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Enfermedades no infecciosas del aparato urinario de los gatos

PorSherry Lynn Sanderson, DVM, PhD, DACVIM-SAIM, DACVIM-Nutrition
Última revisión/modificación ago 2018

No todas las enfermedades están causadas por una infección por bacterias, virus u otros agentes externos. Existe una variedad de trastornos no infecciosos que pueden alterar el aparato urinario. Todas estas enfermedades y afecciones pueden ser graves amenazas para la salud de su gato.

Disfunción renal

La función más importante de los riñones es filtrar los desechos de la sangre. Cuando esto no sucede correctamente, los productos de desecho pueden acumularse en niveles peligrosos en la sangre. Esto se llama azoemia. La azoemia puede producirse por daño renal. También puede estar causada por factores ajenos al riñón, como la deshidratación, la insuficiencia cardiaca congestiva y el shock. También puede producirse como resultado de que la orina no pueda fluir correctamente a través del tracto urinario (p. ej., cuando un cálculo bloquea la uretra).

Riñones

Enfermedad renal crónica e insuficiencia renal

Las enfermedades crónicas o de larga duración pueden dañar el riñón de una forma tan grave que no pueda funcionar correctamente. Esto sucede lentamente. La enfermedad renal crónica suele prolongarse durante muchos meses o años antes de que el gato presente algún signo. Rara vez hay algo que un veterinario pueda hacer para tratar el daño existente. A veces, la enfermedad renal crónica es el resultado de una problema que es hereditario o una anomalía presente al nacimiento. Algunas razas de gatos son más propensas a tener este problema; sin embargo, la mayoría de las veces es un problema relacionado con la edad avanzada. A partir de los 5 a 6 años de edad, la enfermedad renal crónica se vuelve más común, afectando hasta al 35 % de los gatos mayores. La enfermedad renal crónica que no es hereditaria no parece ser más común entre ciertas razas o entre machos o hembras.

Los veterinarios clasifican la enfermedad renal crónica en cuatro etapas según las pruebas de laboratorio, los signos de la enfermedad del gato y los resultados de las exploraciones físicas ( ver la Tabla: Fases de la enfermedad renal crónica). En la fase I, los riñones están dañados pero la azoemia (una acumulación de toxinas causada por una mala filtración de la sangre por los riñones) todavía no se ha desarrollado y el gato no presenta signos. Esta es la fase en la que el tratamiento tiene mayores posibilidades de éxito. Sin embargo, dado que el gato no presenta signos, la enfermedad rara vez se diagnostica en esta fase. En la fase II, los riñones filtran los desechos mucho más lentamente de lo normal y hay una acumulación de desechos químicos en la sangre, pero la mayoría de los gatos todavía no presentan signos. Los signos que pueden estar presentes en esta fase incluyen un aumento en la cantidad de agua en la orina y un aumento del volumen de orina. En la fase III, el filtrado se ralentiza aún más, los desechos químicos están más concentrados en la sangre y el gato desarrolla signos de la enfermedad. La fase IV, la fase final, refleja el daño renal continuo y la acumulación de productos de desecho en la sangre. En este momento, el gato se encuentra muy enfermo y actúa como tal.

Los veterinarios clasifican además a los gatos con enfermedad renal basándose en la presencia de presión arterial alta o proteínas en la orina. Alrededor del 20 % de los gatos con enfermedad renal a largo plazo tienen presión arterial elevada (hipertensión), que puede causar más daño a los riñones y también lesionar los ojos, el cerebro, el corazón y los vasos sanguíneos. El riesgo de lesión de los riñones y otros órganos aumenta a medida que aumenta la presión arterial. La presencia de proteína en la orina de su gato puede indicar que su gato tiene o puede desarrollar una enfermedad renal, inflamación generalizada, enfermedad metabólica, cáncer o enfermedades infecciosas. Su veterinario realizará pruebas de orina para saber cuánta proteína está presente, para ayudar a determinar el tratamiento de su gato y las posibilidades de recuperación.

Determinar la causa de la enfermedad renal crónica, especialmente en las primeras fases, ayudará a determinar el tratamiento adecuado y el pronóstico de su gato. Algunas de las causas comunes incluyen enfermedades del sistema circulatorio (como presión arterial alta, problemas con la coagulación de la sangre y falta de oxígeno en la sangre) u otras enfermedades de los riñones como pielonefritis, obstrucciones causadas por cálculos urinarios o tumores. Cualquier lesión renal también puede causar enfermedad renal a largo plazo. Cualquiera que sea la causa, la enfermedad renal crónica suele producir tejido cicatricial en los riñones, que empeoran gradualmente.

Los gatos no suelen presentar signos de enfermedad renal hasta que se encuentran en las fases III o IV, cuando sus riñones están funcionando a menos del 25 % de su capacidad habitual. Las excepciones a esto son los gatos con otras enfermedades que afectan a todo el organismo o los riñones que se inflaman o duelen inusualmente y causan vómitos o dolor. Los veterinarios pueden detectar un problema en un análisis de sangre o en una exploración física incluso antes de que el gato desarrolle signos de insuficiencia renal. Por lo general, los primeros signos son sed excesiva y micción. Sin embargo, estos signos pueden indicar también otras enfermedades y no comienzan a aparecer hasta las fases II o III. A medida que la enfermedad progresa durante meses o años, aparecen otros problemas. Estos incluyen pérdida de apetito, pérdida de peso, deshidratación, llagas en la boca, adormecimiento, vómitos y diarrea.

Tabla
Tabla

Para diagnosticar la enfermedad renal crónica, los veterinarios suelen usar una combinación de radiografías, ecografía, análisis de orina y sangre, medición de la presión arterial y exploración física. Estas pruebas también se usan para comprobar la respuesta al tratamiento y controlar las complicaciones relacionadas con la enfermedad renal.

Con el tratamiento adecuado, incluso los gatos con tan solo el 5 % de la función renal normal pueden sobrevivir durante mucho tiempo. El tratamiento recomendado depende de la fase de la enfermedad. También es necesario identificar y tratar las complicaciones, como la hipertensión o las infecciones del tracto urinario. Durante todas las fases de la enfermedad es importante proporcionar un acceso continuo al agua y fomentar una ingesta adecuada de alimentos. Todos los gatos con enfermedad renal deben ver a su veterinario cada 6 a 12 meses, o con mayor frecuencia si hay problemas. Durante estas visitas, el veterinario evaluará el peso corporal y la hidratación, medirá la presión arterial y realizará pruebas en la sangre y la orina del gato.

Los gatos en las fases 2 y 3 deben ver al veterinario cada 3 a 6 meses. Durante estas fases, los veterinarios pueden comenzar a recomendar cultivos de orina cada año, o con mayor frecuencia según sea necesario. Las infecciones del tracto urinario son frecuentes en gatos con enfermedad renal y pueden empeorar el daño renal. Dependiendo de los hallazgos de la exploración física y de las pruebas de laboratorio, los medicamentos suelen ser necesarios durante estas etapas. También puede recomendarse una dieta comercial desarrollada para gatos con enfermedad renal crónica.

En las últimas fases de la enfermedad renal (III y IV), el gato debe acudir al veterinario cada 1-3 meses. En esta fase, los tratamientos se centrarán en aliviar algunos de los signos de la enfermedad con los medicamentos apropiados. Su veterinario puede enseñarle a administrarle fluidos subcutáneos (líquidos inyectados bajo la piel). A veces, los veterinarios recomendarán fluidos intravenosos o sondas de alimentación. Si estas medidas de apoyo no mejoran los signos de su gato, hay muy pocas opciones y puede ser necesario considerar la eutanasia. Las máquinas de diálisis, que hacen el trabajo de los riñones filtrando la sangre, pueden prolongar la vida, pero la diálisis no es factible para la mayoría de las mascotas. Un trasplante de riñón rara vez se realiza y requiere fármacos inmunosupresores para evitar que el organismo rechace el nuevo riñón, lo que puede causar otros problemas.

Lesión renal aguda (insuficiencia renal aguda)

La lesión renal aguda (a corto plazo o súbita) es el resultado de una lesión renal súbita e importante. Este daño suele estar causado por sustancias químicas tóxicas consumidas por su mascota o acumuladas por una afección anormal en el organismo de su mascota. La función renal también puede verse afectada cuando los riñones no reciben suficiente oxígeno, como cuando un coágulo de sangre bloquea el flujo de sangre a los riñones. Algunos tipos de infecciones también pueden causar una lesión renal aguda.

Algunos gatos pueden consumir sustancias químicas tóxicas, como anticongelantes, o plantas venenosas que pueden dañar los riñones. Ciertos medicamentos, como los antiinflamatorios no esteroideos o ciertos antibióticos, también pueden causar daño renal. Hay muchas sustancias y alimentos en el hogar promedio que pueden ser seguros para los humanos pero peligrosos para los gatos y otras mascotas ( ver Introducción al envenenamiento). Por ejemplo, la ingestión de una pequeña cantidad de cualquier parte de un lirio (flor, hoja, polen o agua) puede causar una lesión renal grave en los gatos. Algunas sustancias químicas tóxicas provienen del interior del organismo del gato. Por ejemplo, puede producirse una acumulación de calcio u otras sustancias debido a una enfermedad en otra parte del organismo. Los efectos sobre la función renal pueden durar de 1 a 8 semanas, según la sustancia química que haya causado la lesión.

Las lesiones renales leves a menudo pasan inadvertidas. Sin embargo, los casos repetidos o una lesión grave pueden provocar una enfermedad renal crónica. Las cuatro fases (de la I a la IV) de la enfermedad renal aguda y crónica son las mismas (véase anteriormente). Por lo general, la enfermedad renal aguda no se detecta hasta la fase IV, cuando los signos pueden incluir pérdida de apetito, depresión, deshidratación, llagas en la boca, vómitos, diarrea y un volumen de orina menor al normal.

Es importante determinar si la enfermedad renal es aguda o crónica, así como la causa de la enfermedad. Esta información ayudará a su veterinario a determinar el tratamiento más apropiado. Si su veterinario puede determinar qué causó la lesión renal, el tratamiento se dirigirá a esta causa. Los gatos que están deshidratados o que no comen pueden necesitar fluidos intravenosos o una sonda de alimentación. También pueden ser necesarios otros medicamentos. Si ninguno de los tratamientos disponibles funciona y su gato simplemente no produce orina, las únicas opciones restantes son la diálisis renal, un trasplante de riñón o la eutanasia.

Las lesiones renales graves son potencialmente mortales y solo la mitad de los animales afectados sobrevivirán. Sin embargo, el riñón tiene la capacidad de recuperar su función si el gato puede sobrevivir al episodio.

Enfermedad glomerular

El glomérulo es una de las estructuras esenciales para la función renal. Está formado por vasos sanguíneos especiales que ayudan a filtrar la sangre. Cada riñón contiene miles de estas estructuras. La enfermedad glomerular a veces causa enfermedad renal en los gatos. El daño a partes del glomérulo puede causar la pérdida de proteína en la orina, dando lugar a niveles bajos de una proteína llamada albúmina en la sangre. Esto puede ocasionar otros problemas, como hinchazón de las patas y colesterol alto.

Glomérulos

La enfermedad glomerular puede producirse debido a los efectos a largo plazo de la presión arterial alta. Sin embargo, la enfermedad glomerular también puede darse como resultado de otros trastornos, como la enfermedad renal crónica, el hiperadrenocorticismo (un exceso de cortisol) o la amiloidosis. Alguna enfermedad glomerular es inmunomediada, es decir, causada por el ataque del propio sistema inmunitario del gato a partes de su propio organismo. En los gatos, la enfermedad glomerular se asocia a menudo con infecciones de larga duración por el virus de la leucemia felina, el virus de la inmunodeficiencia felina, peritonitis infecciosa felina, las enfermedades inflamatorias de todo el organismo y el cáncer.

La enfermedad en el glomérulo a menudo da lugar a la presencia de proteína en la orina. También puede producir niveles bajos de proteína en la sangre, una acumulación de líquido en el abdomen (que puede causar hinchazón visible), dificultad para respirar e hinchazón en las patas. Estos signos, en su conjunto, se llaman síndrome nefrótico. ("Nefrótico" significa relacionado con los riñones.) La pérdida de proteína a través de la orina puede causar pérdida de tejido muscular. Muchos gatos con enfermedad glomerular acaban desarrollando una enfermedad renal en fase III o IV. La enfermedad renal en cualquier fase que se acompaña de proteína en la orina a menudo produce hipertensión.

Su veterinario buscará niveles anormales de proteínas y otras sustancias químicas en la orina y la sangre de su gato. La exploración física suele revelar que algo anda mal; sin embargo, los signos son a menudo inespecíficos y pueden indicar una amplia variedad de problemas. La mayoría de los gatos también tienen evidencia de acumulación anormal de líquido en alguna parte del organismo, como en el abdomen, el tórax o debajo de la piel.

A menudo se necesita una biopsia de los riñones para determinar la causa de la enfermedad glomerular. La presión arterial por lo general se medirá porque la hipertensión (presión arterial alta) es común en la enfermedad glomerular. En algunos casos pueden ser necesarias pruebas adicionales, como radiografías, ecografías y análisis de sangre especiales para identificar, si es posible, la causa de la enfermedad.

El tratamiento de la enfermedad glomerular varía según la causa subyacente. Si la enfermedad glomerular es inmunomediada, se debe tratar la causa del problema. Si no se puede determinar una causa, se pueden utilizar fármacos que inhiben el sistema inmunitario en un intento de limitar el daño. Los veterinarios a menudo recomiendan un alimento especial y posiblemente un diurético para los gatos con una afección llamada síndrome nefrótico. Dado que las proteínas en la orina pueden provocar la acumulación de tejido cicatricial en los riñones, su veterinario probablemente intentará limitar la cantidad de proteínas que se desprenden del organismo en la orina. Las opciones para esto incluyen limitar la cantidad de proteína en la dieta del gato y prescribir ciertos medicamentos. Además, la insuficiencia renal y la hipertensión deben tratarse con los medicamentos apropiados.

Cistitis estéril (cistitis intersticial felina, cistitis idiopática felina)

La cistitis estéril (también llamada cistitis idiopática felina o cistitis intersticial felina) es una inflamación de la vejiga urinaria de origen desconocido. Esta afección también se ha denominado enfermedad del tracto urinario inferior felino idiopático (FLUTD idiopática) y síndrome urológico felino. La causa se desconoce, pero factores como la ansiedad, ciertas hormonas, infecciones víricas, el estrés, la dieta y los rasgos genéticos pueden desempeñar un papel. Tanto los gatos machos como las hembras están afectados.

Los signos de la cistitis idiopática felina incluyen micción frecuente, sangre en la orina, esfuerzo o angustia al orinar y micción en lugares inapropiados. En los gatos machos puede producirse una obstrucción del tracto urinario debido a sus uretras más largas y estrechas; esto debe considerarse una urgencia médica y requiere atención veterinaria inmediata. Los signos de esta afección incluyen frecuentes intentos fallidos de orinar, vocalización en la caja de arena, letargo, pérdida de apetito y resistencia a moverse. Estos signos se suelen resolver en 2-7 días. Desafortunadamente, alrededor de la mitad de los gatos afectados experimentarán otro episodio dentro de un año y pueden producirse múltiples recidivas.

Para diagnosticar la cistitis estéril, los veterinarios deben descartar otras causas de enfermedad del tracto urinario, como infecciones bacterianas, tumores o cálculos urinarios. El diagnóstico depende de una anamnesis y una exploración física completas, así como de las pruebas de laboratorio apropiadas. Estas pueden incluir análisis de orina y cultivo bacteriano de orina, análisis de sangre, radiografías, ecografía y cistoscopia.

Dado que se desconoce la causa de la afección, el objetivo del tratamiento es reducir la gravedad y la frecuencia de los episodios. Los analgésicos y otros fármacos pueden ser útiles en algunos casos. El uso de feromonas (productos que imitan las sustancias químicas "felices" liberadas normalmente por los gatos) puede reducir el estrés de un gato. Los gatos deben tener acceso a mucha agua fresca y limpia para fomentar la ingesta de agua (para que el gato tenga orina menos concentrada). Cambiar de un alimento seco a uno enlatado también puede ayudar a agregar agua.

Los cambios ambientales también pueden reducir el estrés del gato afectado. Proporcione a los gatos un refugio seguro (como una repisa elevada o una caja) donde puedan esconderse de cualquier amenaza percibida (p. ej., niños, otras mascotas u olores extraños). Además, permita que los gatos tengan acceso completo a su propia comida, agua, cajas de arena, postes de rascado, lugares de descanso y áreas de juego. Esto es especialmente importante en hogares con varios gatos, donde la competencia por estos recursos es común. Estimular a los gatos para que jueguen con juguetes puede evitar el aburrimiento. También se debe permitir que los gatos inicien y detengan cualquier interacción con las personas (incluidas las caricias). Finalmente, nunca castigue a los gatos por orinar (o defecar) fuera de la caja de arena. Al reducir el estrés de un gato, se cree que estos esfuerzos reducen la gravedad de los signos y prolongan el tiempo entre los episodios de cistitis estéril.

Problemas tubulares renales

Los túbulos renales son estructuras en los riñones que ayudan a filtrar la sangre. Los riñones sanos ayudan al organismo a eliminar el ácido produciendo una orina muy ácida. Los riñones enfermos no pueden eliminar el ácido de forma adecuada y, en lugar de eliminarse en la orina, este ácido se acumula en la sangre, lo que da lugar a una afección llamada acidosis urémica. Esto puede ocurrir en gatos con una lesión renal súbita o una enfermedad renal a largo plazo (fases II a IV). Los túbulos renales funcionan normalmente, pero son muy pocos para acidificar la orina.

El ácido también puede acumularse en el organismo cuando hay defectos en los túbulos renales. Esto se llama acidosis tubular renal. Estos defectos son poco frecuentes en gatos. El tratamiento puede incluir medicamentos para reequilibrar la cantidad de ácido en la sangre.

Obstrucciones del tracto urinario

Incluso cuando los riñones funcionan normalmente, una obstrucción en el aparato urinario en cualquier punto por debajo de los riñones puede conducir a una acumulación de desechos tóxicos que pueden dañar los riñones y causar enfermedad. En los gatos, la causa más común es un "tapón" compuesto de proteína, desechos celulares y/o minerales cristalizados que bloquea la uretra. Otras posibles causas incluyen cálculos del tracto urinario, tumores (véase más adelante) o coágulos sanguíneos en los uréteres o la uretra.

Si el flujo de orina está bloqueado, el riñón se agranda anormalmente. Cuando esto sucede repentinamente en ambos riñones, especialmente cuando la orina está completamente bloqueada, el gato no vive mucho. Cuando el bloqueo es solo parcial, o solo se produce en un lado, el gato a menudo sobrevive, pero los riñones pueden sufrir daños permanentes. Los riñones afectados acaban convirtiéndose en sacos gigantes e inútiles llenos de orina y pueden infectarse. El uréter también puede dilatarse debido a la acumulación de orina. Esto ocurre a menudo cuando la obstrucción se localiza más abajo en el tracto urinario y lejos de los riñones.

Los gatos con un bloqueo urinario intentarán orinar con frecuencia. Sin embargo, estos intentos pueden ser dolorosos y solo producirán pequeñas cantidades de orina. A menudo, habrá sangre en la orina. Un gato afectado puede tener dolor en el abdomen, perder interés en la comida y estar cada vez más deprimido. A medida que la afección progresa, el gato puede vomitar y deshidratarse. Los niveles anómalos de electrolitos (sales) en la sangre pueden causar arritmias potencialmente mortales (alteraciones del ritmo cardiaco).

Su veterinario podrá diagnosticar fácilmente las obstrucciones repentinas del tracto urinario basándose en los signos y en una exploración física. Las radiografías (con o sin tinción que muestre los riñones y la vejiga) o la ecografía también pueden ser necesarias para el diagnóstico. Los gatos afectados, especialmente aquellos con arritmias, suelen necesitar análisis de sangre (para medir los niveles de electrolitos) y un electrocardiograma (una prueba que mide las señales eléctricas producidas por el corazón).

Para restablecer el flujo normal de orina, se debe eliminar la obstrucción. En la mayoría de los casos, se utilizarán fluidos intravenosos para restablecer el equilibrio de varias sustancias químicas en la sangre. A menudo se necesita cirugía para resolver la obstrucción de las vías urinarias. A veces se puede impulsar una obstrucción dentro de la uretra hacia la vejiga. Si la obstrucción se debe a un cálculo, puede ser necesario extirparlo quirúrgicamente de la vejiga. Otras veces no puede aliviarse la obstrucción y se debe realizar una cirugía para abrir la uretra o el uréter. En muchos casos, un acceso quirúrgico dentro de la uretra se dejará permanentemente abierto para reducir el riesgo de futuras obstrucciones. Los gatos se suelen hospitalizar durante varios días después de eliminar la obstrucción, ya que las complicaciones durante este periodo son frecuentes.

Si un gato tiene signos de una uretra obstruida, es fundamental buscar atención veterinaria de inmediato. Los gatos con una obstrucción completa pueden morir en 2-3 días sin tratamiento.

Tumores

Los tumores que se originan en los riñones y las vías urinarias no son frecuentes en los gatos. Los tumores pueden ser benignos (inofensivos) o malignos (cancerosos).

Tumores renales

Los tumores benignos, como los tumores grasos (lipomas) o los tumores hechos de tejido fibroso (fibromas), se suelen descubrir solo por accidente y no necesitan tratamiento. No suelen afectar a la salud del gato.

El tumor renal maligno más frecuente es el carcinoma, que se inicia en el revestimiento de los túbulos renales. Por lo general, el tumor aparece en un solo riñón. Los tumores cancerosos que comienzan en los riñones se diseminan rápidamente a otros órganos, especialmente al riñón opuesto, a los pulmones, a las glándulas adrenales y al hígado.

Los blastomas son tumores compuestos por células jóvenes previamente sanas que nunca maduran normalmente. En cambio, estas células mutan a cáncer. Los que se originan en el riñón se conocen como nefroblastomas. (Otros nombres para este tipo de tumor son nefroma embrionario y tumor de Wilms). Estos tipos de tumores se observan en animales jóvenes. Los nefroblastomas se suelen producir en un solo riñón, pero a veces afectan a ambos. Pueden llegar a ser bastante grandes; un solo nefroblastoma puede ocupar casi todo el espacio dentro del abdomen del gato afectado. Los nefroblastomas se suelen diseminar a los nódulos linfáticos cercanos, al hígado y a los pulmones.

Los tumores de células de transición son cánceres que aparecen en el revestimiento de ciertas partes de las vías urinarias, como el uréter, la vejiga, la uretra o el centro del riñón (llamado pelvis renal). Otros tumores malignos rara vez se originan en los riñones, pero pueden incluir hemangiosarcomas (tumores del revestimiento de los vasos sanguíneos), fibrosarcomas (tumores del tejido conectivo), leiomiosarcomas (tumores del músculo liso) y carcinomas de células escamosas (tumores de la capa externa de la superficie del riñón).

Los cánceres que comienzan en otras partes del organismo pueden diseminarse a los riñones. (Cuando el cáncer se disemina de un órgano a otro, se dice que metastatiza, y el cáncer en sí se describe como metastásico.) Los tumores metastásicos pueden aparecer en uno o ambos riñones. El linfosarcoma es el tipo de tumor que más comúnmente se extiende a los riñones. Hasta la mitad de los gatos con este cáncer del sistema linfático también desarrollan cáncer en los riñones. En algunos casos, el cáncer permanece solo en los tejidos linfáticos y los riñones; en otros, también se disemina al cerebro u otros tejidos. Cuando el cáncer se disemina a los riñones, suele tomar la forma de muchos tumores pequeños. Puede afectar a ambos riñones y hacer que los riñones se vuelvan inusualmente grandes y de forma irregular. El linfosarcoma en gatos suele aparecer junto con la infección por el virus de la leucemia felina.

Los signos de los tumores renales suelen ser generales y pueden apuntar a muchas enfermedades diferentes. Los signos más comunes son la pérdida de peso, la falta de apetito, la depresión y la fiebre. Algunos gatos desarrollarán "bultos" dentro del abdomen o dilatación general del abdomen. También puede aparecer sangre en la orina. Su veterinario necesitará eliminar otras causas de estos signos antes de confirmar el cáncer. En ocasiones, los tumores que aparecen en ambos riñones pueden causar suficiente daño como para que el gato desarrolle signos de enfermedad renal en etapa avanzada (véase anteriormente).

Su veterinario puede sospechar un tumor en los riñones basándose en la exploración física y la consideración cuidadosa de los signos de su gato en las semanas y meses previos a que se pusiera enfermo. Esta sospecha puede confirmarse con ecografía, radiografías o radiografías de contraste de las vías urinarias. En ocasiones también pueden encontrarse células cancerosas en la orina. Suele ser necesaria una biopsia del tumor para determinar su tipo.

Por lo general, los tumores renales se deben extirpar quirúrgicamente. Suele ser necesario extirpar todo el riñón afectado. El linfosarcoma se suele tratar con quimioterapia en lugar de cirugía. Si su gato desarrolla un cáncer urinario, su veterinario evaluará la gravedad de la afección de su mascota, su pronóstico y otros factores cuando recomiende un programa de tratamiento.

Tumores del tracto urinario inferior

Los tumores en los uréteres, la vejiga y la uretra son poco frecuentes en los gatos. La edad media de los gatos afectados es de 9 años. Los tumores que se desarrollan en el tracto urinario inferior tienen más probabilidades de ser malignos que benignos. Los tumores benignos que se pueden encontrar en las vías urinarias inferiores incluyen papilomas (verrugas, tumores del revestimiento de los órganos), leiomiomas (tumores del músculo liso, también llamados miomas), neurofibromas (tumores de la vaina protectora que rodea los nervios), hemangiomas (tumores vasculares), rabdomiomas (otro tipo de tumor del músculo liso) y mixomas (tumores del tejido conectivo primitivo).

El tipo más común de tumor maligno que comienza en el tracto urinario inferior es un carcinoma de células de transición. Los carcinomas de células de transición son cánceres que aparecen en el revestimiento de ciertas partes del tracto urinario, incluyendo el uréter, la vejiga, la uretra, la próstata y la pelvis renal. Los carcinomas de células de transición pueden aparecer como un solo tumor o como múltiples crecimientos en forma de verruga visibles en las membranas que recubren el tracto urinario. Como alternativa, estos carcinomas pueden desarrollarse en todo el uréter, la vejiga, la próstata o la uretra. Una vez que aparecen, tienen la tendencia a crecer y diseminarse rápidamente, con mayor frecuencia a los nódulos linfáticos cercanos y a los pulmones.

Los tumores en el uréter y la vejiga pueden causar bloqueo de la orina, que puede volver a los riñones y causar daño. Los tumores en la uretra son más propensos que los tumores en el uréter y la vejiga a cortar repentinamente el paso de la orina. Los tumores en la vejiga y la uretra pueden acompañarse de infecciones del tracto urinario que no desaparecen a pesar del tratamiento con antibióticos.

Los signos más comunes de cáncer de las vías urinarias inferiores incluyen sangre en la orina, micción dolorosa, lenta o difícil y micción excesiva. Los gatos con un uréter obstruido pueden tener dolor abdominal, y un veterinario puede palpar un riñón agrandado. Los gatos con uréteres obstruidos en ambos lados o con la uretra obstruida pueden mostrar signos de uremia (una acumulación de sustancias químicas tóxicas que se suelen eliminar en la orina). Mientras realiza una exploración, un veterinario puede detectar una pared de la vejiga engrosada, una uretra irregular o masas en la uretra.

Las pruebas de laboratorio en la orina del gato suelen revelar sangre en la orina y a veces revelan una infección bacteriana o de otro tipo que se ha desarrollado además del tumor. A veces, las células cancerosas se pueden encontrar en la orina, especialmente cuando el cáncer está en las células de transición. Su veterinario puede usar una ecografía o radiografías especializadas para localizar y evaluar la gravedad del tumor. Se necesita una biopsia del tumor para identificar su tipo.

La extirpación quirúrgica del tumor, si es posible, es el mejor tratamiento. Los carcinomas de células de transición se localizan con frecuencia en partes fundamentales de la vejiga o la uretra, y su extirpación requiere la reconstrucción del tracto urinario inferior. El tiempo de supervivencia tiende a ser corto para estos gatos, incluso con cirugía, porque los tumores se diseminan rápidamente y a menudo reaparecen. La quimioterapia y/o la radioterapia pueden ayudar. Usted y su veterinario querrán discutir las opciones de tratamiento y la calidad de vida de su gato durante y después del tratamiento.

Problemas con la micción

Los problemas para orinar pueden agruparse en problemas con el almacenamiento de orina y problemas con la eliminación de la orina. La incontinencia urinaria es la incapacidad para prevenir o controlar la micción. Los animales con incontinencia pierden orina constante u ocasionalmente sin darse cuenta. Un gato incontinente puede dejar un charco de orina en el lugar donde ha estado tumbado o gotear orina mientras camina. El pelo alrededor de la vulva o del pene puede estar húmedo, y el goteo constante de orina puede causar inflamación y quemaduras de la piel en estas áreas.

Además de los problemas de micción causados por enfermedades del aparato urinario, los problemas de comportamiento también puede hacer que un gato orine de forma inapropiada. Estos signos pueden parecerse a los causados por una enfermedad urinaria.

Problemas con el almacenamiento de la orina

Los problemas con el almacenamiento de la orina se identifican por una fuga inadecuada de orina. Pueden estar causados por varias afecciones diferentes, incluyendo la incapacidad de los músculos de la vejiga para relajarse adecuadamente, los músculos uretrales que no funcionan correctamente, defectos congénitos, lesiones o daños en la uretra u otras partes del aparato urinario, y rebosamiento de la vejiga.

La incontinencia de urgencia se produce cuando la orina se filtra durante los momentos en que un animal siente la necesidad de orinar en contraposición a la orina que se escapa cuando el animal no se da cuenta de ello. La incontinencia de urgencia suele estar causada por la irritación del músculo de la vejiga que expulsa la orina a la fuerza. Esto se suele deber a la inflamación de la vejiga. La debilidad del esfínter uretral (el músculo que se abre y se cierra para permitir que la orina pase a través de la uretra) también puede causar incontinencia. Aunque parece contradictorio, un gato también puede desarrollar incontinencia si su uretra está parcialmente obstruida; la uretra obstruida puede hacer que la orina se acumule y la vejiga rebose.

La incontinencia que resulta de defectos congénitos o malformaciones del aparato urinario se suele hacer evidente cuando el gato es joven. Por ejemplo, un gato que nació con un uréter ectópico en un lado puede orinar normalmente, pero la orina gotea dentro y fuera, mientras que los gatos con uréteres ectópicos en ambos lados son menos propensos a orinar normalmente.

Problemas con la eliminación de la orina

Los problemas con la eliminación de la orina pueden tener muchas causas, como la obstrucción física de la uretra por cálculos, crecimientos o tejido cicatricial, una falta de tono muscular en el músculo que expulsa la orina o problemas relacionados con el sistema nervioso. Los gatos que no pueden orinar con normalidad intentarán orinar con frecuencia, pero la micción será lenta y dolorosa y solo saldrá una pequeña cantidad de orina. Los gatos con problemas de eliminación de orina también pueden desarrollar incontinencia con el tiempo; si la vejiga no se vacía correctamente, puede estirarse y comenzar a rebosar y filtrar.

Problemas neurológicos

Los problemas para orinar a veces pueden estar causados por una lesión o enfermedad que afecta al cerebro o la columna vertebral, lesión del nervio principal de la pelvis que conecta con la vejiga, falta de tono muscular en el músculo que expulsa la orina o tono muscular excesivo en el músculo que permite que la orina pase a través de la uretra. La disautonomía es una afección en los gatos en la que el sistema nervioso no funciona correctamente. Afecta a múltiples sistemas del organismo y también puede provocar incontinencia urinaria. Los gatos con cualquier problema neurológico de la micción pueden desarrollar incontinencia con el tiempo si la vejiga se llena demasiado y comienza a rebosar y luego gotear.

Diagnóstico y tratamiento de los problemas de micción

Una exploración física completa y una anamnesis del comportamiento del gato pueden ayudar a su veterinario a determinar si su gato tiene problemas relacionados con la micción. Su veterinario probablemente también querrá observar a su mascota orinar. Las pruebas especializadas, como la ecografía, las radiografías, la cistoscopia (visualización del interior de la uretra y la vejiga con una cámara) o las pruebas neurológicas, pueden ser útiles en algunos casos.

El tratamiento de los problemas de micción variará según la causa. La incontinencia uretral puede tratarse con medicamentos dirigidos a la membrana del interior de la uretra (denominados fármacos agonistas alfa-adrenérgicos). La incontinencia de urgencia se puede tratar con medicamentos dirigidos a ciertos nervios (llamados fármacos anticolinérgicos). Los músculos debilitados de la vejiga se pueden tratar con medicamentos que actúan sobre los músculos debilitados (llamados fármacos colinérgicos). Los medicamentos adicionales también pueden ser útiles en los casos en que se identifican problemas de coordinación muscular.

La obstrucción física completa de la uretra es una urgencia médica. El tratamiento varía según las circunstancias. Se puede usar un catéter para empujar la obstrucción hacia atrás, fuera de la uretra y dentro de la vejiga. Es posible que haya que eliminar la obstrucción durante la cirugía. Los gatos con músculos de la vejiga que se han debilitado por el sobrellenado y el estiramiento pueden necesitar un catéter especial que permanece en su lugar, o se coloca a intervalos regulares cada pocas horas, durante 3-7 días. Esto permite que la vejiga se vacíe adecuadamente y recupere el tono muscular.

En los gatos en los que la vejiga ha perdido su tono muscular debido a problemas neurológicos, existen pocas opciones médicas para restaurar el tono muscular. Suele ser necesario que los propietarios vacíen la vejiga varias veces al día durante el resto de la vida del animal. En estos casos, será necesario que se le enseñe a vaciar la vejiga con las manos.

Para más información

Consulte también el contenido para veterinarios sobre enfermedades no infecciosas del aparato urinario.