La rabia es una encefalomielitis aguda y progresiva causada por un lisavirus. Esta zoonosis se da en todo el mundo en mamíferos, con los perros, los murciélagos y los carnívoros silvestres como principales reservorios. Los signos clínicos típicos incluyen cambios agudos de comportamiento y una parálisis progresiva. La enfermedad es mortal una vez que aparecen los signos clínicos; sin embargo, la administración apropiada y a tiempo de cuidados locales de las heridas, la inmunoglobulina y la vacunación tras la exposición pueden prevenir la enfermedad en humanos no vacunados. Hay vacunas disponibles para animales domésticos, fauna silvestre y humanos que previenen la rabia y ayudan a controlar su transmisión en las poblaciones de reservorios.
La rabia es una zoonosis vírica mortal y un grave problema de salud pública. La enfermedad afecta principalmente a carnívoros y murciélagos, aunque puede afectar a cualquier mamífero.
Etiología de la rabia en animales
La rabia está causada por virus del género Lyssavirus en la familia Rhabdoviridae. A nivel mundial, el virus de la rabia es el miembro más importante del género. La información respecto al diagnóstico, la patogenia, los signos clínicos y la prevención de la infección por el virus de la rabia suele ser aplicable también a otros lisavirus.
Clasificación del genoma vírico
El virus de la rabia tiene un genoma de ARN de sentido negativo monocatenario no segmentado (~12 kb) que codifica cinco proteínas víricas:
Proteína de la nucleocápside (N).
Proteína de la matriz (M).
Glucoproteína (G).
Proteína grande (L), la ARN polimerasa enzimáticamente activa dependiente de ARN.
Fosfoproteína (P), cofactor de la proteína L.
Cortesía del Dr. Nicholas Roman.
Además del virus de la rabia, el Comité Internacional de Taxonomía de Virus enumera otras 16 especies del género Lyssavirus, demarcados según sus secuencias genómicas. Se han descrito otras especies nuevas, pero todavía no se han caracterizado completamente.1
Estructura
El virus de la rabia es un virus envuelto; la bicapa lipídica derivada principalmente de la membrana de la célula hospedadora comprende la envoltura externa, que está revestida por la proteína de la matriz. Los viriones tienen una forma característica de bala y miden aproximadamente 75 nm de ancho y 180 nm de largo.
La superficie del virión está recubierta por picos de glucoproteína trimérica transmembrana, que reconocen y se unen a los receptores celulares. Internamente, el ARN genómico está encapsulado para formar una ribonucleoproteína helicoidal estrechamente asociada con un complejo de ARN polimerasa vírica.
Replicación
El virus de la rabia se replica por gemación de las membranas celulares del hospedador. Tras la adsorción a través de la interacción receptor-virión, las partículas víricas libres infectan nuevas células fusionando sus envolturas con la membrana de la célula hospedadora, lo que permite la entrada de material genético vírico. El ARN mensajero se transcribe a partir del genoma del ARN.
La traducción a proteínas se produce en los ribosomas libres y la nucleocápside vírica se desarrolla en el citoplasma. Pueden formarse partículas víricas completas en la superficie celular, pero más frecuentemente brotan de las membranas intracitoplasmáticas.
Mecanismos patogénicos
El virus de la rabia se replica inicialmente en tejido no nervioso en el punto de inoculación.
Los lisavirus como el de la rabia son altamente neurotrópicos. Los virus de la rabia viajan por los nervios periféricos hasta la médula espinal y ascienden al encéfalo. Una vez en el encéfalo, el virus viaja por los nervios periféricos a las glándulas salivales y otros órganos.
Si un animal es capaz de transmitir la rabia a través de la saliva, el virus se detectará en el encéfalo. El virus se excreta intermitentemente en la saliva.
Cerca del final de la fase clínica, después de la replicación en el SNC, el virus de la rabia puede encontrarse en casi todos los órganos inervados.
Epidemiología de la rabia en animales
La identificación de las diferentes variantes virales mediante procedimientos de laboratorio como el análisis de anticuerpos monoclonales o la secuenciación genética ha permitido incrementar el conocimiento sobre la epidemiología de la rabia.
El virus de la rabia está adaptado a su hospedador reservorio, y las variantes del virus de la rabia antigénicamente distintas se mantienen dentro de especies específicas de reservorio animal (p. ej., la variante del virus asociada con la rabia mantenida por transmisión de perro a perro se denomina variante del virus de la rabia canina).
Por lo general, cada variante del virus de la rabia es responsable de la transmisión del virus entre los miembros de una misma especie reservorio en un área geográfica en la que es enzoótico. Sin embargo, se produce la transmisión entre especies de las variantes del virus de la rabia (p. ej., la rabia en un perro como resultado de la infección con una variante de una mofeta se denominaría infección por la variante del virus de la rabia en un perro).
Al menos 30 especies son reservorios conocidos, principalmente carnívoros terrestres, murciélagos hematófagos y murciélagos insectívoros. Globalmente, el perro es el reservorio más importante, particularmente en Asia y África.
En América del Norte, las diferentes variedades virales son responsables de la perpetuación de la rabia en zorros rojos y árticos en Canadá y Alaska, en mapaches en la costa este, desde Maine hasta Florida, y en zorros grises en el sudoeste, incluyendo Arizona y Nuevo México.
Dos variantes son responsables de la rabia en las mofetas rayadas, una en los estados centrales del sur y la otra en los estados centrales del norte que a menudo se extiende a las llanuras canadienses. En California se ha encontrado otra variante del virus de la rabia de la mofeta.
Comparativamente, la epidemiología de la rabia en murciélagos es compleja. En general, cada variante encontrada en murciélagos puede caracterizarse con una especie de murciélago predominante. La transmisión entre especies de murciélagos a otros animales es infrecuente.
La mayoría de los casos autóctonos de rabia humana en EE. UU. se deben a variantes víricas de la rabia en murciélagos (especialmente virus asociados a Lasionycteris noctivagans, el murciélago de pelo plateado; a Perimyotis subflavus, el murciélago tricolor; y a Tadaridabrasiliensis, el murciélago de cola libre).
Distribución geográfica
La rabia se encuentra en todo el mundo, a excepción de la Antártida. Unos pocos países afirman estar libres de la enfermedad, ya sea por el éxito de los programas de erradicación o gracias a su estado de islas y por aplicar rigurosas normas de cuarentena.
La aparición de la rabia puede verse afectada por cambios en la dinámica virus-hospedador o por translocación humana de las especies infectadas. Durante muchos años, las mofetas fueron los animales con más casos descritos de rabia en EE. UU.; sin embargo, durante 1990, los mapaches se convirtieron en el carnívoro con rabia más numeroso.
La variante del virus de la rabia canina se estableció en perros y coyotes (Canis latrans) en Texas pero se eliminó a principios del siglo XXI. La variante del virus de la rabia canina existe en África, Asia, Oriente Medio y partes de América Central, del Sur y el Caribe, y tiene el potencial de diseminarse por todo EE. UU. si se reintroduce.
Las variantes del virus de la rabia de la mofeta, el mapache y el zorro se encuentran, cada una, en regiones geográficas bastante distintas de Norteamérica, aunque se solapan algo. Las variantes del virus de la rabia del murciélago se distribuye por toda América. El murciélago vampiro es un importante reservorio en América Latina y es causa de múltiples brotes en el ganado vacuno y los humanos, particularmente en partes de la Amazonia.
En Europa occidental predominó la variante de la rabia del zorro rojo antes de su eliminación por la vacunación oral. En zonas de Europa oriental, la rabia del mapache es una preocupación creciente. Las variantes de la rabia de los murciélagos, mantenidas por varios lisavirus en quirópteros insectívoros, parece estar ampliamente distribuida por toda Europa.
Otras especies silvestres desempeñan un papel importante en la transmisión del virus de la rabia en ciertas áreas, incluidas las mangostas en el Caribe, sur de África y regiones de Asia, los chacales en partes de África y los turones en China.
Periodo de incubación
El periodo de incubación de la rabia es prolongado y variable, según el lugar de exposición y la dosis de inóculo vírico. La exposición de tejido muy inervado se asocia con un periodo de incubación más corto para el desarrollo de signos del SNC.
Normalmente, el virus de la rabia permanece en la zona de inoculación durante un tiempo considerable. La duración inusual del periodo de incubación ayuda a explicar la acción eficaz de la infiltración local de inmunoglobulina antirrábica durante la profilaxis posexposición en humanos, incluso días después de la exposición.
La mayoría de los casos clínicos de rabia observados en perros se producen 21-80 días tras la exposición; sin embargo, el periodo de incubación puede ser más corto o considerablemente más largo. Se ha descrito un caso de rabia en una persona en EE. UU. con un periodo de incubación >8 años.
Dinámica de la transmisión
Un reservorio animal predominante es la fuente principal de transmisión del virus de la rabia (p. ej., los perros infectados son el reservorio principal de transmisión de la enfermedad en Asia y África). Todos los reservorios animales son también vectores del virus; sin embargo, no todos los vectores son reservorios. Por ejemplo, aunque los gatos pueden transmitir eficazmente el virus de la rabia, no se perpetúa la transmisión del virus de la rabia de gato a gato, y no se ha documentado una variante única del virus de la rabia felina.
En cualquier caso, los gatos son el animal doméstico con más casos de rabia registrados en EE. UU. El virus está presente en la saliva de los gatos con rabia, y se han descrito casos de humanos que desarrollan la rabia después de ser mordidos por gatos con rabia. Los casos declarados en gatos domésticos han superado a los de perros en EE. UU. cada año desde 1990.
La transmisión del virus de la rabia se produce casi siempre por la introducción de saliva cargada de virus en los tejidos, por lo general por mordedura de un animal con rabia. Aunque es mucho menos probable, los virus de la saliva, las glándulas salivales o los tejidos nerviosos también pueden causar infección al entrar en el organismo a través de heridas frescas o mucosas intactas.
La saliva es infecciosa en el momento en que aparecen los signos clínicos o antes. Los perros domésticos, los gatos y los hurones pueden excretar el virus hasta 10 días antes del inicio de los signos clínicos; se ha descrito la diseminación del virus en la vida silvestre durante varias semanas antes de la aparición de los signos.
El virus de la rabia no se ha aislado del almizcle de mofeta (espray)
La transmisión hematógena no se produce.
Según el US Advisory Committee on Immunization Practices, en la mayoría de las circunstancias no existe riesgo de transmisión del virus de la rabia por aerosol.2 Sin embargo, la transmisión por aerosol se ha producido en condiciones muy especiales en las que el aire contenía una alta concentración de partículas suspendidas o gotículas con partículas víricas. Estas circunstancias han sido responsables de transmisión en laboratorio en condiciones de confinamiento no ideales.
Se ha sugerido una muy rara transmisión natural por aerosoles en una cueva habitada por millones de murciélagos. Probablemente, se aerosolizaron secreciones orales y nasales de decenas de miles de murciélagos con rabia en una zona de anidamiento confinada dentro de una cueva. La infección por aerosoles puede producirse por fijación directa del virus a las terminaciones nerviosas olfativas.
El virus de la rabia se ha transmitido por trasplante de tejidos y órganos de humanos infectados.
Hallazgos clínicos de la rabia en animales
Los signos clínicos de rabia son sugestivos pero rara vez son definitivos. La rabia en todas las especies suele manifestarse con los mismos signos de alteración del SNC, con mínimas variaciones interespecíficas. Los signos clínicos más fiables, independientemente de la especie, son cambios agudos de comportamiento y parálisis progresiva inexplicable.
Los cambios de comportamiento pueden incluir:
Anorexia repentina.
Signos de aprensión o nerviosismo.
Irritabilidad.
Hiperexcitabilidad (incluyendo priapismo).
Los animales afectados pueden buscar la soledad. La ataxia, la fonación alterada y los cambios de temperamento son evidentes. Puede desarrollarse agresividad inusual; un animal normalmente dócil puede de repente volverse agresivo. Es típico que animales silvestres con rabia pierdan su temor a los humanos, y pueden observarse especies nocturnas vagando de día.
El curso clínico de la rabia se puede dividir en tres fases generales: prodrómica, excitativa aguda y paralítica (fase terminal). Sin embargo, esta división tiene una validez práctica limitada, dada la variabilidad de los signos clínicos y la duración irregular de las fases.
Durante el periodo prodrómico, que dura ~1-3 días, los animales solo muestran signos vagos e inespecíficos, que se intensifican rápidamente. La enfermedad es mortal una vez aparecen los signos clínicos.
La enfermedad progresa con rapidez una vez que aparece la parálisis, y la muerte es casi inevitable unos días después. Algunos animales mueren rápidamente sin signos clínicos notorios.
Forma furiosa
En la forma furiosa de rabia, la agresividad (la fase aguda excitativa neurológica) es pronunciada en los animales. Esto es lo que se conoce como “síndrome del perro loco”, aunque se puede encontrar en todas las especies. Raramente hay evidencias de parálisis en este estadio.
En esta fase de la rabia, el animal se vuelve irritable y, a la menor provocación, puede utilizar con saña y agresividad sus dientes, garras, cuernos o pezuñas. La postura y expresión es de alerta y ansiedad, con las pupilas dilatadas. El ruido puede invitar al ataque. Estos animales pierden la cautela y su miedo hacia los humanos y otros animales.
Los carnívoros con esta forma de rabia vagan, a menudo extensamente, atacando a otros animales, incluidos los humanos y cualquier objeto en movimiento. Es frecuente que traguen cuerpos extraños (p. ej., heces, paja, palos y piedras).
Los perros rabiosos pueden masticar los alambres y marcos de sus jaulas, se rompen los dientes y siguen a una mano que se mueva frente a su jaula, tratando de morderla. Los cachorros pueden buscar compañía humana y son muy juguetones, pero muerden, incluso cuando se les acaricia, y se hacen violentos al cabo de pocas horas. Las mofetas con rabia pueden salir a buscar camadas de cachorros o gatitos y atacarlas. Los gatos domésticos y monteses rabiosos pueden atacar súbitamente mordiendo y arañando con violencia.
Según progresa la enfermedad, son comunes la incoordinación muscular y las convulsiones. La muerte sobreviene por parálisis progresiva.
Forma paralítica
La forma paralítica de la rabia se manifiesta por ataxia y parálisis de la garganta y de los músculos maseteros, a menudo con salivación profusa e incapacidad para deglutir. En los perros es habitual la mandíbula inferior caída.
Frecuentemente, los propietarios examinan la boca de perros y animales de producción en busca de un objeto extraño o administran medicación sin proteger sus manos, exponiéndose así al virus de la rabia. Estos animales pueden no ser agresivos y rara vez tratan de morder.
La parálisis progresa rápidamente a todas las partes del cuerpo y al cabo de pocas horas sobrevienen el coma y la muerte.
Variaciones por especies
El ganado vacuno con rabia furiosa puede ser peligroso, atacando y persiguiendo a humanos y otros animales. En el vacuno lechero, la lactancia cesa bruscamente. La típica expresión plácida se reemplaza por otra de alerta. Los ojos y las orejas siguen los sonidos y el movimiento con atención. Un signo clínico habitual es un bramido anómalo característico, que puede continuar intermitentemente hasta poco antes de morir.
Los caballos y otras especies equinas manifiestan a menudo angustia y agitación extrema. Estos signos clínicos, especialmente cuando se acompañan de revolcones por el suelo, pueden malinterpretarse como un indicio de cólico.
Como otras especies, los caballos pueden morder o atacar violentamente, volviéndose inmanejables en pocas horas, dado su tamaño y fuerza. Estos animales han llegado a matar a gente en el acto. Estos animales suelen tener heridas autoinfligidas.
A menudo, los zorros y los coyotes con rabia invaden jardines o incluso casas, y atacan a perros y humanos. En este estado, a veces un animal ataca a un puercoespín; encontrar un zorro u otro animal con púas de puercoespín se considera anormal y puede, en muchos casos, aumentar el índice de sospecha de rabia.
Es típico de mapaches y mofetas con rabia no mostrar miedo a los humanos, y ser atáxicos y con frecuencia agresivos y activos de día, a pesar de ser por lo general animales crepusculares. Especialmente en áreas urbanas y suburbanas, pueden atacar a animales domésticos.
En general, se debe sospechar rabia en animales silvestres que actúen de modo anormal. Lo mismo es aplicable a murciélagos que se observen volando de día, descansando en el suelo, atacando a humanos u otros animales, o se estén peleando.
Los roedores y lagomorfos raramente constituyen un riesgo de transmisión de la rabia. No obstante, cada incidente debería valorarse individualmente. Hay estudios de laboratorio que confirman que la rabia en marmotas y castores asociada a la variante del virus de la rabia epizoótica de mapaches del este de EE. UU. no es frecuente.
Diagnóstico de la rabia en animales
Microscopía de inmunofluorescencia en tejido encefálico fresco.
Pruebas moleculares.
Los hallazgos de la exploración clínica pueden sugerir una encefalitis aparente, pero pueden ser similares a otras enfermedades. En los estadios iniciales, la rabia puede confundirse fácilmente con otras enfermedades o con tendencias agresivas individuales. Además, la rabia puede pasarse por alto como diagnóstico diferencial, especialmente en zonas donde la enfermedad es poco frecuente. La rabia siempre debe considerarse como diagnóstico diferencial de los signos clínicos relacionados con el SNC.
No se debe basar el diagnóstico únicamente en los signos clínicos al tomar decisiones de salud pública. Cuando se sospeche rabia y se necesite un diagnóstico definitivo, está indicada la confirmación laboratorial. Las pruebas de rabia solo debe realizarlas un laboratorio cualificado, designado por la Administración Pública con competencia sanitaria de acuerdo con los protocolos nacionales normalizados para tales pruebas virales.
No se dispone de ninguna prueba ante mortem definitiva para el diagnóstico de la rabia. Por lo general, se eutanasia al animal sospechoso y se separa la cabeza para enviarla al laboratorio. El método de eutanasia debe asegurar que el cerebro no esté dañado y que el tronco encefálico esté incluido.
En el laboratorio se extrae el cerebro (incluido el tronco encefálico) como órgano preferido para las pruebas. La actual prueba de elección es la microscopía de inmunofluorescencia en tejido encefálico fresco, que permite visualización directa de una reacción específica antígeno-anticuerpo. Bien usada, puede establecer un diagnóstico altamente específico en pocas horas.
El tejido encefálico examinado debe incluir la médula oblongada y el cerebelo (y debe conservarse refrigerado con hielo mojado o compresas frías). Los tejidos no deben colocarse en fijador.
Para confirmar resultados no definitivos de la prueba de anticuerpos fluorescentes se puede aislar el virus mediante cultivos tisulares usando células de neuroblastoma de ratón; sin embargo, ya no es de uso común en EE. UU.
Las pruebas moleculares, incluida la prueba de PCR en tiempo real, se están convirtiendo en un estándar en los laboratorios de diagnóstico modernos. La OMS recomienda varios procedimientos de diagnóstico para la detección de antígenos.
Los veterinarios que se encuentran con un caso sospechoso de rabia deben seguir sus directrices nacionales y locales para la declaración de la enfermedad.
Prevención y control de la rabia en animales
Vacunación antirrábica y registro de gatos y perros.
Promoción de la propiedad responsable de los animales.
Manejo de las poblaciones asilvestradas.
Vacunación oral de los reservorios silvestres.
Educación para evitar la exposición a animales sospechosos.
El manejo veterinario integrado de las poblaciones animales locales, mediante la vacunación masiva de perros y la promoción en la comunidad de la tenencia responsable de mascotas, es la solución más rentable, humanitaria y duradera para eliminar las variantes del virus de la rabia en el contexto de Una Sola Salud (One Health).
Manejo de animales domésticos
La OMS ha preparado directrices integrales para el control en perros a nivel internacional y, en EE. UU., la National Association of State Public Health Veterinarians (NASPHV). Las directrices incluyen:
Declaración de casos sospechosos y eutanasia de perros con signos clínicos o mordidos por un animal sospechoso de tener rabia.
Disminución de las tasas de contacto entre perros sensibles según las leyes de la correa, el control del movimiento del perro y la cuarentena.
Inmunización en masa de perros mediante continuadas campañas de vacunación de perros jóvenes.
Control de perros callejeros y eutanasia de perros no vacunados con bajos niveles de control o restricción por parte personas.
Registro canino.
El Compendium of Animal Rabies Control (compendio sobre prevención y control de la rabia en animales), recopilado y puesto al día regularmente por la NASPHV, resume las recomendaciones más actuales para EE. UU. y enumera todas las vacunas animales de rabia con licencia del USDA comercializadas en EE. UU. Se dispone de muchas vacunas eficaces en todo el mundo, como las de virus vivos modificados, recombinantes o inactivados, para su uso en perros. En EE. UU. no hay actualmente comercializadas vacunas vivas modificadas (para ninguna especie).
La frecuencia recomendada de vacunación suele ser cada 3 años (a menos que se recomiende otra cosa) tras una serie inicial de dos vacunas separadas por 1 año. Hay disponibles varias vacunas para gatos, y algunas para hurones, caballos y ganado vacuno y ovino. Debido a la creciente importancia de la rabia en los gatos, vacunarlos es fundamental.
Ninguna vacuna parenteral está registrada para animales silvestres; sin embargo, el uso en especies en cautividad o en libertad se ha dado caso por caso para la profilaxis en los zoológicos o para aumentar el control en el campo, respectivamente. No se ha demostrado definitivamente la inmunidad protectora y la eficacia de las vacunas disponibles comercialmente para especies domésticas en todas las especies silvestres.
Vacunación oral de la fauna silvestre
Históricamente, el control de la rabia en las poblaciones silvestres se basaba en la reducción de su población para disminuir contactos entre animales sensibles; sin embargo, era complicado y a menudo inaceptable para el público, ecológicamente dudoso, económicamente injustificado y programáticamente ineficaz.
En Europa y Canadá, la administración de vacunas orales distribuidas en cebos para controlar la rabia en zorros se ha generalizado y es eficaz. En los zorros, la enfermedad se ha eliminado de la mayor parte de Europa occidental y en Ontario se ha limitado de forma sustancial.
El uso de una vacuna de virus recombinante de la glucoproteína vacunal de la rabia en EE. UU. ha eliminado con éxito las variantes del virus de la rabia del coyote y del zorro gris en el sur y centro-oeste de Texas, respectivamente, y ha limitado la expansión occidental de la variante del virus de la rabia del mapache del este de EE. UU. Otro producto, una vacuna recombinante de adenovirus humano-rabia, también se ha utilizado con éxito para la vacunación oral de animales silvestres en América del Norte.
Las licencias limitan el uso de estas vacunas a los programas estatales o federales contra la rabia; no están disponibles para veterinarios privados ni para el uso en animales individuales. Junto con otros productos biológicos, estas vacunas orales también pueden usarse para ayudar en el control de la variante del virus de la rabia canina en países con recursos limitados.
Desinfección
Como virus envuelto, el virus de la rabia es inactivado por varios desinfectantes (p. ej., formol, fenol, alcohol, halógenos, mercuriales, ácidos minerales). El virus es extremadamente lábil cuando se expone al calor o a la luz ultravioleta.
Manejo de casos sospechosos de rabia y exposición de animales domésticos:
Donde las variantes del virus de la rabia en carnívoros o murciélagos son enzoóticas, cualquier animal mordido o expuesto de otro modo a un mamífero carnívoro silvestre (o murciélago) que no esté disponible para las pruebas debe considerarse como expuesto al virus de la rabia.
La NASPHV recomienda eutanasiar inmediatamente a cualquier perro, gato o hurón no vacunado y expuesto a la rabia. Si el propietario no está dispuesto a hacerlo, el animal debe mantenerse en aislamiento estricto (es decir, sin contacto humano o animal) durante 4-6 meses, y vacunarse contra la rabia en cuanto entre en la cuarentena. Un animal expuesto con vacunación vigente debe ser valorado por un veterinario y sus heridas tratadas. Se le debe también revacunar inmediatamente y observar de cerca durante 45 días.
Riesgo zoonótico de la rabia
La rabia tiene la mayor mortalidad de cualquier enfermedad infecciosa. Cuando una persona está expuesta a un animal en el que se sospecha rabia, debe evaluarse cuidadosamente el riesgo de transmisión del virus de la rabia. La evaluación de riesgos debe incluir:
Consideración de la especie animal implicada.
Prevalencia de la rabia en la zona.
Si se produjo una exposición suficiente para transmitir el virus de la rabia.
Estado actual del animal.
Disponibilidad del animal para las pruebas diagnósticas.
Los carnívoros silvestres y los murciélagos presentan un riesgo considerable allí donde se dé la enfermedad, tengan o no un comportamiento anómalo. Los murciélagos insectívoros, aunque pequeños, pueden ocasionar una herida con sus dientes y nunca deben apresarse ni manipularse con las manos desprotegidas. Dado que las mordeduras de murciélago a menudo pasan inadvertidas, el contacto directo con ellos podría considerarse una exposición de riesgo.
Cualquier carnívoro silvestre o murciélago sospechoso de exponer a una persona a la rabia se debe considerar rabioso hasta que se demuestre lo contrario por prueba laboratorial; esto incluye a murciélagos en contacto directo con personas, como los encontrados en habitaciones con personas durmiendo o que no son conscientes de ello. Los animales silvestres, incluidos los cruces de lobo, nunca deberían tenerse como mascotas; si uno de estos animales expone a una persona o a un animal doméstico, deberá tratarse como fauna silvestre.
Cualquier perro, gato o hurón, esté o no vacunado contra la rabia, que exponga a una persona (con mordiscos o depósitos de saliva en herida reciente o membrana mucosa) debe confinarse durante 10 días; si el animal desarrollara cualquier signo clínico de rabia durante ese periodo, se le deberá eutanasiar y habrá que enviar rápidamente su encéfalo para el diagnóstico de la rabia (teniendo cuidado para no dañar el cerebro y para incluir el tronco encefálico).
Si el perro, gato o hurón responsable de la exposición es callejero o nadie lo quiere, se le debe eutanasiar cuanto antes y someter al diagnóstico de rabia. Desde la llegada de la prueba por microscopía de inmunofluorescencia, no hay razón para mantener a estos animales para "dejar que la enfermedad progrese" como ayuda al diagnóstico.
Internacionalmente, la OMS recomienda varios tipos de vacunas de cultivo celular para grupos humanos en riesgo. En EE. UU., las directrices de los CDC para la prevención de la rabia en humanos siguen las recomendaciones preparadas por el Advisory Council on Immunization Practices.
Se recomienda encarecidamente que todas las personas con riesgo elevado, como los veterinarios, los funcionarios en contacto con animales, los técnicos de laboratorio de diagnóstico y en algunas circunstancia los viajeros de países en zonas donde la variante del virus de la rabia canina es enzoótica, se inmunicen antes de la exposición.
La vacuna previa a la exposición se administra con una serie principal los días 0 y 7, y la necesidad de pruebas serológicas de seguimiento o dosis de refuerzo depende del riesgo de exposición al virus.3 Sin embargo, no se puede confiar solo en la profilaxis preexposición en el caso de posteriores exposiciones al virus de la rabia y debería suplementarse con una pauta limitada posexposición (dos dosis de vacuna, IM, los días 0 y 3).
Para pacientes sanos no vacunados mordidos por un animal con rabia, la profilaxis posterior a la exposición consiste en el cuidado de la herida, la infiltración local de inmunoglobulina antirrábica y la administración de la vacuna los días 0, 3, 7 y 14. Cuando se administra de manera oportuna y apropiada, la actual profilaxis posexposición virtualmente asegura la supervivencia humana.
Puntos clave
La rabia es una encefalitis viral aguda, progresiva e incurable. Esta zoonosis tiene la mayor mortalidad de todas las enfermedades infecciosas.
Se cree que todos los mamíferos son sensibles al virus de la rabia y a otros lisavirus. La vacunación del perro es actualmente la medida más útil y rentable para la prevención y el control de la rabia.
Todas las personas con riesgo ocupacional de exposición al virus de la rabia, incluidos los veterinarios, deben recibir la vacunación previa a la exposición.
La rabia en humanos se puede prevenir después de la exposición mediante un buen cuidado de las heridas, infiltración en todos las mordeduras con inmunoglobulina antirrábica (en el individuo no vacunado) y la administración de varias dosis de vacuna antirrábica.
References
Subfamily: Alpharhabdovirinae, Genus: Lyssavirus. Virus Taxonomy: The ICTV Report on Virus Classification and Taxon Nomenclature; 2022 [base de datos en línea]. International Committee on Taxonomy of Viruses. Accessed June 27, 2023. https://ictv.global/report/chapter/rhabdoviridae/rhabdoviridae/lyssavirus
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Para más información
Rabia. Centers for Disease Control and Prevention. Actualizado el 8 de diciembre de 2022.
National rabies management program. USDA Animal and Plant Health Inspection Service. Actualizado el 1 de junio, 2023.
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Rabia. Organización Mundial de la Salud (OMS). Actualizado el 19 de enero, 2023.
National Association of State Public Health Veterinarians (NASPHV).
Ellis R, Ellis C. Dog and cat bites. American Academy of Family Practitioners (AAFP). August 15, 2014.
Consulte también la información para propietarios sobre rabia en perros, rabia en gatos y rabia en caballos.