La parálisis por garrapatas (también conocida como intoxicación por garrapatas) es una parálisis motora, simétrica, ascendente, aguda y progresiva debida a neurotoxinas salivales secretadas por ciertas especies de garrapatas. En algunas especies pueden observarse otros signos clínicos de toxicidad sistémica de "órgano único" (p. ej., cardiaco, de vías respiratorias, vesical, pulmonar, esofágico, etc.) por separado o de la típica presentación clásica de parálisis-paresia. Los casos muy graves requieren cuidados intensivos, incluida la ventilación artificial, para maximizar las tasas de recuperación. Por lo general, solo la eliminación de garrapatas y la administración de suero antitoxina para garrapatas (no disponible comercialmente en EE. UU.) y antimicrobianos tienen un efecto importante sobre la tasa global de mortalidad. Los informes de parálisis por garrapatas son más frecuentes en Australia que en EE. UU.
Los humanos (habitualmente niños) y una amplia variedad de mamíferos, aves y reptiles pueden estar afectados.
Etiología y patogenia de la parálisis por garrapatas en animales
La parálisis por garrapatas es única entre las intoxicaciones, ya que se debe a un flujo de toxina pulsátil asociado a la alimentación repetida de las garrapatas en un periodo de tiempo fijo.
Se ha demostrado, descrito o sospechado el potencial para inducir parálisis por garrapatas en 64 especies de garrapatas pertenecientes a 7 géneros de ixódidos y 8 de argásidos. En humanos, los casos provocados por los géneros Ixodes, Dermacentor y Amblyomma se han descrito en Australia, América del Norte, Europa y Sudáfrica. Estos tres géneros, además de Rhipicephalus, Haemaphysalis, {Otobius y Argas se han asociado con niveles variables de parálisis en animales.
La gravedad de esta neurotoxicidad se relaciona necesariamente con el tamaño de la garrapata, el número o la duración de la unión. Los signos clínicos producidos en hospedadores diferentes dependen de varias variables, incluyendo la tasa y el volumen de secreción de la toxina, la capacidad de respuesta local, la inmunidad y la sensibilidad del hospedador y de cada órgano.
En el caso específico de I holocyclus, los signos clínicos de intoxicación por garrapatas se suelen desarrollar después de 72 horas de la adhesión de la garrapata y con un tamaño de la garrapata de ~4 mm en el cuarto día de adhesión. Fundamentalmente, el tamaño de la garrapata por sí solo puede no ser un indicador fiable, dado que ha habido informes anecdóticos esporádicos de garrapatas <4 mm que causan signos clínicos de intoxicación y de garrapatas grandes que no causan enfermedad.
La toxicidad sistémica sigue a la inyección de toxinas en el hospedador, especialmente mientras se llena rápidamente de sangre, aunque gran número de garrapatas larvarias o ninfales también pueden causar parálisis.
Se supone que la toxina viaja desde el lugar de unión por la linfa a la circulación sistémica y de ahí a todo el cuerpo, donde actúa directamente sobre los canales celulares de potasio y, entonces, sobre los niveles intracelulares de calcio. Sin embargo, la hipoventilación primaria es la principal causa de muerte en la mayoría de los casos graves, en los que también puede haber enfermedad alveolar.
Epidemiología de la parálisis por garrapatas en animales
La parálisis por garrapatas es más frecuente en Australia.
En la costa oriental de Australia, la garrapata paralítica I holocyclus (y en menor medida I cornuatus e I hirstii, cuya clasificación morfológica ha demostrado no ser fiable) causa la forma más grave de parálisis por garrapatas, con una tasa de mortalidad de hasta el 10 % en perros (por lo general del 4-5 %), sea cual sea el tratamiento. I holocyclus causa en Australia una enfermedad mucho más grave que la observada en Norteamérica y otros lugares.
Se ven afectados perros y gatos, así como ovejas, terneros, potros, caballos, cerdos, murciélagos, aves de producción, otras aves (avestruces), reptiles (serpientes y lagartijas) y humanos. Hay paresia y parálisis presentes, tanto locales (menos frecuente) como sistémicas. Los hospedadores naturales (peramélidos) rara vez se ven afectados, presumiblemente por adquirir inmunidad a edad temprana. Sin embargo, sin exposición a la toxina, también se vuelven sensibles.
Los gatos parecen ser resistentes a la enfermedad causada por I cornuatus e I hirsti, pero les afecta I holocyclus. La intoxicación suele ser menos grave que en perros, no causa complicaciones respiratorias y tiene mejor pronóstico.
En EE. UU., al menos anecdóticamente, los casos de parálisis por garrapatas se observan con mayor frecuencia en perros, y se ha descrito un caballo afectado.
En América del Norte, D andersoni (la garrapata del bosque de las Montañas Rocosas) y D variabilis (la garrapata americana del perro) son las causas más frecuentes. Las ovejas, las vacas y los humanos, así como los perros, pueden estar afectados. Otras especies que pueden causar parálisis incluyen D albipictus, I scapularis, Amblyomma americanum, A maculatum, R sanguineus y O megnini. En las aves acuáticas, Argas radiatus y A persicus han causado parálisis.
En África, I rubicundus (parálisis de la garrapata del Karoo) y R punctatus en Sudáfrica, R evertsi evertsi y Argas walkerae en el África subsahariana y R evertsi mimeticus en Namibia pueden causar la enfermedad.
Los factores del hospedador que influyen en la epidemiología incluyen:
Especies.
Sensibilidad a la toxina.
Edad.
Inmunidad adquirida.
Comportamiento de campo.
Demandas fisiológicas concomitantes.
Reacción a factores ambientales.
Densidad de población.
La inmunidad antitoxina, que comienza al menos 2 semanas después de la exposición primaria a las garrapatas y dura pocas semanas, puede reforzarse por nuevas infestaciones; sin embargo, la exposición crónica a las garrapatas se acaba asociando con una disminución de la inmunidad, posiblemente por los efectos de neutralización de la toxina por parte del hospedador.
La prevalencia máxima de la parálisis por garrapatas se asocia a la actividad estacional de las garrapatas hembras, principalmente en primavera y principios del verano; sin embargo, en algunas zonas, las garrapatas están activas durante todo el año.
Los factores ambientales, como la temperatura y la humedad, también desempeñan un papel importante en la morbilidad y mortalidad de las garrapatas (es decir, es fácil matar a las garrapatas tanto en condiciones cálidas, secas y húmedas).
El transporte moderno y rápido de garrapatas adheridas a humanos, animales o materia vegetal puede dar lugar a casos aislados de parálisis por garrapatas en zonas muy lejanas del área natural (o país) de las garrapatas. El diagnóstico puede retrasarse o realizarse de forma incorrecta cuando estos animales infestados viajan a áreas donde no se suele observar la parálisis por garrapatas.
Hallazgos clínicos en la parálisis por garrapatas en animales
Los animales suelen estar afectados por parálisis; sin embargo, también son posibles presentaciones muy extrañas.
El deterioro puede ser impredecible y rápido en ciertos casos, y algunos pacientes pueden tener una recuperación inexplicablemente prolongada.
En la parálisis por garrapatas distinta de la debida a I holocyclus, los signos clínicos se suelen observar ~5-9 días después de la fijación de la garrapata y progresan durante las siguientes 24-72 horas.
Cuando I holocyclus está implicada, los signos clínicos suelen aparecer a los 3-5 días (rara vez más; p. ej., hasta 18 días) tras la adhesión y suelen progresar rápido las siguientes 24-48 horas.
Los tiempos pueden variar con I holocyclus debido a factores de garrapatas, humedad ambiental, temperatura (microclima) y factores del hospedador. Pueden observarse tanto signos clínicos de aparición más breve a grave como uniones "tranquilas" con signos clínicos mínimos y retardados.
Quitar las garrapatas I holocyclus no para de golpe la progresión de la enfermedad. En casos graves, la muerte por insuficiencia muscular respiratoria y otras complicaciones respiratorias pueden darse al cabo de 1-2 días desde la aparición de los signos clínicos.
Los primeros signos de la parálisis por garrapatas pueden incluir:
Cambio o pérdida de la voz (debido a paresia laríngea).
Incoordinación de las extremidades posteriores (se supone que se debe a debilidad y no a ataxia del SNC).
Cambio en el ritmo respiratorio, frecuencia, profundidad y esfuerzo.
Náuseas, gruñidos o tos.
Regurgitación o vómitos.
Dilatación pupilar.
Los estertores en perros se cree que se deben a una mayor resistencia de las vías respiratorias.
La parálisis de las extremidades posteriores comienza como una leve o marcada incoordinación y debilidad que se observa mejor cuando el animal se gira o se aleja del observador (o al subir escaleras o saltar). Según progresa la parálisis, el animal se vuelve incapaz de mover las extremidades traseras y delanteras, estar de pie, sentarse, erguirse y, al final, subir la cabeza.
Una clasificación en cuatro estadios basada en la actividad sistémica de la extremidad puede permitir la predictibilidad clínica:
Fase 1: la voz del perro cambia (por lo general se nota retrospectivamente), y el perro está debilitado pero aún puede caminar y estar de pie.
Fase 2: el perro no puede caminar pero sí estar de pie.
Fase 3: el perro no puede mantenerse en pie pero sí enderezarse.
Fase 4: el perro no puede enderezarse.
Los estadios 3 y 4 (~30 % de los casos) indican un mal pronóstico. Sin embargo, algunos perros muestran pocos signos clínicos por niveles bajos de toxina o protección cutánea o factores inmunitarios, y otros solo muestran signos en un órgano (p. ej., parálisis esofágica).
La sensibilidad se suele preservar; sin embargo, es cada vez más difícil detectar respuestas clínicas a los estímulos por parálisis de la neurona motora inferior. La puntuación en la escala analógica visual también se realiza para la unión neuromuscular, la toxicidad general y la disnea, con resultados altamente predictivos.
Las anomalías respiratorias incluyen:
Asfixia.
Obstrucción del tracto respiratorio superior.
Broncoconstricción (especialmente evidente en los gatos).
Fatiga progresiva de los músculos respiratorios.
Aspiración de contenido esofágico o gástrico (debido a la pérdida de la función faríngea y laríngea), que provoca neumonía por aspiración.
La aspiración puede ser pronunciada y afectar gravemente al pulmón antes de cualquier signo clínico evidente.
Es posible tener un pulmón silencioso (sin crepitaciones), gravemente neumónico, si hay poco flujo de aire en el lóbulo afectado. Algunos perros tienen disnea profunda, sin crepitaciones, y una extensa opacidad pulmonar en la radiografía (debida a una neumonía por aspiración); estos casos suelen ser terminales.
Los perros con obstrucción de las vías respiratorias altas tienen un estridor espiratorio marcado (no el típico estridor inspiratorio de la parálisis laríngea primaria de razas grandes), a menudo con la cabeza y las extremidades anteriores extendidas para maximizar el flujo y el intercambio de aire.
Si también hay enfermedad torácica, el paciente suele estar muy disneico. Se puede sentir una vibración en la laringe o justo ventral a esta asociada al esfuerzo espiratorio y el estridor. Es fácil pasar por alto una lesión de las vías respiratorias altas, especialmente si el perro está paralizado. A menudo, la frecuencia respiratoria es alta y forzada.
En los gatos, la prueba doll se puede usar para evaluar la función de las vías respiratorias superiores. Si la compresión del tórax con el dedo y el pulgar induce un estridor, esto indica paresia o parálisis, independientemente de otros defectos de las vías respiratorias. Es esencial diagnosticar cualquier obstrucción de las vías respiratorias altas, ya que la carga de trabajo asociada, la ansiedad y la fatiga resultante pueden rápidamente hacerse terminales.
La mayoría de los perros (pero no los gatos) desarrollan parálisis de los músculos esofágicos, con o sin obvia dilatación esofágica. La saliva y el alimento o líquido acumulado en el esófago puede que se regurgiten a la faringe y boca. La pérdida de función faríngea hace difícil al paciente limpiar las vías respiratorias altas, lo que puede dar lugar a una neumonía por aspiración.
En la parálisis por I holicyclus puede haber vómito (con evidencia de bilis); se ha sugerido que la toxina actúa sobre el centro del vómito. La mayoría del "vómito" notificado por los propietarios es probablemente regurgitación, aunque el vómito inducido por fármacos puede ser una complicación. Los perros tienen arcadas en un intento de limpiarse de secreciones y mueven la cabeza y la mandíbula de una manera extraña, asociada con un gruñido característico, para intentar eliminar material.
La temperatura corporal puede ser normal en las primeras etapas; sin embargo, debido al efecto de la toxina sobre las anastomosis arteriovenosas (derivaciones), la termorregulación normal se acaba perdiendo. Esto puede causar hiper- e hipotermia, ya que los animales se ven afectados por los factores ambientales locales. La capacidad de temblar también se pierde en casos graves.
La hipo- e hipertermia profunda pueden producirse repentinamente y pueden fácilmente diagnosticarse mal; la hipotermia se asemeja clínicamente a la parálisis por garrapatas en varios aspectos. Cuando se restablece la temperatura corporal, el nivel de parálisis por garrapatas en algunos casos puede ser leve.
Rara vez en los perros, la insuficiencia cardiaca congestiva aguda puede presentarse con un edema pulmonar extenso por disfunción diastólica miocárdica (el miocardio no puede relajarse bien, lo que disminuye el llenado cardiaco eficiente y, por tanto, el gasto cardiaco sistólico). El retorno venoso también puede disminuir y la presión venosa sistémica aumenta.
Algunos perros presentan un intervalo QT prolongado en el ECG, que puede provocar una arritmia ventricular letal. La frecuencia de estas muertes inexplicables, que siguen a una recuperación macroscópica general completa, no se conoce; sin embargo, la mayoría de los veterinarios que tratan muchos casos declaran estos episodios.
Los gatos con casos de moderados a graves pueden estar ansiosos. Es esencial no interferir con estos pacientes hasta que se hayan asentado en su jaula. Si se les fuerza a los procedimientos, pueden morir de disnea obstructiva y de la (presunta) hipoxemia, acidosis e hipercapnia asociadas. Los pacientes pueden deteriorarse si se ven afectados por un estrés hospitalario excesivo (p. ej., atención de enfermería, ruido, olor).
Los gatos pueden desarrollar una constricción similar al asma de las vías respiratorias, por lo general cuando están levemente parésicos; las sibilancias espiratorias en la auscultación, el esfuerzo espiratorio abdominal forzado y la intolerancia al ejercicio muy fácilmente inducida son signos clínicos típicos en este momento. Estos gatos suelen tener hallazgos positivos en la prueba doll y, tras unos pocos pasos, se sientan sobre sus cuartos traseros con el pecho en una posición vertical más erguida de lo normal, a menudo con una mayor concentración o esfuerzo respiratorio.
Es fácil diagnosticar mal el asma felina en esta etapa si no se encuentra o se sospecha una garrapata.
Diagnóstico de la parálisis por garrapatas en animales
Signos clínicos compatibles y antecedentes de exposición a la picadura de garrapata o área conocida de la garrapata.
Pruebas diagnósticas adicionales.
Recuperación después del tratamiento.
Se recomienda especialmente a los clínicos australianos implicados en el diagnóstico y tratamiento de la intoxicación por I holocyclus que consulten la versión más reciente de las directrices del Australian Paralysis Tick Advisory Panel sobre el diagnóstico, el manejo, el tratamiento y la prevención de la parálisis por garrapatas en perros y gatos.
La presencia de una garrapata en combinación con la aparición súbita de debilidad en las extremidades y/o deterioro respiratorio es diagnóstica. La garrapata agresora puede no estar unida, pero un "cráter cutáneo" de garrapata (un agujero de 1-2 mm de profundidad y 1-2 mm de anchura, rodeado por un área variablemente elevada e inflamada) confirma el diagnóstico.
A veces no se puede encontrar ni garrapatas ni "cráteres" (las garrapatas muy pegadas en la oreja, entre los dedos o en la boca o ano se pueden pasar por alto). Sin embargo, con los signos clínicos apropiados, en una conocida área de garrapatas, sin otra causa obvia de enfermedad neuromuscular, todavía está indicado el tratamiento con suero de antitoxina de garrapata (TAS).
El TAS solo está disponible en Australia. La recuperación tras el tratamiento confirma el diagnóstico provisional.
No se dispone de técnicas de diagnóstico de laboratorio específicas. El hematocrito, las proteínas séricas y la evaluación radiográfica para valorar la presencia y extensión del edema pulmonar, el megaesófago y la neumonía por aspiración pueden ser útiles. Los signos clínicos específicos (p. ej., insuficiencia cardiaca congestiva, obstrucción uretral) requieren evaluación y tratamiento rutinarios de esa zona o ese sistema orgánico.
El diagnóstico diferencial incluye:
Envenenamiento por tetrodotoxina (p. ej., pez globo, pez sapo, pulpo de anillos azules).
Intoxicación por ciguatoxina de peces afectados.
Intoxicación por saxitoxina (p. ej., intoxicación paralizante por mariscos).
En regiones donde las garrapatas son endémicas, la parálisis por garrapatas es de los primeros diagnósticos diferenciales de cualquier parálisis flácida motora clínicamente ascendente. También debe considerarse en el diagnóstico diferencial de megaesófago, vómitos inexplicables, insuficiencia cardiaca congestiva izquierda aguda (perros) o asma (gatos [en áreas donde la parálisis por garrapata felina es un problema]).
La temporada de garrapatas suele conocerse bien en varias áreas (p. ej., un arroyo local) dentro del entorno de una clínica en particular, y con frecuencia la mayoría de los casos de parálisis por garrapatas provienen de unas pocas áreas bien definidas y altamente endémicas.
Los parámetros bioquímicos séricos se mantienen sin cambios en las primeras etapas. Un hematocrito alto (con proteínas sérícas normales) indica desplazamiento de líquido al interior de los pulmones y un pronóstico más reservado.
Otros cambios pueden incluir concentraciones elevadas de glucosa, colesterol y fosfato en sangre, aumento de la actividad de la CK y disminución de la concentración de potasio en sangre. Sin embargo, ninguno de estos cambios es específico de la parálisis por garrapatas, ni indican la gravedad ni el pronóstico.
Hay varias herramientas diagnósticas disponibles:
La ecocardiografía revela una disfunción miocárdica sistólica secundaria y diastólica asociada a un llenado ventricular disminuido, posiblemente tanto por acumulación venosa periférica como por mala relajación diastólica del miocardio.
La radiografía sin estrés proporciona el mejor apoyo pronóstico disponible.
La pulsioximetría, la capnografía y la gasometría arterial pueden ser útiles para la monitorización. Sin embargo, se debe considerar el estrés de tales pruebas; la posición para las radiografías de tórax (p. ej., dorsoventral a lateral) puede inclinar a los pacientes hacia una hipoventilación terminal asociada con paro respiratorio o cardiaco agudo.
Tratamiento de la parálisis por garrapatas en animales
Eliminación de garrapatas
Suero antitoxina para garrapatas.
Las mejores prácticas para el tratamiento de la parálisis y la intoxicación por garrapatas (especialmente I holocyclus) son un campo en rápido desarrollo. Se insta a los veterinarios que deben tratar a pacientes con intoxicación por I holocyclus a que consulten la versión más reciente de las directrices del Australian Paralysis Tick Advisory Panel en el diagnóstico, el manejo, el tratamiento y la prevención de la parálisis por garrapatas en perros y gatos.
El suero antitoxina de garrapatas (solo disponible en Australia) es un suero inmune contra la toxina (similar a la antitoxina tetánica) y es el producto de elección. Este debería administrarse cuanto antes; las posteriores dosis de recarga no son efectivas, porque se aplican ya demasiado tarde.
En los perros debe administrarse una dosis mínima de 0,5-1 mL/kg IV lentamente durante al menos 20 minutos para evitar cualquier reacción de shock. En particular, los limitados datos disponibles han demostrado que el aumento de la dosis de TAS por encima de 0,1 mL/kg no altera la tasa de mortalidad ni mejora el tiempo de recuperación.
El tratamiento es similar en perros y gatos. El TAS se usa regularmente en gatos porque es la única opción de tratamiento eficaz y viable independientemente del potencial de efectos adversos. La dosis y otra información está disponible en las directrices del Australian Paralysis Tick Advisory Panel.
En Australia está disponible un antisuero para garrapatas específicamente diseñado para gatos. Sin embargo, el producto solo está registrado bajo un permiso en Australia; no tiene la aprobación APVMA completa.
En la mayoría de las infestaciones (excepto por I holocyclus), eliminar todas las garrapatas causa mejoría en 24 horas y recuperación completa en 72 horas. Si no se quitan las garrapatas, puede producirse la muerte por parálisis respiratoria en 1-5 días.
Quitar las garrapatas I holocyclus no para de golpe la progresión de la enfermedad. Los signos clínicos pueden deteriorarse durante ~24 horas o más; sin embargo, la mayoría de los perros comienzan a mejorar en 6-12 horas después del tratamiento con TAS.
En cualquier infestación, la eliminación de todas las garrapatas es absolutamente necesaria. Se debe buscar por todo el tegumento, diligente y repetidamente, especialmente en animales de pelo largo o de pelo grueso. La mayoría de las garrapatas (80 %) se localizan alrededor de la cabeza o el cuello; no obstante, pueden encontrarse en cualquier parte del cuerpo.
Se han desarrollado los estándares mínimos para la búsqueda de garrapatas (MSTS), también publicados en las directrices del Australian Paralysis Tick Advisory Panel.
Los MSTS estipulan que el patrón de búsqueda debe ser sistemático y se recomienda el método de caminar con los dedos. Los MSTS señalan que las garrapatas pueden ser difíciles de localizar y subrayan la importancia de buscar en los conductos auditivos, los márgenes labiales, las encías, el paladar duro, la parte inferior del cuello, el prepucio o la vulva, el recto, la punta de la cola, los espacios interdigitales y la zona que se encuentra debajo de los apósitos.
El reconocimiento de los déficits neurológicos focales asimétricos puede ayudar en la detección de garrapatas.
Sobrela base de los MSTS, se debe realizar un mínimo de 3 búsquedas iniciales que involucren a 3 personas distintas. Puede estar implicada más de una garrapata en la intoxicación, y cuando sea necesario, se ha de rasurar el pelo en todo el cuerpo para asegurarse de la eliminación de toda la carga de garrapatas.
Los MSTS también destacan que deben realizarse las búsquedas repetidas de garrapatas cada 6-12 horas, siempre que el procedimiento no cause un estrés indebido. Arrancar las garrapatas produce el mejor resultado (en perros) y no induce anafilaxia.
En situaciones en las que se ha localizado una garrapata o un cráter de garrapata pero no hay signos clínicos de intoxicación, la mejor práctica actualmente recomendada es adoptar un abordaje de riesgo-beneficio en relación con el tratamiento. Las consideraciones potenciales de bienestar, éticas y legales al considerar este abordaje incluyen:
Anamnesis y reseña relevantes del caso.
Probabilidad de progresión de la enfermedad.
Acceso al tratamiento veterinario.
Riesgo de efectos adversos del tratamiento con TAS.
Una consideración importante con este abordaje es que los signos clínicos de intoxicación por garrapatas se suelen desarrollar después de 72 horas de la adhesión de la garrapata y con un tamaño de la garrapata de ~4 mm en el cuarto día de adhesión.
Fundamentalmente, el tamaño de la garrapata por sí solo puede no ser un indicador fiable, dado que ha habido informes anecdóticos esporádicos de garrapatas <4 mm que causan signos clínicos de intoxicación y de garrapatas grandes que no causan enfermedad.
Las opciones de tratamiento cuando se sigue el abordaje de riesgo-beneficio incluyen la hospitalización del paciente durante 24 horas y el seguimiento de los protocolos MSTS o la observación cercana por parte del propietario del animal en casa con instrucciones para buscar tratamiento inmediatamente si se desarrolla cualquier signo clínico. La administración de suero antitoxina para garrapatas también es una posibilidad en pacientes de alto riesgo, a petición del propietario, o si no es factible una monitorización intensiva.
Si un gato no presenta signos clínicos en el momento de la evaluación inicial, se recomienda retirar la garrapata y vigilar de cerca la progresión de los signos clínicos. La administración de TAS a gatos que han sido previamente sensibilizados se asocia con un mayor riesgo de anafilaxia.
Se debe considerar el tratamiento preventivo cuando se utiliza el abordaje de riesgo-beneficio. Esto implica tratar al paciente con un acaricida apropiado y educar al propietario sobre el uso de la profilaxis continua.
En situaciones donde hay signos clínicos de parálisis por garrapatas con o sin evidencia de una garrapata o cráter, se recomienda un abordaje de tratamiento. Los signos clínicos asociados con un pronóstico reservado en perros incluyen:
Presencia de disnea inspiratoria o crepitaciones.
Progresión a disnea espiratoria y sibilancias espiratorias en las 24 horas siguientes al ingreso hospitalario.
Náuseas o vómitos.
En pacientes con un pronóstico reservado, la decisión sobre la eutanasia rápida debe debatirse con el propietario. Es importante destacar que en todos los casos de parálisis por garrapatas el resultado puede ser impredecible a pesar del uso del tratamiento apropiado.
El tratamiento de la intoxicación primaria ha de abordar la toxemia y la parálisis, los problemas secundarios (p. ej., reflujo esofágico, neumonía por aspiración) y los factores terciarios potenciales (p. ej., debilidad crónica, estenosis esofágica). Cuando sea posible y basándose en un juicio clínico apropiado, se debe realizar una búsqueda de garrapatas que siga los MSTS simultáneamente con el tratamiento.
La administración IV rápida de TAS puede inducir reacciones adversas clínicas en >80 % de los perros. La anafilaxia puede producirse impredeciblemente (como con todos los productos), lo que hace necesaria la administración de altas dosis de cortisol soluble, una rápida carga de fluidos, etc. Los gatos son algo más sensibles que los perros, presumiblemente con una segunda dosis, unas pocas semanas (no días) después de la primera dosis.
El TAS administrado IP es la mejor alternativa en gatos o en perros pequeños para los que la vía IV es un problema (p. ej., dificultad respiratoria, riesgo de sujeción, disnea). Sin embargo, se cree que su semivida clínicamente eficaz es corta (días, no semanas), y no tendrá efecto si la toxina ya está unida al tejido y el paciente está gravemente enfermo o a punto de estarlo (con la toxina en el espacio perivascular).
Es esencial minimizar el estrés y la ansiedad. La acepromacina (0,03 mg/kg, SC) se puede administrar antes que cualquier otra medicación o manejo que pueda molestar al paciente. No obstante, se deben evitar dosis altas, especialmente si el paciente está apático, hipotenso o hipotérmico. La sobredosis puede inducir hipotensión e hipotermia o aumentar el riesgo de aspiración. Los opioides (p. ej., butorfanol, 0,1-0,4 mg/kg de peso corporal, IV, IM o SC) son alternativas potenciales.
La oxigenoterapia (no estresante, por lo general nasal) se implementa (como se indica); sin embargo, la enfermedad progresiva necesita un tratamiento más intensivo.
La anestesia general está indicada en pacientes gravemente fatigados y disneicos para permitir una mejor administración de oxígeno, el drenaje esofágico y la succión de las vías respiratorias altas. El pentobarbital (no disponible en EE. UU.) puede administrarse como infusión continua o administrarse IV periódicamente para inducir una anestesia ligera, con dosis repetidas según sea necesario. Otro beneficio potencial del pentobarbital puede ser el control del síndrome de QT largo.
Los principales beneficios de alguna forma de anestesia (p. ej., propofol) son disminuir la disnea, permitir el descanso muscular y ayudar a superar la fatiga muscular primaria y el agotamiento general. Los periodos de 6-8 horas de anestesia ligera son los mejores, con una revaluación del estado clínico después de cada periodo.
Puede ser necesaria la ventilación mecánica o manual, pero debe valorarse cuidadosamente porque la recuperación puede retrasarse, especialmente en pacientes braquicéfalos. Los casos de ventilación a largo plazo pueden tener una tasa de recuperación del 70 %.
Es esencial valorar la capacidad ventilatoria pulmonar (niveles de CO2 espirado) y alveolar (pulsioximetría) y estar atentos a la fatiga muscular respiratoria profunda. La enfermedad alveolar (edema o neumonía) tiene un mal pronóstico en estos casos.
La atropina (repetida cada 6 horas, la dosis más baja) puede administrarse si las secreciones gastrointestinales y respiratorias son excesivas; sin embargo, su efecto sobre la secreción lagrimal (y el potencial del hospedador de sufrir parálisis palpebral, disminución del reflejo de parpadeo y desecación corneal) y la frecuencia y el ritmo cardiacos deben considerarse.
El tratamiento con antieméticos debe aplicarse en pacientes que estén vomitando, lo que suele ser un signo de mal pronóstico. Si el paciente está regurgitando, se debe aspirar el esófago junto con las vías respiratorias superiores. La colocación correcta del drenaje se convierte entonces en un factor vital para ayudar a evitar la aspiración. En los casos de reflujo gastroesofágico es necesario tener cuidado con respecto a su cronicidad y daño tisular.
Están indicados los antimicrobianos bactericidas de amplio espectro (especialmente en casos graves) para ayudar a evitar el desarrollo de neumonía por aspiración; sin embargo, deben administrarse lo antes posible. Los perros con obstrucción de las vías respiratorias altas requieren traqueotomía o anestesia e intubación para superar los efectos potencialmente letales de dicha obstrucción.
Para tratar la insuficiencia cardiaca congestiva están indicados los diuréticos (p. ej., la furosemida) con el máximo tratamiento apropiado de oxígeno. El verapamilo se ha administrado para contrarrestar los efectos inótropos patológicos de la toxina de la garrapata en el miocardio. La toxina se acaba liberando, por lo que si el paciente se mantiene libre de edema pulmonar terminal (o arritmia), la insuficiencia cardiaca se revertirá en unos pocos días siempre que se proporcione un apoyo rutinario.
El esmolol se ha administrado para tratar a pacientes afectados que tienen un intervalo QT largo y el potencial de una arritmia ventricular letal e impredecible.
La fluidoterapia debe usarse con mucho cuidado, ya que el edema pulmonar se induce fácilmente. Asegurarse de que se vigila el edema del paciente, tanto antes como durante la fluidoterapia IV, y de mantenerse por debajo de los niveles de mantenimiento, debe ser rutinario.
Puede haber deshidratación en la parálisis por garrapatas, pero no suele producirse en los casos rutinarios hasta el segundo día de hospitalización, cuando los valores elevados de hematocrito y proteínas pueden ser evidentes. En los pacientes pequeños se pueden administrar fluidos SC o IP si el estado pulmonar es una preocupación.
Los casos excepcionales (p. ej., paralizados al sol con humedad y temperatura altas durante un día antes de presentarse) pueden necesitar rehidratación extensa, pero la extensión de la disfunción orgánica subyacente debe evaluarse antes de administrar fluidoterapia intensiva.
La enfermedad similar al asma en gatos es difícil de revertir, porque los broncodilatadores habituales no suelen ser efectivos.
La fatiga muscular puede reducirse (con recuperación de algo de fuerza muscular) mediante periodos cortos (6-8 horas) de anestesia. Los pacientes permanecen hipercápnicos pero, con intubación endotraqueal y oxigenoterapia, pueden establecerse buenos niveles de saturación de hemoglobina (>95 %), siempre que no haya enfermedad alveolar extensa.
Las animales intoxicados pierden su capacidad termorreguladora. Los animales con una temperatura corporal <32 °C durante un tiempo prolongado pueden ser difíciles de reanimar. Se usan varios mecanismos de calentamiento (bolsas de agua caliente, mantas, mantas de flujo de aire caliente); sin embargo, la absorción de calor periférico no puede producirse si se cierran las anastomosis arteriovenosas (derivaciones) debido al efecto de la toxina y a la reacción vasoconstrictora del hospedador a la hipotermia.
Aplicar calor en las porciones distales de las extremidades (especialmente en las posteriores) será muy beneficioso; la aplicación directa en la ingle también puede ser potencialmente útil. Algunos pacientes pueden necesitar fluidos calientes administrados por vía IV o rectal, para revertir una temperatura corporal muy fría (p. ej., ≤32 °C).
Puede observarse hipertermia súbita (>42 °C) en perros hospitalizados. Estos suelen mostrar movimientos exagerados de la cabeza y posiblemente de las extremidades anteriores y signos clínicos de ansiedad. Si se enfrían (p. ej., toallas mojadas, uso del ventilador, alta tasa de cambios de aire), estos signos disminuyen.
Para los animales que han perdido su capacidad de termorregulación o para aquellos con hipertermia grave, las medidas de enfriamiento deben cesar a 39,2 °C para evitar la progresión a hipotermia.
Debido a que se espera que el estado del paciente se deteriore tras extraer las garrapatas y se administre el TAS, es necesaria la hospitalización con un control mínimamente invasivo y un buen cuidado de enfermería.
El paciente debe mantenerse en un ambiente tranquilo, oscuro y confortable donde sea fácilmente observado. Debe colocarse sobre el esternón para maximizar la función pulmonar. El decúbito lateral izquierdo con el hombro (no la faringe o el cuello) como punto más alto es la mejor posición para el drenaje. Si es posible, también se recomienda "bajar la cabeza" ligeramente. Los pacientes nunca deben rotarse a menos que se pueda hacer con frecuencia (cada 1-2 horas), de día y de noche.
Debido a que el paciente no puede miccionar, es necesario cateterizar y vaciar la vejiga al menos dos veces al día para evitar la infección. Como con otros efectos locales de intoxicación, esta puede persistir después de que el paciente tenga una recuperación general.
Deben usarse protectores oculares para prevenir úlceras de córnea u ojos secos (cerrar los párpados, lágrimas artificiales, lentes de contacto). La aspiración de faringe, laringe y esófago proximal minimiza el estrés respiratorio debido al acúmulo de saliva y la regurgitación.
Se puede insertar lentamente una sonda esofágica para eliminar cualquier material acumulado, que en algunos casos es voluminoso, y el tubo puede prevenir el ahogamiento (sobre todo en razas braquicéfalas con bloqueo laríngeo por material extraño).
El fluido y la oxigenoterapia deben controlarse para evitar la sobrehidratación o el suministro insuficiente, respectivamente. El apoyo nutricional ha de proporcionarse con cuidado para asegurarse de que la función GI y respiratoria pueden continuar con el alimento y el agua ofrecidos.
Se debe seguir realizando búsquedas de garrapatas durante la hospitalización, especialmente si el paciente se deteriora inesperadamente o la recuperación es lenta. El pelo largo o enmarañado ha de recortarse, especialmente en la cabeza y el cuello. La aplicación de un acaricida puede matar cualquier garrapata no encontrada. No obstante, el estrés de la búsqueda, el corte de pelo o el baño pueden perjudicar a los pacientes gravemente afectados o nerviosos, a los que se recomienda sedar.
Diagnóstico de la parálisis por garrapatas en animales
La recuperación prolongada y la pérdida de peso pueden producirse con diversas complicaciones, y la muerte también puede darse por ahogo, fatiga de los músculos respiratorios, arritmias cardiacas, insuficiencia cardiaca congestiva y parada cardiopulmonar. Los animales de más edad y los cachorros muy jóvenes corren más riesgo.
Los casos más graves se observan al comienzo de la temporada, y una segunda infestación (cercana a la primera) será más grave.
Son signos de mal pronóstico la disnea, las crepitaciones y las sibilancias, al igual que las puntuaciones altas en la evaluación de la unión neuromuscular (3 y 4) o en la escala analógica visual (≥75 %) para la intoxicación o la dificultad respiratoria.
Antes del alta, la prueba de la caída puede usarse en gatos para evaluar la función neuromuscular y el control gravitacional tridimensional. Los gatos deben poder corregir una caída desde 10-20 cm por encima de la parte superior de la mesa. Los gatos aún afectados no se enderezarán a tiempo y aterrizarán más pesadamente, con la barbilla golpeando el tablero acolchado de la mesa. Los gatos recuperados aterrizan suavemente con un buen control de la cabeza.
Saltar hacia arriba y abajo de la jaula también se puede utilizar para evaluar la fuerza muscular en los gatos. En los perros, saltar desde una jaula puede inducir estridor, lo que indica una paresia respiratoria no resuelta con un flujo de aire espiratorio forzado, porque el impulso abdominal no soportado afecta al diafragma y al flujo de aire pulmonar, lo que produce una espiración de gran volumen.
Levantar a un perro (con los brazos del portador envueltos fuera de las patas delanteras y traseras) con parálisis por garrapatas no resuelta a menudo produce estridor, lo que indica una función laríngea anormal. Los pacientes deben poder comer, beber y caminar normalmente sin estridor antes del alta.
Se ha de aconsejar a los propietarios que continúen buscando garrapatas, que utilicen métodos preventivos adecuados que eviten que las garrapatas se adhieran otra vez y que mantengan a los animales protegidos de las temperaturas altas, el estrés y el ejercicio intenso al menos durante el primer mes. Si hay disfunción esofágica pueden estar indicadas comidas más pequeñas y frecuentes. Este periodo de descanso se aplica especialmente a perros de trabajo de granja, en los que un sobreesfuerzo precoz puede llevar a una lesión muscular permanente.
Prevención y control de la parálisis por garrapatas en animales
Los propietarios no deben depender únicamente del control químico para prevenir la infestación por garrapatas, porque ningún producto es totalmente eficaz y una sola garrapata adherida puede causar parálisis por garrapatas. Se les debe informar sobre cuándo y dónde sus mascotas estarán en riesgo y se les debe animar a que tomen las siguientes medidas:
Revisar a fondo el pelo diariamente.
Mantener el pelo lo más corto posible (para facilitar la búsqueda).
Comprender la eficacia, la idoneidad, la seguridad y las limitaciones de los productos preventivos disponibles (aerosoles, pipetas tópicas, comprimidos y collares).
El tratamiento combinado (p. ej., aerosol y collar) puede que dé mejores resultados; sin embargo, no hay datos publicados que lo respalden.
Hasta ahora, los intentos para producir una vacuna eficaz contra la toxina de I holocyclus han sido un fracaso, como los intentos de controlar las garrapatas en el campo Las garrapatas varían geográficamente, y estas diferencias genéticas pueden explicar por qué los signos clínicos de la parálisis por garrapatas y las puntuaciones de toxicidad de escala visual analógica pueden variar entre diferentes áreas en la misma época del año en la misma estación.
Para más información
Australian Tick Advisory Panel. Tick Paralysis of Dogs and Cats: An Updated Guide to Diagnosis, Management, Treatment, and Prevention. 2020. https://www.vpb.nsw.gov.au/tick-paralysis-dogs-and-cats