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Manejo de cerdas y primerizas

Última revisión/modificación oct 2021

Selección en el manejo de cerdas jóvenes

La selección de las cerdas para mejoramiento genético debe indexarse en función de categorías como la tasa de crecimiento, el estado sanitario, desarrollo sexual, historial reproductivo (incluyendo los resultados de su madre, como los intervalos destete-servicio y destete-celo, la prolificidad, la capacidad lechera y los lechones destetados), estructura/conformación y línea mamaria (incluyendo el número de mamas [7–8 pares] y su localización). Las cerdas de reposición pueden seleccionarse de madres, bien de cerdas primíparas que han tenido camadas grandes o de cerdas multíparas que han tenido camadas grandes e intervalos cortos entre el destete y la primera inseminación, y que han producido una camada para esa inseminación. La selección debe ser para cerdas de peso medio o superior a la media dentro de una camada grande y no para cerdas pesadas de una camada pequeña. De los reemplazos potenciales, hasta un 30-40 % pueden eliminarse, y la mayoría se eliminan debido a problemas con la estructura/conformación, problemas en los pezones y defectos genitales. Las cerdas prepúberes se suelen alimentar con una ración a voluntad específica por sexo hasta que alcanzan el peso de mercado (113-125 kg) o cuando tienen 5-6 meses de edad. En ese momento, los animales seleccionados se trasladan para desarrollo de las cerdas jóvenes, donde se alimentan con una dieta formulada específicamente para su introducción en el lote reproductor y se exponen a los verracos para estimular la ciclicidad del estro.

Precauciones de enfermedades en el manejo de cerdas y primerizas

El síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS, por sus siglas en inglés), el parvovirus, el circovirus porcino tipo 2, el virus de la diarrea epidémica porcina, la pseudorrabia (enfermedad de Aujeszky), la encefalitis japonesa, la gripe, la brucelosis, la clamidiosis, la leptospirosis y otras enfermedades infecciosas pueden afectar directa o indirectamente al rendimiento reproductivo, según la edad del animal en el momento de la infección y el estadio de gestación. El grupo reproductivo (cerdas nulíparas, cerdas adultas y verracos) deben vacunarse, como mínimo, contra leptospirosis, parvovirosis y erisipela. Las cerdas traídas de fuera deben aislarse durante un mínimo de 45-60 días, en los que debe realizarse la observación visual y una serie de pruebas (es decir, serológicas, fluidos orales) para comprobar su exposición a procesos infecciosos no deseables. Para reducir el número de días de espera para introducir estas cerdas en el grupo reproductivo, la última parte del periodo de aislamiento puede usarse para que se aclimaten a los microorganismos residentes en la explotación a través de la introducción de cerdas para sacrificio, cerdos en cebo e intercambio de estiércol y/o retroalimentación. Esta exposición natural a los agentes patógenos enzoóticos de la explotación puede proporcionar una protección esencial contra enfermedades como el PRRS, parvovirosis e influenza.

Pubertad en el manejo de cerdas y primerizas

La pubertad precoz se considera un buen indicador de la capacidad reproductiva, asociada con un aumento de la fertilidad durante toda la vida y una disminución de los costes de producción. El comienzo de la pubertad depende de varios factores entre los que se incluye el genotipo, peso vivo, estado nutricional, estación y manejo (además de la exposición al verraco). El efecto que la exposición a un verraco sexualmente maduro tiene en una cerda multípara o nulípara, también conocido como efecto verraco, es el más influyente de todos los factores de manejo. El efecto verraco es más potente cuando las hembras están expuestas a la vista, el sonido, el tacto y el olor de un verraco maduro, y disminuye a medida que la intensidad de cada uno de estos estímulos disminuye. Consecuentemente, el efecto verraco es mayor con un contacto directo al usar un verraco estéril maduro; sin embargo, también puede ser eficaz cuando se utiliza una exposición adecuada de la valla de separación. Independientemente del método elegido como más práctico para la operación, la interacción estrecha del verraco con las hembras durante el tiempo apropiado producirá los mayores efectos sobre el avance de la pubertad y la expresión del celo. La exposición de cerdas prepúberes (5-6 meses) a un verraco maduro durante 10-15 min/día parece proporcionar un estímulo adecuado. Junto con el efecto verraco, otras herramientas de manejo que pueden hacer avanzar el inicio de la pubertad incluyen el cruzamiento, la reubicación de las cerdas jóvenes en un alojamiento nuevo (p. ej., el confinamiento en corrales exteriores o en otro corral interno) y la formación de nuevos grupos mezclando cerdas de diferentes corrales con similar estado sanitario. Sin embargo, la mezcla repetida de cerdas jóvenes puede inducir un estrés excesivo y lesiones por peleas; por tanto, la práctica debe reducirse al mínimo.

Debe establecerse un criterio de sacrificio estricto para el grupo de cerdas nulíparas. Las cerdas que no han mostrado el primer celo a los 136 kg de peso y a los 210 días de edad, deben sacrificarse. El celo inicial en las cerdas nulíparas puede ser débil, por lo que es esencial un programa sólido de detección de celos con personal experimentado. Algunos productores pueden optar por utilizar hormonas gonadotropinas exógenas aprobadas para inducir un celo sincronizado en las cerdas jóvenes o para inducir el celo en las cerdas con pubertad tardía. La progenie de hembras de cerdas jóvenes con pubertad tardía no debe conservarse para reposición de reproducción. Las cerdas que se han cubierto durante 2 ciclos de celo consecutivos y no han quedado preñadas también deben sacrificarse.

La aparición del celo puede sincronizarse en un grupo de cerdas adultas que ciclan o en una cerda individual añadiendo un progestágeno sintético aprobado a la ración (p. ej., altrenogest a una dosis de 15-20 mg/día durante 14-18 días). El celo se suele producir 4-9 días después de la última alimentación con la hormona, cuando se proporciona una exposición diaria al verraco. Esta técnica permite sincronizar el celo y la inseminación en cerdas jóvenes con el de un lote de cerdas destetadas y se usa para formar un grupo de cerdas jóvenes que parirán juntas. Aunque solo se suelen aplicar cuando hay un número excesivo de hembras gestantes, las prostaglandinas también pueden usarse como abortivos para sincronizar el celo cuando se administran después del día 12 y antes del día 55 de gestación. Con este procedimiento, las hembras suelen salir en celo 4-7 días después de la administración de prostaglandinas. Sin embargo, las hembras en las últimas etapas de la gestación necesitarán otro ciclo antes de que su útero sea apto para la reproducción. La relación coste-beneficio de estos programas debe comprobarse antes de su implantación.