La inflamación de la glándula prostática suele ser supurativa y puede causar abscesos. La prostatitis crónica es secundaria a hiperplasia prostática benigna. Se han implicado varios microorganismos, entre ellos Escherichia coli, Staphylococcus, Streptococcus y Mycoplasma spp. La infección puede ser hematógena (prostatitis aguda) o puede ascender desde la uretra (prostatitis crónica). Dado que el líquido prostático suele refluir hacia dentro de la vejiga, es frecuente una infección secundaria de las vías urinarias junto con la infección de la próstata. La prostatitis aguda y la prostatitis crónica varían según la progresión y la gravedad de los signos clínicos.
La prostatitis aguda se asocia con malestar, dolor y fiebre. En los casos graves se puede producir deshidratación, septicemia y shock. Se puede observar neutrofilia con desviación a la izquierda, monocitosis y/o leucocitos tóxicos. La ecografía muestra zonas hipoecoicas compatibles con pequeños depósitos de líquido. Lo ideal es que el material prostático se obtenga mediante masaje prostático para análisis citológico, cultivo y antibiograma. El masaje de una próstata con infección aguda puede liberar microorganismos hacia la sangre y causar septicemia. El análisis de orina muestra hematuria, piuria y bacteriuria. La orina debe someterse a un cultivo y un antibiograma. La orina y el material prostático revelan con frecuencia los mismos microorganismos.
La fluidoterapia IV está indicada cuando la prostatitis aguda está asociada con deshidratación o shock. Debido a que la barrera hematoprostática se altera en la prostatitis aguda, los antibióticos deben seleccionarse de acuerdo al antibiograma y deben administrarse durante 3-4 semanas. El enrofloxacino a dosis de 5 mg/kg, dos veces al día, por vía oral, es un buen tratamiento empírico mientras se esperan los resultados de las pruebas microbiológicas. Después de controlar la infección, se debe considerar la castración. En algunos casos, los múltiples microabscesos de la glándula prostática infectada pueden unirse en un único absceso. Los abscesos prostáticos extensos se tratan mejor mediante drenaje quirúrgico y omentalización intracapsular. Se debe repetir el cultivo de orina o líquido prostático (o ambos) pasadas 2-4 semanas del tratamiento antibiótico para estar seguros de que la infección se ha resuelto.
La prostatitis bacteriana crónica puede no causar signos clínicos excepto infección recidivante de las vías urinarias. Las anomalías físicas pueden quedar limitadas al tracto urinario. En raras ocasiones, el tamaño y la forma de la próstata permanecerá normal. El análisis microbiológico de la tercera fracción (prostática) del eyaculado es más exacto para la evaluación de la prostatitis bacteriana crónica que el análisis de muestras obtenidas por masaje prostático. Los perros con prostatitis bacteriana crónica suelen estar dispuestos a eyacular. El líquido prostático y la orina se deben someter a un análisis citológico y microbiológico.
La prostatitis bacteriana crónica no se resolverá si no se trata también la hiperplasia prostática benigna. De hecho, la mayoría de los casos de prostatitis bacteriana crónica se resuelven únicamente con el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna, ya sea quirúrgico (castración) o médico (finasterida). El tratamiento antibiótico por si solo no es efectivo. Muchos antibióticos no difunden fácilmente al parénquima prostático debido a la presencia de la barrera hematoprostática. La inflamación leve asociada con la prostatitis crónica puede no alterar la barrera hematoprostática, por lo que los antibióticos no ionizados a pH neutro con alta solubilidad en grasas (p. ej., eritromicina, clindamicina, trimetoprima-sulfametoxazol o enrofloxacino) son más eficaces. Si se implementa el tratamiento antibiótico, debe continuarse durante ≥4 semanas.
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Consulte también la información para propietarios sobre enfermedades prostáticas en perros y enfermedades prostáticas en gatos.