pequeñas dimensiones de la vasculatura pulmonar, los perros pequeños no toleran las infestaciones ni el tratamiento tan bien como los perros grandes.

Los mediadores de la inflamación relacionados con las dirofilarias y que inducen la respuesta inmunitaria en los pulmones y los riñones (p. ej., glomerulonefritis por inmunocomplejos) causan vasoconstricción y posiblemente, broncoconstricción. La salida de plasma y mediadores inflamatorios desde los pequeños vasos y capilares causa inflamación del parénquima pulmonar y la formación de un leve edema no cardiogénico. La enfermedad arterial pulmonar compromete la compliancia pulmonar y esto, junto con la reducción de la capacidad de vasodilatación adecuada, resulta en aumento de la velocidad del flujo sanguíneo, sobre todo en situaciones de esfuerzo, y la fricción resultante daña aún más el endotelio. El proceso de daño endotelial, disfunción vascular, incremento de la velocidad de flujo sanguíneo e isquemia local constituye un círculo vicioso. La inflamación acompañada de isquemia puede dar lugar a una fibrosis intersticial irreversible.

La patología arterial pulmonar en gatos y hurones es similar a la de los perros, aunque las pequeñas arterias desarrollan una hipertrofia muscular más grave. A pesar de esto, la hipertensión pulmonar con ICC es menos frecuente en gatos que en perros o hurones. Los trombos arteriales, los tromboémbolos y las dirofilarias vivas o muertas se alojan dentro de las arterias pulmonares o arteriolas, lo que da lugar a un remodelado vascular con obstrucción transitoria o permanente, completa o parcial. En los gatos, los cambios en el parénquima pulmonar relacionados con las dirofilarias muertas son diferentes a los observados en perros y hurones. En lugar de una lesión de las células alveolares de tipo I, como la que se encuentra en los perros, los gatos desarrollan una hiperplasia de las células alveolares de tipo II, que puede actuar como una barrera importante a la oxigenación. Lo que es más importante, por la capacidad vascular pulmonar restringida y la enfermedad posterior, los hurones y los gatos tienen mayor probabilidad que los perros de morir por dirofilariasis.

Wolbachia

El papel de las bacterias endosimbióticas Wolbachia pipiens, que viven intracelularmente dentro del parásito filarial, todavía se está determinando. Sin embargo, estas bacterias han sido implicadas en la patogenia de las enfermedades filariales, posiblemente a través de la producción de endotoxinas. Además, los estudios han demostrado que una proteína primaria de la superficie de Wolbachia (WSP) induce una respuesta IgG específica en hospedadores infectados por D immitis. Para los veterinarios, el aspecto más importante de Wolbachia es su relación simbiótica con D immitis. Esta bacteria es necesaria para la maduración, reproducción e infectividad de la dirofilaria. Si Wolbachia se erradica, la dirofilaria muere gradualmente, después de volverse estéril. Esto se puede lograr con el tratamiento con doxiciclina, que se ha convertido en una parte importante del arsenal frente a las dirofilarias.

Hallazgos clínicos

En los perros, la infestación se identifica con pruebas serológicas antes de que aparezcan los signos clínicos; sin embargo, como pronto, la presencia de antígenos de D immitis y la microfilaremia no se manifiestan hasta ~5-6,5 meses después de producirse la infestación, respectivamente. Cuando los perros no reciben medicación preventiva y no se realizan las pruebas adecuadas, la infección y la enfermedad no se detectan.

Los signos clínicos de la dirofilariosis son los siguientes:

  • Tos.

  • Intolerancia al ejercicio.

  • Falta de desarrollo.

  • Cianosis.

  • Disnea.

  • Hemoptisis.

  • Síncope.

  • Colapso.

  • ascitis (insuficiencia cardiaca congestiva del lado derecho)

La frecuencia y gravedad de los signos clínicos se correlacionan con la extensión de los cambios patológicos pulmonares y la cantidad de actividad animal. En los perros sedentarios no suelen observarse signos clínicos incluso aunque la carga de dirofilarias sea relativamente elevada. Los perros infestados que experimentan un aumento drástico de actividad, como durante la temporada de caza, pueden desarrollar en ese momento signos clínicos manifiestos. Asimismo, la muerte de las dirofilarias y los tromboémbolos precipitan los signos clínicos.

Los perros de 5-7 años de edad tienen un mayor riesgo de presentar una gran carga de dirofilarias, presumiblemente debido al mayor tiempo de exposición y probabilidad de desarrollo de la enfermedad. Otros factores de salud concomitantes (p. ej., enfermedad cardiopulmonar concomitante u otra enfermedad del sistema orgánico) afectan a la evaluación del riesgo. El grado al que el ejercicio se puede restringir y será restringido durante el periodo de recuperación es otra consideración importante.

La gravedad de los signos clínicos en perros infestados se clasifica en cuatro etapas ( See table Etapas de la infección Dirofilaria en perros). La etapa IV incluye perros con síndrome de la vena cava, en el que la migración retrógrada de las dirofilarias hacia el ventrículo derecho y la aurícula y la vena cava caudal y craneal precipita la insuficiencia de la válvula tricúspide además de la hipertensión pulmonar grave. La insuficiencia cardiaca de bajo gasto resultante, la hemólisis con pigmenturia, la anemia y la disfunción hepatorrenal se combinan para producir una crisis a menudo terminal.

Tabla
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Hallazgos clínicos en gatos y hurones

Los gatos infestados por dirofilariosis pueden estar afectados de forma subclínica o mostrar tos intermitente, disnea, insuficiencia cardiaca, vómitos, letargo, anorexia o pérdida de peso See table Pruebas diagnósticas, signos clínicos y tratamiento de la dirofilariosis en perros, gatos y hurones.

Cuando son evidentes, los signos clínicos en gatos se suelen desarrollar durante dos fases del ciclo biológico de D immitis: la llegada de las dirofilarias jóvenes a la vasculatura pulmonar ~3-4 meses después de la infestación, y la muerte de los gusanos adultos. El término HARD se refiere a los signos de una infestación por dirofilariosis inmadura.

Los primeros signos se asocian con una respuesta inflamatoria vascular y parenquimatosa aguda a las dirofilarias jóvenes recién llegadas y a la muerte posterior de muchs o todos estos parásitos juveniles. Esta fase inicial a menudo se diagnostica erróneamente como asma o bronquitis alérgica.

Los resultados de las pruebas de antígenos del gusano del corazón (dirofilariosis) en estos gatos son negativos (los antígenos medidos se asocian a las hembras maduras de gusanos del corazón) durante el síndrome de neumonitis eosinofílica temprana, si bien los resultados de las pruebas de anticuerpos suelen ser positivos.

Aunque todavía no están bien caracterizados, se cree que los signos clínicos a menudo se resuelven y pueden no reaparecer o permanecer silentes durante meses. Se ha postulado que la HARD contribuye al daño pulmonar a largo plazo, pero esto todavía no se ha demostrado de forma concluyente.

Los gatos que albergan gusanos del corazón (dirofilariosis) maduros pueden presentar vómitos intermitentes, letargo, tos, disnea episódica e ICC, que se manifiesta por derrame pleural. La muerte incluso de una sola dirofilaria adulta puede producir dificultad respiratoria aguda y shock, que puede ser altamente mortal y que parece ser la consecuencia de la trombosis pulmonar o del shock anafiláctico.

Los hurones, más que los gatos, tienen signos clínicos parecidos a los de la dirofilariosis en perros. La ratio alta parásitos:peso corporal del hospedador supone que los hurones (y los gatos) desarrollen signos clínicos con cargas de dirofilarias relativamente pequeñas. Los hurones con dirofilariosis pueden mostrar uno o más de los siguientes signos:

  • Pérdida de peso.

  • Fatiga

  • Tos

  • Respiración rápida o dificultosa

  • Soplo cardíaco

  • Venas yugulares distendidas y pulsátiles (ICC).

  • Membranas mucosas grises y frías

  • Ascitis

  • Derrame pleural

  • Desmayo

  • Muerte súbita

See table Pruebas diagnósticas, signos clínicos y tratamiento de la dirofilariosis en perros, gatos y hurones

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Diagnóstico

  • Serología: prueba de antígenos para gatos y perros, prueba de anticuerpos para gatos

  • Detección de microfilarias: frotis directo, prueba de Knott modificada, técnica de filtro Millipore

Detección del gusano del corazón en perros

El test de detección del antígeno es la prueba diagnóstica preferida para la detección rutinaria o cuando se busca la verificación de una posible infestación por D immitis. El test de antígeno es el método diagnóstico más sensible y específico a disposición de los profesionales de la veterinaria. La prueba de microfilaria está limitada por el hecho de que ~20 % de los perros infestados son amicrofilarémicos. Este porcentaje es incluso mayor para los perros infestados por dirofilarias adultas y a los que se les administra sistemáticamente profilaxis mensual con macrólidos, ya que esto destruye las microfilarias e induce la estasis embrionaria en las hembras adultas de dirofilarias.

El momento de realización de la prueba de antígenos es fundamental. Se debe considerar un periodo de predetección, ya que estas pruebas detectan solo hembras adultas de gusanos del corazón. Esto tiene en cuenta el tiempo transcurrido desde la exposición hasta la seroconversión (es decir, el resultado positivo de la prueba de antígeno). Un intervalo razonable es 7 meses después de la última posible exposición. No hay necesidad de realizar la prueba para detección de antígeno o las microfilarias antes de los ~7 meses de edad del perro. Para asegurar que no existe una infestación adquirida previamente en estos perros jóvenes, se deben evaluar 6-7 meses después de comenzar la profilaxis de la dirofilariosis. Para los perros >7 meses de edad y que no reciben profilaxis frente al gusano del corazón (dirofilariosis), la prueba debe realizarse en ese momento y 7-12 meses después de iniciar el tratamiento con preventivos. Posteriormente, se recomiendan pruebas anuales de detección de antígenos.

Algunos expertos usan la terminología "por debajo de los límites detectables" en lugar de "resultados negativos" para subrayar la posibilidad de que el resultado negativo de una prueba para las mascotas infestadas por el gusano del corazón (dirofilariosis) se convierta en un resultado positivo a medida que las dirofilarias maduran o que las infestaciones por hembras de baja carga pueden producir resultados falsos negativos.

El nivel de antigenemia está directamente relacionado con el número de hembras adultas de gusanos del corazón presentes. La mayoría de los perros que albergan más de dos dirofilarias hembras adultas darán positivo en la mayoría de las pruebas disponibles. Para las sospechas de baja carga parasitaria, las pruebas de laboratorio comerciales basadas en titulación con micropocillos son las más sensibles. Sin embargo, no existe ninguna prueba que pueda determinar con precisión la carga de D immitis. La prueba de microfilarias puede ser útil como prueba complementaria en casos sospechosos que tienen resultados negativos en la prueba de antígenos. Además, el suero tratado con calor puede cambiar un resultado falso negativo a positivo. El calentamiento rompe los complejos del antígeno que se está analizando y los anticuerpos (anticuerpos bloqueantes) formados frente a los antígenos del parásito. Esto libera el antígeno, haciéndolo detectable.

La prueba de microfilaria ya no es el medio principal de prueba para la dirofilariosis. No obstante, tiene valor porque un pequeño porcentaje de perros infestados por dirofilarias son negativos al antígeno y positivos a las microfilarias, lo que permite establecer un diagnóstico que de otro modo pasaría desapercibido. Es de extrema importancia buscar microfilarias cuando hay una prueba de antígeno positiva, debido a la necesidad de comprender la carga de microfilarias y, por tanto, el riesgo de reacción a la primera administración de lactona macrocíclica y para que, si están presentes, las microfilarias puedan eliminarse de modo que el riesgo de desarrollo de resistencias no se vea afectado durante el tratamiento con lactonas macrocíclicas.

En los perros, la ecocardiografía es poco relevante como herramienta diagnóstica, aunque puede permitir la evaluación del daño y el rendimiento cardiacos. La visualización de las dirofilarias en el corazón derecho y la vena cava está relacionada con altas tasas de infestación con o sin síndrome de la vena cava. La hipertensión pulmonar crónica grave causa hipertrofia ventricular derecha, aplanamiento del septo, disminución de la carga del corazón izquierdo y gran velocidad de regurgitación de las válvulas tricúspide y pulmonar.

Los hallazgos en el ECG suelen ser normales en los perros infectados. Sin embargo, los patrones de hipertrofia ventricular derecha se observan cuando hay hipertensión pulmonar crónica grave, a menudo asociados con una manifiesta o inminente insuficiencia cardiaca derecha (ascitis). Las alteraciones de la frecuencia cardiaca suelen estar ausentes o son leves, pero la fibrilación auricular es una complicación grave esporádica en los perros.

Detección del gusano del corazón en gatos y hurones

El diagnóstico de la dirofilariosis en gatos se basa en hallazgos históricos y de la exploración física, el grado de sospecha, las radiografías torácicas, la ecocardiografía y los resultados de las pruebas serológicas. Los gatos pueden desarrollar una respuesta positiva al test antigénico 7-8 meses después de la inoculación de L3. Sin embargo, las pruebas antigénicas por sí solas se consideran demasiado poco fiables (insensibles, faltan el 25-50 % de las infestaciones maduras) como prueba inicial de detección para gatos. Esto ocurre con infestaciones unisex (todas machos), infestaciones con un número insuficiente de hembras maduras para ser detectables y en gatos con HARD. Los gatos con HARD siguen siendo negativos al antígeno, si no se desarrollan dirofilarias adultas. Los gatos con infestaciones maduras también dan negativo en algunas ocasiones si se les realiza la prueba antes de que se desarrolle una antigenemia detectable. Sin embargo, la prueba antigénica está muy recomendada en gatos en los que se sospecha dirofilariosis.

Los anticuerpos frente a las dirofilarias, producidos por el 90 % de los gatos infestados, a menudo aparecen 2-3 meses después de la infestación por L3 y suelen estar detectables durante 5 meses. Sin embargo, los anticuerpos pueden persistir en concentraciones detectables durante varios meses después de la muerte del gusano del corazón (dirofilariosis). Además, los anticuerpos inducidos por las larvas pueden persistir tras la infestación y después de que la profilaxis con macrólidos haya sido instaurada, eliminando las fases larvarias tempranas. Por eso, una respuesta positiva al test indica infestación por fases larvarias de D immitis, y posible HARD, pero no necesariamente una infestación madura. Junto con otros hallazgos provocativos, la seropositividad de los anticuerpos es útil para hacer un diagnóstico clínico de la dirofilariosis en gatos, y ciertamente identifica a los gatos en riesgo. No se ha observado la presencia de falsos positivos como resultado de reacciones cruzadas con otros parásitos. Un resultado negativo al test de detección de anticuerpos indica >90 % de probabilidad de ausencia de infestación madura. Las microfilarias rara vez se detectan (<10 %) en los gatos, independientemente del método de detección.

El cribado anual no es necesario en gatos, pero puede proporcionar información a los propietarios de gatos preocupados. Para este propósito, se prefiere la prueba de anticuerpos, ya que detecta gatos con dirofilariosis y aquellos en riesgo. La prueba de antígeno no es apropiada para el cribado en gatos debido a su baja sensibilidad.

En los gatos, las dirofilarias a menudo se pueden visualizar mediante ecocardiografía. Esto se debe a los tamaños relativos de las dirofilarias (gusanos del corazón) y del corazón derecho y el sistema arterial pulmonar de los gatos. Las dirofilarias, especialmente las hembras, son lo suficientemente largas como para ocupar las arterias pulmonares así como el corazón derecho, donde se pueden visualizar fácilmente. Pueden observarse líneas hiperecoicas paralelas, producidas por la cutícula de D immitis, en el corazón derecho y las arterias pulmonares. La ecocardiografía es más importante en gatos que en perros debido a la mayor dificultad del diagnóstico en gatos (baja sensibilidad de la prueba de antígenos y baja especificidad de la prueba de anticuerpos para la infestación madura) y la sensibilidad relativamente alta de la ecocardiografía cuando la realiza un operador experimentado.

En los hurones, las pruebas comerciales de antígeno han detectado el antígeno de D immitis en la infestación experimental ya a los 5 meses de la infestación y son eficaces en situaciones clínicas. Pueden producirse resultados falsos negativos, especialmente en especies que albergan cargas más bajas de gusanos del corazón (dirofilariosis) (gatos y hurones). Además, aunque la prueba de microfilarias rara vez es útil, las dirofilarias adultas a menudo pueden observarse con ecocardiografía y angiografía no selectiva.

Pruebas complementarias en gatos, perros y hurones

Además de las pruebas de antígenos, anticuerpos y microfilarias en gatos y perros, a veces están indicados un hemograma completo, un perfil bioquímico, un análisis de orina y, en particular, radiografías torácicas. Los datos de laboratorio suelen ser normales. En la dirofilariosis pueden darse eosinofilia y basofilia solas o juntas. La eosinofilia puede darse cuando las larvas en fase 5 (adulta joven) llegan a las arterias pulmonares. Posteriormente, los recuentos de eosinófilos pueden variar pero suelen ser altos en los perros con infestaciones ocultas inmunomediadas, sobre todo si se desarrolla neumonitis eosinofílica (<10 % del total de las infestaciones). La anemia en los perros infestados por D immitis se produce debido a la inflamación crónica (por lo general leve) y a la hemólisis (más grave) observada con las complicaciones de la CID y el síndrome de la vena cava.

La hiperglobulinemia debida a la estimulación antigénica puede estar presente en perros y gatos. La hipoalbuminemia en perros puede estar relacionada con proteinuria en glomerulonefritis grave por inmunocomplejos o con emaciación (como en la caquexia cardiaca) grave. Las concentraciones séricas de ALT y fosfatasa alcalina en ocasiones están incrementadas, pero no se corresponden bien con una función hepática anormal, con la eficacia del tratamiento adulticida o con un riesgo de toxicidad del fármaco. El análisis de orina puede revelar una proteinuria que se puede valorar cuantitativamente por un aumento de la ratio proteína/creatinina en la orina. En ocasiones, la glomerulonefritis grave puede dar lugar a una hipoalbuminemia y a un síndrome nefrótico. Los perros con hipoalbuminemia secundaria a enfermedad glomerular pierden también antitrombina III y tienen riesgo de presentar enfermedad tromboembólica. La hemoglobinuria está relacionada con el síndrome de la vena cava y se produce por la lisis de eritrocitos en la circulación.

En los perros, la radiografía torácica proporciona la mayor información sobre la gravedad de la enfermedad y es particularmente importante en pacientes con signos clínicos. Las infestaciones de alto riesgo se caracterizan por una arteria pulmonar principal grande y dilatada y arterias lobulares caudales tortuosas. También puede observarse dilatación del ventrículo derecho y, junto con la dilatación de las arterias pulmonares, es indicativo de hipertensión pulmonar. En el caso de tromboembolia pulmonar e infiltrado pulmonar con eosinófilos (neumonitis), los infiltrados parenquimatosos mal definidos rodean las arterias lobares caudales, típicamente más graves en el lóbulo caudal derecho.

En los gatos, los cambios cardiacos y la hipertensión pulmonar son menos frecuentes. En ~50 % de los gatos infectados, las arterias lobares caudales son más grandes que la vena correspondiente y >1,6 veces el diámetro de la novena costilla en el noveno espacio intercostal. Los infiltrados irregulares en el parénquima pueden estar presentes también en los gatos con signos respiratorios. La arteria pulmonar principal no suele ser visible por su posición relativa en la línea media.

En los hurones, las radiografías pueden demostrar cambios arteriales cardiacos y pulmonares compatibles con dirofilariosis. Además, las dirofilarias adultas a menudo pueden observarse con ecocardiografía y angiografía no selectiva.

Tratamiento en perros

  • La doxiciclina, la melarsomina en dosis fraccionadas y la restricción del ejercicio son más eficaces

  • Los protocolos no arsenicales que usan ivermectina pueden usarse en casos de fallo de la melarsomina o de limitaciones económicas.

Evaluación previa al tratamiento

La extensión de la evaluación preadulticida varía dependiendo del estado clínico del perro y de la probabilidad de coexistencia con enfermedades que puedan afectar al resultado del tratamiento, la habilidad de los propietarios para restringir el ejercicio en los perros y las consideraciones económicas. Los datos del laboratorio clínico deben recogerse selectivamente para complementar la información obtenida a través de la anamnesis, la exploración clínica, las pruebas de antígenos y microfilarias y, a menudo, las radiografías torácicas.

Dos variables importantes que influyen directamente en la probabilidad de complicaciones tromboembólicas postratamiento y en el pronóstico del tratamiento son la extensión de la enfermedad vascular pulmonar concomitante y la carga de párasitos actual. La evaluación del estado cardiopulmonar del perro es indispensable para el pronóstico. Las complicaciones tromboembólicas pulmonares después del tratamiento adulticida son más probables en perros muy infestados que muestran ya signos clínicos y radiográficos de enfermedad vascular pulmonar grave, especialmente cuando la hipertensión pulmonar grave y la ICC están presentes.

No existe una forma eficaz de determinar la carga de D immitis que no sea la visualización ecocardiográfica directa. La mayoría de los casos no justifican esta prueba.

Antes del tratamiento adulticida, los perros infestados por dirofilarias se evalúan y valoran por su riesgo de tromboembolia posadulticida. Los riesgos se pueden clasificar de la siguiente manera:

  1. Bajo riesgo de complicaciones tromboembólicas, ligera carga de dirofilarias y sin evidencia de lesiones vasculares parenquimatosas o pulmonares.

  2. Alto riesgo de complicaciones tromboembólicas

Lo idóneo sería que los perros en la categoría de bajo riesgo cumplieran las siguientes condiciones: jóvenes, sin signos clínicos, hallazgos normales en la radiografía torácica, una baja concentración de antígeno circulante o un resultado negativo en la prueba de antígeno con microfilarias circulantes, sin vermes cardiacos visualizados por ecocardiografía y sin enfermedad concomitante, así como tener propietarios capaces de restringir completamente el ejercicio. El grupo de bajo riesgo también incluiría a los perros que se han sometido previamente a un tratamiento adulticida pero que siguen siendo positivos al antígeno (supuesta baja carga de dirofilarias).

Los perros con hallazgos prácticamente normales en la radiografía torácica pueden desarrollar una enfermedad tromboembólica grave, que se da con mayor frecuencia cuando no está restringido el ejercicio.

Los perros con alto riesgo de complicaciones tromboembólicas son aquellos con signos relacionados con la infestación por gusanos del corazón (dirofilariosis) (p. ej., tos, disnea, ascitis), hallazgos anormales en la radiografía torácica, alta concentración de antígeno circulante, gusanos del corazón visualizados por ecocardiografía, enfermedad concomitante y poca o ninguna posibilidad de que los propietarios restrinjan el ejercicio.

Después de la evaluación, la valoración del riesgo y la consideración económica, se elige un tratamiento adulticida. Estos abordajes ( ver la Tabla: Guía para elegir el protocolo terapéutico contra la dirofilariosis), enumerados en orden de mayor a menor, en cuanto a seguridad, eficacia, duración del tratamiento y coste, incluyen:

  • Análisis de laboratorio y radiográficos, doxiciclina, dosis fraccionada de melarsomina (tres dosis), restricción del ejercicio.

  • Doxiciclina y melarsomina en dosis fraccionadas (tres dosis), restricción del ejercicio.

  • Dosis fraccionada melarsomina (tres dosis), confinamiento.

  • Dos dosis de melarsomina, confinamiento estricto

  • Adulticida no arsenical: doxiciclina (10 mg/kg, PO, cada 12 horas durante 4 semanas), con ivermectina, milbemicina, selamectina o moxidectina en dosis preventivas cada 30 días durante 3 meses (con disminución del ejercicio).

  • Adulticida no arsenical ("muerte lenta"): dosificación preventiva de ivermectina, milbemicina, selamectina, o moxidectina, no recomendado.

Estabilización previa al tratamiento

Los perros con alto riesgo de complicaciones deben estabilizarse antes de la administración de melarsomina. El tratamiento adulticida a menudo precipita el empeoramiento de los signos pulmonares o cardiacos a medida que las dirofilarias mueren.

El tratamiento de estabilización incluye el confinamiento en jaula, oxígeno, corticoesteroides y doxiciclina durante 1-2 meses antes de iniciar el protocolo de tratamiento de dosis fraccionada de melarsomina. El uso de doxiciclina y el protocolo de dosis fraccionada disminuyen la reacción adversa a las dirofilarias moribundas.

Los perros con insuficiencia cardiaca congestiva del lado derecho deben tratarse de la siguiente manera:

  • Furosemida (1-2 mg/kg, PO, cada 12 h)

  • Pimobendan (0,25 mg/kg, PO, cada 12 h)

  • Un inhibidor de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA) como el enalapril (0,5 mg/kg, PO cada 12 h, aumentado a 0,5 mg/kg, PO, cada 12 h, después de 1 semana a la espera de los resultados de las pruebas de función renal).

  • Restricción moderada de sodio en la dieta

  • Paracentesis abdominal, según sea necesario

El sildenafilo puede usarse (1 mg/kg, PO, inicialmente cada 8 horas) como vasodilatador pulmonar. Se debe tener precaución con este y otros vasodilatadores para evitar el efecto adverso de la hipotensión sistémica.

El tratamiento adulticida debe retrasarse indefinidamente en perros con insuficiencia cardiaca congestiva.

El síndrome de la vena cava es el resultado de la migración retrógrada de las dirofilarias a la aurícula derecha y a las grandes venas y suele ser el resultado de una caída brusca del gasto cardiaco, como puede ocurrir con la trombosis pulmonar. La hipertensión pulmonar grave se complica entonces por una fuga de la válvula tricúspide inducida por las dirofilarias, hemólisis y lesión hepática y renal.

En los casos de síndrome de la vena cava, la extirpación de las dirofilarias de la aurícula derecha y del orificio de la válvula tricúspide suele ser necesario para salvar la vida del perro. Esto puede conseguirse empleando sedación ligera, anestesia local y o bien unas pinzas rígidas o flexibles, o pinza intravascular, introducida preferentemente a través de la vena yugular externa derecha. Si fuera posible con guía fluoroscópica, el instrumento se debe continuar introduciendo hasta que ya no se recuperen más dirofilarias. Inmediatamente después de una operación eficaz, los signos clínicos deben disminuir o desaparecer.

La fluidoterapia puede ser necesaria en enfermos críticos, en perros hipovolémicos para restaurar la función hemodinámica y renal. Después de la recuperación completa de la cirugía, se lleva a cabo un tratamiento adulticida para eliminar los gusanos restantes. Se debe tener especial cuidado si todavía se visualizan muchas dirofilarias mediante ecocardiografía.

Tratamiento adulticida con arsenical (melarsomina)

El único tratamiento adulticida aprobado para la dirofilariosis es el diclorhidrato de melasormina, que tiene una eficacia variable frente a las dirofilarias maduras (adultas) e inmaduras de ambos sexos, siendo más sensibles los machos. La melasormina se administra a dosis de 2,5 mg/kg, IM profunda, en el vientre de la musculatura epaxial (lumbar) en el área de la tercera a quinta vértebras lumbares. Las recomendaciones del prospecto para el tamaño de la aguja para perros son las siguientes:

  • ≤10 kg: utilizar una aguja de calibre 23 y 1 pulgada.

  • >10 kg: usar una aguja de calibre 22 y 1,5 pulgadas.

En cada administración, se han de alternar los lados izquierdo y derecho, y se debe evitar la inyección superficial. Se debe aplicar presión en el lugar de la inyección y se mantiene durante 5 min para evitar la migración del fármaco.

Aproximadamente un tercio de los perros mostrarán signos de dolor local, tumefacción, dolor al movimiento o rara vez absceso estéril en el punto de inyección. La fibrosis local no es infrecuente (y es la razón por la que se dirige al vientre de la musculatura epaxial).

En la utilización estándar, el procedimiento se repite en el lado opuesto 24 h más tarde en perros con mínimo riesgo de complicaciones por el tratamiento. Sin embargo, para reducir el riesgo de tromboembolia, se recomienda encarecidamente un tratamiento en dos fases (también denominado "dosis dividida" o "tres dosis") para los perros de riesgo y, de hecho, para todos los pacientes, a menos que las consideraciones de coste prohíban este enfoque. Usando este protocolo, se administra una única inyección de melarsomina, seguida de dos inyecciones con 24 h de intervalo, después de un intervalo de al menos 30 días. La American Heartworm Society recomienda este régimen alternativo de tres dosis, independientemente del estadio de la enfermedad o de la categoría de riesgo.

La restricción del ejercicio es esencial una vez iniciado el tratamiento para minimizar el riesgo de tromboembolismo pulmonar debido a la muerte de las dirofilarias adultas. Se obtienen más beneficios con la adición del tratamiento con doxiciclina.

Actualmente, el abordaje idóneo para el tratamiento adulticida es administrar doxiciclina (10 mg/kg, PO, cada 12 horas durante 30 días; disminuida a 5 mg/kg, PO, cada 12 horas si no se tolera) y lactona macrocíclica a la dosis y frecuencia preventivas. Después de 2 meses, se inician inyecciones adulticidas (melarsomina a 2,5 mg/kg, IM), según lo permita el estado del perro. Los corticoesteroides diarios, usando una dosis decreciente, también pueden se pueden administrar durante este periodo para reducir las lesiones pulmonares inflamatorias debidas a las dirofilarias moribundas y a la melarsomina.

Aunque el ejercicio se reduce al mínimo desde el día del diagnóstico, el reposo en jaula debe reforzarse desde el día de cada inyección inicial durante 4-6 semanas. Si el estado del perro lo permite, las inyecciones de melarsomina se repiten en 1 mes (2 inyecciones con 24 h de intervalo), con el mismo régimen de restricción de ejercicio prescrito. Si después de la primera inyección el perro muestra un daño pulmonar significativo debido a la muerte de las dirofilarias, la segunda y tercera inyecciones se pueden suspender indefinidamente.

Los perros con cargas de D immitis altas están en riesgo de presentar complicaciones respiratorias graves. Dado que solo ~50 % de las dirofilarias se eliminan tras la primera inyección y que la carga antigénica de dirofilarias se ve reducida por el wolbaquiostático, la doxiciclina, disminuye el efecto acumulativo de los émbolos de dirofilarias en las arterias pulmonares gravemente dañadas y en los pulmones. Este enfoque destruye un porcentaje mayor de gusanos del corazón adultos que el protocolo estándar de dos dosis.

Por la utilidad y conveniencia de varios protocolos terapéuticos, ver la Tabla: Guía para elegir el protocolo terapéutico contra la dirofilariosis.

Tabla
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Doxiciclina en el tratamiento adulticida

La doxiciclina se ha convertido en una parte importante del tratamiento de la dirofilariosis en perros. A través de su acción negativa sobre Wolbachia, proporciona beneficios al hospedador cánido y actúa en detrimento de D immitis. La doxiciclina está indicada para el tratamiento preadulticida (10 mg/kg, PO, cada 12 h, durante 30 días, o 5 mg/kg, PO, cada 12 h, si no se tolera) en perros infestados por D immitis.

La doxiciclina se administra junto con ivermectina, milbemicina, selamectina o moxidectina cada 30 días a la dosis preventiva. Esta combinación reduce la gravedad de la lesión pulmonar después del tratamiento adulticida, probablemente reduciendo la cantidad de antígeno de Wolbachia y las proteínas liberadas desde el útero de las dirofilarias cuando las bacterias mueren y el útero degenera.

La doxiciclina a esta dosis acelera la muerte de las dirofilarias cuando se usa el enfoque de "muerte lenta", reduciendo así probablemente el impacto negativo de estos parásitos en el hospedador. La doxiciclina con una lactona macrocíclica también elimina las microfilarias del hospedador (tanto en infestaciones resistentes como en las no resistentes). Por lo tanto, en los perros que se someten a un tratamiento de muerte lenta, esta combinación disminuye el riesgo de resistencia a los macrólidos, lo cual es un problema en el método de muerte lenta que usa la ivermectina, milbemicina, selamectina o moxidectina sola. La doxiciclina se recomienda en el tratamiento de perros con dirofilariosis, independientemente de la clasificación de gravedad o del protocolo.

La American Heartworm Society recomienda la administración de dosis profilácticas de macrólidos durante 2 meses antes de la administración de melarsomina, con la primera dosis administrada simultáneamente con la primera dosis de doxiciclina (día 1) y una segunda dosis después del final del tratamiento con doxiciclina (día 30). A continuación, se administra una tercera dosis simultáneamente con la primera dosis de melarsomina (día 60). La administración de macrólidos se continúa mensualmente a partir de entonces a la dosis preventiva. El fundamento de este enfoque es eliminar las migraciones sensibles de las larvas D immitis y permitir que las larvas no sensibles de 2-4 meses de edad envejezcan hasta un punto en el que sean más sensibles a la melarsomina. Este enfoque de un pretratamiento de 2 meses con macrólidos se ha vuelto menos convincente con el conocimiento reciente de que la doxiciclina (10 mg/kg, PO, cada 12 h durante 30 días) mata las larvas en desarrollo (L3 > L4 > adultos jóvenes), cerrando así el intervalo durante el cual las larvas en desarrollo no son sensibles al tratamiento con melarsomina. Sin embargo, la administración tardía de la melarsomina durante 2 meses sigue teniendo sentido.

Aunque no se ha comprobado, la degeneración de D immitis, que comienza al inicio del tratamiento con doxiciclina, probablemente no se maximiza al cabo de 1 mes, sino que está más avanzada con otros 30 días para la degradación de las dirofilarias. Esto debería reducir aún más la reacción del hospedador a los parásitos moribundos.

Tratamiento adulticida no arsenical (macrólido + doxiciclina)

Los casos en los que se puede considerar el tratamiento adulticida no arsenical son los siguientes:

  • Escasez de melarsomina o falta de acceso

  • Tratamiento previo con uno o más ciclos de melarsomina.

  • Preocupaciones del propietario: riesgo, finanzas

  • Problemas graves de salud más prioritarios

  • Previa reacción grave a la melarsomina

  • Incapacidad o falta de voluntad de los propietarios para mantener al perro confinado.

  • Preocupaciones sobre el alojamiento: limitaciones económicas y de tiempo.

Aunque se suele aceptar que el único abordaje aprobado por la FDA y la recomendación de la American Heartworm Society para el tratamiento de la dirofilariosis es idóneo, los problemas económicos y de otro tipo, así como la disponibilidad de melarsomina, dictan la necesidad de alternativas. La mayoría se ha centrado en el uso de lactonas macrocíclicas en un enfoque de "destrucción lenta" o "destrucción leve". Esto es controvertido, en gran parte debido a la duración del tratamiento, la dependencia del paciente durante años, el daño continuo al hospedador y la preocupación por el desarrollo de resistencias. Más recientemente, se ha demostrado que la adición de doxiciclina reduce la duración del tratamiento necesario para una tasa de destrucción de ~95 % de ~2,5 años a ~1 año.

Después del tratamiento adulticida

Después de la/s inyección/es de melarsomina, el ejercicio deben estar restringido durante 4-6 semanas para reducir las complicaciones tromboembólicas pulmonares. Los efectos adversos de la melarsomina son, si no se limita a la inflamación local, tos, breves episodios de fiebre baja y salivación. Rara vez o nunca se observa toxicidad hepática y renal.

Los hallazgos de laboratorio asociados con el tratamiento adulticida pueden incluir los siguientes:

  • Leucograma inflamatorio

  • Trombocitopenia

  • Tiempo de coagulación activado prolongado o tiempo de protrombina

  • Aumento de la actividad sérica de CK

Puede producirse una coagulopatía intravascular local o diseminada cuando los recuentos plaquetarios son <100 000 plaquetas/mcL. El tratamiento de una tromboembolia grave debería incluir oxígeno, jaula de contención, un corticoesteroide a una dosis antiinflamatoria (p. ej., prednisona a 1,0 mg/kg, PO, cada 24 h) y heparina a dosis baja (75-100 U/kg, SC, cada 8 h) entre varios días y 1 semana. La presencia de lesión pulmonar grave está probablemente presente si, después de 24 horas de administración de oxígeno, no se nota mejoría y la presión parcial de oxígeno permanece en <70 mmHg.

El protocolo estándar de melarsomina (dos dosis, régimen de tratamiento de 24 horas) mata a la mayoría de las dirofilarias adultas, eliminando el 50-85 % en los perros, mientras que el protocolo de dosis dividida + doxiciclina parece eliminar >95 % en los perros.

La prueba de antígeno debe realizarse 8-12 meses después de la dosis final de melarsomina. Si se obtiene un resultado positivo en este momento, se puede considerar un retratamiento abreviado (dos inyecciones, con un intervalo de 24 horas) o un abordaje no arsenical con ivermectina o moxidectina/imidacloprid, a dosis preventivas. Este enfoque no arsenical debe ir precedido por 30 días de tratamiento con doxiciclina (10 mg/kg, PO, cada 12 h), ya que minimiza la reacción a las dirofilarias muertas y moribundas, mejora la tasa de eliminación a ~1 año (frente a 2,5 años con ivermectina sola) en comparación con el enfoque estándar de muerte lenta, y disminuye el riesgo de resistencia (véase anteriormente). El protocolo estándar de "muerte lenta" con ivermectina sola va en contra de las recomendaciones actuales de la American Heartworm Society. Debe evitarse el uso a largo plazo de macrólidos solos para eliminar las dirofilarias adultas, ya que permite que la patología pulmonar progrese durante el periodo prolongado en el que las dirofilarias mueren y se procesan.

Tratamiento microfilaricida

A la dosis específica preventiva, los macrólidos son efectivos microfilaricidas, aunque no han sido aprobados por la FDA para este propósito. Pueden encontrarse reacciones adversas, según el tipo de macrólidos administrado, en los perros con recuento elevado de microfilarias. No obstante, el recuento de microfilarias suele ser bajo, y las reacciones adversas de carácter leve se producen en solo en ~10 % de los perros. La mayoría de las reacciones adversas están limitadas a un breve episodio de salivación y defecación, que ocurre en unas horas y puede prolongarse hasta varias horas.

Los perros, especialmente los perros pequeños (<10 kg), con elevado recuento en microfilarias pueden desarrollar taquicardia, taquipnea, palidez de membranas mucosas, letargo, náuseas, diarrea e incluso shock. El tratamiento incluye la administración IV de una solución electrolítica equilibrada y un corticoesteroide soluble. La recuperación suele ser rápida cuando el tratamiento se administra rápidamente. Las pruebas de microfilarias ya no se realizan de manera rutinaria, por lo que rara vez se esperan reacciones graves.

El tratamiento específicamente dirigido a las microfilarias circulantes se emprende a las 3-4 semanas después de la administración del adulticida. La práctica actual es iniciar una lactona macrocíclica para la prevención y la erradicación de las microfilarias en el momento del diagnóstico. Aunque todas las lactonas macrocíclicas tienen actividad microfilaricida y son los fármacos más seguros y eficaces disponibles para eliminar las microfilarias, esta característica varía dentro de este grupo de fármacos. Solo el producto tópico combinado que contiene imidacloprid y moxidectina está aprobado por la FDA como microfilaricida. Todas las lactonas macrocíclicas probablemente presentan mayor eficacia en este sentido cuando se acompañan de doxiciclina. Las preparaciones de estos fármacos propias del ganado de granja no deben usarse para conseguir dosis mayores con el objetivo de obtener resultados más rápidos. Se recomienda la realización de una prueba de microfilarias en el momento del diagnóstico y 1-3 meses después del inicio del tratamiento microfilaricida.

Tratamiento en gatos

Actualmente no existe un abordaje terapéutico satisfactorio ni aprobado para la infestación por dirofilarias en los gatos; por tanto, todos los gatos en regiones dirofilariosis canina endémica deben recibir profilaxis farmacológica.

Las infestaciones son probablemente más letales en gatos que en perros; sin embargo, se cree que algunos gatos sobreviven a la infestación sin signos clínicos demostrables. Se cree que la esperanza de vida de las dirofilarias adultas en los gatos es de ~2 años, por lo que es posible la recuperación espontánea. Los gatos pueden permanecer afectados de forma subclínica, experimentar vómitos o disnea (parecida al asma), morir súbitamente por tromboembolia pulmonar, o de forma muy rara, desarrollar ICC.

Dado que no existe ningún adulticida seguro o aprobado para los gatos, muchos de ellos se tratan de forma conservadora con una actividad restringida y un tratamiento con corticoesteroides, como la prednisolona (1-2 mg/kg, PO, cada 24-48 horas; a la dosis mínima posible). Los esteroides reducen la gravedad de los vómitos y los signos respiratorios. La esperanza es que esos episodios de complicaciones pulmonares no resulten mortales cuando las dirofilarias mueren. Salvo una consecutiva infección adicional, el 25-50 % de gatos puede sobrevivir con este enfoque. Para controlar el estado pueden usarse pruebas de antígeno y anticuerpo seriadas (en intervalos de 6-12 meses).

Aunque no hay datos que lo confirmen, se podría teorizar que la administración de doxiciclina (10 mg/kg, PO, cada 12 horas durante 30 días) e ivermectina (24 mcg/kg, PO, cada 30 días) causa la degradación y contractura del gusano del corazón en gatos infestados, disminuyendo así el potencial de consecuencias catastróficas cuando mueren los gusanos del corazón (dirofilariosis). La lactona macrocíclica también protegería al gato de infecciones adicionales.

La extracción quirúrgica de las dirofilarias de la aurícula y el ventrículo derechos y de la vena cava a través de una venotomía yugular puede intentarse en gatos en los que se detecten dirofilarias mediante ecocardiografía. Pueden introducirse y avanzarse una cesta, lazo o una pinza endoscópicos a través de la vena yugular derecha bajo guía fluoroscópica. Algunos gatos con insuficiencia cardiaca congestiva se han curado mediante la eliminación de las dirofilarias.

Tratamiento en hurones

El tratamiento en los hurones es igualmente difícil, porque no existe un agente aprobado para este propósito. El tratamiento con adulticidas (tiacetarsemida y melarsomina) ha dado lugar a una tasa de mortalidad de ~50 % en los hurones. Se piensa que la moxidectina (formulaciones inyectables y tópicas) es adulticida para las dirofilarias en los hurones y se administra en la misma dosis y frecuencia que en los perros. La moxidectina tópica y el imidacloprid (en combinación), aprobados por la FDA para su uso en hurones para prevenir la dirofilariosis y para prevenir y tratar las infestaciones por pulgas, es una opción lógica como lactona macrocíclica adulticida.

Prevención

La infestación por dirofilarias por lo general se puede prevenir completamente con profilaxis con macrólidos. Se aconseja que la prevención se realice durante todo el año en los perros a partir de las 6-8 semanas de edad. No es necesario realizar pruebas a esta edad, ya que se requiere la presencia de filarias hembras maduras para producir una prueba positiva de dirofilariosis (antígeno o microfilarias). Cuando la profilaxis se inicia después de los 7 meses de edad, se recomienda una prueba de antígenos y una prueba de presencia de microfilarias, seguidas de otra prueba de antígenos 6-7 meses más tarde. Esta serie de pruebas podrían ayudar a evitar el retraso innecesario en la detección de infestaciones subclínicas, así como la potencial confusión con respecto a la eficacia del programa preventivo, porque no puede determinarse hasta con un segundo test si la infección existe antes del comienzo de la quimioprofilaxis.

Las formulaciones de las moléculas preventivas macrólidas frente a D immitis (lactona macrocíclica), la ivermectina, la milbemicina oxima, la moxidectina y la selamectina son seguras y eficaces, según lo prescrito, para todas las razas de perros. Los productos comercializados pueden contener sustancias químicas adicionales que cubren varios espectros parasitarios, incluidos los parásitos GI y los ectoparásitos.

A la dosis aprobada, la milbemicina destruye las microfilarias rápidamente y, ante concentraciones elevadas de microfilarias, puede producirse una reacción de shock. Por ello, la milbemicina no debe administrarse sin una estrecha monitorización o un pretratamiento profiláctico (esteroides y/o antihistamínicos) como preventivo en perros con un elevado número de microfilarias. Todas las lactonas macrocíclicas deben usarse con precaución en estas circunstancias.

La prevención frente a la dirofilariosis también se recomienda para todos los gatos en zonas endémicas, al margen del tipo de alojamiento, debido a las potenciales graves consecuencias de la infestación. No es necesario realizar pruebas de microfilarias en gatos antes de iniciar la profilaxis, porque los gatos no tienen microfilarias o tienen un número bajo de ellas, y cuando las microfilarias están presentes, su presencia suele ser transitoria. La ivermectina (24 mcg/kg, PO, cada 30 días) para gatos es segura y eficaz, y también es efectiva frente a anquilostomas. La profilaxis debe iniciarse en todos los gatitos de 6 semanas de edad, y debe continuarse de por vida.

Los comprimidos saborizados de milbemicina oxima (1,3 mg/kg, PO, cada 30 días) están aprobados para su uso en gatos para la prevención de la dirofilariosis y el control de anquilostomas, nematodos y tricocéfalos.

La selamectina (6 mg/kg, tópicamente, cada 30 días) para la prevención de la dirofilariosis en los gatos también mata las pulgas adultas y evita que los huevos de pulga eclosionen durante 1 mes. Está también indicado para el tratamiento y control de ácaros del oído, sarna sarcóptica, anquilostomas, y gusanos redondos.

La combinación de eprinomectina (~0,12 mg/kg, por vía tópica, cada 30 días) y praziquantel (~2,0 mg/kg, por vía tópica, cada 30 días) se usa para prevenir y tratar la dirofilariosis, los anquilostomas, los nematodos y los cestodos. Este producto está registrado para gatitos >7 semanas de edad, mientras que los otros están aprobados para gatitos >6 semanas de edad.

Una formulación tópica combinada de moxidectina e imidacloprid, administrada en dosis de 1 mg/kg para la moxidectina y de ~10 mg/kg para el imidacloprid, es eficaz frente a la dirofilariosis y la infestación por pulgas. Aunque todos los preventivos actualmente comercializados son probablemente eficaces en hurones, solo la moxidectina/imidacloprid tópica está aprobada por la FDA. Es importante destacar que la dosis preventiva para los hurones es la misma que para los perros (no para los gatos).

Resistencia

La resistencia esporádica de las dirofilarias a la clase preventiva macrocíclica se ha reconocido desde 2013. Se han implicado todas las moléculas utilizadas actualmente para prevenir la dirofilariosis. Sin embargo, algunas formulaciones (moxidectina/imidacloprid) parecen ser más eficaces que otras frente a algunos aislados resistentes actualmente reconocidos. Se han aislado desde 7 perros con grados variables de resistencia. Hay poca evidencia de diseminación fuera de la región del delta del Misisipi, donde se reconoció por primera vez la resistencia.

Las medidas preventivas son eficaces en la mayoría de los casos y no deben abandonarse. Se debe hacer hincapié en el cumplimiento del propietario y en el tratamiento preventivo durante todo el año, así como en los métodos alternativos de prevención de la dirofilariosis, incluidos los repelentes y insecticidas, de mosquitos tópicos y orales, el alojamiento en interiores o con mosquiteras, especialmente durante la noche, y los programas de eliminación de mosquitos.

Se ha planteado el papel que desempeña el tratamiento adulticida con macrólidos de "muerte lenta" en el desarrollo de resistencias, por lo que debería evitarse. Si tal tratamiento es inevitable, debe acompañarse absolutamente de 30 días de tratamiento con doxiciclina al principio, con la seguridad de que las microfilarias están erradicadas.

Puntos clave

  • La dirofilariosis es prevenible en la mayoría de los casos.

  • Aunque la resistencia a las lactonas macrocíclicas es una amenaza importante, la preocupación que suscita está limitada y localizada en la región del delta del Misisipi.

  • Se debe ofrecer alguna forma de tratamiento adulticida para la dirofilariosis a todos los propietarios de perros infestados por D immitis, excepto para aquellos con enfermedad terminal u otra contraindicación definitiva para el tratamiento.

  • Los gatos corren un riesgo menor que los perros y tienen una tasa de infestación más baja, aunque se benefician de los tratamientos preventivos contra la dirofilariosis porque no existen tratamientos eficaces contra la enfermedad.

  • Los hurones también pueden ser infestados por dirofilarias y el tratamiento de la infestación es difícil. Sin embargo, existe una combinación de medicación preventiva aprobada.

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