Las enfermedades inflamatorias e infecciosas de la columna vertebral y médula espinal incluyen infecciones bacterianas, rickettsiales, virales, fúngicas, protozoarias y parasitarias, y la enfermedad inflamatoria idiopática. Muchas de estas enfermedades también pueden afectar al encéfalo ( ver Meningitis, encefalitis y encefalomielitis).
Infecciones bacterianas
La discoespondilitis es la inflamación del disco intervertebral y los cuerpos vertebrales adyacentes. La osteomielitis vertebral es una inflamación vertebral sin infección discal concomitante. La fisitis vertebral es una infección centrada en la fisis vertebral, sin afectación inicial del espacio discal. Estas enfermedades suelen estar causadas por la transmisión hematógena de infecciones bacterianas o, con menor frecuencia, fúngicas. La inmunosupresión puede desempeñar un papel importante en algunas infecciones. La discoespondilitis es más frecuente en perros, especialmente en razas grandes. La osteomielitis de las vértebras lumbares puede darse en perros, secundariamente a la migración de una espiga. La fisitis vertebral suele afectar a las vértebras lumbares de los perros <2 años de edad. La infección vertebral es poco frecuente en los gatos; se suele deber a la transmisión directa de la infección desde una herida adyacente. La discoespondilitis y la osteomielitis vertebral también se han descrito en caballos, rumiantes y cerdos, especialmente en neonatos. La infección puede producirse en cualquier espacio discal y pueden darse lesiones múltiples.
Cortesía del Dr. Sameeh M. Abutarbush.
En la discoespondilitis canina, los organismos aislados más habituales son Staphylococcus spp. Otros organismos incluyen Brucella canis, Streptococcus spp, Escherichia coli, Proteus spp, Corynebacterium diphtheroides, Nocardia spp y Aspergillus spp. El dolor espinal es el hallazgo clínico más constante. Los signos clínicos sistémicos, como fiebre, depresión y pérdida de peso, son menos frecuentes. Los déficits neurológicos pueden deberse a una compresión medular causada por tejido proliferativo o, rara vez, por una extensión de la infección a la médula o una fractura patológica.
Cortesía del Dr. William Thomas.
Los hallazgos radiográficos iniciales de la diskospondilitis consisten en destrucción de los platillos vertebrales adyacentes y desaparición del espacio intervertebral. Las lesiones más avanzadas tienen grados variables de formación de osteofitos. Los cultivos de sangre y orina a menudo identifican el organismo causal. Debe realizarse un análisis de brucelosis a los perros afectados (Brucella canis).
Aunque los signos clínicos suelen mejorar a los 5 días de tratamiento con un antimicrobiano adecuado, este debe continuarse al menos durante 8 semanas. La administración de amoxicilina potenciada con ácido clavulánico para una sospecha de infección por Staphylococcus spp es una buena elección si los cultivos no producen crecimiento.
Enfermedades rickettsiales
En los perros con infección por rickettsias se observan a veces anomalías neurológicas, incluidos signos clínicos de disfunción medular. Los perros con fiebre maculosa de las Montañas Rocosas(Rickettsia rickettsii) suelen presentar trombocitopenia, leucocitosis, pleocitosis neutrofílica y un leve aumento de proteínas en el análisis del LCR. El diagnóstico se basa en un aumento de 4 veces la concentración de anticuerpos en suero. Los perros con ehrlichiosis(Ehrlichia canis) suelen presentar trombocitopenia, anemia, leucopenia, hiperglobulinemia y pleocitosis mononuclear con un marcado incremento de proteínas en el análisis del LCR. Un solo título de anticuerpos en suero suele ser suficiente para el diagnóstico de E canis. El tratamiento de la mielitis por rickettsia consiste en la administración de doxiciclina (5 mg/kg, PO, cada 12 horas durante 14-21 días) o cloranfenicol (30 mg/kg, PO, cada 8 horas durante 14-21 días). El pronóstico es bueno con tratamiento precoz, aunque los déficits neurológicos a veces progresan a pesar del tratamiento.
Enfermedades víricas
La encefalomielitis por moquillo canino, causada por un paramixovirus, es una de las causas más habituales de trastornos del SNC en perros de todo el mundo. La aparición de los déficits neurológicos puede ser aguda o de progresión lenta, y reflejar la localización de las lesiones en el SNC. En los perros adultos, las zonas más comúnmente afectadas son el tronco encefálico y la médula espinal. Los signos clínicos neurológicos no suelen estar precedidos ni coinciden con la enfermedad sistémica que se produce en los perros jóvenes.
El diagnóstico definitivo ante mortem de la encefalomielitis por moquillo canino es difícil. Puede detectarse una coriorretinitis activa o inactiva en oftalmoscopia. El hallazgo más común en el análisis del LCR es la pleocitosis linfocítica con aumento en la concentración proteica. La RT-PCR en orina o LCR es útil en el diagnóstico. No hay un tratamiento específico, y el pronóstico es malo para los perros gravemente afectados. La vacunación normalmente tiene éxito a la hora de prevenir el moquillo sistémico; sin embargo, la forma neurológica puede afectar a perros ya vacunados.
La artritis y encefalomielitis caprina están causadas por un lentivirus que también puede provocar neumonía y artritis. La enfermedad del SNC es más común en cabras de 2-4 meses de edad, aunque también puede afectar la animales mayores. Se produce una paraparesia de aparición aguda, espástica y ligeramente asimétrica que puede progresar a tetraplejia con reflejos exagerados. En ~50 % de los casos se observa pleocitosis mononuclear e incremento proteico en el LCR. Las pruebas serológicas pueden ayudar a detectar la infección; sin embargo, se producen resultados falsos negativos. Histológicamente, se observa una inflamación no supurativa con desmielinización o necrosis, más evidente en la sustancia blanca de la médula espinal. No existe tratamiento y la recuperación es improbable.
Un lentivirus relacionado es una causa poco frecuente de encefalomielitis crónica en ovejas (maedi). Las ovejas afectadas suelen tener >2 años y sufren una aparición insidiosa de ataxia progresiva, paraparesia o tetraparesia.
La anemia infecciosa equina produce en ocasiones encefalomielitis en caballos. Los déficits neurológicos suelen reflejar enfermedad medular e incluyen ataxia y debilidad de las extremidades posteriores. La concentración proteica y el número de linfocitos del LCR suelen estar incrementados. El diagnóstico se basa en los resultados positivos de la prueba de inmunodifusión en gel de agar. No existe tratamiento, y es habitual que los caballos afectados sean eutanasiados para prevenir la transmisión de la enfermedad.
La encefalomielopatía por herpesvirus equino 1 (HVE-1) es un trastorno neurológico que afecta a caballos de todo el mundo. El herpesvirus equino-1 infecta las células endoteliales vasculares, en particular aquellas dentro del SNC, y causa una vasculitis inmunomediada con infartos secundarios y hemorragia por todo el encéfalo y la médula espinal. El herpesvirus equino 1 también se ha asociado a la meningoencefalitis en alpacas y llamas. En los caballos, los signos neurológicos pueden ser evidentes como la enfermedad primaria o pueden seguir a una rinoneumonitis o aborto. Pueden resultar afectados animales de cualquier edad.
Los déficits neurológicos aparecen de forma brusca, varían de una leve ataxia de las extremidades posteriores a paraplejia y no suelen progresar después de 24 h. Son frecuentes el goteo de orina, la retención fecal y los déficits sensitivos en el peritoneo y la cola. El LCR es a menudo xantocrómico con un contenido proteico elevado y un número normal de células. El diagnóstico se basa en los hallazgos clínicos y en un aumento de la concentración de anticuerpos en muestras de suero pareadas, aislamiento del virus de secreciones nasales o faríngeas o pruebas de PCR.
No existe un tratamiento específico para la encefalomielopatía por HVE-1; sin embargo, los agentes antiinflamatorios como el dimetilsulfóxido (1 g/kg, IV lentamente, cada 12 horas hasta 5 días), la dexametasona (2,5-5 mg, IM o IV, cada 24 horas hasta la respuesta clínica) y los AINE pueden ayudar. Los cuidados de apoyo son importantes para prevenir complicaciones como la retención de orina, la cistitis y el decúbito. Los caballos levemente afectados suelen recuperarse con cuidados de apoyo. Incluso los caballos postrados pueden acabar recuperándose con un concienzudo tratamiento de apoyo. La vacunación no protege frente a la forma neurológica de esta enfermedad.
La peritonitis infecciosa felina es una enfermedad de los gatos domésticos causada por una respuesta inmunomediada a un biotipo virulento del coronavirus felino. La afectación del SNC es frecuente. Hay lesiones piogranulomatosas que afectan al parénquima neural, plexo coroideo, epéndima y a las leptomeninges. Los signos clínicos de afectación medular incluyen hiperestesia espinal y para- o tetraparesia. Es frecuente la hiperglobulinemia y la afectación de otros órganos, en especial los ojos. Las serologías disponibles actualmente son inespecíficas e insensibles. El hallazgo más común en el análisis del LCR es una pleocitosis mixta (neutrofílica y mononuclear) con un incremento de la concentración proteica. No existe tratamiento eficaz y el pronóstico es malo.
La mielopatía asociada al virus de la leucemia felina se observa en algunos gatos infectados por el virus de la leucemia felina (FeLV) durante ≥2 años. La ataxia y la debilidad de las extremidades pélvicas progresa a paraplejia en 1 año. Otros signos clínicos incluyen dolor espinal difuso y comportamiento anormal. El diagnóstico se basa en los signos clínicos, la serología del FeLV y la exclusión de otras causas, como un linfoma espinal y la mielitis por toxoplasmosis o infecciones fúngicas. No hay tratamiento; los gatos afectados acaban siendo eutanasiados debido a su invalidez. Los hallazgos patológicos consisten en la degeneración de toda la sustancia blanca, la inflamación de los axones y la dilatación de las vainas de mielina en la médula espinal y el tronco encefálico. El antígeno del virus de la leucemia felina está presente en el sistema nervioso, lo que indica que las lesiones son debidas a una infección vírica.
La encefalomielitis por teschovirus, también llamada enfermedad de Teschen, enfermedad de Talfan y polioencefalomielitis porcina, está causada por un teschovirus neurotrópico previamente clasificado como enterovirus. Hay una aparición aguda o subaguda de ataxia y paresia en las extremidades posteriores con hiporreflexia, depresión, convulsiones y muerte. Los cerdos de más edad pueden sobrevivir, pero la mortalidad es elevada en cerdos jóvenes.
El virus de la encefalomielitis hemaglutinante porcina es un coronavirus que causa vómitos, enfermedad debilitante y encefalomielitis. Es más frecuente en lechones de <3 semanas y hay cierto solapamiento de estos síndromes. La enfermedad del SNC empieza con varios días de vómitos seguidos de hiperestesia, temblores musculares, ataxia, paresia, opistótonos, coma y muerte. Histopatológicamente se produce una encefalomielitis no supurativa difusa, que afecta principalmente a la sustancia gris. El diagnóstico se basa en la necropsia o en un incremento en el título de anticuerpos en sueros pareados. No existe ningún tratamiento.
La rabia está causada por un rabdovirus neurotrófico que alcanza el SNC a través de los nervios periféricos. Produce polioencefalomielitis no supurativa multifocal en todos los mamíferos domésticos. Los signos clínicos de afección medular incluyen ataxia y parálisis progresiva, normalmente con ausencia de reflejos. Los animales afectados suelen morir, aunque no siempre, con signos neurológicos progresivos a los 2-7 días de la enfermedad.
Enfermedades fúngicas
Cryptococcus neoformans es el hongo que más comúnmente afecta al SNC de los animales. La infección es más común en perros y gatos, y se da ocasionalmente en caballos. Otros organismos fúngicos pueden invadir el SNC, incluidos Blastomyces dermatitidis, Histoplasma capsulatum, Coccidioides immitis, Aspergillus spp y feohifomicosis. Los animales enfermos tienen afectados otros órganos, como los pulmones, los ojos, la piel o los huesos. Los signos clínicos de afectación medular incluyen paresia o parálisis e hiperestesia espinal. El diagnóstico se basa en la serología, el cultivo o la identificación del organismo en el LCR o el tejido extraneural. El fluconazol es a menudo eficaz para la criptococosis y la coccidioidomicosis. El itraconazol o la anfotericina B están recomendados para el tratamiento de la histoplasmosis y la blastomicosis; sin embargo, el pronóstico es de reservado a malo. (También ver Infecciones por hongos (micosis).)
Enfermedades protozoarias
La mieloencefalitis protozoaria equina es una enfermedad común en caballos que produce meningoencefalomielitis no supurativa, muchas veces necrotizante. Los caballos son probablemente un hospedador aberrante del microorganismo causante, por lo general Sarcocystis neurona, aunque, con menos frecuencia, otros protozoos causan la enfermedad. Los signos neurológicos son extremadamente variables y a menudo asimétricos, y reflejan la afectación de cualquier lugar del SNC. La ataxia y la paresia son comunes. Otros signos clínicos potenciales incluyen cojera sutil, atrofia muscular localizada y disfunción de nervios craneales. Aproximadamente, el 75 % de los caballos mejoran con tratamiento; sin embargo, se pueden producir déficits neurológicos permanentes y las recidivas no son infrecuentes.
La neosporosis está causada por Neospora caninum, un protozoo que puede causar encefalomielitis no supurativa, sobre todo en perros. La infección en cachorros normalmente provoca parálisis ascendente con contracción muscular rígida de una o ambas extremidades pélvicas. Puede afectar a otros órganos, como los músculos, el hígado y los pulmones. El diagnóstico se basa en la detección de anticuerpos frente al el microorganismo mediante análisis inmunohistoquímico o prueba de PCR. Un tratamiento precoz con clindamicina o sulfadiacina y pirimetamina puede ser eficaz; sin embargo, el pronóstico es malo.
La toxoplasmosis está causada por Toxoplasma gondii y ocasionalmente puede producir en cachorros, gatitos y lechones una encefalomielitis no supurativa. El diagnóstico se basa en la identificación tisular del organismo o en un aumento de 4 veces el anticuerpo IgG en sueros pareados. En los gatos, una alta concentración de anticuerpos IgM en suero o LCR apoya el diagnóstico. Se recomienda como tratamiento la administración de clindamicina o sulfadiacina y pirimetamina.
Enfermedades parasitarias
La mielitis verminosa es una inflamación de la médula espinal causada por migración parasitaria. Los organismos causantes incluyen Parelaphostrongylus tenuis en ovejas, cabras y llamas; Hypoderma bovis en ganado vacuno; Strongylus vulgaris, Halicephalobus deletrix y Setaria spp en caballos; Stephanurus dentatus en cerdos; Cuterebra spp en gatos; y Baylisascaris procyonis en perros. Los signos clínicos de afectación medular suelen ser agudos, frecuentemente asimétricos y pueden ser progresivos. El diagnóstico ante mortem es difícil. El aumento del número de eosinófilos en el LCR es sugestivo, pero los hallazgos en el LCR son variables. Se recomienda un tratamiento con fenbendazol, tiabendazol o ivermectina; sin embargo, el pronóstico es reservado. (También ver Enfermedades del sistema nervioso central causadas por helmintos y artrópodos.)
Enfermedades inflamatorias idiopáticas
La meningoencefalomielitis felina no supurativa(polioencefalomielitis felina, enfermedad del tambaleo) es una enfermedad inflamatoria lentamente progresiva del SNC en gatos domésticos. Se ha descrito en América del Norte, Europa y Australia. Se desconoce la causa; sin embargo, hay una fuerte sospecha de que sea por agente infeccioso, probablemente un virus. La enfermedad provoca degeneración neuronal, pérdida axonal y desmielinización con inflamación mononuclear, más grave en los segmentos medulares torácicos. El curso clínico está marcado por una paraparesia progresiva de 1-2 meses de duración, a menudo con hiperestesia focal, temblor de cabeza y cambios de comportamiento. El diagnóstico ante mortem es difícil. No existe tratamiento y el pronóstico es malo.
La meningoencefalomielitis granulomatosa (MEG) es una enfermedad inflamatoria del SNC que afecta a perros de todo el mundo. Se desconoce la causa, aunque se sospecha que puede ser un agente infeccioso, probablemente un virus. En la forma diseminada, denominada anteriormente reticulosis inflamatoria, se producen acumulaciones perivasculares de células mononucleares y neutrófilos. En la forma focal, anteriormente llamada reticulosis neoplásica, hay lesiones granulomatosas que contienen sobre todo células reticulohistiocíticas. Pueden verse afectados perros adultos de cualquier raza; sin embargo, las hembras y los perros de razas pequeñas, especialmente los Caniches, pueden estar predispuestos.
Los signos clínicos de la MEG son variables y pueden indicar disfunción focal o multifocal del encéfalo o la médula espinal. El dolor cervical y la tetraparesia son los signos clínicos más habituales de afectación medular. Los signos clínicos frecuentemente son agudos, sin embargo, la forma focal de MEG puede causar déficits neurológicos que progresan lentamente durante varios meses. Se suele observar un aumento de las proteínas y pleocitosis en el LCR, con predominio de células mononucleadas o neutrófilos. Las imágenes avanzadas (es decir, RM o TC) a menudo muestran masas realzadas únicas o múltiples. Un diagnóstico presuntivo se basa en los hallazgos clínicos, las imágenes, los análisis del LCR y la exclusión de otras posibles enfermedades. Los perros suelen mejorar con la administración de dosis inmunosupresoras de corticoesteroides y otros fármacos inmunomoduladores como la citarabina, la ciclosporina y la procarbacina; sin embargo, es posible que se produzcan recidivas y muchos perros acaban siendo refractarios al tratamiento.