La fiebre petequial bovina está causada por la rickettsia Ehrlichia ondiri y afecta al ganado vacuno y a algunas especies de vida silvestre en las tierras altas de Kenia y Tanzania. Los signos clínicos incluyen fiebre intermitente, depresión, disminución de la producción de leche y hemorragia petequial que afecta a las membranas mucosas. El diagnóstico se basa en los signos clínicos y puede confirmarse mediante una evaluación histopatológica. El tratamiento con antimicrobianos puede tener éxito si se inicia precozmente en el curso de la enfermedad.
La fiebre petequial bovina es una rickettsiosis del ganado vacuno que se caracteriza por fiebre alta, hemorragias y edema. Su presencia solo se ha confirmado en las regiones montañosas de Kenia a altitudes >1500 m, aunque también es posible que también se dé en países vecinos de topografía similar. La importancia de la fiebre petequial bovina radica en su amenaza para el desarrollo de la producción lechera en las tierras altas de África oriental; sin embargo, no se ha descrito ningún brote en las últimas décadas.
Etiología y epidemiología de la fiebre petequial bovina
La fiebre petequial bovina se debe a Ehrlichia ondiri, una rickettsia intracelular que vive en vacuolas citoplasmáticas de leucocitos circulantes. El microorganismo puede multiplicarse después de una infección experimental en el ganado vacuno, ovino y caprino, en los bosbok, los cefalofos, los impalas, las gacelas de Thomson y los ñus y, por tanto, probablemente en la mayoría de los rumiantes domésticos y silvestres. Se cree que E ondiri es endémica en los rumiantes silvestres, especialmente en el bosbok; la infección esporádica se transmite al ganado doméstico que pasta en los bordes de los bosques o en la vegetación arbustiva.
La enfermedad está restringida a la vegetación arbustiva o áreas del borde de bosques que tienen mucha sombra, una capa gruesa de hojarasca que proporciona alta humedad relativa y una población residual de bosbok y cefalofos, los dos rumiantes silvestres que se cree que son los principales hospedadores amplificadores y reservorios. Se observa esporádicamente durante todo el año en las razas importadas de ganado vacuno. Las razas nativas de Kenia, como el cebú (Bos indicus), son más resistentes a la infección. Se desconoce el método de transmisión de la enfermedad. Como en otras infecciones por rickettsias, se sospecha de un vector artrópodo; sin embargo, los amplios intentos por relacionarla con garrapatas, insectos picadores y ácaros han fracasado.
Patogenia de la fiebre petequial bovina
La vía de infección por E ondiri no se conoce; sin embargo, el microorganismo se puede observar en los granulocitos circulantes (neutrófilos y eosinófilos) y en los monocitos mientras el ganado vacuno está enfermo y en el bazo durante la necropsia. Los estudios con microscopía electrónica han demostrado que E ondiri también puede infectar las células endoteliales y de Kupffer del hígado, y también se puede detectar en los lúmenes capilares en el corazón. Se piensa que E ondiri inicialmente se multiplica en el bazo, con diseminación posterior a otras regiones del cuerpo. El daño en el endotelio vascular explicaría las hemorragias petequiales y el edema, como en otras infecciones rickettsiales.
Hallazgos clínicos de la fiebre petequial bovina
La fiebre petequial bovina se caracteriza por una fiebre alta y fluctuante, signos de depresión, disminución de la producción de leche y hemorragias petequiales generalizadas que afectan a las membranas mucosas. La fiebre se desarrolla después de un periodo de incubación de 4-14 días, y la mayoría de los animales aparecen deprimidos con petequias en las membranas mucosas, particularmente en la superficie ventral de la lengua y la mucosa vaginal, 2-3 días más tarde. Las petequias aumentan de tamaño durante varios días y luego se resuelven cuando el animal comienza a recuperarse. En algunos casos graves se observa un edema conjuntival notable acompañado de hemorragia ("ojo de huevo escalfado"). Los sacos conjuntivales están inflamados y evertidos alrededor de un tenso globo ocular que protruye, y puede haber sangre en el humor acuoso. Las vacas gestantes pueden abortar, probablemente debido a la fiebre alta.
La tasa de mortalidad de los casos no tratados puede ser de hasta un 50 % en animales importados o en animales nuevos introducidos en la zona. Las infecciones latentes se desarrollan después de la recuperación en algunos animales, incluso en el bushbuck. Después de la recuperación, el ganado vacuno afectado es inmune a la infección experimental durante ~2 años.
Lesiones
Suelen aparecen eosinopenia y linfopenia marcadas iniciales, seguidas de neutropenia igualmente pronunciada. La anemia es una secuela característica, y los microorganismos son evidentes en los frotis teñidos con Giemsa de muestras de sangre y tejido esplénico. En la necropsia, la hemorragia difusa serosa y mucosa, y el edema, se acompañan de hiperplasia linfoide. Los órganos afectados con frecuencia son el corazón, el tracto gastrointestinal desde los preestómagos hasta el colon, incluyendo el hígado y la vesícula biliar, los riñones y la vejiga urinaria. El edema se caracteriza por líquido gelatinoso en el tejido conectivo, nódulos linfáticos y abomaso. No se han descrito anomalías histológicas características, pero hay proliferación vascular con inflamación endotelial prominente e infiltración mononuclear leve.
Diagnóstico de la fiebre petequial bovina
Basado en la anamnesis y los signos clínicos; confirmado por examen histopatológico de muestras de necropsia.
El diagnóstico definitivo requiere la identificación de Ehrlichia ondiri en frotis de sangre o muestras de tejido
En áreas donde la fiebre petequial bovina es endémica, una anamnesis del traslado a áreas forestales, asociada con signos clínicos y lesiones post mortem, permite establecer un diagnóstico presuntivo. El diagnóstico definitivo requiere la demostración del microorganismo causal en frotis de sangre o bazo teñidos con Giemsa o por microscopía electrónica. E ondiri aparece azul con la tinción de Giemsa y puede observarse como cuerpos pequeños (diámetro, 0,4 mcm), cuerpos más grandes (diámetro, 1-2 mcm), grupos de cuerpos pequeños y grandes y grupos o mórulas de cuerpos pequeños. Los microorganismos están presentes en las vacuolas citoplásmicas, más comúnmente en los neutrófilos. Las suspensiones tisulares (bazo) también pueden inocularse en el ganado vacuno u ovino sensible. Los frotis de sangre del animal receptor han de realizarse diariamente durante un periodo de hasta 10 días, momento en el que E ondiri debería ser detectable en los neutrófilos.
La enfermedad es difícil de diferenciar de otras enfermedades hemorrágicas del ganado vacuno, como la fiebre del Valle del Rift, la tripanosomiasis aguda (Trypanosoma vivax hemorrágico), la theileriosis aguda, el hidropericardio, la septicemia hemorrágica y la intoxicación por helecho común.
Tratamiento y control de la fiebre petequial bovina
Los casos experimentales sugieren que la ditiosemicarbazona o las tetraciclinas pueden tener éxito si se inician pronto.
La ditiosemicarbazona y las tetraciclinas se han utilizado con éxito para tratar casos experimentales al principio del curso de la enfermedad, pero son ineficaces en los casos avanzados. Se sugiere que la primera es más eficaz. En áreas endémicas, la enfermedad se puede prevenir evitando áreas asociadas con casos previos. Sin embargo, esto puede no ser siempre práctico.
Puntos clave
La fiebre petequial bovina es una infección por rickettsias que afecta al ganado vacuno en las tierras altas de Kenia y Tanzania.
El microorganismo es endémico en algunas especies de animales silvestres, principalmente en los antílopes bosbok; sin embargo, no se han descrito brotes en las últimas décadas.
Los datos experimentales sugieren que el tratamiento con ditiosemicarbazona o tetraciclinas puede tener éxito si se inicia pronto.
Para más información
Bovine petechial fever data sheet at CAB International