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Enfermedades infecciosas del tracto GI en animales

PorAlex Gallagher, DVM, MS, DACVIM-SAIM
Revisado/Modificado oct 2020

El tracto GI es sensible a infecciones causadas por muchos agentes patógenos y que son responsables de grandes pérdidas económicas por enfermedades, descenso del rendimiento y muerte ( ver la Tabla: Infecciones comunes del tracto GI). La propagación de estas infecciones se produce por contacto directo entre los animales o por vía fecal-oral. Algunas infecciones son el resultado del sobrecrecimiento de microorganismos específicos en el microbioma gastrointestinal normal (p. ej., Clostridium perfringens en perros, salmonelosis en caballos después del transporte, una anestesia prolongada o cirugía).

Tabla
Tabla

El diagnóstico etiológico definitivo de las enfermedades infecciosas del tracto GI depende de la demostración del agente patógeno en dicho tracto o en las heces del animal afectado. Tanto en epidemias en rebaños, como en los brotes de diarrea no diferenciada aguda en terneros o lechones neonatos, la mejor oportunidad para establecer un diagnóstico es en las primeras etapas de la enfermedad seleccionando a los animales no tratados y remitiéndolos para necropsia y examen microbiológico detallado de la flora intestinal. Cuando la necropsia selectiva no es posible, debe remitirse para diagnóstico de laboratorio una serie diaria de muestras fecales cuidadosamente recogidas, pidiendo que se empleen técnicas especiales de cultivo, según la enfermedad infecciosa de la que se sospeche. Las tecnologías moleculares, incluyendo las pruebas de ELISA y PCR se han desarrollado para demostrar la presencia de virus, proteínas de bacterias o protozoos o ácidos nucleicos en las heces, lo que puede proporcionar un diagnóstico definitivo (p. ej., parvovirus canino, salmonelosis, criptosporidiosis).

Parasitosis gastrointestinal en animales

El tracto GI puede estar habitado por muchas especies de parásitos. Sus ciclos pueden ser directos, donde los huevos y las larvas son eliminados con las heces y, tras pasar por diferentes estadios, se llega a la fase infecciosa, que es finalmente ingerida por el hospedador definitivo. Opcionalmente, los estadios inmaduros pueden ser ingeridos por un hospedador intermediario (por lo general un invertebrado) en el que continuará el desarrollo, y la infestación se adquiere cuando el hospedador intermediario o la fase de vida libre liberada por ese hospedador es ingerida por el hospedador final. A veces no hay desarrollo en el hospedador intermediario, en cuyo caso se conoce como hospedador de transporte o paraténico, según si la larva está encapsulada o en los tejidos. La parasitosis clínica depende del número y patogenicidad de los parásitos, lo que a su vez depende del potencial biótico de estos o, en su caso, del hospedador intermediario, del clima y de las prácticas de manejo de los animales. En el hospedador, la resistencia, la edad, la nutrición y la existencia de enfermedades concomitantes también influyen sobre el curso de la infestación parasitaria.

La importancia económica de la parasitosis subclínica en los animales de granja también viene determinada por los factores ya mencionados y es bien conocido que los animales ligeramente parasitados, que no muestran evidencia clínica de enfermedad, presentan un rendimiento inferior en cebaderos o explotaciones lecheras. La parasitosis leve a moderada afecta adversamente a los índices de conversión, debido principalmente a la reducción del apetito y al mal uso de las proteínas y la energía absorbidas. La calidad y tamaño de las canales también se reducen, produciendo pérdidas económicas adicionales. Los endoparásitos de los animales de compañía pueden causar enfermedad grave o mal aspecto, aparte de ser estéticamente inaceptables. Además, algunos de ellos también pueden parasitar al hombre.

Para calcular la carga parasitaria, ver Diagnóstico de parásitos internos (endoparásitos) en el ganado:.

Tratamiento de las enfermedades infecciosas del tracto GI en animales

  • Cuidados de apoyo

  • Pueden ser necesarios antibióticos o antihelmínticos, según el diagnóstico específico

El tratamiento de apoyo para las infecciones gastrointestinales puede incluir fluidos y electrolitos orales o parenterales para corregir los desequilibrios causados por vómitos o diarrea, apoyo nutricional, antieméticos y procinéticos para ayudar a restaurar el microbioma intestinal normal.

Los agentes antimicrobianos se usan para el tratamiento de las enfermedades bacterianas y los antihelmínticos para el de las parasitarias. No existe un tratamiento específico para el tratamiento de las enfermedades víricas. Los agentes antimicrobianos se suelen administrar PO, una vez al día, durante varios días, hasta que la mejoría es visible, aunque hay pocas pruebas objetivas acerca de su eficacia. Hay pruebas de que la sobredosificación o el tratamiento oral prolongado puede ser perjudicial (p. ej., puede ocasionar sobrecrecimiento bacteriano o atrofia de las vellosidades). La administración parenteral de antibióticos está indicada cuando hay evidencia o posibilidad de que se desarrolle una septicemia. La elección del agente antimicrobiano dependerá de la enfermedad que se sospeche, de los resultados obtenidos previamente y del coste. En brotes en rebaños, los agentes antimicrobianos pueden incorporarse al alimento o al agua de bebida, en concentraciones terapéuticas, durante varios días, continuando luego con concentraciones preventivas por periodos prolongados, según la presión infecciosa que sufra la población. El alimento y el agua de los animales en contacto también pueden ser tratados para intentar impedir que aparezcan nuevos casos ( ver Farmacoterapia sistémica del aparato digestivo).

Control de las enfermedades infecciosas del tracto gastrointestinal en animales

El control eficaz de las enfermedades infecciosas comunes del tracto gastrointestinal depende de:

  • Buenas prácticas de desinfección e higiene.

  • desarrollar y mantener una resistencia inespecífica en el animal

  • En ciertos casos, proporcionando inmunidad específica mediante la vacunación de la madre gestante o del animal sensible.

Unas condiciones sanitarias e higiénicas óptimas se logran, principalmente, proporcionando espacio adecuado para los animales y mediante la limpieza regular de los alojamientos y la eliminación eficiente del estiércol del entorno inmediato. El desarrollo y mantenimiento de la resistencia inespecífica dependen de la selección genética de animales con un grado razonable de resistencia inherente y de la provisión de nutrición y albergue adecuados, lo que minimiza el estrés y permite que los animales crezcan y se comporten normalmente. El desarrollo de animales clínicamente normales, pero infectados, que pueden diseminar gérmenes patógenos durante semanas o meses, es un problema importante en el caso de algunas enfermedades infecciosas del tracto GI, por ejemplo, la salmonelosis. Idealmente, estos animales portadores deberían ser identificados por métodos microbiológicos y separados del resto del rebaño hasta que se libren de la infección. En caso contrario, deberían ser sacrificados.

Ciertas enfermedades (p. ej., colibacilosis enterotoxigénica de los terneros y lechones), pueden controlarse vacunando a la hembra gestante varias semanas antes del parto. Este método depende de lograr una concentración protectora de anticuerpos en el calostro. Hay excepciones, pero la inmunidad sistémica proporciona poca protección frente a las enteritis infecciosas en la mayoría de los casos. La inmunidad efectiva frente a las enfermedades gastrointestinales depende de la estimulación de la inmunidad local intestinal tras el periodo neonatal. Durante el periodo neonatal, la protección puede proporcionarse por medio de la acción local de anticuerpos maternos. Por ejemplo, la IgA secretoria aumenta progresivamente en la leche de la cerda desde el parto hasta el destete, lo que proporciona al lechón una protección diaria durante la lactación.

Para más información

  • Consulte también la información para propietarios sobre los trastornos digestivos en gatos, perros y caballos.