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Examen de aptitud reproductiva de perros y gatos

PorAutumn P. Davidson, DVM, MS, DACVIM
Última revisión/modificación ago 2020

Un examen de aptitud reproductiva, que debe tener lugar antes de que cualquier perro o gato sea cruzado a propósito, es el momento oportuno para que los veterinarios aporten información sobre las buenas prácticas de cría. Debido a la superpoblación de mascotas, la cría de perros y gatos debe dejarse en manos de criadores formados y responsables, a quienes se pueden derivar los posibles propietarios de cachorros y gatitos de pura raza. La aptitud reproductiva significa que un perro o gato está libre de defectos hereditarios basados en evaluaciones fenotípicas como radiografía (p. ej., displasia del codo), ecografía (p. ej., displasia renal, displasia tricuspídea), oftalmoscopia (p. ej., catarata), exploración física (p. ej., luxación de rótula) o pruebas específicas de ADN cuando estén disponibles (p. ej., degeneración progresiva del bastón-cono). Hay varios recursos disponibles para los veterinarios que negocian las recomendaciones genéticas de perros y gatos de raza pura.

Debe obtenerse una anamnesis completa sobre la salud previa, los medicamentos, la dieta y los suplementos (apropiados para los animales reproductores). Los folletos para el propietario que describen los problemas potenciales asociados con la reproducción (distocia, mastitis, metritis, eclampsia, prostatitis, etc.) son útiles. Los animales de reproducción potenciales deben evaluarse por su historial (p. ej., atópicos), físicamente (p. ej., síndrome braquicefálico grave, entropión, criptorquidia) y mentalmente (p. ej., temeroso, agresivo).

Tanto las hembras como los machos deben someterse a cribado de rutina de Brucella canis, incluso antes del primer cruce, porque la transmisión a través de la mucosa no requiere la cópula (puede transmitirse a través de la orina). Posteriormente, las hembras deben someterse a pruebas de detección de brucelosis antes de cada celo cuando se planea un cruce; los sementales deben analizarse anualmente y cruzarse solo con hembras negativas. Una prueba de cribado negativa a Brucella canis es fiable (a menos que se haya obtenido <2-3 semanas después de la exposición); los resultados positivos justifican una evaluación serológica confirmatoria (p. ej., inmunodifusión en gel de agar [IDGA]), ya que los falsos positivos son frecuentes. Los clínicos deben ponerse en contacto con su laboratorio comercial o académico para obtener protocolos de detección actualizados.

Las gatas y los gatos macho deben someterse a pruebes del virus de la leucemia felina, el virus de la inmunodeficiencia felina y la peritonitis infecciosa felina según esté médicamente indicado. En perras y gatas >5 años de edad se debe evaluar también el estado general de salud con un HC, un perfil bioquímico y un análisis de orina. Las visitas de un veterinario a los criaderos que experimentan dificultades reproductivas son a menudo gratificantes, porque pueden descubrirse problemas básicos de cría (manejo delicado, hacinamiento, manejo de la reproducción).

Hembra

En los perros, además de un examen físico rutinario, se debe evaluar la normalidad de las glándulas mamarias y del canal vestibulo-vaginal. Las mamas pueden ser asimétricas en número; los pezones no deben invertirse. Una exploración vaginal digital puede ser posible solamente cuando la hembra está en celo; la vaginoscopia proporciona la evaluación más completa. Los defectos vestibulovaginales (estenosis) pueden interferir con la cópula y el parto, lo que requiere una reparación antes de la reproducción o una inseminación artificial planificada y una cesárea electiva.

Las estenosis vaginales son congénitas y se presentan como una hebra septada o una banda circunferencial; se suelen encontrar en la unión vestibulovaginal, craneal a la papila uretral. En algunos casos, el estrechamiento normal de la unión vestibulovaginal en la perra virgen (no cruzada) puede ser mal interpretado como una estenosis; esto debe revaluarse cuando la perra está en celo y los tejidos vaginales se han vuelto flexibles. La herencia de estos defectos se desconoce. El septo es de resección quirúrgica fácil, pero las estenosis circunferenciales son de resolución difícil sin episiotomía y tienden a volverse a formar.

Los cultivos vaginales rutinarios previos a la monta no se recomiendan porque la vagina (y el prepucio) por lo general alberga, como microbiota normal, una amplia variedad de bacterias, entre las que se incluyen estreptococos beta-hemolíticos y Mycoplasma spp.

Antes de una monta calculada, las perras y las gatas deben estar en una condición corporal óptima para mejorar, en lo posible, la tasa de concepción y el resultado del parto. Una dieta comercial adecuada para todas las etapas de la vida es óptima. Los criadores suelen recomendar saltarse ciclos entre montas; esto no es un manejo óptimo de cría, ya que la exposición inevitable a los estrógenos (gata) y a la progesterona (perra, a veces gata) durante el estro favorece la hiperplasia endometrial quística y puede dar como resultado una piometra. Las perras y las gatas mantenidas con una salud óptima pueden cruzarse secuencialmente y después se deben esterilizar u ovariectomizar cuando no se prevean más crías. Para la gestación y la lactancia se deben utilizar una nutrición y unas estrategias de manejo apropiadas.

Las perras deben estar vacunadas frente a las enfermedades infecciosas principales (moquillo canino, parvovirus, adenovirus 2 y rabia). Se deben administrar otras vacunas solo de acuerdo con una buena práctica veterinaria (las apropiadas para la edad del perro, su estado de salud, los ambientes de casa y viaje y el estilo de vida). Las gatas deben estar vacunadas también adecuadamente (sobre la base de las recomendaciones de duración de la inmunidad) contra la panleucopenia, la rinotraqueítis y los calicivirus. La vacunación contra el virus de la rabia, el virus de la leucemia felina y otras enfermedades debe hacerse cuando esté indicado por una buena práctica médica, y sobre la base de los factores de riesgo asociados con la edad del gato y la cría. No se recomienda la revacunación innecesaria de las perras y las gatas antes de la cubrición, porque se produce poca mejoría en la inmunidad. La vacunación durante la gestación se recomienda solo cuando el estado de vacunación previo es inexistente o se desconoce y el riesgo de exposición es alto (p. ej., un refugio). En ese caso, el uso de vacunas centrales recombinantes es óptimo.

Se aconseja la utilización de una medicación preventiva frente a la filariosis y el control de parásitos internos y externos (según las recomendaciones de los fabricantes que indican la seguridad en los animales reproductores) durante la gestación y la lactación. Un aislamiento apropiado de la hembra durante el último trimestre de la gestación es importante para la prevención de enfermedades infecciosas (p. ej., evitar la exposición al herpesvirus canino en la perra y las infecciones del tracto respiratorio superior en la gata). La educación de los propietarios acerca de la normalidad del parto y sobre la oportuna identificación de distocias es esencial. Los sistemas de monitorización fetal y uterina desarrollados para su uso rutinario en perras y gatas mejoran la supervivencia neonatal y reducen la morbilidad y la mortalidad de la madre.

Macho

Durante un examen físico completo, se presta especial atención a los genitales. El pene debe hacerse sobresalir completamente del prepucio y examinarse. Esto puede exigir sedación en los gatos. La acumulación de pelo alrededor de la base del pene del felino puede impedir la cópula y, si existe, debe cortarse. El perro debe palparse a través del abdomen y del recto simultáneamente para evaluar el tamaño y simetría de la próstata; o con ecografía; esto no suele ser necesario en los gatos porque la enfermedad de la próstata felina no es frecuente. Las anomalías palpables (dolor o asimetría) o las alteraciones del semen siempre justifican la evaluación ecográfica de la próstata y pruebas clínicas adicionales según se indique (análisis de orina, citología, cultivo de orina). Los testículos y epidídimos deben palparse cuidadosamente para buscar su simetría y la normalidad; las anomalías justifican una evaluación ecográfica. Se debe evaluar el escroto para detectar indicios de dermatitis aguda o crónica, que puede afectar a la fertilidad. Una pequeña cantidad de secreción mucoide en el orificio prepucial es normal en el perro. (También ver Enfermedades reproductivas de los machos de pequeños animales.)

Nota: los procedimientos médicos como la exploración física, las constantes vitales, la venopunción o la ecografía deben retrasarse si se planea la evaluación del semen, porque la libido se verá afectada negativamente.

La criptorquidia, un defecto congénito frecuente en los machos, se diagnostica si ambos testículos no están presentes en el escroto en la pubertad; los testículos suelen descender al escroto a las 6 semanas de edad en el perro; los testículos escrotales deben estar presentes en el momento del nacimiento en el gato, pero pueden ser difíciles de palpar debido a su pequeño tamaño. Se ha documentado descendencia en perros de hasta 10 meses. El criptorquidismo unilateral no causa infertilidad. Los machos con criptorquidia bilateral son estériles pero tienen niveles normales de testosterona.

En los perros, el criptorquidismo es hereditario, y los animales afectados no deben usarse como reproductores. Tanto el descenso tardío como el fracaso del descenso son hereditarios. Ambos padres de los individuos afectados se deben considerar portadores. Dado que el testículo retenido tiene una incidencia mayor de neoplasias y torsión posterior, se recomienda la orquiectomía. Los intentos de inducir el descenso con un tratamiento a base de gonadotropinas o testosterona no han tenido éxito y no son éticos. La orquiopexia tampoco se considera una medida ética. La falta de desarrollo de un testículo (verdadero monorquidismo) es rara en los perros. Los niveles séricos de hormona luteinizante (LH) son altos (>1 ng/mL) si un perro o un gato están completamente castrados; la hormona antimülleriana (AMH) sérica es positiva en la mayoría de los perros pospúberes y gatos con cualquier tejido gonadal. El examen de las púas del pene en el gato también confirma la presencia de testosterona.

La persistencia del frenillo del pene en el perro evita que este sobresalga del prepucio y, por tanto, impide la cópula con bloqueo. El tratamiento es quirúrgico. La desviación del pene no es frecuente; estos animales necesitan ayuda para reproducirse o pueden necesitar inseminación artificial. El hipospadias (apertura uretral desplazada) se asocia frecuentemente con la criptorquidia. Algunos tipos de cirugía reconstructiva que implique uretrostomía y amputación del pene. La fimosis puede estar causada por la estenosis de la abertura prepucial, la cual puede ser congénita o resultar de una inflamación crónica (traumática o por dermatitis bacteriana). Cualquier causa primaria debe tratarse y luego, si es necesario, agrandarse el orificio quirúrgicamente. La mayoría de estos defectos tienen un componente hereditario.

Evaluación del semen

Lo ideal es realizar una valoración completa del semen en los perros destinados a la reproducción y repetirla al menos una vez al año en los sementales activos. El semen se recolecta fácilmente en la mayoría de los perros por estimulación manual; se aconseja la presencia de una perra (en celo) para optimizar los resultados con la mejora de la libido. Todo el equipo (vagina artificial, tubos de recolección, pipetas, portas y cubres) debe estar atemperado a la temperatura corporal, seco y libre de agua y de contaminantes como los desinfectantes químicos. El semen canino está compuesto por tres fracciones: la primera y la tercera son de origen prostático, mientras que la segunda es rica en esperma. La producción de espermatozoides se relaciona con el tamaño de los testículos, de modo que los perros más grandes deben producir más espermatozoides que los pequeños.

La valoración del semen debe incluir una valoración de la libido, el recuento total de espermatozoides por eyaculado (en los perros suele ser de 200-400+ millones; gatos 6-16 millones), la motilidad de los espermatozoides (lo normal es >90 % de movimiento progresivo, con velocidad de moderada a rápida) y la morfología (>80 % normales). El recuento de espermatozoides (espermatozoides/mL) puede determinarse con un hemocitómetro o por espectrofotometría. El número de espermatozoides por eyaculado se calcula multiplicando el contaje/mL por el volumen total de semen recogido.

La motilidad se evalúa en una muestra no teñida tan pronto como se recoge esta, preferiblemente utilizando portaobjetos limpios precalentados; aunque se dispone de equipo de análisis de semen asistido por ordenador, la microscopía óptica de rutina (×40) es suficiente con la práctica. Varias tinciones disponibles comercialmente son adecuadas para el examen morfológico; las tinciones que se suelen usar son eosina-nigrosina y Giemsa. Las preparaciones de morfología seminal se preparan y tiñen como cualquier muestra de citología; se recomienda realizar recuentos de 100 a 200 células observando los defectos morfológicos.

Los defectos primarios se producen durante la espermatogénesis, los defectos secundarios durante el transporte y almacenamiento de los espermatozoides y los defectos adquiridos son secundarios a enfermedad inflamatoria genitourinaria, trastornos de la termorregulación de los testículos, estrés por calor, fármacos, hematocele, hidrocele y orquitis inmunomediada. Los defectos también se clasifican como mayores o menores.

Se debe recoger una cantidad adecuada de la tercera fracción para asegurar que toda la fracción rica en esperma esté presente, y para permitir la evaluación del componente prostático del semen, que debe ser claro (libre de orina y de contaminación celular). Nunca deben diagnosticarse subfertilidad o infertilidad basándose solo en una recolección. Deben realizarse recolecciones repetidas con >48 horas de diferencia. Si la muestra es azoospérmica, puede medirse la fosfatasa alcalina seminal en el eyaculado para evaluar si este es completo, ya que es un marcador del epidídimo.

Los niveles >5000 mcg/dL indican que el eyaculado incluye la segunda fracción, por lo general rica en esperma. Los niveles <5000 mcg/dL indican enfermedad obstructiva bilateral o problemas de libido que impiden la liberación de la segunda fracción. La función espermática (p. ej., capacidad y reacción acrosómica, unión a la zona pelúcida) no se evalúa con la evaluación rutinaria del semen.

La recogida de semen para su evaluación es difícil en los gatos a menos que se hayan entrenado para eyacular dentro de una vagina artificial o se disponga de equipo de electroeyaculación. Los gatos se pueden entrenar para eyacular con estimulación manual en algunos casos, pero el entrenamiento puede llevar semanas o meses. Se ha descrito la eyaculación química mediante cateterización uretral bajo sedación con dexmedetomidina o mediante aspiración con aguja fina de los testículos para la citología espermática. Los métodos inespecíficos para evaluar la espermatogénesis de un macho incluyen la evaluación de su orina en busca de espermatozoides o la recogida de un lavado vaginal de la gata inmediatamente después de la cópula, ya que los espermatozoides desaparecen de la vagina en 1-2 horas después de la cópula.

Para recuperar muestras para análisis, se purga solución salina tibia (0,10-0,20 mL) en la vagina de la gata y se aspira, la muestra se centrifuga y se examina el sedimento (las tinciones con nuevo azul de metileno o las hematológicas rutinarias son adecuadas). Esto no debe realizarse si la reproducción es deseable, sino solo como prueba de eyaculación. El cruce de un gato dudoso con una gata ya probada puede ser la forma más práctica para evaluar su fertilidad. El contacto coital adecuado para inducir la ovulación debe confirmarse midiendo los niveles de progesterona en la gata 1-2 semanas después de la cubrición.

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