Un factor importante que influye en la productividad de la explotación lechera es el tipo de enfermedades en el rebaño y su incidencia. La base de los programas de control de enfermedades incluye el conocimiento de la frecuencia y el efecto biológico de la enfermedad, y la información sobre la eficacia de los procedimientos de control.
La mayoría de los estudios describen tasas de incidencia solo de enfermedades clínicas comunes y fácilmente diagnosticables, como mastitis, cojeras, fiebre de la leche, retención de placenta o desplazamiento de abomaso. La frecuencia de las enfermedades subclínicas es mucho más difícil de discernir. El coste de obtención de la información sobre enfermedades subclínicas se infla con la necesidad de usar test de cribado (p. ej., cultivo o RCS en mastitis, cultivo fecal o ELISA en paratuberculosis) para su diagnóstico. Sin embargo, el elevado coste de las enfermedades subclínicas como la mastitis o la paratuberculosis puede justificar el considerable gasto de un programa de control, por lo que los veterinarios pueden desempeñar un papel vital en el diseño de estos programas. Hay tolerancia cero para algunas enfermedades que tienen serias consecuencias para la salud pública. El diagnóstico de incluso un caso de encefalopatía espongiforme bovina, brucelosis, rabia o tuberculosis en áreas que se creían libres de estas afecciones es una razón para acometer una acción inmediata.
Influencia de la enfermedad en la productividad
El aumento del sacrificio, la reducción de la producción de leche o proteínas, el aumento de la mortalidad de las vacas adultas y la reducción de la eficiencia reproductiva son todos resultados potenciales de las enfermedades en las vacas adultas. La producción láctea se reduce profundamente en vacas con enfermedad clínica. La duración de las enfermedades clínicas agudas es con frecuencia corta, pero los efectos de la enfermedad pueden persistir durante la lactación entera. El principio de la lactación es el periodo de más riesgo para muchas enfermedades. La enfermedad al principio de la lactación puede reducir los picos de producción y por tanto contribuir a bajar la producción total de la lactación. A través de los avances en la cría de animales y los programas de manejo sanitario, junto con la estrecha participación de los veterinarios, muchas explotaciones han minimizado los síndromes clínicos asociados a enfermedades infecciosas y metabólicas. La tendencia hacia granjas más grandes y la reducción de los márgenes de beneficio han estimulado un giro hacia la optimización de la productividad del rebaño mediante la reducción de enfermedades subclínicas, como cetosis, mastitis, acidosis y laminitis, que pueden tener un impacto grande sobre la productividad.
Las enfermedades infecciosas todavía representan una fuente importante de pérdidas para las industrias lácteas en todo el mundo. En Gran Bretaña, los brotes de fiebre aftosa (así como la encefalopatía espongiforme bovina) son ejemplos dramáticos de los efectos desastrosos de las enfermedades infecciosas sobre la productividad. Otras enfermedades infecciosas graves, como la tuberculosis, la brucelosis, la lengua azul y la estomatitis vesicular, continúan afectando al ganado en todo el mundo. En América del Norte, las enfermedades infecciosas más comunes que deben controlarse activamente incluyen los patógenos de mastitis contagiosa Mycoplasma bovis, Staphylococcus aureus y Streptococcus agalactiae; diarrea vírica bovina; salmonelosis; paratuberculosis; y neumonía. Se han desarrollado excelentes programas de control para la mayoría de estas enfermedades, pero su adopción es bastante variable.
Los efectos de la enfermedad sobre la productividad pueden ser directos (como la mastitis que causa una gran reducción en la producción de leche) o indirectos (las cojeras conducen a una ingesta de alimento reducida, causando por ello menor producción de leche). Las enfermedades que se producen al principio de la lactación también pueden causar efectos en cascada que finalmente reducen la productividad durante toda la lactación. Por ejemplo, los trastornos del periparto con frecuencia se ven como un complejo, y las vacas diagnosticadas con paresia posparto están en mayor riesgo de tener retención de placenta, cetosis complicada y mastitis. Las vacas con distocia y retención de placenta tienen un mayor riesgo de presentar metritis. La cetosis subclínica aumenta el riesgo de desplazamiento del abomaso y reduce la producción de leche. El efecto directo mejor documentado se basa en el efecto de la mastitis sobre la producción de leche. Tan solo un único caso de mastitis clínica puede conducir a una pérdida de producción de leche de 300-400 kg/lactación con variaciones desde insignificantes hasta de 1050 kg. La mastitis durante el comienzo de la lactación se asocia con pérdidas mayores (450-550 kg) que los casos que aparecen en lactación más tardía.
Las pérdidas que resultan de la enfermedad subclínica suelen ser considerables. La relación mejor descrita entre las enfermedades subclínicas y la productividad es el efecto de la mastitis subclínica sobre la producción de leche. Cada vez que el RCS se duplica en recuento >50 000 células/mL, se causa una pérdida de 0,4 kg leche/día en vacas primíparas y 0,6 kg leche/día en vacas multíparas. Se ha estimado que las producciones de leche en la lactación completa se reducen en 80 kg en vacas primíparas y 120 kg en vacas multíparas por cada vez que el RCS se dobla en la media geométrica de recuentos >50 000 células/mL. Otras enfermedades subclínicas (p. ej., paratuberculosis) también se ha relacionado con productividad reducida.
Las enfermedades que retrasan o inhiben la concepción tienen un efecto negativo en la productividad del rebaño al prolongar el tiempo que las vacas pasan en las etapas de lactancia de baja producción, al reducir el número de crías para reposición o para venta, y al aumentar la probabilidad de que el animal se deseche prematuramente. Se han asociado varias enfermedades con bajas tasas de concepción. La probabilidad de concepción se redujo un 14 %, 15 % y 21 % en las vacas que tuvieron retención de placenta, metritis o quistes ováricos, respectivamente. La mastitis, la metritis y los quistes ováricos reducen la probabilidad de que se cubran las vacas la primera vez. Las enfermedades del posparto que prolongan el balance energético negativo en la primera lactación también tienen un efecto negativo sobre la función reproductiva debido a alteraciones en las actividades hormonales.
El efecto de la enfermedad en la longevidad se ha investigado. Una gran proporción de vacas eliminadas se considera involuntaria (producidas por enfermedad, lesión o muerte) más que por razones de baja producción. La retirada prematura de una vaca del rebaño reduce la producción de leche de toda su vida. El fracaso reproductivo y la mastitis se suelen registrar sistemáticamente como las dos principales razones de desecho.